En palabras de Najiba*: “Las mujeres deben apoyarse entre sí”

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Illustration depicting Afghan women reading. Illustrator: Anina Takeff.

Najiba*, de 45 años, es madre, exprofesora universitaria y terapeuta que ayuda a las mujeres de Afganistán a recuperarse después del trauma. A pesar de las amenazas y las restricciones impuestas sobre su libertad para moverse, continúa haciendo posible que las mujeres aprendan y se recuperen.  

En palabras de Najiba*: “Las mujeres deben apoyarse entre sí”

He ayudado a mujeres sobrevivientes de violencia a recobrar fuerzas y resiliencia durante los últimos 20 años. Cada vez que asistí a una mujer, me sentí victoriosa. Siempre quise hacer más cosas y ayudar aún a más mujeres.  

Ahora, siento que todos los días hay nuevas barreras en mi camino, cada día más fuertes que el anterior. El número de mujeres y niñas jóvenes que necesitan terapia está aumentando. 

Cada día, las familias deben luchar más y más para llevar comida a la mesa y literalmente no hay trabajo, lo que hace que aumente la violencia en el hogar. Las mujeres que eran el único sustento de la familia han perdido sus empleos, lo que repercute en su salud mental. Las escuelas están cerradas para las niñas, quienes sienten que les han robado la esperanza. Además, se está volviendo más difícil hacer que los hombres de la comunidad se involucren en la protección de las mujeres frente a prácticas y normas sociales dañinas.  

Todo eso ha hecho que las familias recurran a formas dañinas de hacer frente a las dificultades diarias. Entre ellas, los matrimonios precoces y los matrimonios forzados, ahora frecuentes.  

Hace más de 20 años que trabajo en este ámbito. Las familias de mi provincia me conocen. Las mujeres se sienten a salvo de compartir conmigo más que la necesidad de salud mental. Todos los días escucho cuando me cuentan sobre los sueños que tenían, en los que trabajaban o querían hacerlo, en los que querían ir a la escuela. Están entusiasmadas por aprender y piden más espacios para mujeres en los que puedan ser libres, aprender y compartir sus experiencias.  

Por las mañanas, cuando voy al trabajo, me digo a mí misma que soy más que una terapeuta. Soy una sanadora de las mujeres con las que trabajo, de mi comunidad. Estoy ayudando a las mujeres a superar el trauma, pero aún más importante, las estoy ayudando a encontrar la esperanza que perdieron y a hacer nuevos y mejores planes. Todos los días, ayudo a las mujeres a inscribirse en capacitaciones de alfabetización y formación profesional para que puedan seguir aprendiendo.  

Mi trabajo me enseñó que las mujeres necesitan apoyarse entre sí para recuperarse. Debemos seguir ayudando a las mujeres y niñas que nos rodean a seguir aprendiendo: es la única forma de sanar, estar saludables y tener esperanza a medida que continúan su recorrido por este camino irregular. El poder de iluminar los días grises está en cada una de nosotras.

* En este artículo, se modificaron los nombres, las ubicaciones y el trascurso de los hechos para garantizar la seguridad de la mujer afgana defensora de los derechos humanos que se presenta.