Discurso de Michelle Bachelet en la Cumbre de la Energía Sostenible para Todos de la UE

Fecha:

Discurso pronunciado por la Directora Ejecutiva de ONU Mujeres, Michelle Bachelet, en la Cumbre de la Energía Sostenible para Todos de la UE, celebrada en Bruselas el lunes 16 de abril de 2012.

[Cotejar con el discurso pronunciado.]

Señor Presidente,

Honorables Ministros,

Colegas de las Naciones Unidas,

Señoras y señores:

Es un placer estar con ustedes hoy en esta Cumbre de la Energía Sostenible para Todos.

En Bruselas y en otras ciudades del mundo, las luces permanecen encendidas toda la noche y se pueden ver desde el espacio en las imágenes de los satélites. Sin duda han visto el mapa de la luminosidad nocturna de la Tierra del cual se deduce la geografía de la actividad económica intensiva.

Cada punto de luz del mapa representa la luz de una ciudad; Europa Occidental está llena de puntos de luz, como lo están otras regiones del mundo.

Pero si se mira el Sahara en el Norte de África, la jungla de África meridional y central, y grandes áreas amazónicas, nos encontramos con la oscuridad, con áreas carentes de puntos de luz. Nos imaginamos a las familias campesinas yéndose a dormir en la más absoluta oscuridad, sin luz para leer, sin modo de cargar un teléfono móvil, sin aparatos eléctricos.

Incluso en Europa, la mayoría de las casas carecían de gas o de electricidad hasta el siglo XX. Una rápida industrialización entonces hizo de las líneas y redes eléctricas una parte esencial de la infraestructura económica de la mayoría de las naciones industrializadas.

En la actualidad, las economías emergentes están creciendo y se están desarrollando rápidamente y, sin embargo, se nos dice que una de cada cinco personas del planeta - más de 1 300 millones de personas -todavía no tienen acceso a la electricidad.

Agradezco pues a la Comisión Europea y a la Presidencia danesa del Consejo de la Unión Europea por organizar esta oportuna y relevante Cumbre de la Energía Sostenible para Todos. Esta reunión es muy importante para Rio+20, la próxima Cumbre de la ONU sobre Desarrollo Sostenible que se celebrará en junio.

Todas las personas tendrían que tener acceso a la energía. Además, con el cambio climático, debemos reducir las emisiones de CO2 y pasar a una energía que sea eficiente y renovable. El actual modelo de desarrollo no es sostenible.

En la actualidad decimos que debemos poner la inclusión y la igualdad en primer plano de nuestros esfuerzos. Todo cambio serio tendente a lograr un desarrollo sostenible requiere que haya igualdad entre los géneros. Ésta es la razón por la que agradezco especialmente al Ministro danés para la Cooperación del Desarrollo, Sr. Christian Friis Bach, y al Comisario de Desarrollo de la CE, Sr. Andris Piebalgs, por su iniciativa de poner un acento especial sobre la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres en la agenda de esta Cumbre.

Señoras y señores:

Hace un cuarto de siglo, el informe Brundtland introdujo el concepto de desarrollo sostenible como nuevo paradigma del crecimiento económico, la igualdad social y la sostenibilidad medioambiental. Sin embargo, si bien el concepto ha sido aceptado, todavía no lo hemos plasmado en realidad.

El reciente informe del Grupo de Alto Nivel sobre Sostenibilidad Mundial del Secretario General ofrece una visión de erradicación de la pobreza, de reducción de la desigualdad, de un crecimiento más inclusivo y de una producción y un consumo más sostenibles, al tiempo que se lucha contra el cambio climático y se respetan una serie de otras limitaciones universales. Es hora de empoderar a las personas para poder tomar decisiones sostenibles.

Sin embargo, para demasiados entre nosotros, el problema no son las decisiones sostenibles sino la falta de posibilidades de decidir. Esto es particularmente cierto para las niñas y las mujeres. Las verdaderas posibilidades de decidir serán posibles únicamente después que se garanticen los derechos humanos, las necesidades básicas y la seguridad humana.

Ésa es la razón por la que el desarrollo sostenible requiere que los gobiernos cumplan con sus compromisos internacionales de erradicar la pobreza, promover los derechos humanos y la seguridad de las personas, y de hacer avanzar la igualdad de género.

Hoy vemos que las mujeres pobres, especialmente en el medio rural, sufren especialmente la disminución continuada de los recursos naturales. Ellas están en primera línea; ellas acarrean la responsabilidad primaria de garantizar y mantener las necesidades de energía, alimentos y agua de la familia; ellas trabajan demasiado y ganan poco, cuando se les paga, y tienen pocas oportunidades de decidir.

Hoy vemos que 2 700 millones de personas dependen de fogatas y del uso tradicional de la biomasa para cocinar. Casi la mitad de la población del mundo todavía depende de los combustibles sólidos como la madera, el estiércol, los desechos de las cosechas, el carbón mineral o el carbón vegetal. Se estima que las mujeres campesinas pobres pueden trabajar hasta 16 o 18 horas por día en el campo además de hacerse cargo de otras responsabilidades domésticas, todo ello sin remuneración.

Ellas tienen la responsabilidad de conseguir agua en las dos terceras partes de las familias en los países en desarrollo. En Fiji, por ejemplo, las mujeres pasan unas 35 horas semanales cocinando y lavando, y esto es sólo la mitad del tiempo que pasan en las tareas domésticas.

Por lo tanto, las políticas energéticas tienen que atender dos áreas muy importantes a las que no se les presta mucha atención: la escasez de tiempo de las mujeres y la mala salud que sufren a causa del humo y del hollín que se desprende de sus cocinas. El costo de oportunidad de dichas actividades frecuentemente excluye a las mujeres de la posibilidad de tener una actividad que genere ingresos, lo que priva a las familias pobres de unos ingresos muy necesarios.

Si se invierte en infraestructura y en tecnologías que economicen el tiempo y el trabajo, como los combustibles renovables, o en las cocinas y los molinos que economicen energía, se podrá liberar más tiempo para las mujeres, lo que les dará más libertad y oportunidades.

En Kenya, las cocinas mejoradas han reducido el consumo de madera en un 40 por ciento, lo que a su vez ha reducido la deforestación y liberado el tiempo para que las mujeres lo dediquen a la educación y a los trabajos remunerados, lo que ayudará a reducir la pobreza.

Además, como ya he mencionado, cocinar con biomasa es muy dañino para la salud de las mujeres y de los niños. De los dos millones de muertes anuales que se atribuyen a la polución del aire dentro de las viviendas generada por combustibles como el carbón mineral, el carbón vegetal, la madera o el estiércol, el 85 por ciento son mujeres y niños que mueren de cáncer, infecciones respiratorias y enfermedades pulmonares. Estas cifras no están disminuyendo sino que están aumentando.

Si no se toman medidas drásticas, para 2030 más de 4 000 personas habrán muerto prematuramente al día a causa de la polución del aire dentro de las viviendas.
Por lo tanto, este asunto es un asunto de vida o muerte.

La Alianza Mundial para Estufas Limpias es parte de la solución. Esta alianza público-privada trabaja salvando vidas, mejorando los niveles de vida, empoderando a las mujeres y luchando contra el cambio climático por medio de la creación de un activo mercado mundial de soluciones limpias y eficientes de cocinar en el seno de las familias. La meta “100 para el 20 de la Alianza aspira a que 100 millones de casas hayan adoptado estufas y combustibles limpios y eficientes para 2020.

Las soluciones incluyen los digeridores de biogás y las cocinas solares que ofrecen opciones de menores emisiones para cocinar que las tradicionales estufas alimentadas con biomasa. En India, la introducción de 150 millones de estufas de biomasa más limpias durante 10 años podrá traducirse en 2,2 millones de muertes menos. Se ha estimado que una cocina mejorada - que requiere 50 por ciento menos de biomasa - puede reducir los gases de efecto invernadero en una a dos toneladas por año.

Señoras y señores:

El acceso de las mujeres a la energía contribuye sustancialmente a su empoderamiento y al desarrollo sostenible. Las mujeres están plenamente conscientes de esta realidad y, en muchas partes del mundo, han formado grupos para trabajar colectivamente estableciendo iniciativas comunitarias en materia de energía.

Una de ellas es el Programa de Gestión de Desechos Sólidos y de Movilización Comunitaria de Nepal que llega a más de mil casas y empresas y que recicla los desechos orgánicos de los vertederos para producir una energía gaseosa llamada biogás. Está dirigida por mujeres y administrada por un comité medioambiental de mujeres.

Promueve una reducción de la pobreza, el capital social, la solidaridad y la protección medioambiental dentro de la comunidad. También reduce la carga de tiempo de las mujeres dado que ya no tendrán que caminar grandes distancias para conseguir leña.

ONU Mujeres también trabaja con el Barefoot College (la Facultad de los pies descalzos) de India promoviendo la iluminación solar de propiedad y de administración comunitaria. Por este programa, las mujeres rurales de África viajan a India para capacitarse y ser ingenieras solares, para poder cubrir 60 casas cada una en sus comunidades.

Estas mujeres rurales vuelven a casa capacitadas para fabricar, instalar y mantener los sistemas solares de iluminación y con conocimientos para garantizar que sus aldeas sean autosuficientes técnica y financieramente.

Aunque estas intervenciones a pequeña escala son admirables y van en la dirección correcta, no son suficientes para mantener las necesidades energéticas de las generaciones futuras. A medida que crece la población mundial, que para 2040 habrá pasado de los 7 000 millones actuales a casi 9 000 millones, lo que hará aumentar la cantidad de consumidores de clase media en 3 000 millones en los próximos 20 años, la demanda de recursos se incrementará de manera exponencial.

Para 2030, el mundo necesitará por lo menos un 50 por ciento más de alimentos, 45 por ciento más de energía y 30 por ciento más de agua, todo en momentos en que los impedimentos medioambientales están presentando nuevos límites para poder disponer de esos recursos.

Señoras y señores:

Demás está decir que si se da energía a las mujeres se abrirá un mundo de posibilidades que beneficiarán a las mujeres y a todos nosotros. Si la energía estuviese disponible universalmente, se abrirían enormes ventanas de oportunidades para las mujeres, incluyendo el acceso a los medios modernos de comunicación e información, nuevos medios de vida y capacidades de formación e incluso tiempo libre.

El hacer realidad estas oportunidades dará un impulso continuo para que las comunidades que se encuentren dentro del tendido de la red eléctrica se mantengan conectadas.

En la actualidad, los países tienen la posibilidad de pasar inmediatamente a las fuentes de energía limpia como la energía solar y la eólica. En Brasil, por ejemplo, la parte de energía renovable en la generación de energía es más del 80 por ciento.
Según la Financiación de las Nuevas Energías de Bloomberg, el año 2011 mostró una inversión record de 206 000 millones de dólares en energías limpias, o sea cinco veces el total obtenido hace sólo siete años. Esto incluye un aumento en las inversiones totales en energía solar de 136 000 millones de dólares.

Simultáneamente, en la última década, la intensidad energética de las economías mundiales ha seguido decayendo. A pesar de estos avances, el sector de la energía sigue enfrentado a importantes retos en todas las dimensiones del desarrollo sostenible.

Aunque es necesario hacer más investigaciones sobre la dimensión de género del uso de la energía, especialmente en el seno de las familias, cada vez queda más claro que las mujeres y los hombres utilizan la energía de modo diferente y se ven afectados de maneras diversas por las políticas energéticas. Por ejemplo, recientes estudios han mostrado que en Europa los hombres solteros usan hasta un 22 por ciento más de energía - directa o indirectamente - que las mujeres solteras.

Las mujeres también demostraron ser más receptivas que los hombres a los esfuerzos por conservar la energía y estar más dispuestas a cambiar su comportamiento diario para ahorrar energía.

Necesitamos pues políticas y programas energéticos sostenibles y equitativos que involucren a las comunidades locales y a las mujeres. En la actualidad, las políticas energéticas no sólo distorsionan el verdadero precio de los daños medioambientales y de la exclusión social, sino que pueden incluso favorecer a los ricos por medio de subsidios injustos. En Indonesia, por ejemplo, se vio que el 40 por ciento superior de las familias de altos ingresos se benefician del 70 por ciento de los subsidios energéticos, mientras que el 40 por ciento inferior de las familias de bajos ingresos se benefician sólo del 15.

Por lo tanto, el cambio a un desarrollo sostenible requiere una voluntad política y decisiones que vayan más allá de los beneficios a corto plazo y que alienten la inclusión y la equidad.

Hay que tomar medidas que promuevan objetivos sociales, económicos y medioambientales coherentes por medio de políticas y medidas específicas, como el desarrollo y la transferencia de tecnología, las inversiones públicas y la asignación de gastos, y reglamentos y sistemas de incentivos a través de subsidios e impuestos que alienten una menor polución, el uso sostenible de los recursos naturales y una distribución equitativa de los beneficios.

También sabemos que los esfuerzos por tener una energía sostenible tienen más éxito cuando se consulta a las mujeres en el desarrollo y la implementación de nuevas tecnologías. Algunos electrodomésticos modernos que requieren energías modernas como las cocinas limpias son, por lo general, pensadas por hombres ingenieros en laboratorios en vez de apoyarse en opiniones o consultas con los usuarios finales, que sabemos que tienden a ser las mujeres.

Este enfoque descendiente ha llevado al fracaso en la consideración de contextos locales y culturales como las tradiciones y preferencias locales de cocinar y la capacidad limitada de las familias pobres de comprar o de hacer el mantenimiento o de remplazar las partes de las tecnologías energéticas.

¿Cómo podemos entonces garantizar que haya una relación más estrecha con los usuarios finales, en especial las mujeres? Un modo de hacerlo es a través de la consulta de los interesados cuando se trate de estrategias y programas nacionales de energía. Es urgentemente necesario consultar más. Un estudio hecho en 2010 de 423 programas nacionales de adaptación al cambio climático indicó que sólo el 12 por ciento de los planes de acción mencionaban a las mujeres como las principales interesadas en las iniciativas energéticas.

En el futuro, las mujeres deben participar en todas las etapas de los procesos de toma de decisiones en los sectores de la energía y en otros procesos relacionados. Los ejemplos de India y Nepal indican que la participación de las mujeres en la toma de decisiones está relacionada con una mejor gestión medioambiental en el ámbito local. Un estudio mundial vio que los países que tienen una mayor representación de las mujeres en los parlamentos tenían una mayor tendencia a ratificar los tratados internacionales sobre el medio ambiente.

Sin embargo, en 2012 las mujeres ocupan menos del 6 por ciento de todos los puestos ministeriales en los campos del medio ambiente, los recursos naturales y la energía.

Tenemos que asegurarnos también que las mujeres y las niñas tengan el mismo acceso y reciban la misma educación en áreas importantes para el sector de la energía como las ciencias, la tecnología, la industria manufacturera y la ingeniería. En el día de hoy, sólo la quinta parte de los estudiantes de ingeniería, industrias manufactureras y construcción son mujeres.

Como resultado, la proporción de empleadas mujeres en la industria energética sigue siendo muy baja: sólo el 20 por ciento de la mano de obra. Además, esas mujeres trabajan sobre todo en las áreas no técnicas.

Esto me lleva al principal punto que quiero destacar hoy: mientras las mujeres sigan enfrentándose a la discriminación y a las barreras a su plena participación en la sociedad, no podremos resolver los retos más acuciantes. Ya sea que hablemos de participación en la arena económica o la política o de la libertad para tomar decisiones sobre sus vidas y sus cuerpos o de la energía sostenible para todos, las mujeres siguen siendo silenciadas y marginadas.

Esta exclusión social de las mujeres hace daño no sólo a las mujeres, sino a todos nosotros.

Por el bien de las generaciones actuales y futuras, debemos cuidar y desarrollar la inteligencia y la capacidad colectiva de la mitad de la población. Una participación y un liderazgo plenos y equitativos ya no son una opción, sino una necesidad urgente si queremos lograr los cambios que son necesarios a todos los niveles y todas las esferas de la sociedad para lograr un desarrollo sostenible.

Permítanme darles un ejemplo: en los países en desarrollo, el 43 por ciento de la mano de obra agrícola está integrado por mujeres. Sin embargo, a pesar de una participación mayor en la seguridad alimentaria, las mujeres no tienen un acceso equitativo a la tierra, los bienes y los servicios agrícolas y productivos, lo que limita su producción y su potencial.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura indica que si se diese a las mujeres el mismo acceso que a los hombres a los fertilizantes, semillas y herramientas, la producción agrícola nacional crecería entre un 2,5 y un 4 por ciento, y el hambre disminuiría dramáticamente en todo el mundo, logrando que haya entre 100 y 140 millones menos de personas con hambre.

Señoras y señores:

Si se da a las mujeres las oportunidades y los recursos, ellas pueden ser los motores del desarrollo sostenible. La energía solar puede usarse para dar iluminación, bombear agua, dar refrigeración a aldeas enteras y suministrar electricidad a los centros de salud, escuelas y otros organismos públicos.

La energía renovable puede ser una ventana al mundo exterior gracias al acceso a los teléfonos móviles, el internet, la televisión y la radio, y dar electricidad a las pequeñas empresas de las mujeres y los hombres. Asimismo, la iluminación de las calles puede prevenir la violencia contra las mujeres.

Para terminar, quisiera recordar que ONU Mujeres apoya decididamente la iniciativa del Secretario General de la ONU de Energía Sostenible para Todos y sus tres objetivos a ser alcanzados para 2030: el acceso universal a los servicios modernos de energía; el duplicar el nivel de mejoras en la eficiencia energética; y el duplicar la cantidad de energías renovables en las energías que se ofrecen en el mundo.

Creemos que la energía sostenible para todos debe ser una meta esencial en la agenda de desarrollo para después de 2015. Todos los interesados deben involucrarse, desde los gobiernos hasta la comunidad internacional, la sociedad civil y el sector privado.

Necesitamos estudios que midan la continua exclusión social de las mujeres y que cuantifiquen el costo de este enorme potencial desperdiciado. Necesitamos un sistema internacional de monitoreo para evaluar los progresos.

Necesitamos mejoras en las estadísticas de género y en las metas, indicadores y recopilación de datos desglosados por sexo, a fin de promocionar una mejor responsabilidad y transparencia. La igualdad de género en el acceso a la energía tendría que ser un principio explícito y un componente de la gobernanza energética mundial.

Es hora de empoderar a las mujeres.

ONU Mujeres espera poder trabajar con todos ustedes para garantizar una energía sostenible para todos en un mundo que sea más igualitario.

Muchas gracias.