ODS 2: Poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible

Foto: ONU Mujeres/Ryan Brown
Foto: ONU Mujeres/Ryan Brown

Metas

  • Para 2030, poner fin a todas las formas de malnutrición, incluso logrando, a más tardar en 2025, las metas convenidas internacionalmente sobre el retraso del crecimiento y la emaciación de los niños menores de 5 años, y abordar las necesidades de nutrición de las adolescentes, las mujeres embarazadas y lactantes y las personas de edad.
  • Para 2030, duplicar la productividad agrícola y los ingresos de los productores de alimentos en pequeña escala, en particular las mujeres, los pueblos indígenas, los agricultores familiares, los pastores y los pescadores, entre otras cosas mediante un acceso seguro y equitativo a las tierras, a otros recursos de producción e insumos, conocimientos, servicios financieros, mercados y oportunidades para la generación de valor añadido y empleos no agrícolas.
  • Para 2030, poner fin al hambre y asegurar el acceso de todas las personas, en particular los pobres y las personas en situaciones vulnerables, incluidos los lactantes, a una alimentación sana, nutritiva y suficiente durante todo el año.
  • Para 2030, asegurar la sostenibilidad de los sistemas de producción de alimentos y aplicar prácticas agrícolas resilientes que aumenten la productividad y la producción, contribuyan al mantenimiento de los ecosistemas, fortalezcan la capacidad de adaptación al cambio climático, los fenómenos meteorológicos extremos, las sequías, las inundaciones y otros desastres, y mejoren progresivamente la calidad del suelo y la tierra.
  • Para 2020, mantener la diversidad genética de las semillas, las plantas cultivadas y los animales de granja y domesticados y sus especies silvestres conexas, entre otras cosas mediante una buena gestión y diversificación de los bancos de semillas y plantas a nivel nacional, regional e internacional, y promover el acceso a los beneficios que se deriven de la utilización de los recursos genéticos y los conocimientos tradicionales y su distribución justa y equitativa, como se ha convenido internacionalmente.
  • Aumentar las inversiones, incluso mediante una mayor cooperación internacional, en la infraestructura rural, la investigación agrícola y los servicios de extensión, el desarrollo tecnológico y los bancos de genes de plantas y ganado a fin de mejorar la capacidad de producción agrícola en los países en desarrollo, en particular en los países menos adelantados.
  • Corregir y prevenir las restricciones y distorsiones comerciales en los mercados agropecuarios mundiales, entre otras cosas mediante la eliminación paralela de todas las formas de subvenciones a las exportaciones agrícolas y todas las medidas de exportación con efectos equivalentes, de conformidad con el mandato de la Ronda de Doha para el Desarrollo.
  • Adoptar medidas para asegurar el buen funcionamiento de los mercados de productos básicos alimentarios y sus derivados y facilitar el acceso oportuno a información sobre los mercados, en particular sobre las reservas de alimentos, a fin de ayudar a limitar la extrema volatilidad de los precios de los alimentos.
ODS 2: Hambre cero
 

El hambre tiene cara de mujer. En casi dos tercios de los países, las mujeres tienen más probabilidades que los hombres de sufrir inseguridad alimentaria. La peor situación de inseguridad alimentaria en el mundo se da en África Subsahariana, donde este problema afecta a la mitad de la población. Sin embargo, el 10 por ciento de las mujeres del Reino Unido tampoco disponen de suficientes alimentos nutritivos, una proporción ligeramente superior a la de los hombres.

En casi dos terceras partes de los países, las mujeres tienen más probabilidades que los hombres de padecer inseguridad alimentaria.

La mayor parte de las comidas que se comen en casas de todo el mundo es preparada por mujeres y niñas, quienes también cultivan gran parte de los alimentos. Casi una tercera parte de todas las mujeres con empleo en el mundo trabaja en la agricultura, esto sin contar a las trabajadoras autónomas ni a las trabajadoras familiares que no reciben remuneración. Sin embargo, sólo el 13 por ciento de mujeres son propietarias de tierras. En algunas partes del mundo, como en Asia Meridional y África Subsahariana, más del 60 por ciento de todas las mujeres con empleo trabajan en la agricultura y se concentran en empleos informales y mal pagados, con escasa o ninguna protección social [1]. La desigualdad en el acceso a la tierra, el crédito, la tecnología y los mercados deja a muchas mujeres marginadas en la agricultura de subsistencia.

En épocas difíciles, la discriminación por motivos de género hace que las mujeres y las niñas sean las primeras en comer menos, a pesar de ser las que más trabajan por asegurar la alimentación de sus hogares. En el caso de las mujeres embarazadas y lactantes, una alimentación inadecuada y una nutrición deficiente suponen un riesgo de anemia, una de las principales causas de muerte durante el parto.

ONU Mujeres actúa para poner fin al hambre respaldando el papel de las mujeres en la seguridad alimentaria, como pilares fundamentales de la producción y la utilización de alimentos, normalmente mediante políticas agrícolas inteligentes desde el punto de vista del clima y del género. Ayudamos a las mujeres rurales a acceder y a controlar los recursos productivos para aumentar su seguridad económica y mantener el incremento de la productividad agrícola.

Historias

Florence Luanda Maheshe. Photo: UN Women/Eddy K. Momat

Desde mi perspectiva: "Apenas comimos una vez en tres días"
Florencia Luanda Maheshe se encontró en un campamento de refugiados en la República Democrática del Congo con seis hijas e hijos que alimentar y apenas suficiente alimento para todos. Cuando se cerró el campamento, quedó sin ningún tipo de apoyo. El acceso a una pequeña parcela de tierra y la asistencia de una ONG apoyada por ONU Mujeres ayudaron a Maheshe a recuperar su vida.


Photo courtesy of CHIRAPAQ

Las indígenas peruanas combaten el cambio climático e impulsan la economía
Las indígenas de Laramate, en Perú, vieron marchitarse sus cultivos en la sequía y pudrirse bajo la lluvia intempestiva, y sus hijas e hijos se desnutrieron a causa de la caída de la producción. Pero con el apoyo del Fondo para la Igualdad de Género de ONU Mujeres, estas mujeres han recurrido a sus técnicas ancestrales de cultivo de la tierra con resultados asombrosos.


Zilha Kurešević, in her strawberry farm in Samac, Bosnia and Herzegovina. UN Women worked with local municipality of Samac to improve gender responsive budgeting. As a result, Kuresevic received a grant from the government to purchase drip irrigation system and strawberry seeds. Photo: UN Women/Rena Effendi

En los Balcanes Occidentales las mujeres rurales están influyendo en los presupuestos locales y dando forma al progreso
En Albania, Bosnia y Herzegovina, la ex República Yugoslava de Macedonia y Moldova, ONU Mujeres está colaborando con los gobiernos para implementar los compromisos de igualdad de género y participación de las mujeres en la toma de decisiones. Con la ayuda de un sistema de subvenciones, Gentiana Sinjari instaló un sistema de riego por goteo esencial para la supervivencia de sus cultivos, y Zilha Kureševic, de Bosnia y Herzegovina, quien perdió su trabajo como contadora y buscaba maneras de alimentar a su familia, empezó a cultivar fresas con la ayuda de un plan agrario.


Notas

[1] Organización Internacional del Trabajo (OIT), Las mujeres en el trabajo: Tendencias 2016 (Ginebra, 2016); ILOSTAT, 2017.