Reconocimiento y protección para las mujeres en Pakistán que trabajan desde su domicilio

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Hace cinco años, la muerte del esposo de Shahida Parveen la dejó sola ante un futuro inquietante. Sin saber cómo mantenerse a sí misma y a sus cuatro hijos, comenzó a coser pelotas de fútbol en su casa en la pequeña aldea de Mehat Pur, en la provincia de Punjab en Pakistán. El trabajo no era estable ni estaba regulado y sus ingresos mensuales (de aproximadamente Rs. 2 500 o US$27,98) no cubrían los crecientes precios de los alimentos. Comenzó entonces a pedir dinero prestado para comprar comida y pagar la escolaridad de sus hijos, lo que la dejó en deuda y vulnerable a la explotación.

Las mujeres que trabajan desde su domicilio en Pakistán a menudo son explotadas, recibiendo poca paga, y no tienen acceso a los programas de seguridad social. Foto: Baidarie

La situación de Shahida no es única. Hay unos 11,6 millones de mujeres pakistaníes que trabajan desde sus hogares y que representan un gran porcentaje de la mano de obra informal del país. Estas mujeres se enfrentan a una serie de retos, muchos relacionados con la discriminación de género. Al enfrentar una movilidad a menudo restringida, límites a su educación y capacitación profesional, así como menor acceso y derecho a recursos y bienes, o acceso al crédito y los servicios sociales, esas mujeres tienen pocas oportunidades de progresar. Además, la falta de participación de las mujeres en la toma de decisiones -en el seno del hogar y en la vida pública- garantiza que tengan una condición social y económica baja en todo el país.

Dentro del marco de su trabajo de empoderamiento económico de las mujeres en Pakistán que trabajan desde su domicilio, ONU Mujeres las ayuda en la transición a empleos formales y decentes. Sus programas aumentan la conciencia de las mujeres sobre los derechos que les incumben, por ejemplo, a condiciones laborales saludables, seguras y mejoradas como transporte gratis, áreas de descanso y baños separados, la misma remuneración y el derecho a pertenecer a sindicatos y a negociar en conjunto. Esto ha permitido que muchas mujeres exijan ser declaradas y recibir un mayor reconocimiento y protección en el trabajo.

A título de ejemplo, un programa llevado a cabo conjuntamente con la Organización Internacional del Trabajo (OIT) tiene como fin ofrecer un paquete completo de apoyo en materia de escasez de empleos decentes. Se inspiró del Convenio de la OIT sobre el trabajo a domicilio (No. 177) y sobre un proyecto de ley nacional sobre trabajo a domicilio para incorporar cursos de capacitación sobre derechos, diversificación de negocios, convenios y estándares del derecho laboral, organización y negociaciones colectivas.

Cuando Baidarie, una ONG asociada a ONU Mujeres, visitó Mehat Pur en 2010, Shahida era una de las 100 mujeres que habían recibido formación sobre los derechos jurídicos de los trabajadores formales. Con el apoyo de Baidarie, Shahida se inscribió al curso de cuatro meses en el Instituto de Desarrollo de Productos de Cuero cercano.

Ayudar a las mujeres a adquirir habilidades y acceder a oportunidades permite que hagan la transición del trabajo informal desde su domicilio al trabajo formal en una fábrica, lo que aumenta sus ingresos y les otorga seguridad social. Foto: Baidarie

La formación le permitió emplearse en una fábrica que paga casi tres veces lo que ganaba, donde además tiene un dispensario médico y beneficios sociales y de salud. Además, la ONG prestó dinero al hijo de Shahida para poner una peluquería en su aldea, dentro del marco del programa de microcréditos. Con el enorme aumento de los ingresos de la familia, la confianza de Shahida en sí misma y en el futuro de su familia también se multiplicó.