Transformar

Transformar la cultura de la violencia y la impunidad con leyes que protejan los derechos de las mujeres y con cambios en las conductas y creencias que toleran la violencia contra las mujeres.

Lograr la seguridad en el Serengueti: las jóvenes y las niñas buscan protegerse ante la mutilación genital femenina en Mara, Tanzanía

Students at the Ngoreme Secondary School attend the school play on Female Genital Mutilation. Photo: UN Women/Deepika Nath
Los estudiantes de la Escuela Secundaria Ngoreme asisten a una obra escolar sobre la Mutilación Genital Femenina. Foto: ONU Mujeres/Deepika Nath

"Muchas niñas huyen de sus casas con tan sólo lo que llevan puesto", afirma Apaisaria Kiwori mientras da instrucciones a las cocineras de remover las ollas de alubias rojas y arroz para la cena. Kiwori es la matrona jefa del único hogar seguro de Mugumu, Serengueti, en la región de Mara (noroeste de Tanzanía), que acoge a muchachas que escapan del matrimonio infantil, el maltrato doméstico y las agresiones sexuales, pero principalmente a las niñas que huyen de la mutilación genital femenina.

Con el propósito de erradicar la práctica de la mutilación genital femenina en la región, ONU Mujeres, en asociación con Amref Health Tanzanía, puso en marcha un programa de concienciación y promoción en este lugar en enero de 2016. Según cifras de la Encuesta Demográfica y de Salud de Tanzanía de 2015, el índice de prevalencia de la mutilación genital femenina en Mara es del 32 por ciento, más del triple del promedio nacional.

"Cada dos años, se inscribe a niñas de distintas edades, algunas con tan sólo cuatro años, para que las y los jefes de clanes locales les practiquen la ablación", explica Godfrey Matumu, gestor de proyectos para Amref Health Africa en Mara. "En diciembre de 2016, se inscribió a 5.621 niñas de la tribu kurya, y el 41 por ciento de ellas fueron sometidas a la ablación". Pese a que las cifras son abrumadoras, Matumu asegura que las sesiones de capacitación y sensibilización han logrado un progreso significativo: "Si comparamos con la última temporada alta de diciembre de 2014, 14.122 niñas fueron inscritas y es muy probable que todas ellas hayan sufrido la ablación". Matumu y su equipo atribuyen el descenso de un 60 por ciento en las cifras a una mayor comprensión de las consecuencias sanitarias que conlleva la mutilación genital femenina, y también a una mayor concienciación y apoyo de las personas más ancianas de la aldea y de la zona a fin de detener esta práctica.

Mientras tanto, hace poco que se ha puesto el sol en el hogar seguro y Elizabeth Thomas Mniko, de 17 años de edad, acaba de volver de sus clases extraescolares. Mniko se está preparando para los próximos exámenes nacionales para estudiantes mayores de secundaria, algo que nunca habría creído posible hace tres años cuando su padre la inscribió para someterla a la ablación.

Al ver que no podía hacer cambiar de opinión a su padre, Mniko buscó refugio en el hogar seguro. "Necesitas reunir mucho valor para dejar toda tu vida atrás. Algunas de las niñas de más corta edad ni siquiera sabían que esto significaría dejar de ver a sus amistades y a sus familias. Huyeron pensando que algún día volverían. Pero sus familias las han rechazado", afirma. Leer más►

Más historias

Sepur Zarco: en busca de la verdad, la justicia y ahora, las reparaciones

“The Sepur Zarco Grandmothers” wait for a verdict during the trial of  former military officers for crimes against humanity on counts of rape, murder and slavery in Guatemala’s High-Risk Court. Photo: Cristina Chinquin

A 34 años de los hechos de violaciones y esclavitud cometidos contra las mujeres indígenas q’eqchi’ de Sepur Zarco, un tribunal guatemalteco condenó a los ex oficiales militares por crímenes de lesa humanidad. Ha sido la primera vez que un tribunal nacional de cualquier parte del mundo ha juzgado acusaciones de esclavitud sexual durante un conflicto armado, un crimen tipificado en el derecho internacional. El tribunal también determinó que se ofrecieran reparaciones a las sobrevivientes y sus comunidades. Para que la justicia funcione y se consolide la paz, las mujeres deben ser capaces de definir y experimentar la justicia. Leer más►

 

Por un cese de la creciente ola de violencia contra las mujeres en Liberia

Majority of rape cases in Liberia are against minors and many survivors are left with life-long medical and psychosocial challenges. Photo: UN Women/Winston Daryoue

Liberia busca detener el aumento en la incidencia de violencia sexual y de género. Las niñas, algunas con tan sólo seis años, son víctimas de violaciones y sufren el efecto devastador que este hecho provoca en su salud y bienestar. La pequeña Decontee del condado de Nimba regresaba del campo cuando un hombre, un familiar suyo de 22 años, la violó. Su caso es uno de los pocos en los que el violador finalmente es procesado y condenado a prisión. Conforme a la Ley sobre Violaciones de 2005 de Liberia, la violación de menores o las relaciones sexuales con menores son delitos que no admiten la libertad bajo fianza. Sin embargo, en este momento se propuso una enmienda en la Cámara de Representantes con el fin de que la violación de menores sea considerada un delito con libertad bajo fianza. ONU Mujeres, junto con sus socios, aboga por leyes más rigurosas e invita a las y los líderes comunitarios a que se sumen en la prevención de la violencia contra las mujeres y las niñas. Leer más►

 

"Mi hija no está en venta": escapar del matrimonio infantil en Moldova

Half the Roma girls in Moldova receive no schooling, only 20 per cent complete primary school, another 20 per cent finish a gymnasium, and only 10 per cent graduate from high school or university. UN Women Moldova is working through various partners, including with the media to increase the visibility of positive role models from the Roma community. Photo: UN Women Programme ‘Women in Politics’/Dorin Goian

Svetlana, de 12 años, había salido de la escuela y se dirigía a su casa cuando un joven de 17 años —un pariente lejano que iba a su casa de vez en cuando— la violó. Svetlana pertenece a una familia romaní. Según las normas consuetudinarias de su comunidad, ningún hombre romaní se casará con ella y, a menudo, las víctimas de violaciones son obligadas a contraer matrimonio con su violador. Sin embargo, la familia de Svetlana desafió las normas culturales imperantes y se negó al matrimonio compensatorio. "Mi hija no está en venta", afirmó su madre. "¿Qué hay de su infancia y sus sueños? ¿Qué posibilidades habría de que un matrimonio de este tipo durara? Nuestra decisión sorprendió a la comunidad, pero sabíamos que lo que ella más necesitaba era que la apoyáramos y le permitiéramos estar con su familia, donde pudiera recibir nuestro amor". Leer más►