Discurso pronunciado por Michelle Bachelet en la sesión del 13 de junio de 2011 del Comité de protección social de la OIT

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Discurso pronunciado por la Directora Ejecutiva de ONU Mujeres, Michelle Bachelet, para clausurar la sesión del Comité de Protección Social de la OIT, celebrada el 13 de junio de 2011 en el Palais des Nations, Ginebra. La Sra. Bachelet expresó su satisfacción por la posible inclusión en las conclusiones de una recomendación sobre pisos de protección social.

[Cotejar con el texto pronunciado.]

Monsieur le Président, Ambassadeur du Luxembourg, Monsieur Jean Feyder, que je voudrais tout d'abord féliciter pour la conduite de ces intenses et extraordinaires travaux; Vicepresidentes, delegados y colegas de la OIT:

¡Felicitaciones!

Están por dar un gran paso en la configuración de la agenda internacional. El sistema de la ONU, el G20, el sistema multilateral en general y muchos países del mundo les observan con atención y esperan ansiosamente sus conclusiones. En mi calidad de presidenta del Grupo Asesor del Piso de Protección Social, me da mucho placer escuchar de los oficiales que sus conclusiones pueden incluir un llamamiento para una recomendación de incluir pisos de protección social con el fin de complementar las normas existentes.

Hoy, para marcar la adopción de las conclusiones de este importante comité, me gustaría dejar de lado mis varias responsabilidades internacionales para hablarles en calidad de ex jefa de Estado, de Presidenta de Chile durante el período 2006 a 2010.

Permítanme entonces hablar en español.
[termina la sección en inglés, traducida aquí al español]

La protección social siempre estuvo en el centro de mis preocupaciones en razón de su potencial de transformar para bien el destino de millones de personas excluidas y en pobreza, empoderándoles para colaborar en la construcción de sociedades más estables, pacíficas y con prosperidad económica.

En mi experiencia profesional como médica, Ministra de la Salud y Presidente he comprobado en el mundo real lo que dicen muchos economistas premios nobel:

  • que en el largo plazo la inversión más rentable y sostenible es la inversión en personas, en su salud, educación, condiciones de trabajo y protección social;
  • que el aumento de la productividad, que una de claves del desarrollo económico, está directamente relacionada con el acceso de los trabajadores a sistemas adecuados de protección social que sirven no solamente para proteger, pero también para empoderar los trabajadores para superar barreras, adecuarse a nuevas circunstancias y aprovechar oportunidades.

En Chile, una de las principales agendas de mi gobierno fue continuar y profundizar el proceso de reformas de la protección social, dando impulso a transformaciones postergadas por muchos años, especialmente en el ámbito de las pensiones y de la protección de los niños y niñas.

Elegí la protección social no sólo porque existía una fuerte demanda para tales reformas, sino también porque estoy sumamente convencida que mejorar la protección social en los países debe tener un papel protagónico en las respuestas a las necesidades actuales de cohesión social, estabilidad política y crecimiento inclusivo que tienen prácticamente todas las sociedades.

Hablar hoy con ustedes en el seno de la OIT tiene una particular importancia porque fue esta misma organización que a principios de la década pasada estableció una clara y ambiciosa agenda. Justamente fue hace 10 años que la Conferencia Internacional del Trabajo debatió el tema de la seguridad social e identificó a la insuficiente cobertura de protección social como la prioridad máxima de acción.

Las orientaciones que se originaron en los debates de la Conferencia Internacional del Trabajo de 2001 y que fueron plasmadas en la recomendación relativa a la seguridad social tuvieron una influencia muy relevante en las discusiones que tuvimos en Chile, en particular las medidas que buscaron atender los déficits de cobertura que tenía el sistema de protección social.

En el momento que asumí el gobierno en 2006, a pesar de los importantes avances en las gestiones anteriores, los problemas de la protección social eran claros: cuatro de cada diez trabajadores no realizaban contribuciones a la seguridad social; al menos tres de cada diez personas adultas mayores no contaban con una pensión; y entre los que tenían pensiones, se producía una gran inequidad de género por la forma que estaba diseñado el financiamiento y las condiciones de acceso a las prestaciones; la primera infancia contaba con una protección social insuficiente dada su alta vulnerabilidad.

Se produjo una muy importante reforma de pensiones, que fue probablemente la reforma social más importante en 25 años. Se estableció un sistema de pensiones solidarias para ampliar sustancialmente la cobertura del sistema, incluyendo un complemento público adicional a la pensión contributiva de trabajadores de bajos ingresos.

Además, fueron introducidos mecanismos para equilibrar las desigualdades de género que producía el sistema administrado privadamente, entre ellas el subsidio por hijo para compensar a las mujeres por el esfuerzo de la maternidad y las consecuencias negativas que tradicionalmente les ocasiona en el mercado de trabajo.

Finalmente, se promovieron una serie de medidas de apoyo a las madres, mujeres embarazadas y a la primera infancia.

Para mejorar la coordinación y articulación de los distintos componentes del sistema, se creó la Red Protege, que consiste en la integración de numerosos programas y garantías públicas de ingreso y acceso a servicios esenciales en una misma plataforma.

Es interesante remarcar que la reforma de pensiones que hicimos en 2008 atendió tres de las demandas más importantes que realizó la Conferencia Internacional del Trabajo de 2001: mejorar la cobertura en el acceso a las prestaciones, reducir las desigualdades de género y aumentar la solidaridad del sistema.

Estas reformas requirieron una enorme voluntad política y fueron posibles puesto que teníamos una situación fiscal favorable.

Ellas representaron cambios de paradigma de la política social que están en línea con las discusiones sobre el piso de protección social llevadas a cabo en este comité en los últimos días. Permítanme resaltar algunos elementos fundamentales de estos cambios:

Primero, pasamos de políticas sociales fundadas en la satisfacción de necesidades básicas a políticas sociales con enfoque de derechos garantizados. Éste es el cambio más decisivo. Entre otras medidas, se amplió el acceso a la educación inicial y las garantías explícitas en salud. Se estableció la automaticidad de los subsidios familiares. Se introdujo la Pensión Básica Solidaria y un bono por hijo nacido vivo como partes de la reforma previsional.

Segundo, se pasó de la focalización en la pobreza a la extensión progresiva de prestaciones hacia más amplios segmentos sociales. Progresivamente se extendieron las prestaciones gratuitas desde los segmentos más pobres a otros grupos no pobres de la sociedad. En 2010, prácticamente todos los beneficios tenían un piso de gratuidad para el 60 por ciento de la población de menores ingresos, cuestión que significa su extensión a distintos estratos de sectores de ingresos medios.

Tercero, de la emergencia de programas especiales selectivos pasamos a la preeminencia de políticas universales. El acceso selectivo a los programas especiales de inicios de los noventa fue progresivamente universalizado, especialmente en educación y salud, así como transferencias monetarias en subsidios permanentes asociados a estas prestaciones.

Cuarto, de los énfasis en políticas contributivas pasamos al fortalecimiento de políticas solidarias. El fortalecimiento del pilar solidario en la reforma previsional constituye no sólo un cambio cuantitativo en la cobertura, sino también cualitativo. También lo es la extensión de la gratuidad preescolar, la gratuidad de la atención de adultos mayores en el sistema público de salud, entre otras.

La consolidación de estos programas sociales sirvió como un colchón frente a la crisis económica de 2008-2009, protegiendo a los más vulnerables, sirviendo como estabilizador macroeconómico y empoderando los trabajadores a aprovechar oportunidades que surgen con la rápida recuperación económica.

En conclusión, a principios de la década pasada, el llamado internacional para aumentar la cobertura, liderado por la OIT, permeó en el debate nacional de Chile en la forma de establecer nuevas prioridades. Con el objetivo de ampliar la cobertura horizontal de la protección social, se establecieron ciertos estándares básicos para las garantías de seguridad económica y acceso a servicios como la salud, la educación y los cuidados a la primera infancia y adultos mayores.

Las reformas construyeron un auténtico piso de protección social, combinando seguridad de ingresos para la vejez, sobre el cual funciona el componente contributivo de la seguridad social, con otras garantías de acceso a servicios esenciales. Un década después, aquí estamos nuevamente discutiendo cómo en la práctica los planteamientos de la Conferencia Internacional del Trabajo de 2001 se tradujeron en políticas innovadoras de ampliación de la cobertura.

Estoy segura que cada uno de ustedes también tiene historias extraordinarias para compartir sobre este tema. En el Grupo Consultivo sobre el Piso de Protección Social tuvimos la oportunidad de revisar, con el apoyo de la OIT y del PNUD, 18 experiencias exitosas de aumento de la cobertura en 15 países. Se trata de una revolución silenciosa que está promoviendo cambios políticos y socioeconómicos fundamentales alrededor del mundo.

Estas experiencias están profundamente conectadas con el contenido de los debates que ustedes han estado realizando en materia de seguridad social en las sesiones de esta Conferencia. La propuesta del Sistema de Naciones Unidas, y del Pacto Mundial de Empleo, de promoción de un Piso de Protección Social tiene una relevancia y oportunidad inconmensurable.

Señor presidente, delegadas y delegados, colegas:

Terminaré hablando en inglés.
[reanuda en inglés, traducido aquí al español]

Puedo decir, por mi propia experiencia en calidad de jefa de Estado, que la extensión de la protección social, apoyándose en los pisos de protección social, haciendo universales los derechos sociales y el acceso a los servicios básicos, no es una utopía.

Es necesario, posible y eficaz. A comienzos de la década estábamos convencidos de que la población merecía un proceso de crecimiento económico más inclusivo y que podíamos lograrlo. Incluso con mucha resistencia política durante el comienzo del proceso, pudimos establecer un diálogo social y lograr el consenso necesario para establecer un componente público en el sistema de seguridad social, aumentar la cobertura y la solidaridad.

Me da enorme placer ver que el diálogo social está dando resultados aquí hoy, no sólo para reiterar el llamamiento de 2001 en pro de la expansión de la protección social, sino también para tomar en consideración enfoques y herramientas prácticos - tales como el piso de protección social - para lograrlo. Sus conclusiones colectivas sin duda inspirarán a muchos países a seguir avanzando hacia procesos más justos y más inclusivos de desarrollo sostenible.

¡Felicitaciones! ¡Muchas gracias!