El liderazgo de las mujeres es esencial para lograr un mundo más justo y equitativo

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Discurso de clausura pronunciado por la Sra. Michelle Bachelet, Secretaria General Adjunta y Directora Ejecutiva de ONU Mujeres, en la conferencia mundial de la Red de Financiamiento para la Mujer (Women's Funding Network), Brooklyn, Nueva York, el 9 de abril de 2011.

[Verificar con la alocución.]

Muchas gracias, Musimbi, por esos elogios, y gracias también a Chris y a todos ustedes por su calurosa acogida. Es un placer para mí pronunciar este discurso de clausura, que espero sirva para generar nuevas ideas sobre el trabajo de las Naciones Unidas y, en especial, de ONU Mujeres.

En el camino hacia aquí venía pensando sobre lo que se ha dicho sobre las alianzas, particularmente sobre el hecho de que los fondos destinados a las mujeres, al operar como redes, tienen la capacidad de cambiar el modo en que los individuos, las corporaciones, las fundaciones y los gobiernos invierten en las mujeres y las niñas. La visión de ustedes, de que un liderazgo compartido y una acción conjunta es fundamental para extender el impacto y crear un movimiento de cambio social, es semejante, en muchos aspectos, a la de ONU Mujeres.

Esta mañana hablaré brevemente sobre lo que llevó a la creación de ONU Mujeres y sobre lo que pienso que ello representa en lo relativo a hacer avanzar los derechos de las mujeres y la igualdad entre los géneros, como también hablaré sobre algunos de los desafíos que se encuentran para colmar las muchas expectativas que ha generado. También sugeriré algunas maneras en que creo podemos trabajar juntos para tener un mayor impacto.

En primer lugar creo que la creación de ONU Mujeres, que fusiona cuatro entidades más pequeñas y crónicamente mal financiadas bajo la dirección de un Secretario General Adjunto, representa el reconocimiento de los Estados Miembros de la ONU de que si mejorar la condición de las mujeres es, de hecho, vital para alcanzar todos los objetivos nacionales de desarrollo, entonces era preciso hacer algo para acelerar el lento ritmo del cambio. Con la creación de ONU Mujeres se dio a entender que la igualdad entre los géneros y los derechos de las mujeres están al mismo nivel que otros imperativos mundiales, tales como la erradicación de la pobreza y del hambre y la lucha contra el cambio climático. Permítanme decir que esta resolución no habría sido posible sin el trabajo de los defensores de los derechos de las mujeres, incluyendo a muchos miembros de los gobiernos. Los grupos de mujeres, tanto del Norte como del Sur, se unieron en la campaña de la Reforma de la Estructura para la Igualdad entre los Géneros (GEAR) y en otras redes para luchar por esta adopción. ¿Cuál fue la teoría del cambio, de haberla, que impulsó esta campaña?

En parte pienso que refleja la creencia que cuantos más recursos y autoridad se den a una acción, habrá más posibilidades de obtener resultados; si los gobiernos, la sociedad civil y el sector privado pudiesen ponerse de acuerdo para hacer avanzar los objetivos comunes en relación con la igualdad de género y comprometiesen recursos considerables, harían todo lo que estuviese a su alcance para asegurarse de que su inversión diera sus frutos.

En parte también refleja el entendimiento de que sólo cuando el director de ONU Mujeres es lo suficientemente sénior para sentarse en la mesa de discusión de políticas del Secretario General, formarán parte los expertos en cuestiones de género del grupo de políticas de cada país, garantizando que la asesoría en materia de políticas que la ONU ofrece a los gobiernos incluya resultados significativos en materia de igualdad de género. Ahora tenemos que mostrar que podemos dar respuesta a esas expectativas. No sólo tenemos que encontrar los recursos prometidos, sino que tenemos que demostrar que los pondremos a buen uso. Tenemos que persuadir a los gobiernos, especialmente a los ministros de finanzas, que si se cumple con los compromisos de igualdad de género asumidos dentro del marco de la CEDAW, la Plataforma para la Acción de Beijing, la Declaración del Milenio y las convenciones de derechos humanos se conseguirá beneficiar a las mujeres y a la sociedad en general.

Debo decir que los presidentes y los parlamentarios asumen muchos compromisos con muchos objetivos importantes, pero para que cualquiera de ellos pase a ser el primero en la lista hay que convencer a muchísimas personas, incluyendo a ministros como los de salud, educación, vivienda, etc., así como a los partidos políticos y a los representantes elegidos. Algunos tendrán que ver los beneficios en términos de crecimiento económico, otros en términos de un público saludable y educado, y otros aún en términos de derechos humanos básicos.

Sabemos, por supuesto, que éstas no son categorías que se excluyen mutuamente. Por lo menos desde Beijing, y quizá desde antes, los defensores de los derechos de las mujeres han articulado un concepto de derechos humanos y de justicia social que relaciona la experiencia y los derechos de las personas con la experiencia y los derechos de las comunidades y de otros grupos, para dar importancia a los derechos formales existentes en las constituciones o tratados en políticas y servicios, tanto en lo personal como en lo político.

En última instancia, el marco de derechos humanos, que ha dado inspiración y fuerza a los movimientos de mujeres y de justicia social en los países del mundo, es la base de nuestro trabajo. Sin embargo, tenemos que escuchar mejor a los gobiernos y comprender sus inquietudes, creando el tipo de diálogo que puede arrojar los resultados que todos queremos ver en términos de desarrollo económico, resolución de conflictos y seguridad humana.

Los desafíos a los que nos enfrentamos son enormes. Las grandes brechas en riqueza y en ingresos que han acompañado al crecimiento mundial se han agudizado desde la crisis económica y financiera, y han llevado a millones de trabajadores, especialmente a las mujeres, al trabajo informal de manera permanente. Tanto los conflictos políticos como los desastres naturales están haciendo aumentar los precios de los combustibles y de los alimentos, y amenazan los medios de vida y la seguridad alimentaria en muchos países, obstaculizando las estrategias de las familias para sobrellevar las dificultades.

Esto no tiene porqué ser así. Los políticos y los responsables de las políticas, de todos los partidos políticos, pueden ser persuadidos de que se pueden administrar mejor las cosas para hacer que nuestros países sean seguros y que nuestras economías prosperen, invirtiendo en el futuro, creando redes de seguridad más sólidas, y garantizando una protección física y social de base para todos.

De hecho estamos viendo progresos, incluyendo en lo que respecta a los derechos de la mujer. En la actualidad, 132 países tienen leyes contra la violencia doméstica y 115 garantizan a la mujer los mismos derechos sobre la propiedad. Las mujeres en países que en el pasado no estaban en el ruedo público ahora van de la mano con los hombres a la hora de exigir libertad y dignidad y el derecho a participar en la revitalización de sus sociedades.

Sé que el cambio es posible, pero también sé que el cambio no se da solo. Ésa es la razón por la que, dondequiera que voy, digo que las alianzas son primordiales. Si trabajamos juntos, no sólo seremos más eficientes, más centrados y más exhaustivos, reuniendo los conocimientos y la experiencia de toda la ONU, de los gobiernos, de la sociedad civil, de las fundaciones y del sector privado para hacer frente a los desafíos de manera holística, sino que seremos también más poderosos, trabajando de abajo arriba y de arriba abajo para crear el impulso para el cambio.

En el proceso de establecer nuestro Plan Estratégico, hemos por lo tanto identificado las áreas prioritarias en las que tomaremos el liderazgo dentro del sistema de la ONU, y las áreas en donde otros serán los líderes a quienes daremos nuestro apoyo. En todos los casos nos centraremos en fortalecer las alianzas o, como dicen ustedes, la acción conjunta, y veremos cómo podemos hacer para que se transformen en el irresistible impulso para el cambio.

Las prioridades estratégicas de ONU Mujeres incluyen la autonomía económica de las mujeres, su participación política y liderazgo, la erradicación de la violencia contra las mujeres y las niñas y la inclusión plena de las mujeres y de sus derechos en los procesos de paz y de post conflicto y en la planificación nacional en materia de desarrollo. Cada una de estas prioridades implica investigación y análisis de datos, especialmente en los países, con indicadores mediante los que se pueda medir las brechas de género y los progresos para subsanarlas, con el propósito de probar que el progreso en materia de igualdad entre los géneros beneficia a toda la sociedad.

Cada una de estas áreas también requiere acción para obtener resultados, tanto en lo relativo a los programas a largo plazo como al apoyo a corto plazo, lo que demuestra lo que se puede conseguir cuando se utiliza el poder de la mitad de la población del mundo para el crecimiento económico, la vitalidad política y el desarrollo social.

Permítaseme decir algunas palabras sobre tres de estas áreas.

En primer lugar, hay un interés creciente en la autonomía económica de la mujer en todo el sistema de la ONU, en el sector corporativo y empresarial e incluso en las instituciones financieras internacionales. El Banco Mundial y otros han mostrado que una mayor participación de las mujeres en el mercado laboral, así como el incremento de sus ingresos, generan un mayor crecimiento económico y tienen un efecto multiplicador sobre la sociedad en su totalidad, especialmente en lo relativo a la educación y a la salud.

También es cierto que las mujeres que tienen un ingreso propio pueden protestar contra el modo en que se toman las decisiones dentro de la familia, exigir el derecho de entrar a la arena política y el derecho a vivir libres de violencia. Sin embargo, las mujeres todavía quedan marginadas económicamente en muchos países. En Asia meridional y en África subsahariana, hasta el 80 por ciento de las mujeres que trabajan lo hacen en algún empleo vulnerable, sin beneficios ni seguridad, con una remuneración baja y, en muchos casos, sin remuneración alguna.

ONU Mujeres pretende trabajar de cerca con sus socios para atender los desafíos de la política macroeconómica de manera de respaldar la autonomía económica de las mujeres, incluir oportunidades de trabajos dignos y de creación de riqueza, de protección social básica y extender las protecciones laborales a todos los trabajadores, informales y formales, especialmente a los migrantes. Trabajaremos con los socios del sistema de la ONU para establecer una estrategia coordinada para hacer avanzar las oportunidades económicas y los derechos de las mujeres, y dar prioridad a llegar a las más marginadas.

En lo que respecta a la violencia contra las mujeres y las niñas, que es generalizada y persistente en todos los países, estamos viendo finalmente indicios de cambio. Los países están igualmente comenzando a estimar su costo. En los Estados Unidos, por ejemplo, los costos de dicha violencia se estiman en US$ 5,8 mil millones por año en costos extraordinarios de salud física y mental y de menor productividad. Esa cifra es de US$ 1,16 mil millones en Canadá.

Es necesario disponer de mejores datos que sean más comparativos sobre esa incidencia. ONU Mujeres está trabajando con la OMS y con otros socios de la ONU para promover un módulo estándar que los países puedan incluir en las encuestas de las familias, para que ningún país pueda decir que desconocía que el problema fuese tan serio porque no se disponía de información. Estamos creando una serie de normas y servicios mínimos para que adopten los países en respuesta a esa violencia, como por ejemplo establecer líneas telefónicas especiales y refugios, garantizando que haya una protección policial para las mujeres en situación de riesgo y que las supervivientes de esa violencia tengan acceso a los cuidados de salud.

Brevemente, en lo relativo a la paz y la seguridad: Quizá algunos de ustedes sepan que, en ocasión de la primera Asamblea General de la ONU en 1946, Eleanor Roosevelt insistió sobre el hecho de que las mujeres tenían que tener la oportunidad de “participar en el trabajo de la paz y la reconstrucción como lo hicieron en la guerra y la resistencia. Sin duda la desilusionaría saber que los estudios de ONU Mujeres indicaron que en 24 procesos de paz de las últimas dos décadas, las mujeres representaron menos del 8 por ciento de los equipos de negociación, con el resultado de que las necesidades e inquietudes de las mujeres no figuran casi en los acuerdos de paz. Un estudio de 585 acuerdos de paz establecidos entre 1990 y 2010 mostró que sólo el 16 por ciento contenía alguna referencia a las mujeres. Sólo el 3 por ciento de estos acuerdos contenían específicamente una referencia a la violencia sexual o de género.

Sin embargo, estamos viendo indicios de cambio. Por ejemplo, el Consejo de Seguridad ahora reconoce a la violencia sexual en los conflictos no sólo como un asunto humanitario sino también como un asunto de seguridad que tiene la responsabilidad de prevenir. La ONU requiere ahora que por lo menos el 15 por ciento de todos sus gastos en las situaciones de conflicto y de post conflicto esté dirigido a metas de igualdad de género, por comparación al promedio general de sólo el 5 por ciento.

Quiero hablar ahora del problema de los recursos. Hemos dejado claro que necesitamos aumentar nuestras capacidades y las de nuestros socios, particularmente en los países, para colmar las expectativas y obtener los resultados que sabemos son posibles, pero muchos no actúan, esperando primero ver resultados.

Los grupos de mujeres, incluyendo los que defienden la igualdad de género y llaman la atención sobre las brechas en materia de su implementación, se ven también afectados. A medida que la ayuda al desarrollo se aleja de proyectos y grupos específicos para dirigirse a los presupuestos de desarrollo de los gobiernos, esos grupos encuentran que es difícil conseguir la financiación necesaria que les permita llevar a cabo su función de defensa y de monitoreo. ONU Mujeres también tratará de conseguir respaldo para esos grupos.

Ésta es un área en la que ustedes pueden ayudar, no dando fondos a ONU Mujeres sino apoyando los Fondos Fiduciarios administrados por ONU Mujeres, que canalizan los fondos directamente a los grupos de mujeres. El Fondo para la Igualdad de Género, por ejemplo, da una considerable ayuda financiera a los gobiernos y a las organizaciones de la sociedad civil con el fin de lograr el fortalecimiento político y económico de las mujeres y de exigir una mayor responsabilidad. El Fondo Fiduciario de la ONU para poner fin a la violencia contra las mujeres da ayuda a iniciativas innovadoras de lucha contra la violencia en las comunidades, las escuelas y los espacios públicos.

Ustedes también nos pueden ayudar haciendo participar al sector privado, no sólo en calidad de respaldo financiero sino en calidad de socio más comprometido en materia del desarrollo.

De manera general, es necesario que ustedes encuentren el modo de apropiarse de la enorme cantidad de riqueza generada en los países como éste y que la canalicen a la cantidad creciente de personas que se ven inmersas en la pobreza o que van hacia la pobreza, que en su mayoría son mujeres y niños. En el tiempo que nos queda, me gustaría mucho saber qué piensan, cuáles creen que son los desafíos principales, qué hacen para subsanarlos y qué creen que ONU Mujeres debe hacer para aumentar el impacto de nuestro trabajo.

Muchas gracias.