Las mujeres refugiadas procedentes de Ucrania soportan el trauma de la guerra y el dolor de la separación

Publicado originalmente en el sitio web regional de ONU Mujeres para Europa y Asia Central

El 24 de febrero, Natalia, Irina y Cristina, tres amigas y madres de Odesa (Ucrania) se despertaron con el ruido de las sirenas antiaéreas y las explosiones. Acababa de comenzar la ofensiva militar rusa.

Las mujeres refugiadas procedentes de Ucrania soportan el trauma de la guerra y el dolor de la separación

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Natalia y su hija, Elena, tras huir de la ofensiva militar en Ucrania. Fotografía: ONU Mujeres/Nadejda Roscovanu.
Natalia y su hija, Elena, tras huir de la ofensiva militar en Ucrania. Fotografía: ONU Mujeres/Nadejda Roscovanu.

“El estrés, el peligro y los embotellamientos de tráfico, especialmente cuando nos acercábamos a unidades militares... Era increíble ver sacos llenos de arena en los puestos fronterizos. Y tanques. Estaba tan asustada que no me acuerdo en absoluto de todo el trayecto a Moldova”, dice Cristina, de 41 años, que huyó de Ucrania con sus dos hijas de 18 y 3 años. “Después de cruzar la frontera, el personal voluntario nos ayudó proporcionándonos comida y transporte. Estamos muy agradecidas a la ciudadanía de Moldova”, afirma Cristina.

Natalia cumplió 40 años a principios de marzo, pero no hubo tiempo para celebraciones. En Odesa trabajaba como administrativa en una clínica privada. Amaba su trabajo y a sus pacientes. “Estaba genial. Ahora estamos empezando a valorar esto aún más. Es muy difícil dejar una ciudad ucraniana tan hermosa y rica, renunciar a todo. Nací y me crié en Odesa. No entiendo por qué atacaron mi ciudad. Echo de menos mi casa, a mi esposo, a mi madre. Lo único que quiero es que termine esta pesadilla para poder volver a mi hogar”, lamenta Natalia.

Cuando comenzó la ofensiva militar, Irina, de 24 años, utilizó el sótano de su vecino como refugio con sus hijos, de 4 y 6 años. Se veían obligados a correr al refugio cada 30 minutos, cada vez que escuchaban las sirenas antiaéreas.

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Irina, con su hijo Makar, en Moldova, después de huir de la ofensiva militar en Ucrania. Buena parte de la familia de Irina permanece en Odesa (Ucrania). Fotografía: ONU Mujeres/Nadejda Roscovanu.
Irina, con su hijo Makar, en Moldova, después de huir de la ofensiva militar en Ucrania. Buena parte de la familia de Irina permanece en Odesa (Ucrania). Fotografía: ONU Mujeres/Nadejda Roscovanu.

“Odesa estaba relativamente tranquila, pero aun así la situación era difícil. Lo único que podíamos hacer era hablar y escuchar las explosiones. Envolvíamos a nuestros hijos e hijas en mantas y el pánico se apoderaba de nosotras y nosotros cuando corríamos a refugiarnos en los sótanos. La noche del 27 de febrero, decidimos marcharnos cuando leímos en las noticias que habían llegado barcos militares a las orillas de Odesa”, recuerda Irina. 

Tomaron la decisión de abandonar Ucrania por la seguridad de sus hijas e hijos. Les resultaba muy difícil explicarles por qué tenían que dormir en el sótano y qué era lo que causaba aquellas aterradoras explosiones que escuchaban por primera vez en sus vidas. 

Natalia huyó con sus dos hijas, de 17 y 4 años. Su madre y su esposo se quedaron. Todos los días teme por su seguridad. “Quiero estar con mi esposo. Cuando nos despedimos, nos dimos un abrazo y no sé si volveré a verle. Es muy duro”, dice Natalia. 

Toda la familia de Irina se quedó en Odesa, incluidos sus hermanos. “Mantengo el contacto con ellos, hablamos todos los días, pero me preocupo cuando no responden al teléfono y temo lo peor”, afirma Irina. 

Emprendieron el viaje con lo mínimo, sólo se llevaron lo más necesario. “Tenemos muy poca ropa para las niñas y para nosotros. Vine con mis zapatillas de deporte y aquí está nevando”, dice Cristina.

Lo primero que hacen todas las mañanas es enviar mensajes a sus seres queridos para saber dónde están y si se encuentran seguros. Por las noches no pueden descansar porque su sueño se ve frecuentemente interrumpido para leer las noticias.

“No es normal llevar esta vida, somos personas pacíficas. Sólo había oído hablar sobre la guerra a mis abuelos. Estamos en el siglo XXI. Estábamos desarrollándonos, estudiábamos. Y ahora estamos huyendo”, dice Natalia.

En el Día Internacional de la Mujer, Natalia, Cristina e Irina desean que llegue la paz para poder regresar a su país. Saben que nada será igual, pero a pesar de las tribulaciones, instan a todas las mujeres afectadas por la guerra en Ucrania a ser valientes y a seguir resistiendo. 

Desde que comenzó la ofensiva militar en Ucrania, más de 1,5 millones de personas, en su mayoría mujeres, niñas y niños, han huido a países vecinos. La República de Moldova ha proporcionado un refugio seguro a más de 240.000 personas refugiadas, una cifra que aumenta cada día. 

ONU Mujeres está llevando a cabo una evaluación de género de las necesidades humanitarias en Moldova junto con la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y diversos socios locales. El objetivo es garantizar que los datos y pruebas de género (así como las voces de las mujeres) se tengan en cuenta y formen parte de la respuesta humanitaria, con el fin de prestar la mejor asistencia posible a las mujeres y las niñas.