En busca de una nueva normalidad en el campamento para personas refugiadas Za’atari
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Hadeel Al-Zoubi, de ascendencia siria y jordana y de 40 años de edad, es auxiliar superior de campamentos de ONU Mujeres en el campamento para personas refugiadas Za’atari, en Jordania. Se incorporó a ONU Mujeres en 2013 porque sentía la obligación de ayudar a las personas atrapadas en la crisis de personas refugiadas sirias.
Está amaneciendo. Pasados unos minutos de las 6.00 horas. A medida que la ciudad de Ammán se despierta, Hadeel Al-Zoubi, auxiliar superior de campamentos de ONU Mujeres, se dirige ya al campamento Za’atari, ubicado a algo más de 100 km de la capital de Jordania. El campamento alberga actualmente cerca de 80.000 personas refugiadas procedentes de Siria y países vecinos. Al menos un 49% de ellas son mujeres.
El viaje diario de ida y vuelta hasta el campamento dura cuatro largas horas.
“No es fácil estar en la carretera durante cuatro horas todos los días”, confiesa Al-Zoubi. “Pero amo este trabajo y el tiempo en el campamento vuela. Todos los días aprendo algo nuevo”
Al-Zoubi es mitad siria y todavía tiene familiares en Siria. Su trabajo en el campamento incluye muchas tareas esenciales, como planificar actividades relacionadas con proyectos, asegurarse de que se disponga de suministros y atender las distintas necesidades previstas o imprevistas que puedan surgir. Su teléfono móvil suele sonar incluso antes de que llegue al campamento. Hoy recibe una llamada de una mujer refugiada que necesita el permiso de la policía para salir del campamento por un día. Al-Zoubi la acompañará más tarde ese mismo día hasta la comisaría de policía para que le proporcionen la documentación necesaria.
“Empecé a trabajar poco después de que ONU Mujeres abriera los Oasis para las mujeres y niñas, como se denomina a los espacios seguros para las mujeres y las niñas donde pueden solicitar servicios y adquirir nuevas aptitudes. Al principio no había electricidad ni Internet, y los alimentos y el agua escaseaban. Las personas refugiadas sufrían traumas recientes y la mayoría de ellas habían perdido familiares. Todos los días había disturbios en el campamento.
Recuerdo que el año pasado llevé bombones para las niñas y los niños del campamento. En un momento dado, divisé a un niño sirio con trastorno del desarrollo, que estaba sentado enfrente de mi oficina. Parecía enfermo. Le pregunté a su madre qué le había sucedido y si era alérgico a los bombones que acababa de repartir. Me enteré de que hacía poco le habían cambiado la medicación. Pedí ver los medicamentos y resultó que la madre había malinterpretado las instrucciones, por lo que le había dado al niño una dosis mayor que la prescrita. Lo llevé rápidamente al hospital y me quedé con él en la unidad de cuidados intensivos todo el día. Hubiese podido morir ese día, pero no fue así
Me siento unida a estas personas. Entiendo sus problemas, sé lo que sienten...
Somos un pequeño equipo que empezó con tres integrantes, pero las personas de todo el campamento nos conocen porque nuestras puertas están siempre abiertas. Siempre estamos dispuestos a ofrecer una sonrisa, un poco de conversación, y esto anima a las personas refugiadas a solicitar nuestros servicios”
Cuando llega al campamento, Al-Zoubi saluda a todo el mundo. Se asegura de hablar con todos los vigilantes y las personas encargadas de la limpieza, dado que muchas de estas personas trabajan durante la noche. También son refugiadas y refugiados que han sido contratados a través del programa de trabajo a cambio de dinero de ONU Mujeres.
“ONU Mujeres presta diversos servicios destinados a las mujeres refugiadas en el campamento Za’atari, como apoyo psicosocial, iniciativas de concienciación sobre la violencia de género, cursos de informática y alfabetización, y programas de trabajo a cambio de dinero. Los Oasis están abiertos desde las 9.00 hasta las 15.00 horas y ofrecen un espacio exclusivo para mujeres y niñas al que llegan y solicitan estos servicios con plena confianza. En estos espacios, pueden expresarse y aprender libremente”
El programa de trabajo a cambio de dinero reviste una importancia especial y ha beneficiado a unas 275 mujeres en 2016. Al-Zoubi dirige un proyecto de sastrería en dicho programa. Actualmente las mujeres están fabricando kits para bebés destinados a las nuevas madres del campamento, que se distribuyen gracias a una alianza con el UNICEF.
“El proyecto de sastrería brinda a las mujeres un pequeño refugio en un mundo grande y alocado. Cuando se toman un descanso en la sastrería, se ríen, hacen bromas y hasta bailan.
El empoderamiento no consiste en decirles a las mujeres lo que necesitan. Me gusta preguntarles qué quieren y necesitan, y que puedan tomar sus propias decisiones. Tal como lo hicimos con las mujeres refugiadas cuando les preguntamos qué necesitaban que incluyera el kit para bebés. Las nuevas madres no querían enterizos (monos), sino conjuntos de pijama. Por lo tanto, volvimos a diseñar la ropa para bebé.
En este momento, el mayor desafío para las mujeres que están en el campamento es encontrar trabajo. Sólo hay 6.000 oportunidades laborales en el campamento, de las cuales 5.000 están ocupadas por hombres. En cada familia solamente puede acceder al programa de trabajo a cambio de dinero uno de sus miembros. Tan sólo este año, han abandonado seis mujeres, porque preferían que trabajaran sus esposos. En el caso de los hogares encabezados por mujeres, la falta de oportunidades laborales empeora la situación”.
En respuesta a las necesidades de la comunidad, ONU Mujeres acaba de lanzar la iniciativa “semillero de empresas” en el campamento Za’atari. Gracias a este iniciativa, las mujeres que han completado el programa de trabajo a cambio de dinero pueden entrar en contacto con las oportunidades que hay fuera del campamento y las ayuda a desarrollar sus microempresas.
“Creo que el cambio que han experimentado [las refugiadas y los refugiados] es que, al principio, vivían el día a día y tenían la esperanza de regresar a Siria. A medida que pasaron los años, empezaron a aceptar esta nueva realidad. De las tiendas de campaña se mudaron a las caravanas y construyeron bases de cemento para sus caravanas. Empezaron a buscar oportunidades laborales y servicios.
El otro día, una mujer me dijo: ‘antes dormíamos con los bombardeos. Nos acostábamos y no sabíamos si al día siguiente estaríamos vivos o no. Aquí duermo protegida’”
ONU Mujeres fundó dos Oasis para mujeres en el campamento para personas refugiadas Za’atari en Jordania en 2012. El tercer Oasis se creó en colaboración con el Programa Mundial de Alimentos en 2016. Varios donantes han contribuido a este trabajo, incluidos los Gobiernos de los Países Bajos, Corea del Sur, Finlandia, Islandia, Italia y Japón. Los Oasis ofrecen diversos servicios junto con el programa de trabajo a cambio de dinero, como cursos de concienciación sobre violencia de género y servicios de remisión para las mujeres supervivientes de violencia. Asimismo, ofrecen cursos de alfabetización, formación profesional y servicios de guardería. En 2017, ONU Mujeres abrió otro Oasis en el campamento para personas refugiadas Azraq, también en Jordania, que cuenta con la iniciativa de cocina sana junto con el Programa Mundial de Alimentos para mejorar la nutrición de las niñas y los niños que asisten a la escuela.