Empoderando a las mujeres para hacer frente a nuevos desafíos, desde el desarrollo nacional hasta la prevención de los conflictos y la recuperación post conflicto

Fecha:

Discurso pronunciado por la Directora Ejecutiva de ONU Mujeres, Michelle Bachelet, en la London School of Economics, Londres, 17 de mayo de 2011.

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[Cotejar con el texto pronunciado.]

Agradezco que me hayan invitado a hablar de las prioridades de ONU Mujeres y de los desafíos a los que nos enfrentamos. Es un gran placer estar nuevamente en la London School of Economics y en tan distinguida compañía. La última vez que hablé aquí era Presidenta de mi país; hoy es en calidad de Directora de la Entidad de las Naciones Unidas para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres, u ONU Mujeres.

Hoy quisiera presentarles los asuntos que ONU Mujeres considera prioritarios para hacer avanzar el empoderamiento económico, político y personal de las mujeres. Primero les voy a presentar nuestras cinco prioridades programáticas y luego les daré algunos detalles de nuestro trabajo en una de estas áreas, la de la recuperación de los conflictos y post conflictos, ya que es en este contexto donde nos encontramos con las mayores dificultades, pero también con grandes oportunidades. Es en los países que atraviesan por un conflicto donde son más agudas las amenazas a los derechos de las mujeres y donde su empoderamiento puede significar la diferencia más importante para la paz y el desarrollo.

En la descripción de lo que estamos haciendo para poner el empoderamiento de las mujeres en el centro de la paz y la seguridad, alegaré que un enfoque del establecimiento y de la consolidación de la paz que se apoya en la igualdad entre los géneros debe de estar inevitablemente relacionado con las estrategias económicas y políticas de desarrollo que tratan de aumentar el poder de las mujeres a través de la seguridad económica y de la fuerza de las asociaciones.

Este enfoque nos hace trabajar de cerca con la Comisión de Consolidación de la Paz de las Naciones Unidas y con su Oficina de Apoyo a la Consolidación de la Paz. Ambas entidades fueron establecidas recientemente, como ONU Mujeres, dentro del marco del proceso de reforma de la ONU, y ambas hacen la conexión entre la seguridad y el trabajo de las Naciones Unidas en pro del desarrollo.

En el proceso de definir las cinco prioridades temáticas, es importante ver que éstas han sido establecidas luego de haber efectuado amplias consultas con los Estados Miembros, la sociedad civil y los socios de la ONU. Hemos consultado a más de 100 países para que nos den su opinión sobre cómo puede ONU Mujeres acelerar el progreso en materia de igualdad de género. Me he reunido personalmente con líderes gubernamentales y con organizaciones de derechos de las mujeres y otras organizaciones de la sociedad civil. Sus puntos de vista inspiran y apoyan la selección de nuestras cinco prioridades, a saber: el empoderamiento económico de las mujeres; la opinión, la participación y el liderazgo de las mujeres en la política; la erradicación de la violencia contra las mujeres y las niñas; la incorporación de las mujeres y de sus derechos en los planes y en los presupuestos nacionales de desarrollo; y la incorporación de las mujeres en los procesos de paz y de post conflicto.

En todas estas áreas, daremos prioridad a dar un apoyo de alta calidad a los procesos intergubernamentales de la ONU, garantizando que las normas, los estándares y las políticas sobre igualdad de género, empoderamiento de las mujeres e incorporación de los asuntos de género sean más exhaustivos y dinámicos.

Nuestro enfoque de la paz y la seguridad comienza con la resolución 1325 del Consejo de Seguridad, que no sólo reconoció el impacto de la guerra sobre las mujeres sino que destacó las contribuciones positivas que hacen las mujeres al establecimiento de la paz, la resolución de los conflictos y la consolidación de la paz a largo plazo. En este sentido, el acento se puso en los recursos para la paz y no en los culpables de la violencia. Paralelamente reconoció que el impacto diferente que tienen los conflictos sobre las mujeres y sobre los hombres requiere de una serie de respuestas específicas de género para atender sus necesidades durante y después de un conflicto.

La resolución 1325 fue inspirada por un reconocimiento de que la naturaleza de la guerra estaba cambiando, hecho que ha sido señalado por distinguidos expertos de esta institución como Mary Kaldor entre otros. La mayoría de las guerras desde 1945 han sido internas, guerras civiles. Muchas de ellas han sido conflictos étnicos, donde la lucha no es necesariamente para ampliar el territorio nacional, sino para tener control sobre quién es considerado un ciudadano.

Las armas de destrucción masiva siguen siendo una importante amenaza y se han creado nuevas versiones localizadas. Se pueden lograr éxodos en masa de la población y el exterminio de las comunidades con una violencia sexual sistemática. Son los civiles, no los combatientes, los que son el objetivo. Un ex comandante de las fuerzas de la ONU, el Mayor General Patrick Cammaert, indicó que “es probablemente más peligroso ser mujer que soldado en los conflictos actuales.

Sin embargo, en los últimos tres años, el Consejo ha adoptado varias resoluciones nuevas relativas a la violencia sexual en los conflictos. Las resoluciones 1820, 1888 y 1960, cada una más firme que la anterior, muestran un grado sin precedentes de inquietud del Consejo ante el fenómeno del uso de la violencia sexual como táctica de guerra. Gracias a estas resoluciones, ahora existe una Representante Especial sobre la violencia sexual en los conflictos, la Sra. Margot Wallstrom, con quien ONU Mujeres trabaja estrechamente.

Una serie de procesos de verdad y reconciliación están tratando de sanar las heridas pasadas y de prevenir que se repitan en el futuro. La Corte Penal Internacional está gradualmente haciendo valer que no existe lugar donde se puedan esconder los criminales de guerra y los que abusan masivamente de los derechos humanos, ni siquiera en sus propios países. Sin embargo, para la mayoría de las víctimas y de los supervivientes de los conflictos, en particular las mujeres, sigue habiendo pocas reparaciones inmediatas, poco compromiso directo en decisiones nacionales y locales relativas al establecimiento de la paz y la construcción del futuro.

En su mayor parte, el Consejo se ha centrado principalmente en los elementos de “protección en la agenda de la paz y la seguridad con respecto a las mujeres, impulsado por los terribles incidentes de violencia sexual en los conflictos y la amenaza que esa violencia representa para la recuperación nacional. Sin embargo, se corre el riesgo de que si nos centramos exclusivamente en las mujeres como víctimas y no como agentes de paz, no haremos la inversión en uno de los mayores motores de la recuperación, que es el liderazgo de las mujeres en la consolidación de la paz.

Este elemento de “participación se pasó por alto en la resolución 1325, en parte porque requiere que el Consejo de Seguridad haga frente a un desafío que no le es familiar: el empoderamiento de las mujeres. La excepción es la resolución 1889 sobre la participación de las mujeres en la consolidación de la paz. Esta resolución permitió hacer avances importantes dentro de la estructura de las Naciones Unidas para la consolidación de la paz y garantizar que se preste una mayor atención a las necesidades de las mujeres en la recuperación. También fue la causa de algunos enfoques de los que hablaré hoy.

El elemento primordial que está a la base de la consolidación de la paz que no cuenta con la contribución de las mujeres es el propio proceso crucial de establecer la paz. Nuestros estudios de 24 procesos de paz desde mediados de la década de 1990 indican que las mujeres representaron menos del 8 por ciento de las delegaciones negociadoras, que irónicamente es una proporción que parece haber disminuido desde la adopción de la resolución 1325.

Si bien hay opiniones encontradas sobre si las mujeres aportan una cualidad especial para alcanzar un consenso en las conversaciones de paz, una cosa que indiscutiblemente aportan las mujeres a los procesos de paz, si se las deja, es la insistencia de que sus prioridades tienen que ser atendidas en los aspectos de gobernanza, justicia, seguridad y recuperación del acuerdo de paz. Esas prioridades, incluyendo las cuotas para las mujeres en las elecciones después de un conflicto, los mismos derechos a la tierra y a la propiedad o el fin de la impunidad para los culpables de la violencia sexual, pueden ayudar a conseguir una paz más sostenible.

Hay cuatro razones por las que la participación de las mujeres hace posible una paz mejor:

En primer lugar, porque la participación de las mujeres amplía el proceso de paz alcanzando a un sector más amplio de la población, más allá de las partes querellantes. Hace participar no sólo a los que tienen las armas - los “elementos perturbadores- sino que también a las personas que pueden garantizar una amplia aceptación social y compromiso con el acuerdo de paz, es decir los “supervivientes, los que invierten en la paz.

En segundo lugar, si se da respuesta a las inquietudes específicas de las mujeres, se puede conseguir una vuelta más rápida al estado de derecho. A menudo, la impunidad de la que gozan los culpables durante la guerra se contagia, causando altos niveles de violencia sexual después de un conflicto. Si no se deja saber que hay una tolerancia cero a través de acciones judiciales contra los responsables que organizaron o aprobaron la violencia sexual, se puede alentar a que otros cometan esos crímenes. Un “pase libre, cuando se trata de crímenes contra las mujeres, sería una burla a los esfuerzos por afianzar la vuelta al estado de derecho. Como lo ha expresado la periodista Ann Jones: “para las mujeres la guerra no termina cuando termina la guerra. Sin embargo, sólo seis ceses al fuego de 45 situaciones de conflicto desde 1989 han mencionado a la violencia sexual como un acto prohibido. Ello quiere decir que la violencia sexual continúa después que se han acallado las armas. Además, si la guerra no se acaba para las mujeres, la paz no puede comenzar ni para ellas ni para sus hijos.

En tercer lugar, la participación de las mujeres en todos los aspectos de la consolidación de la paz, incluyendo en los procesos de desarme, la justicia de transición, las comisiones de reforma constitucional y otros temas similares, garantizará que una mayor diversidad de opiniones se vea reflejada en la toma de decisiones. Esto es bueno para la calidad de la toma de decisiones, y es bueno para la democratización.

En cuarto lugar, la atención que se dé a las necesidades de las mujeres en los recursos para la recuperación, tales como el acceso a la tierra y a la propiedad de un esposo fallecido, pueden ayudar a una rápida recuperación económica. Un conflicto, como toda crisis, produce un incremento de familias con una mujer a su cabeza. Si estas mujeres no tienen un medio de vida, son empujadas a trabajos con mala paga y alto riesgo, empeorando su pobreza. Si tienen algún grado de seguridad económica, harán rápidamente inversiones en el bienestar y en la educación de los niños, en crear una seguridad alimentaria y en reconstruir las economías rurales.

Dados los beneficios que la participación de las mujeres dan a la calidad de la gobernanza, el estado de derecho y la recuperación, no se puede aceptar que sigan estando marginadas de las conversaciones de paz y de la recuperación. Esta situación tiene que cambiar.

El informe sobre Desarrollo Mundial del Banco Mundial de este año sobre “Conflicto, seguridad y desarrollo mantiene que la clave para una consolidación exitosa de la paz yace en la seguridad de los ciudadanos, en atender las injusticias y en crear empleo, todos aspectos fundamentales también para el desarrollo económico, la buena gobernanza y la legitimidad política.

Mantenemos que si se hace participar plenamente a las mujeres en la consolidación de la paz, habrá un índice mucho menor de una vuelta al conflicto. ¿Por qué es esto así? Repitiendo lo que dije anteriormente: si las instituciones encargadas de la seguridad se ocupan de la seguridad de las mujeres durante y después de un conflicto, ayudarán a prevenir la impunidad que socava los esfuerzos por restablecer el estado de derecho. Después de todo, esto es lo que significa la consolidación de la paz.

En el ámbito de la justicia, si la violencia sexual en los conflictos no se juzga como un crimen de guerra, y si sus víctimas no reciben reparaciones, entonces el estado de derecho se verá debilitado y los derechos de ciudadanía de las mujeres se verán profundamente socavados.

En el ámbito de la recuperación económica, si no se da a las mujeres derechos a la tierra y apoyo para recuperar sus medios de vida, la recuperación rural y, en especial, la recuperación de las cosechas de alimentos se retrasarán.

Finalmente, en el ámbito de la gobernanza, si las mujeres participan en la toma de decisiones públicas y si tienen empleo en la administración pública, se verá más diversidad en la toma de decisiones y más atención a las necesidades comunitarias y familiares.

Si ponemos a las mujeres en el centro de la seguridad, la justicia, la recuperación económica y la buena gobernanza, los dividendos de la paz llegarán más rápidamente a las comunidades y se atenderán los enormes desafíos de lo que, a menudo, se llama “una mejor reconstrucción.

Entonces, si esto es tan evidente para los responsables de la toma de decisiones, ¿por qué no se traduce en inversiones adecuadas para las mujeres? Nuestras investigaciones muestran que sólo poco más del 5 por ciento de los así llamados fondos fiduciarios de varios donantes en los países en situación de post conflicto son dedicados a apoyar el empoderamiento de las mujeres o a hacer avanzar la igualdad de género. Las evaluaciones de las necesidades post conflicto muchas veces reconocen las necesidades diferentes de las mujeres y de los hombres en lo relativo a los recursos en los procesos de recuperación. Sin embargo, cuando el análisis pasa a ser un presupuesto, vemos también menos del 5 por ciento de la financiación propuesta dirigida a las necesidades específicas de las mujeres.

ONU Mujeres está trabajando con el Departamento de Asuntos Políticos y con otras entidades de la ONU para aumentar la cantidad de mujeres en los foros, y para garantizar que sus inquietudes reciban atención, incluyendo a través de más mediadoras mujeres y más expertos en asuntos de género en los equipos de mediación.

¿Qué pasaría si sólo una fracción de lo que gastamos en la actualidad en desarme, desmovilización y reintegración se gastase en dar a las mujeres acceso a la tierra, el crédito y la capacitación? Sabemos que hay diferencias importantes en cómo gastan el dinero los hombres y las mujeres. ¿Veríamos un nivel más rápido de recuperación en las comunidades rurales? ¿Qué pasaría si se hiciesen inversiones considerables en la seguridad de las comunidades para que las mujeres puedan volver a las actividades agrícolas y a los mercados sin temer que se les ataque? ¿Veríamos que más familias prosperan y que más mujeres se presentan para ser elegidas a los concejos locales? Es bien sabido que las mujeres invierten la mayor parte de sus ingresos en sus familias, lo que se traduce en más niños en las escuelas, en que las casas se reparan y que las familias gozan de mejor salud.

Sabemos que las mujeres pueden marcar una enorme diferencia a la hora de mantener la paz. Para ello, las mujeres no pueden agregarse a la resolución de los conflictos como una idea de último minuto. Lo mismo es cierto para las transiciones actuales hacia la democracia en el Norte de África. Dejar la participación de las mujeres para el final es desastroso para las mujeres y para la sostenibilidad de la paz y la democracia. Las mujeres no pueden ser participantes verosímiles si se les incluye en un proceso en que las reglas ya han sido acordadas sin su participación. Esto puede provocar que miles de comunidades guarden profundos rencores y tramen una venganza.

Del mismo modo que las mujeres necesitan medidas especiales temporales en la competencia política para compensar una tradición de exclusión social y política, la recuperación económica necesita de disposiciones especiales para garantizar el acceso de las mujeres a los recursos de la recuperación.

El año pasado trabajamos con la Oficina de Apoyo a la Consolidación de la Paz de la ONU para establecer un plan de acción de 7 puntos sobre la Consolidación de la Paz sensible a los asuntos de género. Los compromisos incluyen:

- el requisito de que por lo menos el 15 por ciento de los gastos de la ONU en las situaciones de conflicto y de post conflicto estén dedicados a inversiones en el empoderamiento de las mujeres y la igualdad de género;

- mecanismos para brindar conocimientos apropiados de los asuntos de género a las conversaciones de paz y las iniciativas de creación de un Estado después de un conflicto, incluyendo la asistencia técnica sobre el uso de medidas especiales temporales como cuotas para aumentar la representación de las mujeres;

- y… cambios institucionales para hacer avanzar el empoderamiento de las mujeres a través de intervenciones de recuperación económica y de estado de derecho. Las medidas especifican que por lo menos el 40 por ciento de los empleos ofrecidos a través de programas de empleos temporales debe de estar destinado a las mujeres.

Éstas son metas modestas, ciertamente, pero si se las alcanza estimamos que los niveles actuales de inversión en el empoderamiento de las mujeres después de un conflicto se triplicarán, y la cantidad de empleos para las mujeres después de un conflicto aumentarán de forma exponencial.

Quiero terminar citando las palabras de una superviviente de violaciones múltiples cometidas por pandillas de grupos armados en el este del Congo, una mujer que en la actualidad dirige un refugio para supervivientes de violaciones. En una audiencia sobre reparaciones hecha por la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos en el Congo el año pasado, dijo al público compuesto por sus conciudadanos:

“¿Qué reparación quiero? Yo no quiero dinero. La única reparación que quiero es que todos comprendan que la violación no es MI problema, sino el problema DE USTEDES.

La discriminación de género y la violencia contra las mujeres es un problema de todos. La igualdad de género es del interés de todos: servirá nuestros intereses mutuos en el desarrollo, en el respeto por el medio ambiente y en la paz. Insto a todos ustedes a que se unan a nosotros en este esfuerzo por hacer avanzar los derechos de las mujeres, y quedo a su disposición para contestar cualquier pregunta.

Muchas gracias.