Lograr la seguridad en el Serengueti: las jóvenes y las niñas buscan protegerse ante la mutilación genital femenina en Mara, Tanzanía

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Los estudiantes de la Escuela Secundaria Ngoreme asisten a una obra escolar sobre la Mutilación Genital Femenina. Foto: ONU Mujeres/Deepika Nath
Los estudiantes de la Escuela Secundaria Ngoreme asisten a una obra escolar sobre la Mutilación Genital Femenina. Foto: ONU Mujeres/Deepika Nath

“Muchas niñas huyen de sus casas con tan sólo lo que llevan puesto,” afirma Apaisaria Kiwori mientras da instrucciones a las cocineras de remover las ollas de alubias rojas y arroz para la cena. Kiwori es la matrona jefa del único hogar seguro de Mugumu, Serengueti, en la región de Mara (noroeste de Tanzanía), que acoge a muchachas que escapan del matrimonio infantil, el maltrato doméstico y las agresiones sexuales, pero principalmente a las niñas que huyen de la mutilación genital femenina.

Con el propósito de erradicar la práctica de la mutilación genital femenina en la región, ONU Mujeres, en asociación con Amref Health Tanzanía, puso en marcha un programa de concienciación y promoción en este lugar en enero de 2016. Según cifras de la Encuesta Demográfica y de Salud de Tanzanía de 2015, el índice de prevalencia de la mutilación genital femenina en Mara es del 32 por ciento, más del triple del promedio nacional.

Los estudiantes actúan como agentes policiales aprehendiendo a los practicantes de MGF: esta escena es lo más destacado de su obra y siempre se recibe con gritos de aprobación y risas. La MGF fue criminalizada en Tanzania en 1998.
Los estudiantes actúan como agentes policiales aprehendiendo a los practicantes de MGF: esta escena es lo más destacado de su obra y siempre se recibe con gritos de aprobación y risas. La MGF fue criminalizada en Tanzania en 1998. Foto: ONU Mujeres/Deepika Nath

“Cada dos años, se inscribe a niñas de distintas edades, algunas con tan sólo cuatro años, para que las y los jefes de clanes locales les practiquen la ablación,” explica Godfrey Matumu, gestor de proyectos para Amref Health Africa en Mara. “En diciembre de 2016, se inscribió a 5.621 niñas de la tribu kurya, y el 41 por ciento de ellas fueron sometidas a la ablación”. Pese a que las cifras son abrumadoras, Matumu asegura que las sesiones de capacitación y sensibilización han logrado un progreso significativo: “Si comparamos con la última temporada alta de diciembre de 2014, 14.122 niñas fueron inscritas y es muy probable que todas ellas sufrieran la ablación”. Matumu y su equipo atribuyen el descenso de un 60 por ciento en las cifras a una mayor comprensión de las consecuencias sanitarias que conlleva la mutilación genital femenina, y también a una mayor concienciación y apoyo de las personas más ancianas de la aldea y de la zona a fin de detener esta práctica.

Asha *, 12, residente de Safe House, Mara, Tanzania.
Asha *, 12, residente de Safe House, Mara, Tanzania. Foto: ONU Mujeres/Deepika Nath

La temporada alta a la que Matumu se refiere acontece tras las lluvias de diciembre en cada año de número par. Las y los líderes tradicionales y las personas ancianas de la aldea de la tribu kurya, la tribu indígena predominante de Mara con los índices más elevados de mutilación genital femenina del país, se reúnen para consultar a las personas que tradicionalmente llevan a cabo la circuncisión, llamadas Ngaribas, y a sus dioses, sobre las mejores fechas para realizar la mutilación genital femenina en niñas púberes. Se considera que este rito marca la transición hacia la edad adulta para las niñas. La ablación permite que la niña se pueda casar y asegura una buena dote para su familia.

Godfrey Matumu,Gerente de Proyecto de Amref Health Africa en Mara
Godfrey Matumu, Gerente de Proyecto de Amref Health Africa en Mara. Foto: ONU Mujeres/Deepika Nath

“Es preciso desmitificar y romper el silencio en torno a la mutilación genital femenina,” afirma Hodan Addou, representante de ONU Mujeres en Tanzanía. “Es una agresión a la vida y la dignidad de las mujeres y las niñas, una violación de los derechos humanos. Colaboramos con el Gobierno de Tanzanía y personas que defienden la igualdad de género para la prevención de la mutilación genital femenina y otras formas de violencia contra las mujeres y las niñas a través de la implementación del Plan de acción nacional para poner fin a la violencia contra las mujeres, las niñas y los niños”. ONU Mujeres está asociada con comunidades locales para llevar a cabo campañas de promoción que generen conciencia; mejorar el acceso a la justicia y los recursos para todas las personas que sobreviven a la violencia; y aumentar las capacidades de las y los profesionales que prestan servicios para que sepan gestionar denuncias de casos de violencia contra las mujeres y las niñas.

“Queremos que nuestras niñas estudien. Queremos que lleguen a ser médicas, ingenieras, enfermeras y que abran negocios, para luego volver a la aldea y ayudar a los demás”.

El hogar seguro de Mugumu tiene 10 estancias, cada una con cuatro literas, y unos armarios pequeños donde guardar artículos personales. Este hogar seguro se construyó para acomodar a 40 niñas, y a fecha de noviembre de 2017 ofrece refugio a 76 niñas. “A veces dos o tres niñas duermen en la misma cama, o utilizamos el suelo,” afirma Kiwori. “En la temporada alta, hemos llegado a acoger a más de 300 niñas”.

Cuando llega la temporada alta, muchas niñas mueren como consecuencia de fuertes hemorragias o infecciones tras la ablación, y las que sobreviven al procedimiento deben soportar el dolor y el trauma que les provoca. Temiendo por sus vidas, niñas de tan sólo siete años de edad escapan hacia el hogar seguro, a fin de protegerse y tener un lugar donde dormir.

A 20 kilómetros al oeste de Mugumu, las y los líderes religiosos y tradicionales de Nyamakendo han tomado una importante decisión. El presidente y más alta autoridad del clan inchugu de Tanzanía y Kenya, Masonoro Marwa, espera al equipo de ONU Mujeres en su casa del bosque sagrado. Normalmente las mujeres y las personas de fuera no tienen permiso de entrar, pero esta vez Marwa ha hecho una excepción. En la declaración histórica que hizo a continuación, 15 líderes locales anunciaron su intención de prohibir la práctica de la mutilación genital femenina en sus aldeas.

Presidenta del clan Inchugu en Tanzania y Kenia, Masonoro Marwa, sentada (en el centro) en la casa del estado forestal en el bosque de Nyamakendo, Mara. Por lo general, a las mujeres y a los extranjeros no se les permite ingresar, pero Marwa hizo una excepción.
Presidenta del clan Inchugu en Tanzania y Kenia, Masonoro Marwa, sentada (en el centro) en la casa del estado forestal en el bosque de Nyamakendo, Mara. Por lo general, a las mujeres y a los extranjeros no se les permite ingresar, pero Marwa hizo una excepción. Foto: ONU Mujeres/Deepika Nath

“Queremos que nuestras niñas estudien,” asegura Marwa al grupo reunido, “Queremos que lleguen a ser médicas, ingenieras, enfermeras y que abran negocios, para luego volver a la aldea y ayudar a los demás”. Marwa, con el apoyo de Amref Tanzanía, actualmente promueve que las personas ancianas y las y los líderes de la aldea de otros clanes se comprometan con la Declaración para poner fin a la mutilación genital femenina en la región.

En una obra educativa realizada frente a su escuela, los miembros del club Anti-MGF se preparan para papeles de actuación como policías que arrestan a practicantes de MGF.
En una obra educativa realizada frente a su escuela, los miembros del club Anti-MGF se preparan para papeles de actuación como policías que arrestan a practicantes de MGF. Foto: ONU Mujeres/Deepika Nath

“Hay tantas mujeres que han muerto de hemorragias a causa de la mutilación genital femenina...Algunas familias todavía la realizan en secreto,” afirma, “pero si las personas de la asociación lo descubren, tienen instrucciones de llamar a la policía inmediatamente”.

El día de escuela prácticamente llega a su fin en la escuela secundaria de Ngoreme, a tres horas de Mugumu, y Paul Samwel, de 20 años de edad, ayuda al alumnado a escenificar una obra sobre la mutilación genital femenina. Samwel preside una asociación de estudiantes contra la mutilación genital femenina que tiene 130 miembros y se reúne todos los jueves bajo una acacia para debatir medios innovadores de prevenir la mutilación genital femenina en la región. Samwel, el mayor de cinco hermanas y hermanos, ha prometido públicamente a las personas ancianas de la aldea que sus dos hermanas pequeñas no se someterán a la mutilación genital femenina, y que, cuando llegue el momento, no buscará una mujer que se haya sometido a la ablación para casarse.

Una de las niñas que vive en el Safe House ayuda a preparar la cena para todos los residentes.
Una de las niñas que vive en el Safe House ayuda a preparar la cena para todos los residentes. Foto: ONU Mujeres

“Hay tantas mujeres que han muerto de hemorragias a causa de la mutilación genital femenina...” explica Samwel. “Algunas familias todavía la realizan en secreto,” afirma, “pero si las personas de la asociación lo descubren, tienen instrucciones de llamar a la policía inmediatamente“. La mutilación genital femenina está penalizada en Tanzanía desde 1998, y conlleva una pena de cárcel de 15 años y/o multas de hasta 223 USD. En el escenario, las y los estudiantes que hacen de policía se preparan para arrestar al curandero tradicional y al grupo que realiza la ablación por practicar la mutilación genital femenina. Se trata de la escena clave de su obra, y siempre se celebra con aplausos, vítores y risas de aprobación por parte del público.

Mientras tanto, hace poco que se ha puesto el sol en el hogar seguro y Elizabeth Thomas Mniko, de 17 años de edad, acaba de volver de sus clases extraescolares. Mniko se está preparando para los próximos exámenes nacionales para estudiantes mayores de secundaria, algo que nunca habría creído posible hace tres años cuando su padre la inscribió para someterla a la ablación. El padre de Mniko tiene seis esposas y muchas hijas e hijos. Ella era la última niña que quedaba por someterse a la ablación, y se esperaba que con ello conseguiría una dote para mantener a su extensa familia. Al ver que no podía hacer cambiar de opinión a su padre, Mniko buscó refugio en el hogar seguro.

“Quiero ser abogada,” explica Mniko desde la litera de su habitación, “y defender los derechos de todas las sobrevivientes de la violencia de género”. Es una de las residentes que más tiempo lleva en el hogar seguro, y la encargada de las demás. En la escuela, su actitud inspira a otras niñas y los niños la consideran una heroína.

Elizabeth Thomas Mniko, 17, head girl of the Mugumu Safe House, Mara, Tanzania. Photo: UN Women/Deepika Nath
Elizabeth Thomas Mniko, 17, jefa de el Safe House Mugumu, Mara, Tanzania. Foto: ONU Mujeres/Deepika Nath

“Necesitas reunir mucho valor para dejar toda tu vida atrás. Algunas de las niñas de más corta edad ni siquiera sabían que esto significaría dejar de ver a sus amistades y a sus familias. Huyeron pensando que algún día volverían. Pero sus familias las han rechazado”.

“Necesitas reunir mucho valor para dejar toda tu vida atrás,” afirma Mniko. “Algunas de las niñas de más corta edad ni siquiera sabían que esto significaría dejar de ver a sus amistades y a sus familias. Huyeron pensando que algún día volverían. Pero sus familias las han rechazado”. Una muchacha vestida de rojo se asoma a la habitación para indicar a Mniko que Kiwori está llamando a la cena.

“Asha* caminó durante días y confió en personas desconocidas para que la trajeran aquí,” explica Mniko sobre la muchacha. “Ni siquiera ha cumplido los 12 años, pero ya sabía que era más seguro huir que quedarse en la aldea”. Asha empezará las clases el próximo año escolar, después de haberse perdido gran parte del curso actual. “Pero está determinada,” explica Mniko, “y quiere ser profesora”.

“Tenéis que probar las alubias,” nos dice Mniko mientras nos dirige al patio donde se sirve la cena. “Son nuestra especialidad”.

Nota: *El nombre es ficticio para proteger la identidad de la sobreviviente.