Por qué es fundamental invertir en organizaciones de mujeres en tiempos de crisis: cinco historias de resiliencia

En la actualidad, 614 millones de mujeres y niñas viven en zonas afectadas por conflictos.  Desde Palestina hasta Ucrania, pasando por Haití, el Sudán y el Afganistán, su número aumenta a medida que se intensifican los conflictos geopolíticos, el cambio climático y las crisis sanitarias y alimentarias.

Cuando se produce una crisis, las mujeres y las niñas corren un mayor riesgo de sufrir violencia de género y de perder sus bienes e ingresos.  En contextos frágiles, las mujeres y las niñas tienen una probabilidad casi 8 veces mayor que los hombres de vivir en la pobreza, y en todas las regiones del mundo sufren niveles más altos de inseguridad alimentaria. Sin embargo, las infraestructuras financiera y asistencial siguen fallando a las mujeres, con consecuencias devastadoras. Menos del 1% de la asistencia oficial para el desarrollo (AOD) va destinada directamente a organizaciones de defensa de los derechos de las mujeres. Es urgente poner a disposición de las organizaciones locales de mujeres una financiación fiable, flexible y plurianual.

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Desde que los talibanes prohibieron el trabajo de las mujeres en 2022, muchas organizaciones de mujeres han luchado por seguir apoyando a las mujeres en sus comunidades. Sin embargo, las mujeres afganas no se rinden; continúan luchando sin miedo cada día para vivir la vida que ellas mismas eligen.
Desde que los talibanes prohibieron el trabajo de las mujeres en 2022, muchas organizaciones de mujeres han luchado por seguir apoyando a las mujeres en sus comunidades. Sin embargo, las mujeres afganas no se rinden; continúan luchando sin miedo cada día para vivir la vida que ellas mismas eligen.Créditos de las fotografías: ONU Mujeres/ Sayed Habib Bidell  

Desde los escombros de los países devastados por la guerra hasta los campos de batalla del cambio climático y la crisis económica, las organizaciones de mujeres proporcionan servicios esenciales, esperanza y un salvavidas a sus comunidades. A partir de las palabras de cinco mujeres inspiradoras, descubrirá por qué invertir en las mujeres es el camino hacia un planeta sano, comunidades pacíficas y economías justas.

Reconstruir el movimiento feminista en el Afganistán

“Seguiré siendo fuerte, como mujer, apoyando a otras mujeres afganas”, afirma Mehrgan*. Esta ex profesora y directora de escuela de 37 años de la provincia de Kunduz evalúa las necesidades de las mujeres para desarrollar proyectos empresariales como parte de una organización sin fines de lucro dirigida por mujeres. Las actividades de la organización se vieron considerablemente limitadas por la prohibición de trabajar que impusieron los talibanes a las mujeres en 2022.

“Capacitamos a las mujeres en artesanía como medio para poner en marcha un negocio en sus domicilios, trabajamos en el desarrollo agrícola, con proyectos destinados a ayudar a mujeres analfabetas o que no pueden trabajar, y hacemos lo que podemos para que las mujeres puedan acceder a algún tipo de educación”. 

“Antes de 2022, nuestra organización era muy activa. Impartíamos capacitación a mujeres, centenares de mujeres se beneficiaron de nuestra labor. También creamos una red de ONG locales de mujeres y organizábamos reuniones mensuales en las que compartíamos nuestras experiencias”.

Cuando, en 2022, los talibanes prohibieron a las mujeres trabajar en organizaciones (no gubernamentales), la organización perdió su financiación y pasó de tener una plantilla de 24 personas a tiempo completo a tan solo 8. Con el apoyo que le proporcionó ONU Mujeres a finales de 2023, ha vuelto a poner en marcha algunos proyectos.

“Voy a zonas remotas y recojo historias [de mujeres], tomo nota de sus necesidades, escucho sus problemas, y esto les da esperanza. Me esfuerzo al máximo y eso también me da esperanza a mí”.

Con la capacitación de ONU Mujeres en planificación estratégica y gestión de proyectos, la organización de Mehrgan ha mejorado su plan organizacional, sus presupuestos y sus políticas.

“Acabo de capacitar en este tema a otra organización local de mujeres en Kunduz”, señala Mehrgan, demostrando cómo una pequeña inversión en organizaciones de mujeres puede fortalecer a muchas más.

ONU Mujeres presta apoyo a 86 organizaciones de mujeres en el marco de su programa “Reconstruir el movimiento feminista en el Afganistán”, con contribuciones de los Gobiernos de Suiza, Suecia, Noruega, Bélgica, España y Austria.

* Los nombres, lugares y detalles han sido modificados para proteger la identidad de la protagonista. La mujer que aparece en la foto adjunta no es ella.

 

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Amal Syam, Directora General del Centro de Asuntos de la Mujer. Foto cortesía de Amal Syam.
Amal Syam, Directora General del Centro de Asuntos de la Mujer. Foto cortesía de Amal Syam.

Las organizaciones de mujeres proporcionan un salvavidas a las mujeres en Gaza

En Gaza, más de 2 millones de palestinas y palestinos se enfrentan actualmente a unas condiciones de vida inhumanas. Gaza se ha convertido en una crisis de protección para las mujeres. Desde su estallido, cerca de un millón de mujeres y niñas se han visto desplazadas y dos madres mueren cada hora.   

Sin embargo, las organizaciones dirigidas por mujeres y dedicadas a la defensa de los derechos de la mujer siguen trabajando y proporcionando un salvavidas a las comunidades en las que desarrollan sus actividades. Un análisis de ONU Mujeres muestra que el 83% de las organizaciones de mujeres encuestadas en la Franja de Gaza se encuentran operativas al menos parcialmente; su labor se centra, sobre todo, en la respuesta de emergencia. Sin embargo, tan solo el 0,09% de la financiación del llamamiento urgente de 2023 se ha destinado directamente a organizaciones nacionales o locales de defensa de los derechos de las mujeres.   

“Nuestra sede central está en la ciudad de Gaza, que ha sido [dañada] por los bombardeos militares israelíes. Por motivos de seguridad, no podemos evaluar el alcance total de los daños”, declara Amal Syam, Directora General del Centro de Asuntos de la Mujer. 

Antes de que comenzara el bombardeo militar israelí de Gaza en octubre de 2023, el Centro contaba con una plantilla total de 100 trabajadoras y trabajadores y atendía a más de 170.000 personas al año.

“Para ayudar a la población de Rafah, donde cerca de 1,5 millones de personas buscan seguridad, hemos abierto una nueva oficina en el centro de Rafah”, explica Syam. “Hemos proporcionado ayuda humanitaria a las mujeres, que incluye apoyo psicológico y asesoramiento jurídico, y hemos distribuido asistencia en efectivo y kits de higiene y dignidad”.    

El Centro ayuda a las personas más vulnerables, comparte historias de experiencias de mujeres y documenta el impacto de la guerra y las necesidades urgentes de las mujeres.    

Cientos de mujeres visitan diariamente la oficina de Rafah en busca de ayuda para satisfacer sus necesidades básicas, como alimentos, agua, colchones y productos sanitarios. Sin embargo, Syam manifiesta que la ayuda que pueden ofrecer solamente cubre una parte de las necesidades.   

Syam vive en un aula de una organización no gubernamental que acoge a personas desplazadas. Como muchas otras personas, se ha visto desplazada en múltiples ocasiones y ha sufrido pérdidas personales, pero sigue trabajando cada día. Cuando regresa al refugio, no suele haber suficiente combustible para cocinar. Últimamente ha tenido que quemar libros para utilizarlos como combustible.  

 “Es fundamental apoyar a las organizaciones de mujeres de base en Palestina”, afirma Syam. “Sin un apoyo y una financiación adecuados, estas organizaciones pueden tener dificultades para seguir prestando servicios esenciales”. Las implicaciones de tal déficit de financiación son nefastas en una crisis ya sin precedentes. Podría impedir el acceso a recursos vitales y, sin su labor de promoción, no sería posible escuchar las voces de muchas mujeres en Gaza.

Syam también hace hincapié en la necesidad de un alto el fuego humanitario inmediato en Gaza y en el suministro de ayuda humanitaria, añadiendo que “es imperativo reforzar el papel de las instituciones de la sociedad civil, especialmente de las organizaciones de mujeres que llevan trabajando desde el comienzo de la guerra, y mejorar la colaboración y la coordinación con los organismos internacionales y de las Naciones Unidas para garantizar que las cuestiones de género se abordan plenamente en todas las intervenciones humanitarias”.

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La empresaria Thiri Aung con el cultivador y productor de té U Ba Si en la granja de té Misty Valley Village, en la montaña Pindaya, en el estado de Shan (Myanmar).
La empresaria Thiri Aung con el cultivador y productor de té U Ba Si en la granja de té Misty Valley Village, en la montaña Pindaya, en el estado de Shan (Myanmar). Foto: cortesía de Valentia

Mujeres que apoyan a otras mujeres en medio de la crisis económica de Myanmar

Thiri Aung sabe lo que es crecer en una economía inestable.

“Tenía unos 11 años y recuerdo que mi madre llevaba dos cajas de galletas llenas de billetes de 45 y 90 kyats. Lloraba porque ya no podíamos utilizar el dinero que teníamos, que tenía la familia”, recuerda. Myanmar había retirado repentinamente dos billetes de la circulación.

Tres años después del golpe militar del 1 de febrero de 2021, Myanmar sufre una crisis económica, política y humanitaria que afecta a todos los aspectos de la vida del país. La economía se ha contraído alrededor de un 10% desde 2019 y la tasa de pobreza se sitúa en niveles que no se veían desde hace 15 años.  Las familias atraviesan graves dificultades económicas y las mujeres son las más afectadas. 

Thiri Aung, una empresaria afincada en Yangon y fundadora de la red de apoyo a las mujeres empresarias, Women Transforming Myanmar (WTM), se ha asociado con ONU Mujeres para crear medios de vida sostenibles. Ha diseñado el programa Liderazgo Feminista Transformador, que potencia las capacidades empresariales y la confianza de las mujeres.

Desde la puesta en marcha del programa en septiembre de 2023, más de 520 mujeres han accedido ya al apoyo en persona y a través del portal de aprendizaje electrónico del PNUD en Myanmar lanzado recientemente.

“Nuestro objetivo es capacitar a las empresarias y a las directivas de microempresas y pequeñas y medianas empresas para que lideren el cambio social y creen empresas más equitativas e integradoras”, declara Thiri Aung. 

Para muchas de estas mujeres, es la primera vez que reciben capacitación en materia de liderazgo o que aprenden sobre igualdad de género. “Muchas mujeres se han sincerado y han explicado que sus voces no eran escuchadas en sus pueblos y comunidades por el mero hecho de ser mujeres”, añade. “Se sienten seguras compartiendo estas experiencias y se apoyan mutuamente”.  

Esto fue lo que inspiró a Aung a crear WTM. “Quería ayudar a las mujeres no solo a poner en marcha sus negocios, sino a mantenerlos a largo plazo, para que luego pudieran crear oportunidades de empleo para otras mujeres”, afirma.

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Halyna Skipálska, directora de la Fundación Ucraniana para la Salud Pública, una organización local de la sociedad civil apoyada por el Fondo para la Mujer, la Paz y la Acción Humanitaria de las Naciones Unidas y ONU Mujeres en Ucrania, presta servicios de asesoramiento a un grupo de mujeres desplazadas en uno de los centros de transición que gestiona la citada fundación en Kiev, Uzhhorod y Lviv. Foto: cortesía de Halyna Skipálska.
Halyna Skipálska, directora de la Fundación Ucraniana para la Salud Pública, una organización local de la sociedad civil apoyada por el Fondo para la Mujer, la Paz y la Acción Humanitaria de las Naciones Unidas y ONU Mujeres en Ucrania, presta servicios de asesoramiento a un grupo de mujeres desplazadas en uno de los centros de transición que gestiona la citada fundación en Kiev, Uzhhorod y Lviv. Foto: cortesía de Halyna Skipálska.

Organizaciones de mujeres en primera línea de la guerra en Ucrania

 

Durante decenios, Halyna Skipálska ha trabajado en pos de un ambicioso objetivo: hacer de Ucrania un país mejor, “donde cada mujer sea consciente de sus derechos y pueda perseguir sus metas; una Ucrania donde las mujeres vivan sanas y felices”. 

Skipálska es Directora Ejecutiva de la Fundación Ucraniana para la Salud Pública, una organización nacional dirigida por mujeres que cuenta con el apoyo del Fondo para la Mujer, la Paz y la Acción Humanitaria de las Naciones Unidas. La organización ayuda a las mujeres, incluidas las embarazadas, las madres solas y las familias encabezadas por mujeres a acceder a servicios sociales y sanitarios de calidad. 

Desde febrero de 2022, cuando Rusia inició su invasión de Ucrania a gran escala, Skipálska y sus colegas se convirtieron en el “equipo de respuesta inicial”, proporcionando suministros esenciales, servicios de salud y apoyo psicosocial a las personas desplazadas internas de toda Ucrania.

“En cuestión de días, pasamos de ser una organización de desarrollo a realizar labores humanitarias en el frente”, declaró Skipálska en una entrevista reciente con el Fondo para la Mujer, la Paz y la Acción Humanitaria de las Naciones Unidas. 

Dos años después del estallido de la guerra, millones de personas siguen desplazadas en Ucrania y el 80% de los casi 6 millones de personas refugiadas y solicitantes de asilo son mujeres, niñas y niños. 

Ante la avalancha de informes sobre violencia sexual relacionada con el conflicto y graves violaciones de los derechos de las mujeres, la organización de Skipálska se asoció con el Fondo para la Mujer, la Paz y la Acción Humanitaria de las Naciones Unidas y con ONU Mujeres Ucrania para crear una plataforma virtual, SafeWomen Hub, con el fin de concienciar y prestar servicios de apoyo en salud mental a mujeres y niñas desplazadas, supervivientes de violencia sexual y de género y víctimas de la trata de seres humanos. Asimismo, el Centro ayudó a las organizaciones locales de mujeres a adaptarse a la evolución de la crisis y a mejorar su capacidad para identificar y atender a las supervivientes de la violencia. 

En los dos últimos años, más de 13.000 mujeres y niñas han recibido ayuda a través de la plataforma, que opera a través de los medios sociales (principalmente Facebook, Instagram y Telegram) y a la que se puede acceder fácilmente con un teléfono inteligente o una tableta. Un total de ocho equipos móviles de atención en situaciones de crisis ofrecen apoyo a familias y niñas y niños en situación de desplazamiento interno y prestan servicios de respuesta de emergencia, así como asesoramiento psicológico y jurídico, entre otros. También ayudan a distribuir kits humanitarios y artículos de primera necesidad a las personas desplazadas. 

“Si algo ha demostrado la guerra de Ucrania es que las organizaciones de la sociedad civil son más rápidas, más flexibles, están mejor equipadas y son más eficientes que otros agentes nacionales e internacionales cuando se trata de cerrar brechas y atender necesidades urgentes, sobre todo en los primeros meses de la guerra”, afirmó Skipálska. 

Es una firme defensora de la necesidad de reconocer la labor de las organizaciones locales de mujeres y de financiarlas, con el objetivo de ampliar el impacto de la acción humanitaria sobre el terreno: “Apoyando a las organizaciones de base, empoderamos a las comunidades locales y contribuimos a una sociedad más justa y equitativa”.

*Nota: algunos fragmentos de esta entrevista se han extraído de un artículo publicado por el Fondo para la Mujer, la Paz y la Acción Humanitaria de las Naciones Unidas.

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Mayerling Cordero llegó a Colombia hace cinco años procedente de Venezuela. En la actualidad lidera iniciativas destinadas a empoderar a otras mujeres migrantes y a promover su seguridad y bienestar en el municipio colombiano de Soledad.
Mayerling Cordero llegó a Colombia hace cinco años procedente de Venezuela. En la actualidad lidera iniciativas destinadas a empoderar a otras mujeres migrantes y a promover su seguridad y bienestar en el municipio colombiano de Soledad. Crédito: ONU Mujeres/Tico Angulo

Hacer que se escuchen las voces de las mujeres migrantes en Colombia

Más de 7 millones de personas han abandonado Venezuela desde 2014 como consecuencia de la crisis política, socioeconómica y humanitaria que vive el país. La gran mayoría de ellas son acogidas por países vecinos, entre ellos Colombia, donde casi 3 millones de venezolanas y venezolanos buscan oportunidades.

Sus viajes fueron difíciles: muchas personas salieron de Venezuela sin sus familias ni sus pertenencias, incluida la documentación que les permitiría cruzar las fronteras con seguridad. Las mujeres y niñas venezolanas corrían un mayor riesgo de sufrir violencia sexual y de ser víctimas de la trata de personas. Cuando llegaban a un país de acogida, a menudo experimentaban xenofobia y discriminación.

“Inmigrar ha sido lo más difícil para mí. No todo el mundo puede adaptarse a otro lugar”, afirma Mayerling Cordero, que llegó a Colombia hace cinco años.

“La forma en que los hombres se dirigían a mí, por ser mujer y venezolana, era muy hiriente”.

En 2020, Cordero se unió a los diálogos comunitarios apoyados por ONU Mujeres. En ellos, aprendió a reconocer y apoyar a las mujeres migrantes y refugiadas que sufren violencia. Empezó a organizar reuniones en el salón de su casa, ofreciéndoles un espacio seguro para reunirse y expresarse. Compartió con ellas lo que había aprendido sobre violencia de género, normas y procedimientos de inmigración y cómo acceder a los servicios de salud y educativos.

Dos años más tarde, Cordero puso en marcha una organización local, “Machis Entrelazadas”, con el objetivo de promover la seguridad, la salud mental y el autocuidado de las mujeres. 

A través del programa “Más allá de las banderas somos mujeres”, ONU Mujeres y la Oficina de Población, Refugiados y Migración de los Estados Unidos han apoyado el trabajo de 24 organizaciones comunitarias, como “Machis Entrelazadas”, en la costa caribeña de Colombia y en la frontera meridional, en el departamento de Nariño.

Para Mayerling Cordero y otras organizaciones lideradas por mujeres migrantes, este apoyo es crucial: “Es muy importante que se siga fortaleciendo el liderazgo y la participación de los grupos de mujeres, porque les permite tener una voz más clara para informar a las instituciones del Estado de los problemas a los que se enfrentan las mujeres migrantes”.

Nota: determinados fragmentos de esta entrevista se han extraído de un artículo publicado por ONU Mujeres LAC. Más información aquí.