Discurso pronunciado por Michelle Bachelet en ocasión de la adopción del Convenio y Recomendación de la OIT sobre las Trabajadoras y Trabajadores Domésticos

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Discurso pronunciado por la Directora Ejecutiva de ONU Mujeres, Michelle Bachelet, clausurando la sesión de la Comisión de los Trabajadores Domésticos de la OIT, celebrada el 13 de junio de 2011 en el Palais des Nations, Ginebra.

[Cotejar con el texto pronunciado.]

Honorables Ministros, Excelencias, distinguidos colegas:

Quiero felicitar a todos ustedes - representantes gubernamentales, empleadores y otras organizaciones, sindicatos, organizaciones de trabajadores domésticos y otros grupos de la sociedad civil - por su determinación e inquebrantable compromiso en garantizar un trabajo decente para las trabajadoras y los trabajadores domésticos.

La adopción por parte de la Comisión de los Trabajadores Domésticos del texto propuesto del primer Convenio y Recomendación de la OIT es una señal de esperanza y confianza.

El trabajo decente para las trabajadoras y los trabajadores domésticos es un asunto de gran preocupación para ONU Mujeres. El trabajo doméstico es una de las ocupaciones más antiguas e importantes para millones de personas en el mundo, especialmente mujeres, a menudo de grupos desfavorecidos, y es también una fuente importante de ingresos para sus familias.

La escasez de trabajo decente para esta categoría de trabajadoras y trabajadores es enorme y ya no puede ser tolerada. Cuando redactamos nuestro Plan Estratégico, identificamos la autonomía económica de las mujeres como una de las prioridades temáticas, comprometiéndonos a trabajar con la OIT y con otros socios para dar apoyo a los gobiernos en materia de ofrecer oportunidades de trabajos decentes, crear bienes y extender las protecciones laborales a las mujeres trabajadoras, incluyendo a las mujeres migrantes y a las trabajadoras domésticas.

Confiada en la adopción final por parte de la Conferencia Internacional del Trabajo del proyecto de Convenio y Recomendación de la OIT sobre las Trabajadoras y Trabajadores Domésticos, ONU Mujeres se compromete a apoyar la ratificación del Convenio y promover la inclusión de sus principios y derechos en la formulación e implementación de políticas, leyes y programas que promuevan el trabajo decente para las trabajadoras y los trabajadores domésticos en el ámbito de los países.

El enorme trabajo de preparación que ha culminado en las nuevas normas relativas a las trabajadoras y trabajadores domésticos ha estimulado la recopilación de información y de datos sobre la cantidad de trabajadoras y trabajadores domésticos que existen en el mundo, y ha generado debates sobre la relación entre el trabajo doméstico y el desarrollo, y sobre las inquietudes de las trabajadoras y trabajadores domésticos y el por qué tienen que ser protegidos.

La OIT estima que las trabajadoras y trabajadores domésticos representan entre el 4 y el 10 por ciento de la mano de obra en los países en desarrollo, y alrededor del 2 por ciento en los países industrializados. Detrás de esas cifras están las personas, en general una mujer o una niña que trabaja sin descanso de modo de que otros puedan tener empleos asalariados, un mejor bienestar material y emocional y menores cargas de trabajo, para vivir con un grado relativo de comodidad.

En los casos en que las inversiones del Estado en servicios a la infancia, a la tercera edad, a los enfermos y otros servicios sociales son insuficientes, el trabajo doméstico permite reconciliar la vida laboral y familiar. En otras palabras, el trabajo doméstico renueva y mantiene a la sociedad, mantiene en funcionamiento el motor económico y los engranajes de la sociedad. Si todos los que llevan a cabo tareas domésticas dejasen de hacerlas un día, la sociedad se detendría súbitamente.

El valor social y económico del trabajo doméstico, incluyendo su contribución a la calidad de vida de la familia y sus impactos sobre la productividad en general, ha sido claramente infravalorado. Dado que normalmente se lleva a cabo en la esfera doméstica privada y que se estima que no se requieren habilidades especiales para hacerlo, el trabajo doméstico no es considerado “productivo, incluso cuando es pagado y ofrecido por terceros.

En un 40 por ciento de los países del mundo, se le excluye de las leyes de protección laboral y social. La falta de protecciones jurídicas y sociales en muchos países, y la mala implementación de esas protecciones cuando las hay, hace a las trabajadoras y a los trabajadores domésticos vulnerables a diversas formas de discriminación y abuso, incluyendo el abuso sexual y el tráfico de personas, la no remuneración por el trabajo, la confiscación de los documentos de viaje y de identidad, la denegación de períodos de descanso, de horas suplementarias, de ausencia por enfermedad y de vacaciones.

Los que vuelven a sus lugares de origen sin ahorros corren el riesgo de ser estigmatizados por sus familias y comunidades debido a los largos períodos en que han estado separados y a la falta de instancias apropiadas para su reintegración. También pueden encontrar la misma falta de empleo, la pobreza y la exclusión social que les llevará a un nuevo ciclo de migración dentro o fuera de su país.

El revés de la moneda de esta situación es la resistencia y la determinación que tienen en particular las mujeres para encontrar modos de sobrevivir e incluso de prosperar. Las mujeres son a menudo la cuerda de salvamento de sus familias y comunidades tanto en su país de origen como en el extranjero, contribuyendo al desarrollo con sus habilidades, trabajo, consumo e impuestos, y con las remesas financieras y sociales.

Colegas y amigos:

El proyecto de Convenio y Recomendación de la OIT sobre el Trabajo decente para las Trabajadoras y los Trabajadores Domésticos establece un precedente histórico dado que define al servicio doméstico como “trabajo, hace del trabajo doméstico una parte integral del desarrollo y establece una serie de normas mundiales mínimas de protección para las trabajadoras y los trabajadores domésticos dentro del marco de la agenda de trabajo decente, estableciendo los parámetros dentro de los cuales los gobiernos comprometidos, los empleadores responsables y los trabajadores tienen que actuar.

Para terminar, quiero reiterar que ONU Mujeres trabajará estrechamente con la OIT, con otros organismos de la ONU, con los gobiernos y con todos los involucrados para apoyar la implementación de las protecciones laborales y sociales para las trabajadoras y los trabajadores domésticos. No sólo es lo correcto, sino que es un asunto de justicia social y de dignidad. Es éste un reconocimiento que se esperaba hace mucho del extraordinario trabajo que llevan a cabo 52,6 millones de mujeres y de hombres que son trabajadoras y trabajadores domésticos en el mundo. Simplemente, se lo merecen.