En palabras de Chi Yvonne Leina: Cómo impedí que mi abuela planchase mis senos incipientes

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Chi Yvonne Leina 
Chi Yvonne Leina habla sobre “Los problemas que enfrentan las mujeres periodistas en África” ??durante la Conferencia para periodistas de África Occidental organizada por el Proyecto de Medios de Comunicación en junio de 2011. Foto: Yemi Kosoko

Periodista camerunesa y defensora de los derechos de las mujeres, Chi Yvonne Leina es la fundadora y coordinadora de Gender Danger, una organización de mujeres que lucha por abolir la práctica del planchado de senos en Camerún. Asistirá a la próxima Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer de este año como corresponsal de World Pulse con la esperanza de poder generar conciencia y establecer colaboraciones que permitan ampliar la labor de su ONG, con el fin de prevenir el planchado de senos en Camerún. Les presentamos su testimonio sobre este tema, como parte de la serie “En palabras de…” de ONU Mujeres.

¿Qué pasa por la mente de una niña de 11 años encerrada día tras día en la cocina por su propia madre, que utiliza una piedra caliente para quemar y aplastar sus senos incipientes?

El dolor y el miedo constantes se convierten en sus compañeros de rutina. Acaba creyendo que el desarrollo de sus senos es algo de lo que avergonzarse. Imagínenla años más tarde, en su vida adulta, sin poder dar el pecho a sus hijos por tener los conductos lácteos destrozados por esta práctica ni poder disfrutar del sexo porque su madre ha anulado sus nervios sensoriales en nombre de la protección.

Esta es la realidad cotidiana de más de 4 millones de niñas de Camerún, cuyas madres deciden eliminar los primeros indicios de desarrollo físico de sus hijas para protegerlas de los depredadores sexuales.

La belleza de mi prima Aline, con su largo cabello negro, su figura esbelta y su piel de ébano, saltaba a la vista. Era guapa e inteligente. Acababa de cumplir los doce años cuando mi abuela empezó a percatarse de sus pechos incipientes y su belleza. No paraba de decir que Aline pronto atraería a los hombres y quedaría embarazada antes siquiera de casarse si no hacía nada con sus pechos.

Un día, me acerqué a la casa de mi abuela. Salvo por el cantar de los pájaros y el agua del río cercano, reinaba un silencio inusual. La casa estaba cerrada con llave. De pronto, oí algo: ¡era Aline gritando de dolor! Miré a través de un pequeño agujero en la pared. Ahí estaba mi abuela, aplastando los pechos de Aline con su mortero. ¡Dios! ¿Pero qué estaba haciendo? Hasta que me di cuenta de por qué mi hermosa prima había cambiado por completo: ¡porque mi abuela la había “arreglado”!

Aline se volvió triste y caminaba ocultando el pecho con sus brazos. Su resplandeciente belleza fue apagándose poco a poco. Poco tiempo después, se negó a volver a la escuela y, finalmente, unos años más tarde, quedó embarazada.

Unos meses después del incidente, mi abuela vino a por mí y me pidió que me quitase la camisa para poder arreglarme. Me negué y amenacé con alertar a los vecinos y a mi madre si se atrevía a tocarme. No estaba dispuesta a que nadie quemase y aplastase mis incipientes pechos con la excusa de tener que “arreglarme”. Mi abuela se rindió, por miedo. Miraba ansiosa cómo crecía, esperando que en cualquier momento sucediese lo peor.

Fue entonces cuando aprendí que es importante manifestarse de cara a la adversidad. Por desgracia, pocas mujeres y niñas de mi comunidad tienen la oportunidad de hacerlo.

Según un estudio realizado por el Fondo de Población de las Naciones Unidas y el organismo alemán de cooperación para el desarrollo, una de cada cuatro niñas en Camerún ha recibido golpes o una presión brutal en los pechos con objetos calientes, generalmente por su madre, para inhibir su desarrollo precoz. Practicado en todas las regiones de Camerún, el planchado de senos se hace para evitar que las niñas atraigan a los hombres a una edad muy temprana. Esta práctica extremadamente dolorosa tiene consecuencias físicas y psicológicas que contribuyen a la alta tasa de abandono escolar entre las niñas de Camerún.

Según las y los expertos en salud y las experiencias de las que he sido testigo en los últimos años, los quistes, las mastitis, la desaparición total de uno o de ambos pechos, el agrandamiento del tejido mamario, el cáncer y la depresión son algunos de los efectos dañinos conocidos producidos por el planchado de senos.

Desde aquel día en que por poco me destrozan los pechos, me propuse ser una voz para aquellas otras niñas que no pueden hablar por sí mismas. Eso hizo que decidiese convertirme en periodista. Estudié periodismo en la universidad y elegí la especialidad de Mujeres y Género. Después de trabajar cinco años como periodista en Camerún, seguía sin poder expresar del todo la opinión de las mujeres sin voz. Hasta que me uní a World Pulse en 2010. La publicación de mi noticia sobre el planchado de senos en World Pulse fue objeto de una gran atracción mediática, en todo el mundo.

Me sentí feliz por haber roto el silencio pero mi corazón anhelaba un cambio más profundo. A principios de 2012, congregué a un gran número de personas, animando a mujeres líderes del noroeste de Camerún a que formasen un grupo llamado Gender Danger, que hoy en día lucha por erradicar esta práctica.

El planchado de senos suele ser un secreto bien guardado entre las niñas y sus madres. La organización Gender Danger está decidida a romper el silencio y a denunciar los peligros de dicha práctica para acabar con ella. Estamos haciendo contacto con las mujeres en las iglesias, en asociaciones culturales de mujeres, en peluquerías, donde sea que se reúnan las mujeres, para advertirlas de los peligros del planchado de senos.

Hasta ahora, hemos hecho llegar nuestro mensaje de sensibilización a más de 15.000 mujeres de la región noroeste de Camerún. Gender Danger trabaja actualmente en colaboración con la delegación noroeste del Ministerio de Empoderamiento de la Mujer y de la Familia.

Durante las campañas de concienciación, las víctimas y las autoras de estos actos acuden para compartir sus historias personales. Suelen ser sesiones muy emotivas en las que las mujeres lloran y trabajan juntas para curar las heridas, con la promesa de no volver a hacer daño a sus hijas y de divulgar el mensaje.

Estamos planeando nuevas campañas en las otras nueve regiones de Camerún que incluyan programas de control y tratamiento de las enfermedades mamarias, sobre todo en zonas rurales.

Me gustaría poder multiplicar las colaboraciones con motivo de la Comisión, con el fin de dar mayor alcance al trabajo que desarrollamos.