En Uganda, el liderazgo de las mujeres refugiadas impulsa la acción humanitaria inclusiva

El 19 de agosto es el Día Mundial de la Asistencia Humanitaria, una oportunidad para rendir homenaje a la comunidad humanitaria y al trabajo que esta realiza cada día para salvar vidas. El tema de este año, “Se necesita un pueblo”, reconoce la importancia de la acción colectiva en la provisión de asistencia humanitaria: profesionales y personas voluntarias, pero también las propias personas afectadas por las crisis.

Cuando se produce una crisis, las mujeres y las niñas sufren desproporcionadamente sus consecuencias. Sin embargo, su baja participación en la planificación de la respuesta humanitaria y la toma de decisiones reduce la posibilidad de que se escuchen sus voces y de que se atiendan plenamente sus necesidades. El empoderamiento de las mujeres para que asuman un papel de liderazgo en entornos de crisis puede ayudar a impulsar una acción humanitaria más robusta y que responda mejor a las necesidades de todas las personas.

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Mujeres del asentamiento para personas refugiadas de Bidibidi celebran una victoria en las elecciones del Comité de Bienestar de Personas Refugiadas celebradas en febrero de 2022. Fotografía: ONU Mujeres/Athanasius Oguti
Mujeres del asentamiento para personas refugiadas de Bidibidi celebran una victoria en las elecciones del Comité de Bienestar de Personas Refugiadas celebradas en febrero de 2022. Fotografía: ONU Mujeres/Athanasius Oguti

En los últimos años, los asentamientos para personas refugiadas en dos distritos de Uganda han ofrecido una demostración real de esta tendencia.

Pese a que las mujeres y las niñas y niños representan el 81 % de los cerca de 1,53 millones de personas refugiadas en Uganda, las mujeres han estado históricamente ausentes en el liderazgo de estos asentamientos. Obstáculos culturales, unidos a un limitado conocimiento de los derechos y el acceso a la educación, impedían a las mujeres participar en los procesos de adopción de decisiones. 

En 2018, ONU Mujeres comenzó a ofrecer cursos de capacitación para las mujeres y la juventud de los distritos de Adjumani y Yumbe, que albergan el 30,1 % de la población total de personas refugiadas en Uganda. Estos cursos incluían formación en alfabetización, cálculo, derechos de las mujeres, desarrollo de aptitudes de liderazgo y educación para la vida, así como la adquisición de competencias para hablar en público, debatir y realizar presentaciones por la radio. Los resultados fueron sorprendentes.

“Antes de participar en el curso de liderazgo, era una persona muy tímida. Me daba miedo hablar”, dice Joy Aiba, refugiada procedente de Sudán del Sur que vive en el asentamiento para personas refugiadas de Bidibidi, en el distrito de Yumbe. Ahora se siente empoderada para hacer oír su voz en la dirección del asentamiento.

Los asentamientos para personas refugiadas en Uganda están gobernados por Comités de Bienestar de las Personas Refugiadas; los miembros de estos comités son elegidos directamente por la comunidad de personas refugiadas bajo la supervisión de la Oficina del Primer Ministro (OPM). Las elecciones a estos órganos se celebran cada dos años. Si bien las directrices que los regulan prevén una representación del 30 % de mujeres, estas no se presentaban a las elecciones ni asumían puestos de liderazgo.

Esta situación cambió tras la impartición de los cursos. “Las aptitudes de liderazgo me han permitido defender los intereses de las mujeres en las reuniones”, afirma Aiba. “En este momento soy la presidenta del Comité de Bienestar de Personas Refugiadas de mi aldea en la Zona I. Ahora, la mayoría de las personas que lideran la Zona I y la Zona II son mujeres”.

La experiencia de Aiba encuentra eco en otras participantes en la capacitación en materia de liderazgo. “A raíz de participar en la capacitación, nos dimos cuenta de que las mujeres refugiadas tenemos derecho a impugnar cualquier puesto en el Comité de Bienestar de Personas Refugiadas”, dice Rose Aliyah, refugiada de Sudán del Sur que vive en el asentamiento de Pagirinya, en el distrito de Adjumani. “Eso me alentó a impugnar al presidente del Comité de la Zona I en mi aldea. Mi victoria animó a otras mujeres a presentar su candidatura para ejercer puestos de liderazgo”.

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Mujeres refugiadas adquieren aptitudes de comunicación participativa utilizando el vídeo. Fotografía: ONU Mujeres
Mujeres refugiadas adquieren aptitudes de comunicación participativa utilizando el vídeo. Fotografía: ONU Mujeres

Y en muchos casos ganaron. En los distritos de Yumbe y Adjumani, la representación de mujeres en los Comités de Bienestar de Personas Refugiadas ha aumentado del 10 % en 2017 al 48 % y el 54 % en 2022, respectivamente, de acuerdo con los datos de la OPM.

Lily Anek Okumu, refugiada que vive en el asentamiento de Pagirinya, en el distrito de Adjumani, rompió las barreras cuando compitió con otros cuatro candidatos de sexo masculino por el más alto cargo en la dirección de administración y gestión de personas refugiadas. “Competir por este cargo me hizo sentir que represento a muchas mujeres que temen expresar sus voces”, dice Anek. “La mayoría de las mujeres desconocen que tienen derecho a desempeñar puestos de liderazgo y a tomar decisiones”. Pese a que quedó tercera, la candidatura de Anek ayudó a empoderar a otras mujeres del asentamiento de Pagirinya para participar activamente en el liderazgo en todos los frentes.

“Gracias al apoyo de ONU Mujeres, las mujeres han emergido como las mejores candidatas en las elecciones de este año al Comité de Bienestar de Personas Refugiadas”, declara Draleru Josephine, Oficial de Servicios Comunitarios del Servicio para Personas Refugiadas de Adjumani. “Con el apoyo de ONU Mujeres se llevaron a cabo campañas a gran escala e iniciativas de educación cívica, que aumentaron la concienciación sobre los derechos, roles y responsabilidades de las mujeres”. En las elecciones de 2022 compitieron más mujeres por los cargos de los Comités de Bienestar de Personas Refugiadas, más allá de los puestos de vicepresidencia y secretaría, dos cargos habitualmente reservados para mujeres.

El acceso de las mujeres a los servicios ha mejorado con el mayor número de mujeres que asumen funciones de liderazgo en los asentamientos. Estas han conseguido trabajar juntas en el seno de sus comunidades para identificar los problemas que limitan su acceso a los servicios, y plantear dichos problemas a las autoridades pertinentes para su seguimiento. Las mujeres han asumido funciones de liderazgo como traductoras, intérpretes judiciales o animadoras y mediadoras comunitarias; participan en los comités de progenitores y docentes, en los comités de distribución de alimentos, en los comités sanitarios de aldea y en los comités de gestión del agua.

Desde ahora y hasta 2025, ONU Mujeres aspira a ampliar los cursos de capacitación en materia de liderazgo a otros dos distritos –Terego y Kyegegwa– con el objetivo de desarrollar la capacidad de liderazgo de 2.000 mujeres. Además, se llevará a cabo un programa de mentoría que beneficiará a 340 mujeres líderes a escala subnacional y local.

A medida que las crisis humanitarias continúen poniendo a prueba nuestras capacidades colectivas de protegernos y cuidarnos mutuamente, el liderazgo de las mujeres será crucial para nuestro éxito. Las mujeres refugiadas son impulsoras clave de una acción humanitaria eficaz e inclusiva, y nos compete a todas y todos garantizar que cuenten con los recursos y el apoyo que necesitan.