Eliminar las barreras a la participación de las mujeres impulsa el desarrollo económico

Fecha:

Alocución de Michelle Bachelet en materia de empoderamiento económico e igualdad de las mujeres en la Cuarta Conferencia Ministerial sobre el rol de las mujeres en el desarrollo de los Estados miembros de la OCI. Yakarta, Indonesia, 4 de diciembre de 2012.

[Cotejar con el texto pronunciado.]

As-Salam Alaikum.

Excelencias, distinguidas/os ministras/os, representantes de los Estados miembros de la Organización de la Conferencia Islámica: Es un honor y un placer tomar la palabra en esta reunión ministerial de la Organización de la Conferencia Islámica sobre el rol de las mujeres en el desarrollo. Éste es un foro que tiene mucha influencia y les agradezco por darme la oportunidad de hablar con ustedes hoy.

Las y los participantes en la 4ª Conferencia Ministerial sobre el Papel de la Mujer en el Desarrollo de los Estados miembros de la OCI posan para un retrato de grupo. En la primera fila, de izquierda a derecha: Maryam Mojtahedzadeh Larijani de Irán, Presidenta saliente de la Tercera Conferencia Ministerial sobre el Papel de la Mujer en el Desarrollo de los Estados miembros de la OCI; Linda Amaliasari Agum Gumelar, Ministra de Estado para la Protección del empoderamiento y el Niño de la Mujer; Prof. Ekmeleddin Ihsanoglu, Secretario General de la OCI; el Prof. Dr. Boediono, Vice-Presidente de Indonesia; Michelle Bachelet, Directora Ejecutiva de ONU Mujeres; y Natelegawa Marty, Ministro de Estado de Relaciones Exteriores de Indonesia. Crédito de la imagen: ONU Mujeres.

En calidad de Estados miembros de la OCI, sus naciones se extienden por cuatro continentes, hacen gala de enorme diversidad y dinamismo y en ellas viven más de 1.500 millones de personas de las cuales más de 750 millones son mujeres. Son esas mujeres en quienes nos centramos hoy cuando discutimos su rol y participación en el desarrollo económico de sus naciones.

Es apropiado que nos reunamos aquí en Indonesia, donde vive la población mayoritaria musulmana más grande del mundo. En este gran país las mujeres están tomando medidas en aras de la igualdad y la justicia. Bajo la dirección de Su Excelencia el Presidente Susilo Bambang Yudhoyono, la nación ha asumido un firme compromiso de hacer avanzar la condiciones de las mujeres. Este mismo compromiso ha sido asumido por todas las naciones miembros de la Organización de la Conferencia Islámica, como lo estipula su Plan de acción para el adelanto de las mujeres y la Declaración de Teherán de 2010 sobre las mujeres, la familia y la economía.

Felicito a los Estados miembros de la OCI por su compromiso con el adelanto de la mujer y por celebrar esta importante reunión poniendo un énfasis especial en el fortalecimiento del rol y la participación de las mujeres en el desarrollo económico. En el día de hoy hay un reconocimiento generalizado en el mundo de que el empoderamiento de las mujeres es esencial para el desarrollo social, económico y sostenible.

No puede haber un proceso significativo si las mujeres, que conforman la mitad de la sociedad, quedan fuera de ella y no se les garantizan sus derechos ni tienen acceso a las oportunidades como la educación de calidad, los servicios de salud, el empleo, la protección de la violencia y la participación en los procesos de toma de decisiones. Estas palabras provienen directamente de la Declaración de Teherán que ustedes adoptaron en la última conferencia ministerial celebrada en 2010 sobre el rol de las mujeres en el desarrollo. Les felicito por su visión de futuro y su determinación.

Todas y todos nosotros merecemos las mismas oportunidades de contribuir a nuestras sociedades y de vivir sacando todo el provecho de nuestro potencial. Cuando todas y todos pueden contribuir sobre un pie de igualdad, nuestras comunidades y naciones cosechan los beneficios en la forma de mayor cohesión social, un crecimiento económico inclusivo, paz y prosperidad. Sin embargo, el Banco Mundial hace notar que más de 100 países siguen imponiendo diferencias legales entre los hombres y las mujeres en áreas como la posibilidad de las mujeres de firmar un contrato o de viajar al extranjero, de administrar propiedades y de interactuar con las autoridades públicas o con el sector privado.

En muchos países las mujeres todavía tienen derechos desiguales a la tierra y a la herencia. De los 700 millones de adultos analfabetos del mundo, casi dos de cada tres son mujeres. En todo el mundo las mujeres siguen ganando menos que los hombres por el mismo trabajo y hacen la mayor parte de las tareas no remuneradas como cocinar, limpiar y ocuparse de las/os hijas/os. Cada 90 segundos muere una mujer en el embarazo o por complicaciones en el parto, aunque hoy tenemos los conocimientos y las técnicas para que los partos sean seguros. Además, hasta un 70 por ciento de las mujeres serán víctimas de violencia doméstica o sexual en sus vidas.

Estamos hoy aquí reunidos porque en todos los países las mujeres quieren vivir libres de violencia y discriminación. En todos los países las mujeres se manifiestan en pro de la paz, la justicia y la democracia. En todos los países las mujeres hacen todo lo que pueden por sus familias y sus comunidades.

No hay escasez de mujeres talentosas, creativas y capaces en los países musulmanes en todos los sectores, desde la esfera política al mundo de las artes, la tecnología y las ciencias. Una encuesta Gallup hecha en 2008 observó que la mayoría de las mujeres en países predominantemente musulmanes o que tienen una importante población musulmana dicen que ellas merecen los mismos derechos legales que los hombres, votar sin ser influenciadas por los miembros de sus familias, trabajar en la profesión para la que han estudiado e incluso servir en los niveles más altos del gobierno.

Aquí en Indonesia, más del 50 por ciento de las mujeres participan en el mercado laboral. Las mujeres han hecho y siguen haciendo una contribución importante a la economía indonesia. De hecho, el firme crecimiento y desempeño económicos de esta nación, alabados por todas y todos en el mundo, se debe en gran medida al rol y la participación de las mujeres y de los hombres juntos en la economía.

Indonesia tiene una mano de obra educada que contribuye a la productividad y al crecimiento económico. Este país ha logrado la paridad de género en la educación a todos los niveles, desde la educación primaria a la universitaria. Una población capacitada y educada es esencial para una economía fuerte y una democracia sólida.

Podemos aprender mucho de la experiencia de Indonesia, nación diversa y democrática. Hay fuerza en la diversidad y en una mayor igualdad. Hay pruebas cada vez más evidentes de que las sociedades y las economías crecen más saludables y fuertes con la plena y equitativa participación de las mujeres. Esto es lo que han concluido una cantidad cada vez mayor de estudios de todo el mundo, desde el Banco Mundial hasta la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), las Naciones Unidas, los grupos catalizadores de ideas y el sector privado.

Un estudio reciente entre los países de la OCDE muestra que los índices de participación de las mujeres en el mercado laboral tienen una relación positiva con el producto interno bruto. En otras palabras, las naciones con altos índices de mujeres que trabajan tienen altos índices de desempeño económico. Por su parte, el Foro Económico Mundial indica que en 135 países una mayor igualdad entre los géneros tiene una correlación positiva con el producto interno bruto per cápita. Los países que tienen una mayor igualdad entre los hombres y las mujeres tienen economías que son más competitivas y que crecen más rápidamente.

Todos estos estudios llegan a la misma conclusión: si se elimina las barreras a los roles y la participación de las mujeres se impulsa el desarrollo económico. Dar rienda suelta al potencial de las mujeres lleva a los países a niveles más altos de riqueza y de logros. Todos los países tienen mucho que ganar de la participación de las mujeres —y esto incluye las ganancias no sólo para las mujeres sino también para los hombres y las/os niñas/os—, ganancias en la economía, la salud y el bienestar, así como en mejores perspectivas de futuro.

En los últimos 30 años, 552 millones de personas entraron al mercado laboral en el mundo. En la actualidad, 4 de cada 10 trabajadores del mundo son mujeres, pero la mitad de las mujeres del mundo siguen trabajando en puestos vulnerables, en empleos poco seguros, a menudo fuera de toda legislación laboral.

En todas las regiones y en la mayoría de las ocupaciones, las mujeres ganan menos que los hombres por el mismo trabajo o por un trabajo de un valor similar. De hecho, en la mayoría de los países los salarios de las mujeres son del orden del 70 al 90 por ciento de los salarios de los hombres. En todo el mundo las mujeres componen la mayoría de los empleados no regulares y están mal representadas en los puestos de supervisión y de dirección. Estas barreras que se imponen a las mujeres no sólo les hacen daño a ellas y a sus familias, sino que limitan a las sociedades y frenan las economías nacionales.

Un estudio de la ONU indica que si se elimina las barreras a la plena participación económica de las mujeres en esta región, se puede impulsar la economía de la región Asia-Pacífico hasta en 89.000 millones de dólares anuales. Por lo tanto, un aumento en la participación laboral de las mujeres se puede traducir en ganancias económicas para todas sus naciones, los Estados miembros de la Organización de la Conferencia Islámica.

Hoy en muchos países observamos que las mujeres dejan el trabajo luego de tener un primer hijo o una primera hija y aunque esto se considera frecuentemente como un asunto privado, cada vez más es un asunto de política pública. Las políticas pueden ayudar a los padres que trabajan —tanto las madres como los padres— a reconciliar la vida profesional y familiar y a gozar de las mismas oportunidades. Yo pasé por eso en Chile. En calidad de pediatra y joven madre y luego aún siendo ministra, atravesé dificultades para equilibrar la familia y mi carrera y vi cómo la ausencia de cuidados infantiles impedía a las mujeres tener un empleo remunerado.

La oportunidad de ayudar a eliminar las barreras estructurales que dan origen a la injusticia y a las desigualdades fue una de las razones por las que entré a la vida política: quería crear oportunidades equitativas. Por eso apoyé políticas que ampliaban los servicios de salud y de cuidados infantiles a las familias y que priorizaban el gasto público para la protección social como las pensiones a la vejez.

En todo el mundo hay vientos de cambio. Vemos cantidades crecientes de mujeres que estudian, que reciben diplomas universitarios y que participan en el mercado laboral. Vemos a jóvenes esposos que pasan más tiempo con sus hijas/os y que ayudan con las tareas en la casa. Vemos que los clamores por la igualdad y la justicia se incrementan.

Todas y todos sabemos que las normas de género no son inmutables. Las culturas cambian y evolucionan constantemente. En ONU Mujeres hemos aprendido que hacer avanzar el empoderamiento y la igualdad de las mujeres requiere trabajar en varios frentes a la vez.

Este año hemos adoptado tres áreas de trabajo prioritario para hacer avanzar la participación y el empoderamiento de las mujeres. Ya he hablado de una prioridad, que es el tema de esta conferencia y que es la expansión del rol y la participación económica de las mujeres. Ahora quisiera hablar de las otras dos prioridades, que refuerzan la participación de las mujeres en el desarrollo económico. También son prioridades con las que ustedes están comprometidos: poner fin a la violencia contra las mujeres y aumentar la participación política de las mujeres.

Al día de hoy, más de 125 países tienen leyes específicas que penalizan la violencia doméstica, lo cual es un gran adelanto desde hace sólo una década. Sin embargo, se estima que todavía hay 603 millones de mujeres y niñas en el mundo que viven en países donde la violencia doméstica no está tipificada como delito. Entre los Estados miembros de la OCI, más de 370 millones de mujeres y niñas viven sin protección legal de la violencia doméstica.

Los estudios muestran que los países que tienen leyes firmes al respecto, tienen un índice menor de violencia contra las mujeres. En todos los países las mujeres, los hombres y las/os jóvenes se están uniendo para decir no a la violencia contra las mujeres y las niñas. Este año, Turquía adoptó una ley para proteger a la familia y prevenir la violencia contra las mujeres.

ONU Mujeres se enorgullece de respaldar los esfuerzos por poner fin a la impunidad, por dar justicia y servicios esenciales a las sobrevivientes, y por prevenir y poner fin a la violencia contra las mujeres y las niñas.

Hace sólo unas semanas presentamos una campaña llamada NOS COMPROMETEMOS, mediante la cual instamos a los líderes de todas las naciones a anunciar los compromisos nacionales para poner fin a la violencia contra las mujeres y las niñas, de modo de dejarlos saber a todo el mundo. Les invito a todas y todos a participar. La agenda para garantizar la igualdad de género y los derechos de las mujeres es un reto universal, para todos los países, ricos y pobres, del Oriente y del Occidente, del Norte y del Sur. Todos los padres y las madres de todos los países quieren que sus hijos e hijas gocen de las mismas oportunidades.

Cuando era Presidenta de Chile, trabajé arduamente para crear las mismas oportunidades para los hombres y para las mujeres, de modo que pudiesen contribuir con sus talentos y experiencias a hacer frente a los retos a los que se enfrentaba el país. Ésa es la razón por la que propuse un Gabinete que tenía la misma cantidad de hombres y de mujeres.

Los gobiernos tienen que dar el ejemplo. Yo soy una firme defensora de las medidas especiales temporales como las cuotas con el fin de aumentar la presencia de las mujeres en los parlamentos y en las juntas directivas. En estos momentos de crisis económica, agitación social y transformación política, ya no nos podemos permitir dejar a las mujeres de lado.

En diciembre de 2011, las naciones del mundo acordaron por consenso en la Asamblea General de las Naciones Unidas tomar medidas concretas y proactivas para hacer avanzar la participación y el liderazgo de las mujeres en la política. Con esa resolución, todos los Estados hicieron un llamado a eliminar las leyes, reglamentaciones y prácticas que previenen o restringen la participación de las mujeres en los procesos políticos. Se insta a los Estados a mejorar la participación política de las mujeres, acelerar el logro de la igualdad entre los hombres y las mujeres y, en todas las situaciones, promover y proteger los derechos humanos de las mujeres.

Se pide además a los Estados que atraviesan una transición política que tomen medidas eficaces para garantizar la participación de las mujeres sobre un pie de igualdad con los hombres en todas las fases de la reforma política, desde decidir si exigir reformas en las instituciones existentes hasta decisiones relativas a los gobiernos de transición, la formulación de políticas gubernamentales o los modos de elegir un nuevo gobierno democrático.

Les insto a todas y todos a que usen esta importante resolución como herramienta para aumentar la participación política de las mujeres en sus países. Se ha solicitado a todas los países a presentar datos a las Naciones Unidas sobre los pasos que están dando para garantizar la misma representación de las mujeres en la resolución de conflictos, la consolidación de la paz y en todos los puestos gubernamentales y de la administración pública, de modo de poder informar a los Estados Miembros de la ONU en la Asamblea General en 2013.

Cuando las mujeres lideran junto a los hombres, las decisiones reflejan y responden mejor a todas las necesidades de la sociedad. Por mi experiencia sé que cuando una mujer es líder, ella cambia, pero cuando muchas mujeres son líderes, lo que cambia es la política y las políticas.

En los casos en que se han usado cuotas para incrementar la cantidad de mujeres legisladoras, se han adoptado leyes progresistas para garantizar los derechos a la tierra, atender la violencia contra las mujeres y mejorar los servicios de salud, los derechos reproductivos y el empleo. Cuando las mujeres se han organizado, algunas veces pese a las diferencias entre partidos para garantizar que los intereses de las mujeres se vean representados, se ha operado el cambio.

En resumen: las voces de las mujeres tienen que ser oídas. Necesitamos más mujeres en los puestos de toma de decisiones.

Hoy las mujeres representan menos del 10 por ciento de los líderes mundiales y una de cada cinco miembros de los parlamentos. La masa crítica del 30 por ciento de la representación de las mujeres en los parlamentos se ha alcanzado o sobrepasado tan sólo en 33 países. Con todo, la buena noticia es que las cosas están cambiando.

Tan sólo la semana pasada me dirigí a la Junta Ejecutiva de ONU Mujeres para hablarles de los progresos que se están dando en sus países. En mayo de 2012, Argelia alcanzó el 31 por ciento de mujeres en el parlamento, siendo el primer y único país árabe que alcanzó la meta del 30 por ciento, lo que es un paso significativo hacia la reforma democrática y la igualdad de género.

En julio, las mujeres de Libia obtuvieron la excelente cifra de 33 escaños o el 16,5 por ciento en las primeras elecciones libres y justas en más de 60 años. En Senegal, después de las elecciones de julio, la cantidad de parlamentarias se duplicó en la Asamblea Nacional para alcanzar el 45 por ciento, gracias a la ley de paridad que garantiza la participación de las mujeres y la igualdad de género.

ONU Mujeres apoya a los países, los candidatos, los partidos políticos, las/os votantes, las comisiones electorales y los esfuerzos electorales dirigidos a asegurar que más mujeres voten y resulten electas.

El que haya más mujeres líderes acelerará los progresos en aras de la paz, la igualdad y la democracia. Ya sea que se trate de los Objetivos de Desarrollo del Milenio o de la paz y la seguridad, el crecimiento económico, la justicia y la democracia, o el desarrollo sostenible, hay un hecho que es innegable: tenemos mejores probabilidades de encontrar soluciones si aprovechamos plenamente la inteligencia, los conocimientos y las capacidades de toda la población.

Ahora es el momento de lograr el empoderamiento, la dignidad, la igualdad y la plena participación de las mujeres en la sociedad.

Muchas gracias. ONU Mujeres espera tener una colaboración aún más estrecha con sus países y con la Organización de la Conferencia Islámica para hacer avanzar los derechos y las oportunidades para todas y todos.