Construyendo igualdad con el apoyo de la sociedad civil a nivel global

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Discurso pronunciado por la Directora Ejecutiva de ONU Mujeres Michelle Bachelet en un encuentro con ONG en España titulado “Construyendo igualdad con el apoyo de la sociedad civil a nivel global: Plan estratégico de ONU Mujeres, 2012-2013, Madrid, 31 de mayo de 2011.

Buenas tardes a todas y todos.

Un especial saludo a la señora Secretaria de Estado, Bibiana Aído, a la señora Consejera de Estado, María Teresa Fernández de la Vega, a todas las autoridades presentes, a todos ustedes representantes de la sociedad civil española, a las asociaciones de mujeres, amigas y amigos todos.

Es para mí un tremendo honor este encuentro con tantos representantes de organizaciones y movimientos de la sociedad civil de España, que se han caracterizado por la defensa durante años de derechos básicos como la igualdad de género y la no discriminación.

Conozco el rol que ustedes han jugado y que permitió, entre otras cosas, que ONU Mujeres sea una realidad. Que la situación de la mujer en el mundo tenga un rango más elevado, hasta situarse a la par de lo que puede ser la lucha contra el hambre, la pobreza, y por el cambio climático.

Obtener un rango de mayor estatura política y relevancia es lo que estaba detrás cuando las mujeres — y los hombres, que también han trabajado al lado de las mujeres — luchaban porque tuviera una institucionalidad que permitiera más apoyo para lograr la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer.

Y sé que las personas que hoy nos acompañan han colaborado desde sus distintas dimensiones, sus distintas ópticas, a este objetivo.

En todos los países que visito he obtenido un tremendo apoyo de los gobiernos pero también de la sociedad civil. Somos aliados en esta tarea, y para mí un buen aliado significa decir cuándo las cosas están bien y también cuando las cosas están mal. Porque de esa manera uno puede corregir y avanzar.

ONU Mujeres se creó tras cinco años de negociaciones por una resolución de la Asamblea General de Naciones Unidas, integrando cuatro entidades que existían: el Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM), el Instituto de Investigación y Capacitación de Naciones Unidas para la Promoción de la Mujer (INSTRAW), la Dirección de Avance de las Mujeres (DAW) y la Oficina del Asesor Especial para las Cuestiones de Género (OSAGI). Se tuvo en consideración que pese a todos los esfuerzos que Naciones Unidas había hecho durante años en áreas vinculadas a la mujer, los avances eran heterogéneos.

La misión, entonces, de ONU Mujeres es generar las condiciones, junto a los estados miembros, para avanzar en el progreso de la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer.

Quiero aprovechar la presencia de Inés Alberdi, quien fue Directora de UNIFEM hasta que nació ONU Mujeres, para destacar su capacidad, su mandato y su trabajo que permitió ampliar fuertemente los espacios de influencia y de progreso en el ámbito de las mujeres.

Y en este agradecimiento incluir por supuesto el trabajo de ustedes y sus colectivos que permite dar este salto en este particular momento histórico, y que tenemos que aprovecharlo para poder progresar.

Hoy existe voluntad política para avanzar definitivamente en igualdad y equidad para con las mujeres, incluso en algunos sectores del mundo donde jamás lo hubiéramos sospechado. Por tanto tenemos la obligación moral de trabajar con mucha fuerza para aprovechar esta oportunidad y dar un salto en las oportunidades para las mujeres y las niñas.

Desde un comienzo nos preguntamos qué esperaba la gente de esta nueva institución que generaba tantas expectativas, y cuáles tenían que ser sus elementos principales.

Definimos que era indispensable consultar también con la sociedad civil sobre las perspectivas, orientaciones y estrategias que consideraban necesarias para nuestro trabajo como ONU Mujeres, e iniciamos un proceso de consulta en todo el mundo con organizaciones sociales y con los gobiernos.

Por un lado, ONU Mujeres tiene que continuar con la tarea normativa de definir los estándares internacionales, garantizar el respeto de la Convención contra todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, la Plataforma de Acción de Beijing, entre otros estándares que se generan año a año en la comisión del estatus jurídico de la mujer [Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer].

Pero junto con eso, ONU Mujeres debe continuar trabajando en el terreno, con las organizaciones de mujeres, apoyando a los gobiernos. Y el tercer mandato que tenemos, y esto es nuevo, es asegurar que el conjunto del sistema de Naciones Unidas dé una mejor respuesta.

ONU Mujeres nace no sólo para reemplazar el trabajo del resto, sino a generar los incentivos y las sinergias necesarias para el éxito de esta iniciativa. Y para mí ONU Mujeres va a tener éxito cuando el conjunto del sistema haya puesto a la mujer en el centro de la agenda, haya generado intervenciones que de verdad tengan impacto en la vida de las mujeres y las niñas y que pueda entregarle la relevancia que les corresponde.

Estoy convencida de que si no somos capaces de empoderar a las mujeres no vamos a ser capaces de asegurar igualdad de derechos.

Es por eso que, ante la pregunta de cuál es nuestro rol, la respuesta fue: “focalicemos, no podemos hacer todo. Había una crítica a las estructuras de la mujer de que se hacía demasiado y poco profundo, por lo tanto había estupendos planes pilotos pero no se lograba generar un impacto mayoritario.

Y tenemos falta de voces de mujeres que pudieran tener relevancia a la hora de la toma de decisiones en todo ámbito de cosas, no sólo en los temas de género. Y la brecha era aún mayor en el ámbito de la política.

Estoy segura que para una democracia real, consolidada y sustantiva, la política es central. Debemos procurar el empoderamiento político de las mujeres a través de aumentar el liderazgo, aumentar la capacidad de que las voces de las mujeres, sus perspectivas y sus propuestas sean escuchadas.

Aumentar la participación de las mujeres en la política: las mujeres en los gobiernos locales, las mujeres en los sindicatos, las mujeres candidatas, las parlamentarias, ministras, presidentas, mujeres en todos los espacios de toma de decisiones de la política. Y ese es el área en el que estamos más atrasadas. Conocen las cifras: 19 por ciento de los parlamentarios son mujeres. Menos del 10 por ciento de los Jefes de Estado son mujeres. Menos del 5 por ciento de los ministros del mundo son mujeres. Estamos un poco mejor en los concejales y los alcaldes, pero es todavía un área de enorme desafío.

El segundo tema central de este mandato de ONU Mujeres es que sin autonomía económica de las mujeres no hay derechos iguales. Cuando la mujer está empoderada económicamente, también puede estar en un mejor pie para enfrentar el otro conjunto de desafíos que tiene.

El tercer desafío es erradicar la violencia contra la mujer.

El cuarto es considerar a la mujer en la agenda de paz y seguridad. Cómo prevenimos la violencia, las violaciones en los países en conflicto y post conflicto, y utilizamos la capacidad de las mujeres como reconstructoras de paz y de un nuevo país.

Hemos avanzado mucho tras 10 años de la resolución 1325 del Consejo de Seguridad en lo que se refiere a la protección de las mujeres y sus reparaciones. Hay conciencia, hay resoluciones, hay decisión, voluntad. Sin embargo, aún falta desarrollar el empoderamiento de la mujer, incluyéndolas en las mesas de negociación, y promover en los acuerdos de paz los temas de las mujeres.

Llevar adelante un proceso de reconciliación o reencuentro de un país, sin la mitad de la población que es la representación que tienen las mujeres, es francamente difícil.

Eleanor Roosevelt, tantos años atrás, dijo: “que las mujeres puedan tener en la paz el mismo rol que tuvieron en la guerra, es decir, que fueron luchadoras que trabajaron por la paz pero luego, ya en la paz, su participación desaparece. Hay experiencias extraordinarias. Hay experiencias donde las mujeres dijeron, “No, esta vez vamos a volver.

Ustedes dirán por qué ella no se ha referido a otros temas que son tan centrales para las mujeres, como la educación, la salud, los derechos sexuales y reproductivos, las migraciones, las trabajadoras domésticas, etc. Nosotros también vamos a trabajar en esas áreas pero hay otras agencias que tienen ese mandato y ONU Mujeres va a construir alianzas.

Es evidente que no podemos trabajar solamente con los que están convencidos. Por el contrario, tenemos que trabajar muy fuerte con los que no están convencidos. Con los que todavía les cuesta entender que la igualdad de género no es una cosa de mujeres sino una condición imprescindible para tener sociedades con mayor bienestar, con mayor justicia social y menos desigualdad.

Democracia es pluralismo, diversidad, y si en los países que están iniciando un proceso democrático la mujer no es parte activa desde el comienzo, ésta no será una sociedad plenamente democrática. ONU Mujeres debe trabajar para generar sociedades más integrales y más solidarias, mejores. Y no es fácil porque muchas veces se trata de luchar contra estereotipos y costumbres, generar cambios culturales que están muy arraigados en nuestras comunidades. Demanda un ejercicio importante de pedagogía, de generosidad y de paciencia.

Pero también de firmeza en la defensa de nuestros derechos.

En otras ocasiones he dicho que “no quiero ser razonable con la injusticia, no quiero ser razonable con la violencia. Y hay cosas en las que no voy a ser razonable. Porque, finalmente, éste es un tema de injusticia, un tema de derechos, pero mientras menos discriminación y más igualdad entre los géneros tengamos, nuestra democracia es mejor, nuestra calidad de vida es mejor, la sociedad del bienestar y la creación de riqueza también son producto de ello.

Si eliminamos la desigualdad de género empezamos a enfrentar también el conjunto de las desigualdades que tenemos en una sociedad. Esto lo implementé en mi país como una política cuando fui Presidenta de Chile, pero no como política sectorial, sino como una política transversal.

Lograr esto no es fácil. Significa muchos cambios, sobre todo culturales, que no se dan a la velocidad que deseamos, pero sí sabemos que es el momento, porque ahora les toca a las mujeres.

Aportar por las mujeres significa un beneficio para la sociedad en su conjunto. La evidencia así lo demuestra, desde el punto de vista político, económico, social, cultural. Y, claro, hay análisis, estudios que nos muestran la importancia de la igualdad de género para mejorar sistemas políticos, de bienestar social, pero, incluso, también mayor rendimiento económico y empresarial. El Foro Económico Mundial tiene estudios que muestran que en 134 países, una mayor igualdad entre los géneros tiene una correlación positiva con el Producto Interno Bruto, o sea, a mayor igualdad, mayor crecimiento de la economía. El estudio de las compañías de la lista Fortune 500 mostró que las compañías que tienen tres o más mujeres en sus directorios tienen un desempeño 53 por ciento mejor que las demás. En síntesis, incluso desde el punto de vista de rendimiento y eficiencia de una sociedad, es fundamental la inclusión de mujeres en todos los ámbitos.

El hecho de tener mujeres en lugares de representación no significa que todas las mujeres sean sensibles al tema de género. Al contrario, he visto mujeres que creen que ser sensibles al tema de género las debilita. Y aquí quiero diferenciar. Yo creo que las mujeres para ser validadas y legitimadas como dirigentes — sobre todo en la política — tienen que saber, aprender, no pueden hablar sólo del tema de género.

En mi experiencia en el mundo de la política, mientras fui miembro del Comité Central de mi partido, siempre abogué por incluir la perspectiva de género, pero no sólo en los temas estrictamente vinculados a la mujer, sino que en cada componente de la política hay una perspectiva de género que tenemos que luchar, defender y rescatar.

Si existen más mujeres en las instituciones, hay mejor representación, hay más transparencia y hay más sistemas de rendición de cuentas. Desde ONU Mujeres vamos a trabajar para profundizar la democracia y hacer que los sistemas políticos de verdad representen a hombres y mujeres.

Estamos en el momento en el que hay que actuar con energía, con decisión, en el terreno, cerca de las personas, para las niñas y las mujeres.

Quiero señalar que nosotros tenemos un mandato global, no vamos a trabajar sólo con los países en desarrollo. Todos los países tienen avances, desafíos y tienen elementos que mejorar en cada una de las dimensiones.

España es un país en el que se ha avanzado mucho en materia de igualdad, sin duda, pero hay desafíos pendientes: la violencia y sus víctimas; la diferencia salarial; la ausencia de mujeres en niveles de toma de decisiones en las empresas, a pesar de que hay algunas buenas iniciativas; la difícil conciliación entre la vida personal y familiar, profesional y política; entre otros.

Y nosotros como ONU Mujeres queremos trabajar con ustedes en el marco de la igualdad y la cooperación; configuraremos un Comité Asesor de mujeres de la sociedad civil que nos puedan decir cómo vamos, qué debemos mejorar, si estamos llegando dónde queremos. Este Comité Asesor podrá enriquecernos con su experiencia y expertise, la de muchas mujeres, desde las más renombradas hasta organizaciones de mujeres de base que trabajan anónimamente todos los días construyendo su comunidad, su familia y la sociedad.

En ONU Mujeres contamos con ustedes.

Muchas gracias.