Juntos ante la justicia: la asistencia jurídica crea un futuro mejor para las campesinas de Tayikistán

Fecha:

Como lo hiciera Maksad, Makhfirat Dadaboeva buscó ayuda en el Grupo de Trabajo del Distrito para retomar los estudios universitarios después de haber tenido tres hijos. Foto: ONU Mujeres/Ana Lukatela

Para Maksad Nodirova , la asistencia jurídica ha significado más que poder afianzarse financieramente en la zona rural de Tayikistán; la ha ayudado a forjar un camino sobreponiéndose a la desgracia, a la falta de empoderamiento y a las carencias, y a emerger como sostén de familia y empresaria.

Maksad tiene 58 años de edad, un marido enfermo y cinco hijos; trabajó en cooperativas agrícolas la mayor parte de su vida. Se casó y tuvo su primer hijo a los 16 años; sus dos hijas mayores corrieron la misma suerte cuando ya no pudo pagar más su educación. Sin embargo, su carga se alivió sólo momentáneamente porque en cinco años su hija mayor murió y Maksad quedó a cargo de tres nietos pequeños. El marido de la otra hija le pidió el divorcio y ella volvió a casa de Maksad con sus dos hijos, porque creía que no le correspondía una pensión alimenticia o que no tenía derecho a la casa.

En 2008 y gracias a los consejos de una vecina, Maksad se dirigió al grupo de trabajo distrital local, que cuenta con el apoyo del Gobierno y de ONU Mujeres y que es uno de los 72 centros en todo el país que brindan asesoría jurídica gratuita sobre temas relacionados con la ley de la familia, el código civil, los derechos a la tierra y la protección social, así como en lo referente a la documentación oficial para los que tienen poca educación. Más del 70 por ciento de sus clientes son mujeres de las áreas rurales.

Maksad salió de su primera reunión con una fe renovada en el sistema legal de Tayikistán y con una nueva confianza en su capacidad de servirse de él. En los siguientes cuatro años, los abogados del grupo la guiaron en torno a los procedimientos de tutela y los honorarios de las escuelas de internado para los niños. Cuando se le otorgó una hectárea en una cooperativa agrícola, le aconsejaron sobre cómo registrarla a su nombre. En los seminarios y cursos del grupo de trabajo, aprendió a cultivar mejores cosechas y a administrar la tierra.

Saibibi Sharipova, Jefa del Comité Mahalla “Boqi Rahimzoda y del Grupo de Trabajo del Distrito, se reúne tres veces por semana con las mujeres locales y lleva el historial de cada caso. Foto: ONU Mujeres/Ana Lukatela

En la actualidad, Maksad es una de las 500 mujeres clientas del grupo de trabajo distrital que tienen su propia granja: produce dos cosechas por año y ha dado a cada uno de los miembros de su familia empleo e ingresos estables. “Ahora compramos carne, azúcar, un poco de fruta y dulces, dice Rahima, una de sus hijas. La familia se compró incluso su primer coche.

Y las buenas noticias siguen llegando: a principios de mes, un abogado del grupo de trabajo le dijo a Maksad que el Estado contribuirá financieramente al cuidado de sus nietos huérfanos. “Soy una de esas mujeres que ha comenzado nuevamente a tener fe en la vida, dice.

Los grupos de trabajo, establecidos en 2003 por el Gobierno de Tayikistán con el respaldo de ONU Mujeres, se han convertido en un recurso fundamental de ayuda para los ciudadanos vulnerables, en particular las mujeres rurales que ahora representan más del 70 por ciento de sus clientes. Prueba de su éxito se dio en 2011 cuando el Gobierno decidió ampliar el servicio y financiar al 100 por ciento la creación de 72 grupos de trabajo distritales en todo el país. Al día de hoy cada vez más personas usan sus servicios.

Los grupos de trabajo están administrados en su totalidad por el Estado con el apoyo de ONU Mujeres y dicen alcanzar un éxito promedio del 70 por ciento con sus clientes. A medida que se extiendan a comunidades remotas o rurales, seguirán garantizando que más mujeres comprendan la ley y que se beneficien de ella para forjarse una vida de independencia y de empoderamiento.