Las campesinas bolivianas hacen oír sus demandas

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Ellas trabajan de sol a sol. Son quienes buscan leña al amanecer, quienes encienden el fuego, preparan la comida, cargan el agua, trabajan el ‘chaco' (huerta), cuidan de sus hijos y administran la casa. La mujer campesina en Bolivia tiene un rol central en el cuidado de su hogar y en la producción del alimento. A pesar de su esfuerzo cotidiano, hasta ahora su contribución a la economía había sido minimizada y subestimada.

Esta realidad ha comenzado a cambiar. Una alianza de 12 organizaciones sociales de mujeres, entre ellas las de campesinas originarias, llevan adelante el proyecto “Mujeres bolivianas en el proceso de cambio: por un marco normativo con igualdad y equidad de género, que desde noviembre de 2010 es apoyado por el Fondo para la Igualdad de Género de ONU Mujeres Una iniciativa que ha comenzado a incorporar las demandas de las mujeres a través de leyes en todos los ámbitos de gobierno de Bolivia. Demandas que pasan por un marco normativo que incluya la paridad en el parlamento, una ley de acoso político y el reconocimiento del trabajo no remunerado.

Una de las primeras conquistas de este proyecto ha sido la inclusión del trabajo no remunerado en las cuentas estatales. El artículo 338 de la Constitución Política del Estado de Bolivia reconoce el valor económico del trabajo doméstico como fuente de riqueza y se contabiliza en las arcas públicas. Una instancia formal que “posibilita exigir políticas públicas específicas para las mujeres así como presupuestos para implementarlas, explica Mónica Novillo, de la Coordinadora de la Mujer, una de las 12 organizaciones que aglutina el proyecto.

La igualdad de oportunidades para las campesinas bolivianas aparece como urgente en un país donde el 90 por ciento de la población rural es pobre y cuyos indicadores de bienestar afirman que la mujer es la más vulnerable: el 31 por ciento de la niñas entre 10 y 18 años no acude a la escuela, y una de cada tres bolivianas es analfabeta.

“Lo que estamos haciendo es impulsar leyes en este proceso acelerado de creación legislativa que vive el país (a partir del proceso de la Asamblea Constituyente para elaborar una nueva Constitución). Hemos hecho seguimiento a las leyes aprobadas en 2009 y 2010, pero ya viene otro paquete de leyes que tienen que ver con los códigos. Nosotras estamos ahí para promoverlas, apunta Novillo, quien destaca que la articulación entre sectores diversos es una de las innovaciones de este proyecto que apoya el Fondo.

Pese a los avances, las organizaciones de mujeres que forman parte del proyecto son conscientes de que falta mucho por hacer. Para ellas, un punto fundamental es legislar. Luego, conseguir que esas leyes se implementen. En este sentido, consideran que todo el proceso de articulación es lento, pero que han conseguido logros seguros: “Es difícil tener visiones conjuntas, pero no imposible, apunta la entrevistada, quien apostilla que todo este proceso colectivo derriba de un plumazo el mito de que las mujeres no pueden trabajar juntas: “No es fácil, pero se puede llegar a acuerdos políticos concretos, creo que es nuestro principal desafío y aprendizaje.

El Fondo para la Igualdad de Género de ONU Mujeres trabaja para el empoderamiento de mujeres y niñas en todo el planeta a través de subsidios multianuales y de alto impacto de hasta un millón de dólares, entregados de forma directa a organizaciones de mujeres y organismos gubernamentales comprometidos con la igualdad de género en el mundo.