En Kirguistán, las y los jóvenes están a la vanguardia en la creación de comunidades pacíficas

Un programa que cuenta con el apoyo de ONU Mujeres en Kirguistán ha empoderado a 15.000 jóvenes para prevenir la violencia, promover la igualdad de género y fomentar la tolerancia de la diversidad en sus comunidades. Las iniciativas están formando a jóvenes de las aldeas remotas en lo relativo a relaciones respetuosas y aptitudes de subsistencia.

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Peer educators discuss violence against women in their communities in Chui region of Kyrgyzstan. Photos: UN Women Kyrgyzstan/Gerald Gunther
Photo: ONU Mujeres Kyrgyzstan/Gerald Gunther
 

Es sábado por la mañana en la aldea de Asylbash, situada en el extremo norte de la región de Chui, en Kirguistán. Diana Ruslan Kyzy, de quince años, se prepara para ir a la escuela para una sesión de educación entre pares con sus compañeras y compañeros. Allí debatirán en torno a la violencia contra las mujeres y las niñas en su comunidad y organizarán iniciativas locales.

Ruslan Kyzy es una "agente de cambio". Como parte del programa "Sentar las bases para la paz", financiado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Consolidación de la Paz, más de 15.000 jóvenes de Kirguistán, con edades comprendidas entre los 14 y 17 años (dos tercios de ellos niñas) están tomando medidas en sus comunidades para proteger los derechos de las mujeres y las niñas. Las y los participantes realizan sesiones de formación con estudiantes en casi 100 escuelas; colaboran con las autoridades locales para exigirles que rindan cuentas sobre la aplicación de las leyes existentes para proteger a las mujeres y las niñas; y trabajan con las organizaciones de la sociedad civil para orientar las iniciativas locales de consolidación de la paz.

Diana Ruslan Kyzy, a peer educator. Photo: UN Women Kyrgyzstan/Gerald Gunther
Photo: ONU Mujeres Kyrgyzstan/Gerald Gunther
 

"Con la ayuda de ONU Mujeres, he adquirido conocimiento sobre los derechos humanos y aptitudes empresariales. Hemos aprendido a crear equipos de niñas y niños con distintas opiniones, orígenes étnicos y creencias religiosas. Hoy en día trabajamos juntos para abordar problemas tales como el matrimonio precoz, el rapto de novias y la violencia doméstica, e impartimos formación en torno al respeto por la diversidad en nuestras comunidades", afirma Diana Ruslan Kyzy.

El compromiso de la juventud por encima de las divisiones étnicas ayuda a cimentar la cohesión y la inclusión sociales. En las zonas rurales de Kirguistán, este es un concepto innovador.

"En Kirguistán, a las y los jóvenes a menudo se les excluía de las iniciativas de paz. Partiendo del reconocimiento de esta realidad, ONU Mujeres empezó a empoderar a estudiantes de secundaria con el fin de que crezcan para convertirse en agentes de cambio en todos los ámbitos de la vida, con el propósito de garantizar la paz y la justicia para todos", explica Gerald Gunther, representante de ONU Mujeres en Kirguistán.

Desde 2012, ONU Mujeres ha venido colaborando con socios locales para fomentar aptitudes para la vida y la subsistencia entre las y los jóvenes de Kirguistán a través de una serie de iniciativas generosamente financiadas por la Unión Europea, el Fondo de las Naciones Unidas para la Consolidación de la Paz y el Gobierno de Finlandia. A las niñas se les enseña acerca de sus derechos así como aptitudes empresariales, para que puedan contribuir con los ingresos de sus familias a medida que crecen. Esto también ayuda a retrasar el matrimonio precoz, que muchas niñas enfrentan en el país. Asimismo, los varones obtienen aptitudes de subsistencia, tales como las adecuadas para utilizar eficazmente los limitados recursos naturales, al tiempo que aprenden a apreciar la igualdad de género.

Una de esas iniciativas es el curso de empoderamiento de la juventud y tolerancia llamado "Mi escuela segura y pacífica", que imparten docentes entre pares que han recibido formación por parte de ONU Mujeres. El curso prepara a las y los jóvenes para la ciudadanía responsable, aportándoles conocimientos para el desarrollo de equipos y la promoción, y sobre los derechos humanos y la igualdad de género, que ellos luego diseminan a través de sus redes. A modo de ejemplo, a menudo los educadores varones entre pares se ponen en contacto con sus compañeros en clubes de fútbol para promover un trato respetuoso e igualitario para las niñas.

Paralelamente con la iniciativa de educación entre pares, ONU Mujeres apoya a un socio local, el Servicio de Asesoramiento Rural, para formar al personal docente para que imparta otro curso llamado "Mi próspera granja", que prepara a las y los estudiantes en horticultura, transformación y comercialización de productos agrícolas.

Diana Ruslan Kyzy y Aigul Bektemirova son ambas educadoras entre pares, y también han sido formadas en horticultura y procesamiento de frutas.

Peer educator Aigul Bektemirova. Photo: UN Women Kyrgyzstan/Gerald Gunther
Photo: ONU Mujeres Kyrgyzstan/Gerald Gunther

 "Sabía que tenía que hacer algo para contrarrestar el matrimonio precoz, así que comencé explicando a quienes habitan nuestra aldea los efectos negativos del matrimonio infantil", explica Aigul Bektemirova, quien a seguidas admite que también aporta su " mejor esfuerzo para convencerlos de que pongan fin a la práctica del matrimonio religioso con menores, allí donde no hay registro civil".

Las niñas, junto con sus compañeros, han organizado diversos eventos de promoción y sensibilización sobre la violencia de género que han involucrado a la administración escolar, a los padres y representantes de las autoridades locales.

Aibek Muratov, un chico de 15 años nativo de Jumgal, un distrito montañoso con inviernos crudos, participó también en "Mi próspera granja". Con orgullo muestra una pila de abono orgánico que ha producido, así como su invernadero y otras innovaciones en la pequeña parcela familiar, que atiende después de la escuela.

"Antes de acercarme a este proyecto, pensaba que después de terminar la escuela, me llevaría a una chica (algo que se ha convertido en una práctica común en nuestro pueblo) y la haría quedarse en mi casa y atender los quehaceres mientras yo trabajaba en el extranjero", admite Aibek. "Pero ahora quiero cortejar y casarme con una chica que sea educada y quiera estar conmigo. La trataré como una igual y podremos trabajar juntos la tierra".

Aibek es un gran defensor de la educación de las niñas y exhorta a sus compañeros a rechazar el rapto de novias (la práctica del secuestro de una niña para fines de matrimonio) que a menudo condena a las niñas a la servidumbre y el embarazo precoz.

ONU Mujeres seguirá apoyando "Mi escuela segura y pacífica" y "Mi próspera granja" en 100 aldeas de Kirguistán hasta 2020. Ambos cursos han sido recientemente aprobados por el Ministerio de Educación para que se impartan en todo el país. Las relaciones interpersonales más saludables, el retraso del embarazo y menos desorganización comunitaria como consecuencia de la migración son algunos de los resultados iniciales de estas iniciativas.