Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer 2012

The UN System: Working Together to Empower Rural WomenLa 56ª sesión de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la mujer(CSW56) reúne en Nueva York a funcionarios de gobierno, mujeres rurales, representantes de las Naciones Unidas y de la sociedad civil, los medios y el sector privado. Todos convergerán en la sede de las Naciones Unidas para evaluar los progresos, compartir experiencias y buenas prácticas, analizar las brechas y los retos, y acordar acciones prioritarias para acelerar la implementación de la Plataforma para la Acción de Beijing y alcanzar la igualdad de género.

La Comisión se centrará en el empoderamiento de las mujeres rurales y su papel en la erradicación de la pobreza y el hambre, en el desarrollo y en los retos actuales

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Por qué es tan importante este tema?

Las mujeres rurales constituyen una cuarta parte de la población del mundo. Son líderes, responsables de la toma de decisiones, productoras, trabajadoras, empresarias y proveedoras de servicios. Sus contribuciones son vitales para el bienestar de las familias y de las comunidades, y de las economías locales y nacionales.

Sin embargo, los derechos, contribuciones y prioridades de las mujeres rurales han sido en gran parte ignorados. Las mujeres rurales además han sufrido mucho a causa de la crisis económica y financiera, la volatilidad en los precios de alimentos y la agricultura dirigida a la exportación. Ellas necesitan participar plenamente en los esfuerzos para generar una respuesta ante estas crisis que están relacionadas entre sí, así como en la toma de decisiones a todos los niveles.

Dar rienda suelta al potencial de las mujeres rurales será una importante contribución a la erradicación de la pobreza y el hambre, y a acelerar el logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), así como para alcanzar un desarrollo sostenible.

El momento de actuar es ahora

Las mujeres rurales son agentes esenciales del cambio. Su liderazgo y participación son necesarios para generar las respuestas a los retos para el desarrollo y a las crisis recientes.

Las mujeres son fundamentales para el desarrollo de las zonas rurales: representan una gran proporción de la mano de obra agrícola, producen la mayoría de los alimentos que se cosechan, especialmente en la agricultura de subsistencia, y llevan a cabo la mayor parte del trabajo de cuidado no remunerado en las áreas rurales. Es esencial que sus contribuciones sean reconocidas y que sus voces sean oídas en los procesos de toma de decisiones a todos los niveles del gobierno y al interior de las organizaciones rurales.

Los enfoques participativos, las consultas con las partes interesadas y el apoyo a las organizaciones rurales y de mujeres pueden ayudar a garantizar que las prioridades de las mujeres rurales se vean reflejadas en las políticas macroeconómicas, en el desarrollo rural y en los programas agrícolas. Medidas especiales temporales como cuotas y metas pueden, a menudo, aumentar rápidamente la cantidad de mujeres rurales en los gobiernos nacionales y locales y ayudar a crear capacidades para su participación eficaz en los procesos relevantes. Un estudio reciente realizado en 17 países de la región de Asia y el Pacífico mostró que la proporción de mujeres entre los representantes electos en los consejos rurales variaba entre 0,6 y 37 por ciento. Los países con el número más alto de mujeres en dichos consejos eran, por lo general, los que habían implementado medidas de acción afirmativa como las cuotas. Sin embargo, el porcentaje de mujeres elegidas a los puestos de directoras o presidentas de esos consejos rurales se encontraba consistentemente por debajo del 10 por ciento [1]. Por lo tanto es necesario tomar medidas audaces para garantizar que las mujeres rurales alcancen posiciones de liderazgo en las instituciones de gobernanza rural.

El empoderamiento económico de las mujeres rurales es fundamental. Si las mujeres rurales tuviesen un acceso equitativo a los recursos productivos, los rendimientos agrícolas aumentarían y habría entre 100 y 150 millones menos de personas con hambre.

Las mujeres tienen igualdad de derechos a la propiedad en 115 países e igualdad de derechos a la herencia en 93 países. Sin embargo, se encuentran disparidades de género en la tenencia de la tierra en todas las regiones, lo que demuestra importantes brechas a la hora de implementar las leyes pertinentes. Las mujeres rurales también tienen un acceso restringido a otros recursos productivos como los insumos agrícolas, los servicios de extensión y la tecnología, lo que a su vez limita el rendimiento agrícola. Sólo el 5 por ciento de los servicios de extensión agrícola son ofrecidos a mujeres agricultoras. En África subsahariana, las mujeres son titulares de menos del 10 por ciento de los créditos disponibles para los pequeños agricultores. Estas desventajas tienen impactos perjudiciales no sólo para las mujeres, sino también para las familias y las comunidades en las áreas rurales.

Las mujeres rurales enfrentan mayores dificultades que los hombres para tener acceso a los servicios públicos, la protección social, las oportunidades de empleo y los mercados e instituciones locales y nacionales a causa de las normas culturales, de las inquietudes en torno a la seguridad y de la falta de documentos de identidad. Un estudio reciente de ONU Mujeres mostró que el porcentaje de mujeres sin documentos de identidad alcanza hasta un 80 por ciento en algunas aldeas de Egipto, lo que entorpece su acceso a la salud, la educación, las pensiones, el trámite de títulos o escrituras de propiedad y otros servicios sociales, además de impedirles ejercer su voto.

La labor de cuidado no remunerado limita aún más la posibilidad de que las mujeres saquen provecho de los empleos agrícolas temporales y de las nuevas oportunidades que ofrece el mercado del sector agrícola. Por ejemplo, ocho de diez personas sin acceso a una fuente de agua potable mejorada vive en áreas rurales, y son muy a menudo las mujeres y las niñas las encargadas de buscar el agua. Las mujeres rurales pobres pueden trabajar en el campo a la vez que atienden sus responsabilidades domésticas hasta 16 o 18 horas por día. La carga de los trabajos de cuidado no remunerado que tienen las mujeres y niñas debe ser reducida urgentemente mediante mejoras a la infraestructura, tecnologías que economizan la mano de obra y servicios de cuidado en las zonas rurales.

Es necesario adoptar respuestas estratégicas, programáticas y de políticas eficaces para crear la base de activos para las pequeñas agricultoras mujeres, mejorar su acceso a los recursos y los servicios, ampliar sus oportunidades para diversificar su producción, aumentar su productividad y facilitar su acceso a los mercados de productos de alto valor.

El financiamiento para el desarrollo rural, la agricultura y el cambio climático debe de dar prioridad a las mujeres y las niñas rurales.

La comunidad internacional contribuyó 7.500 millones de dólares en asistencia oficial al desarrollo para el adelanto rural y el sector agrícola en 2008-2009. Sin embargo, sólo el 3 por ciento de ese monto fue asignado a programas cuyo objetivo principal era la igualdad de género, y sólo el 32 por ciento a aquéllos en que la igualdad de género era un objetivo secundario.

Es necesario disponer de mayores recursos financieros para el desarrollo rural y esas inversiones deben responder a la situación y las prioridades de las mujeres y de las niñas. Los gobiernos deben dar prioridad a los proyectos de infraestructura como caminos y transporte a los mercados locales, esquemas comunitarios de agua y fuentes de energía renovable, e invertir en las iniciativas de las mujeres rurales que promueven una agricultura sostenible y la biodiversidad. Es crucial garantizar que las mujeres rurales se beneficien por igual del financiamiento actual y futuro para apoyar el desarrollo rural, la agricultura y la mitigación y adaptación al cambio climático.

También es necesario garantizar que los funcionarios de gobierno y los proveedores de servicios tengan la capacidad de utilizar las herramientas disponibles, incluyendo los presupuestos con una perspectiva de género para el desarrollo, la implementación, el monitoreo y la evaluación de un desarrollo rural, políticas y programas agrícolas, creación de infraestructuras y suministro de servicios que tengan en cuenta las cuestiones de género.

No son suficientes las intervenciones ad hoc; el amplio entorno de las políticas debe tener en cuenta los derechos y las necesidades de las mujeres y las niñas rurales.

Se ha prestado una atención insuficiente a la situación de las mujeres rurales y las respuestas de políticas han sido, por lo general, esporádicas y limitadas en su alcance. El empoderamiento de las mujeres rurales requiere estrategias exhaustivas que atiendan los numerosos obstáculos a los que se enfrentan. Los responsables de las políticas deben, por lo tanto, adoptar un enfoque sistemático para empoderar a las mujeres rurales. También deben asegurarse de que las prioridades de las mujeres rurales estén reflejadas en todos los procesos internacionales, nacionales y locales de gobernanza, incluyendo la creación de políticas, la administración pública, el suministro de servicios y los mecanismos de financiamiento y de rendición de cuentas. Debe darse prioridad a las mujeres y las niñas rurales en el desarrollo rural y en las políticas y programas agrícolas, en los planes nacionales de desarrollo y en las estrategias de reducción de la pobreza a fin de alcanzar el acceso equitativo de las mujeres a los recursos productivos, los servicios esenciales, las oportunidades de empleo y las tecnologías que economizan la mano de obra. Los Estados deben abolir las leyes y cambiar las políticas que discriminan contra las mujeres y las niñas rurales, así como las que limitan los derechos de las mujeres a la tierra, la propiedad y la herencia o que restringen sus capacidades jurídicas.

Es necesario contar con acciones decididas y con una firme rendición de cuentas para hacer avanzar los derechos, oportunidades y participación de las mujeres rurales.

Hay que incrementar las alianzas mundiales para cumplir los compromisos internacionales de hacer avanzar los medios de vida y los derechos de las mujeres rurales. La 56ª sesión de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer es una ocasión para obtener el consenso de los gobiernos y de la sociedad civil sobre las medidas urgentes que son necesarias para marcar una diferencia real en las vidas de millones de mujeres rurales. Las recomendaciones de políticas que sean adoptadas por la Comisión tendrán que ser plenamente ejecutadas en el ámbito nacional. Tendrán además que ser retomadas en otros importantes foros de políticas como la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible (Rio+20).

El compromiso a nivel internacional tendrá que ir seguido de medidas exhaustivas sobre el terreno y habrá que adoptar mecanismos eficaces de rendición de cuentas; las mujeres y las niñas rurales no pueden esperar y los gobiernos no deben defraudarlas. Las organizaciones no gubernamentales y las organizaciones comunitarias de mujeres son esenciales para crear conciencia entre las mujeres y las niñas rurales sobre sus derechos, así como las responsabilidades y obligaciones de los gobiernos nacionales y locales a la hora de respetar, proteger y promover esos derechos.

Datos Mundiales

  • 70 por ciento de los 1.400 millones de personas en extrema pobreza en países en desarrollo viven en zonas rurales. Casi una tercera parte de ellas viven en África subsahariana, y alrededor de la mitad en Asia meridional.
  • En 2010, 925 millones de personas padecían de hambre crónica, 60 por ciento de las cuales eran mujeres.
  • La agricultura da sustento al 86 por ciento de las mujeres y los hombres rurales, y emplea a unos 1.300 millones de pequeños agricultores propietarios de tierra y a trabajadores agrícolas sin tierra propia, 43 por ciento de los cuales son mujeres.
  • Se estima que dos tercios de los 400 millones de pobres en el mundo que se ocupan del ganado son mujeres.
  • La carga de los trabajos de cuidado no remunerados es considerable. En el mundo hay 884 millones de personas que no tienen agua potable; 1.600 millones de personas que no tienen una fuente fiable de energía; 1000 millones de personas que no tienen acceso a caminos; 2.600 millones de personas que no tienen servicios sanitarios adecuados; y 2.700 millones de personas que dependen de fogatas y de cocinas tradicionales. Las mujeres rurales están a cargo de la mayoría de los trabajos no remunerados a causa de la falta de infraestructuras y de servicios.
  • En las zonas rurales de los países en desarrollo, excluyendo a China, el 45 por ciento de las mujeres entre 20 y 24 años de edad están casadas o en pareja antes de cumplir los 18 años, en comparación al 22 por ciento de las mujeres urbanas.

Para mayor análisis y recomendaciones de políticas adicionales sobre el empoderamiento de las mujeres rurales, sírvase consultar los informes del Secretario General de las Naciones Unidas sobre el tema prioritario “El empoderamiento de las mujeres rurales y su función en la erradicación de la pobreza y el hambre, en el desarrollo y en los retos actuales (E/CN.6/2012/3) y “El empoderamiento de las mujeres rurales: el papel de la gobernanza y de instituciones sensibles a las cuestiones de género (E/CN.6/2012/4). Estos informes pueden ser descargados en los seis idiomas oficiales de la ONU en el sitio: www.un.org/womenwatch/daw/csw/csw56/documentation.htm. A menos que se indique lo contrario, todos los ejemplos y los datos usados en este documento han sido extraídos de dichos informes.

Notas

[1] PNUD, UNIFEM (ahora ONU Mujeres), CLGF y United Cities and Local Government Asia Pacific (UCLG)/ASPAC, Representación de las mujeres en los gobiernos locales en Asia y el Pacífico, Informe de progreso 2010: Yendo más allá de las metas nacionales para monitorear el estado del OMD3 en materia de empoderamiento político de las mujeres.