Erradicar la mutilación genital femenina en la Uganda rural

Priscilla Nangiro, sobreviviente y antigua practicante de la mutilación genital femenina y actual defensora de la eliminación de esta práctica en su comunidad, se encuentra entre las y los 60 activistas comunitarias/os que trabajan en un programa de ONU Mujeres apoyado por la Iniciativa Spotlight de la UE y las Naciones Unidas.

Erradicar la mutilación genital femenina en la Uganda rural

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Priscilla Nanagiro explica su experiencia sobre la mutilación genital femenina en Amudat. Fotografía: Communication for Development Foundation Uganda (CDFU) /B. Ssewankambo
Priscilla Nanagiro explica su experiencia sobre la mutilación genital femenina en Amudat. Fotografía: Communication for Development Foundation Uganda (CDFU) /B. Ssewankambo.

Priscilla Nangiro tenía solamente 13 años cuando se sometió a la mutilación genital femenina. Se prestó al proceso voluntariamente, creyendo que era una iniciación a la edad adulta.

 “Estuve sangrando todo el día y mi madre y mi padre estaban preocupados; había otras muchachas que también estaban preocupadas, ya que me veían sangrando demasiado y las cosas no iban bien. Algunas de ellas temían la mutilación genital femenina al ver mi hemorragia, pero sus padres las obligaron a hacerlo”, recuerda Nangiro.

Aunque fue un proceso doloroso, Nangiro sobrevivió, y años más tarde siguió practicando la mutilación genital femenina en otras niñas de su aldea, en el condado de Amudat, Uganda. Esto le proporcionaba ingresos suplementarios para apoyar a su familia.

Cerca del 95 % de las niñas y mujeres de su comunidad pokot han sido sometidas a la mutilación genital femenina, una práctica nociva que implica la extirpación o lesión de órganos genitales femeninos externos por razones no médicas. Se trata de una violación de los derechos humanos de las mujeres que puede tener consecuencias devastadoras para la salud, como hemorragias, infecciones, dolor crónico, complicaciones del parto y, en casos graves, la muerte.

Pese a que una ley de 2010 ilegalizó la mutilación genital femenina en Uganda, la práctica sigue llevándose a cabo en la clandestinidad porque la comunidad todavía cree que es un rito de paso necesario para las niñas pequeñas. Ahora, la mutilación genital femenina a menudo se realiza apresuradamente, en condiciones inseguras e insalubres, aumentando así los riesgos para la salud. Las niñas viajan en grupos pequeños a una zona remota donde se les practica la ablación y, en ocasiones, necesitan ser tratadas posteriormente en los centros de salud.

Gracias al apoyo de la Iniciativa Spotlight, ONU Mujeres está trabajando con la ONG Communication for Development Foundation Uganda (CDFU) para poner fin a la práctica de la mutilación genital femenina en las comunidades rurales de Uganda. El programa utiliza una metodología llamada “SASA!”, un modelo integral que ha tenido mucho éxito en el cambio de normas sociales nocivas a través de la participación comunitaria en todo el mundo, y sobre todo en África.

“ONU Mujeres y sus socios han utilizado el modelo SASA! para cambiar la mentalidad de los miembros de la comunidad. El programa utiliza medios de comunicación, mensajes y diálogos comunitarios para abordar la raíz del problema y la dinámica social que permite que la mutilación genital femenina persista. También está dirigido a personas ancianas de la comunidad que son guardianes de las tradiciones y normas sociales”, explica Evelyn Letiyo, especialista en programas de ONU Mujeres en Uganda.

Cuando Priscilla Nangiro tuvo conocimiento de este programa y asistió a una sesión de capacitación, se enteró de las consecuencias de la mutilación genital femenina en las niñas y las mujeres y fue consciente por primera vez de las implicaciones de esta práctica. Decidió dejar de realizar la mutilación genital femenina y se centró en su negocio, vendiendo ropa y accesorios indígenas del pueblo pokot.

“He aprendido mucho con las enseñanzas sobre los peligros de prácticas culturales nocivas como la mutilación genital femenina. Ahora, a diferencia de antes, me siento motivada”, afirma Nangiro, que se ha comprometido a erradicar la mutilación genital femenina de su comunidad.

“‘SASA! Together’ hace que las comunidades examinen los desequilibrios de poder —entre hombres y mujeres en sus propias vidas y en el seno de sus comunidades— que sustentan la violencia de género, incluida la mutilación genital femenina”, explica Anne Gamurorwa, Directora Ejecutiva de CDFU. “En el marco de este programa, la CDFU ha capacitado a un equipo de 60 activistas comunitarias/os en Uganda, con quienes trabaja actualmente (33 hombres y 27 mujeres). Las y los activistas de la comunidad llevan a cabo diálogos grupales y entrevistas individuales con miembros de la comunidad para cambiar sus actitudes”.

Nangiro es una de las activistas comunitarias y se enorgullece de su nueva trayectoria. Su papel como activista comunitaria capacitada por la CDFU y actriz de arte dramático la ha convertido en una figura popular en su comunidad y ha ayudado a hacer crecer su negocio. “Hoy soy una agente del cambio y defiendo poner fin a algo que solamente puedo describir como una experiencia dolorosa y deshumanizadora. Todo el mundo se sorprendió cuando comencé abiertamente a hablar con miembros de la comunidad y a pedir el fin de la mutilación genital femenina; pensaron que era una broma, hasta que movilicé a miembros de la comunidad y pusimos en marcha un grupo de arte dramático para educar a nuestra gente sobre los peligros de la mutilación genital femenina”, afirma.

“Creo que queda más trabajo por hacer, pero vamos por buen camino. Estamos involucrando a jóvenes, personas ancianas de la comunidad y líderes religiosas/os y trabajando con madres y padres para que entiendan los peligros de la mutilación genital femenina”, explica Nangiro.

Cuando se le pregunta sobre cuál es la mejor solución, Nangiro está convencida de que garantizar la educación de las niñas es la mejor manera de acabar con la mutilación genital femenina de una vez por todas.