Género y migración: Personas que brindan cuidados en la encrucijada de la migración y el desarrollo

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La Directora Ejecutiva de ONU Mujeres, Michelle Bachelet, pronunció el discurso de apertura del evento sobre “Género y migración: personas que brindan cuidados en la encrucijada de la migración y el desarrollo, durante la Cuarta Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Países Menos Adelantados (LDC-IV), Estambul, 11 de mayo de 2011.

[Cotejar con el texto pronunciado.]

Honorables Ministros, Excelencias, distinguidos colegas:

Es un privilegio y un placer unirme a la OIT y a los Gobiernos de Nepal, España y Filipinas en este panel sobre género y migración: personas que brindan cuidados [1] en la encrucijada de la migración y el desarrollo.

Éste es un asunto que preocupa mucho a ONU Mujeres. En el proceso de redacción de nuestro Plan Estratégico, identificamos la autonomía económica de las mujeres como una de las prioridades temáticas sobre la que pensamos trabajar en conjunto con la OIT y con otras organizaciones para dar apoyo a los Gobiernos, entre otras cosas, en lo relativo a las oportunidades de trabajos decentes, creación de conocimientos y extensión de las protecciones laborales para las trabajadoras, incluyendo a las trabajadoras migrantes y a las trabajadoras domésticas. También nos hemos comprometido a apoyar la Convención que ha propuesto la OIT sobre los trabajadores domésticos.

Los trabajadores domésticos, que trabajan en casas privadas ocupándose del trabajo de la casa y del cuidado de los niños, ancianos o enfermos, constituyen un número cada vez mayor de diversas categorías de trabajadores que prestan servicios domésticos. Su trabajo mantiene y renueva a las familias, incluyendo a sus “miembros que trabajan, quienes a su vez mantienen a la sociedad funcionando. La OIT estima que, en la actualidad, los trabajadores domésticos representan entre el 4 y el 10 por ciento de la mano de obra de los países en desarrollo, y alrededor del 2 por ciento de la mano de obra en los países desarrollados [2].

El trabajo doméstico facilita la participación de las mujeres en el mercado laboral y contribuye al crecimiento económico y al bienestar social en todos los países, incluyendo en los países menos adelantados. Sin embargo, dado que en general se desarrolla en la esfera doméstica privada, y dado que está marcado por el poco valor que se le da al trabajo sin remuneración que hacen las mujeres en el seno de la familia — que se considera parte de la naturaleza femenina y que no requiere conocimientos especiales — el trabajo doméstico no se considera “productivo, incluso cuando se provee a terceros y son ellos los que lo pagan, y queda fuera de las protecciones laborales y sociales en alrededor del 40 por ciento de los países del mundo [3].

En el día de hoy, distinguidos colegas, el trabajo doméstico ha adquirido una dimensión más amplia y transnacional. ¿Quiénes son estas mujeres y por qué se dedican al trabajo doméstico? ¿De dónde son? ¿Cuáles son los impactos que tiene este trabajo sobre las mujeres, sus familias, sus lugares de origen y de destino? ¿Qué podemos hacer para atender sus inquietudes?

A menudo las trabajadoras domésticas incluyen a mujeres rurales o a mujeres con poca cultura de áreas urbanas que desean escapar de la pobreza, la inseguridad y las crecientes cargas de trabajo en mercados que carecen de reglamentaciones. Muchas huyen de conflictos, buscan refugio de entornos que las amenazan y de desastres naturales, y luchan contra la violencia y el abuso de género. A veces, son mujeres que tienen educación secundaria o superior que no pueden conseguir empleos a la medida de sus calificaciones en sus propios países. Estas mujeres emigran como trabajadoras migrantes temporales, como una estrategia de supervivencia individual y familiar, pasando de las áreas rurales a las áreas urbanas prósperas o a países más ricos en el extranjero que tienen una demanda de trabajadores que presten servicios domésticos [4].

En el presente, la demanda de trabajadores domésticos depende menos del ciclo económico y más de tendencias demográficas y sociales a largo plazo de los países que ofrecen empleo. El envejecimiento de la población en muchos países de ingresos medios y en países desarrollados exige más y más asistencia doméstica. Las mujeres en estas sociedades generalmente se dedican a actividades remuneradas, especialmente empleos con salarios más elevados, lo que crea una demanda de asistencia doméstica, que se suple con trabajadoras domésticas [5].

Hay otros factores importantes que alientan el crecimiento de la economía mundial en materia de la asistencia doméstica: la división desigual de las responsabilidades familiares, los cuidados infantiles estatales o privados, u otros servicios, inadecuados o caros, y la reticencia de los trabajadores locales de aceptar un trabajo doméstico o asistencial con poca paga, que requiere pocos conocimientos y es de bajo nivel. Para la clase media y rica, la contratación de trabajadores domésticos locales o extranjeros es una solución económica. En otros contextos, emplear a uno o más trabajadores domésticos extranjeros es un estilo de vida y un asunto de estatus [6].

Las responsabilidades de los cuidados asistenciales que prestan los trabajadores domésticos en sus países de origen son entonces asumidos por otros miembros de la familia y/o por trabajadores domésticos de poco costo, que en ambos casos y en su gran mayoría son mujeres. Las mujeres pasan entonces a integrar una economía mundial de cuidados que depende del género y que se divide según la ocupación, y ocupan su lugar en el extremo inferior de las cadenas de asistencia que atañen a las mujeres en todos los países tanto de origen como de destino.

La ausencia de protecciones jurídicas y sociales en muchos países y el fracaso a la hora de implementar y monitorear leyes laborales y migratorias sensibles a los asuntos de género cuando éstas existen, hacen que las trabajadoras domésticas sean vulnerables a diversas formas de discriminación y abuso en todo el proceso migratorio. Algunas de ellas son: un menor acceso a la información; una mayor vulnerabilidad al tráfico, a la explotación y a la extorsión por parte de las agencias de empleo; la falta de pago salarial; la confiscación de los documentos de viaje y de identidad; la prohibición de tener períodos de descanso, cobrar horas extraordinarias, licencia por enfermedad o vacaciones; el abuso sexual y emocional; la estigmatización por parte de las familias y de las comunidades si vuelven a sus casas sin ahorros y habiendo sido víctimas de abusos; los problemas familiares debido a los largos períodos de separación; y la falta de dispositivos apropiados de reintegración. También se pueden encontrar con una falta continua de empleos y volver a un ciclo de pobreza y exclusión social que las lleva a un nuevo ciclo de migración.

La otra cara de este escenario es la resistencia y la determinación de estas mujeres para encontrar modos de sobrevivir e incluso de prosperar. Las trabajadoras migrantes son muchas veces la cuerda de salvación de sus familias y comunidades, participan en el desarrollo de los países de destino en lo que se refiere a sus habilidades, trabajo, consumo e impuestos, y en el de los países de origen por medio de las remesas financieras y sociales.

Sin embargo, no podemos seguir esperando que las mujeres trabajen más por menos. No podemos promover el crecimiento económico y el desarrollo equitativo sin promover el bienestar y el potencial de los trabajadores domésticos y de otros grupos marginados. Esto presenta un desafío y una oportunidad para todos nosotros: para las organizaciones internacionales, los gobiernos, la sociedad civil y el sector privado.

Permítanme proponer cinco maneras de hacer frente a este desafío:

  1. Reconocer que el trabajo doméstico es esencial para el desarrollo. Debe quitarse del margen para colocarse visiblemente en el centro del desarrollo y del empoderamiento económico de las mujeres.
  2. Reconocer a todos los servicios de asistencia, incluyendo el que se da a domicilio, como un trabajo productivo.
  3. Dar protecciones laborales y sociales para los trabajadores domésticos, modificando las leyes laborales de modo de incluir a todos los trabajadores que prestan servicios de asistencia, e introducir contratos de empleo estándar para ellos. Aquí nos podemos inspirar de las buenas prácticas de muchos países entre los que se encuentran Jordania, Filipinas, Hong Kong, Sudáfrica e India entre otros.
  4. Implementar mecanismos apropiados de monitoreo y de atención a las quejas para los trabajadores domésticos, incluyendo aquéllos que trabajan en casas privadas.
  5. Dar protección y servicios sensibles a los asuntos de género para las trabajadoras migrantes, incluyendo una formación antes de viajar y servicios de información, acceso a los seguros de salud, educación y otros servicios sociales.

Es también importante facilitar la transferencia de las remesas de los trabajadores migrantes y garantizar que puedan encontrar opciones apropiadas de inversión cuando vuelvan a su país de origen. Las remesas de los trabajadores domésticos pueden contribuir de manera eficaz al desarrollo sostenible si las políticas y los programas reúnen éstos y otros recursos para atender los obstáculos estructurales y las desigualdades que limitan la habilidad de las mujeres de contribuir a sus economías y sociedades.

Para terminar, quiero decir que ONU Mujeres trabajará estrechamente con la OIT, con otros organismos de la ONU, con los gobiernos y con todos los involucrados para apoyar la implementación de protecciones laborales y sociales para los trabajadores que brindan cuidados, incluyendo a los trabajadores domésticos, en todos los países.

Notas:

  1. Los trabajadores que brindan cuidados asisten a las personas en casas privadas o en instituciones públicas y privadas, tales como hospitales y casas de salud. También dan, en menor grado, servicios de atención directa a la persona tales como cocinar, limpiar la casa, lavar la ropa y otras actividades domésticas, que son necesarias para el bienestar y la comodidad de los miembros de una familia. Pueden ser miembros o no de la familia sin recibir remuneración o no ser miembros de la familia y recibir remuneración. Éstos últimos pueden ser trabajadores domésticos y expertos en servicios de salud. El trabajo de asistencia en casas privadas y en instituciones públicas y privadas es mayoritariamente realizado por mujeres y trabajadores migrantes.
  2. Base de datos OIT LABORSTA 2005, 2007, 2008, mencionado en el documento de la Confederación Sindical Internacional (CSI) - Trabajo decente, vida decente para los trabajadores y trabajadoras del hogar: Guía de acción, 2011. /sites/default/files/Headquarters/Media/Stories/en/ITUCdwdAnglaisWEBpdf.pdf o la página en español: http://www.ituc-csi.org/IMG/pdf/ITUC_dwd_EspagnolWEB.pdf
  3. OIT. Trabajo decente para los trabajadores domésticos, 99ª sesión, 2010.
  4. ONU Mujeres. Claim and Celebrate Women's Migrant Workers Human Rights through CEDAW, 2005; y Cruzando Fronteras II, Migración y desarrollo desde una perspectiva de género, 2008.
  5. Ibíd.
  6. Ibíd.