La crisis invisible: ¿cómo afecta la guerra la salud mental de las mujeres?

En el Afganistán, Gaza, Georgia y Ucrania, las mujeres se enfrentan al trastorno por estrés postraumático (TEPT), traumas, ansiedad y depresión con escaso acceso a atención o apoyo.

El número de mujeres y niñas atrapadas en conflictos está aumentando a toda velocidad. Tan solo en el último año, la proporción de mujeres que fueron asesinadas en conflictos armados se duplicó, hasta alcanzar el 40% del total de muertes de la población civil. Hoy en día, más de 600 millones de mujeres y niñas viven en zonas afectadas por conflictos, lo que supone un aumento del 50% desde 2017.  

Ahora bien, mientras las bombas y balas acaparan los titulares, el trauma de la guerra, el desplazamiento y la represión está teniendo un efecto devastador en la salud mental de millones de mujeres y niñas. Casi todas las personas afectadas por una crisis humanitaria experimentan angustia psicológica. Alrededor de 1 de cada 5 personas desarrollan enfermedades mentales a largo plazo como depresión, ansiedad, TPET, trastorno bipolar o esquizofrenia. Sin embargo, solamente el 2% recibe los cuidados que necesita. 

Pese a estos alarmantes datos, la salud mental recibe apenas entre un 1% y un 2% del financiamiento destinado a la salud a escala mundial, aun si los problemas psicosociales y de salud mental representan el 20% de los problemas de salud notificados en situaciones de emergencia. El dinero no es el único reto; el acceso a la asistencia también supone un obstáculo importante. En los países de ingreso alto hay más de 70 profesionales de la salud mental por cada 100.000 personas. En los países de ingreso bajo, esa cifra es inferior a 1

A medida que las guerras y crisis se prolongan, el número de mujeres afectadas sigue aumentando, al igual que la magnitud de esta emergencia. ONU Mujeres habló con mujeres que trabajan en el Afganistán, Gaza, Georgia y Ucrania para entender cómo está afectando la crisis a la salud mental de las mujeres.

En el Afganistán, las mujeres son excluidas de la vida pública y privadas de futuro

En el Afganistán, el regreso de los talibanes al poder ha privado a las mujeres de sus derechos y de su sentido de identidad. Alison Davidian, representante de ONU Mujeres en el Afganistán, advierte que, tras casi cuatro años de innumerables decretos talibanes, la autonomía de las mujeres y niñas ha quedado prácticamente destruida.  

Las mujeres han sido eliminadas de la vida pública. No hay mujeres en puestos de liderazgo, y el 98% de las mujeres afirma tener una influencia limitada o nula en las decisiones que se adoptan en sus comunidades. 

“Hace tres años, una mujer afgana podía técnicamente decidir presentar su candidatura a la presidencia. Ahora, puede que ni siquiera sea capaz de decidir cuándo ir a comprar comida”, dice Davidian.  

Según un informe reciente de ONU Mujeres, el 68% de las mujeres describen su salud mental como “mala” o “muy mala”, y el 8% señala que conoce personalmente a alguien que ha intentado suicidarse. 

“La situación es tan grave que el simple hecho de hablar de ello las hace llorar”, afirma Mursalina Amin, fundadora de Girls toward leadership. “Están atrapadas: sin educación, sin movimiento, sin posibilidad de expresarse. Todos esos sueños que construyeron en sus mentes se han desvanecido por completo”.  

El estigma empeora la situación. “Ni siquiera tienen palabras para describir lo que están viviendo”, explica Amin. “Todas las niñas afganas con las que he hablado tienen problemas de salud mental, pero no pueden hablar de ello”.

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Mursalina Amin, fundadora de la organización Girls toward leadership en el Afganistán. Foto: ONU Mujeres/Aileen Orate.
Mursalina Amin, fundadora de la organización Girls toward leadership en el Afganistán. Foto: ONU Mujeres/Aileen Orate.

En Gaza, las mujeres viven atrapadas en el trauma

En Gaza, los incesantes bombardeos, desplazamientos y privaciones han provocado una catástrofe humanitaria. Las mujeres y niñas viven bajo el asedio y la amenaza constante de violencia, por lo que se enfrentan a niveles extremos de miedo, trauma y agotamiento.  

Desde principios de 2024, más de 1,9 millones de personas —casi el 85% de la población de Gaza— se vieron desplazadas por la fuerza. Prácticamente no hay acceso a agua potable, alimentos o electricidad; gran parte de los sistemas sanitarios han sido destruidos y el 90% de la población carece de acceso regular a alimentos. Los sistemas de saneamiento han colapsado y las mujeres y niñas están atrapadas en refugios superpoblados, sin privacidad, servicios básicos ni seguridad.  

En estas condiciones, la angustia psicológica es generalizada. Los datos de ONU Mujeres muestran que el 75% de las mujeres padece depresión de forma habitual, el 62% no puede dormir y el 65% sufre pesadillas y ansiedad. Pero, con un acceso limitado a los cuidados, la mayoría de ellas se ven obligadas a arreglárselas solas.  

“Mi salud mental y psicológica está afectada”, afirma una mujer de Khan Younis de 27 años, embarazada y madre de tres hijos. “A veces voy al baño solamente para llorar y llorar hasta que me siento mejor”.  

Las mujeres no solo se enfrentan a sus propios traumas, sino que también intentan cuidar de sus hijas e hijos. El 77% de las mujeres entrevistadas por ONU Mujeres se encargaban de la alimentación y el cuidado de sus hijas e hijos.  

“No he dado prioridad a mi salud porque soy la principal responsable del cuidado de mi familia, he tenido que asumir los roles de padre y madre a la vez”, añade esta madre de 27 años. 

La salud mental de las mujeres está al límite en Gaza. Las mujeres embarazadas, las madres y las niñas son especialmente vulnerables. La carga emocional de mantener las familias a flote recae en gran medida sobre las mujeres. La guerra contra la salud de las mujeres en Gaza no es únicamente física: es mental, emocional e implacable.

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A woman in Gaza looks through the rubble of her devastated home in February 2025. Photo: UN Women/Suad Al Nawajha
Una mujer de Gaza mira entre los escombros de su casa devastada en febrero de 2025. Foto: ONU Mujeres/Suad Al Nawajha

Aumenta el consumo de antidepresivos en las mujeres desplazadas de Georgia

En Georgia, años de desplazamientos y conflictos han dejado a mujeres y las infancias ante una emergencia de salud mental que no da señales de ceder. 

Alrededor de 200.000 personas siguen desplazadas internamente, y casi el 40% vive en refugios con condiciones de vida deficientes, altos niveles de desempleo y servicios limitados. 

Las consecuencias para la salud mental son graves. De las personas desplazadas internas, el 23% sufre TEPT, el 10% declara padecer depresión y el 9% ansiedad. Sin embargo, solo un tercio de ellas ha tenido acceso a atención sanitaria. Muchas de estas personas no reconocen sus síntomas o se enfrentan a obstáculos como el costo, el estigma o la falta de servicios.  

Un estudio descubrió que el TEPT, la depresión, la ansiedad y las afecciones comórbidas contribuían a aumentos de la discapacidad de hasta el 16% en las mujeres y las infancias afectadas por conflictos.  

“El problema de salud mental es muy serio, sobre todo para las infancias”, señala Elene Rusetskaia, del Women’s Information Center. “Cuando viven en estas zonas, escuchan las voces de los soldados o el ruido de las tiendas de campaña del ejército, y eso las afecta profundamente. Incluso cuando cesan los combates, el apoyo psicológico es casi inexistente”.  

“Observamos cifras muy elevadas de mujeres adictas a los medicamentos, en especial a los antidepresivos, en dos regiones de Georgia”, agrega Elene. “Cuando cotejamos los datos, vimos que son exactamente las zonas en las que viven las personas desplazadas internas y afectadas por conflictos. La correlación es clara. Es un problema enorme”. 

Su organización trabaja para colmar esta laguna, reuniendo a funcionariado, organizaciones no gubernamentales y especialistas del ámbito sanitario para encontrar soluciones prácticas. 

“Estas mujeres no tuvieron la oportunidad de hablar con personas que pudieran ayudarlas”, afirma. “Ahora las reunimos y pueden empezar a recibir ayuda de verdad”.

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Elene Rusetskaia, del Women’s Information Center de Georgia.
Elene Rusetskaia, del Women’s Information Center de Georgia.

Se dispara la violencia doméstica y la depresión en las mujeres ucranianas

En Ucrania, la guerra ha provocado un retroceso para las mujeres en todos los frentes. La violencia de género ha aumentado un 36% desde 2022, las mujeres soportan una mayor carga de trabajo de cuidados no remunerado —hasta 56 horas semanales solo en el cuidado de niñas y niños— y el desempleo se ha disparado. Todo ello está afectando al bienestar de las mujeres. En la actualidad, el 42% corre riesgo de sufrir depresión y el 23% afirma que alguien de su hogar o ella misma necesita asesoramiento. 

Las personas refugiadas desplazadas, que en su mayoría son mujeres, sufren algunos de los peores efectos en la salud mental. Los sistemas de apoyo suelen estar fuera de su alcance, ya que huyen de las zonas rurales o del frente. Una encuesta de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) constató que el 53% de las personas desplazadas internas en Ucrania sufrían depresión. Pero, además, quienes buscan ayuda suelen encontrar poco apoyo disponible.  

“Debido a los bombardeos, mis hijos no podían dormir y todos estábamos agotados”, dice Snejana, una madre procedente de Odessa. “Hasta que llegamos a la frontera, conduje con las ventanillas abiertas para mostrar que llevábamos niños dentro. Solo respiré tranquila una vez que cruzamos”.  

Las mujeres de grupos marginados, incluidas las romaníes, las personas LGBTQI+ y las mujeres con discapacidad, se enfrentan a capas añadidas de trauma y a opciones de apoyo aún más escasas. Los roles tradicionales de género agudizan la presión, ya que las mujeres soportan el peso emocional de mantener a las familias durante la guerra, la inestabilidad y los desplazamientos. 

En 2024, ONU Mujeres proporcionó protección, asistencia jurídica y cuidados psicosociales a más de 180.000 mujeres y niñas en Ucrania a través del Fondo para la Mujer, la Paz y la Acción Humanitaria.

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Kyiv, Ukraine, women and girls spend the night taking shelter at a metro station during the first days of the war, end of February 2022. Photo: UN Women/Serhii Korovainyi
Kyiv, Ucrania, mujeres y niñas pasan la noche refugiadas en una estación de metro durante los primeros días de la guerra, finales de febrero 2022. Foto: ONU Mujeres/Serhii Korovainyi

La salud mental no es un lujo 

La guerra no termina cuando cesan los tiroteos. Sus horrores perduran en las mentes de quienes la han padecido. Para las mujeres y niñas que viven en zonas de conflicto, el apoyo a la salud mental no es un lujo. Es esencial para la recuperación, la dignidad y la supervivencia.  

El cuidado de la salud mental debe ser una parte esencial de toda respuesta humanitaria, desde el asesoramiento para abordar el trauma o los servicios comunitarios hasta los espacios seguros donde las mujeres y niñas puedan empezar a sanar.  

La historia pone de manifiesto que algunos de los mayores avances en los servicios de salud mental suelen producirse después de las emergencias. Todos los países deben invertir en la salud mental. Pero, en situaciones de conflicto, esa responsabilidad se vuelve aún más urgente.  

Las voces de las mujeres que sufren la guerra son claras.  

Están pidiendo ayuda.  

Es hora de escucharlas.