Michelle Bachelet habla de las extraordinarias mujeres australianas en su discurso a los estudiantes de la Universidad Nacional de Australia

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La Directora Ejecutiva de ONU Mujeres, Michelle Bachelet durante su discurso sobre la igualdad de género y los derechos de las mujeres en la Universidad Nacional de Australia en Canberra, Australia, 24 de agosto de 2012. Foto: Rodrigo Vargas

Declaración de Michelle Bachelet, Directora Ejecutiva de ONU Mujeres, sobre la igualdad de género y los derechos de las mujeres en la Universidad Nacional de Australia en Canberra, Australia, 24 de agosto de 2012.

[Cotejar con el texto pronunciado.]

Muchas gracias.

Buenos días.

Es un honor estar en Canberra y ser recibida por dos instituciones que miran al futuro: AusAID y el Instituto de Género de la Universidad Nacional de Australia. Ambas promueven los mismos derechos y las mismas oportunidades para todos. Les agradezco su hospitalidad y la hospitalidad del Gobierno y del pueblo australiano.

En el transcurso de mi visita a este increíble país, me he reunido con funcionarios, miembros del parlamento y de la sociedad civil, y felicito a Australia por ser un líder para las mujeres y la igualdad. Agradezco a Australia por el firme apoyo que brinda a ONU Mujeres y espero continuar esta estrecha colaboración.

Es un placer estar hoy aquí con todos ustedes en la Universidad Nacional de Australia, y me enorgullece traerles los saludos y buenos deseos de mis colegas de ONU Mujeres de todo el mundo. Somos el organismo más reciente de las Naciones Unidas: ONU Mujeres fue creada en 2010 para hacer avanzar la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres. La creación se hizo con el apoyo de los grupos de mujeres y de los Estados Miembros de las Naciones Unidas, con mucha esperanza para lograr grandes progresos para las mujeres de todo el mundo.

En la actualidad ONU Mujeres está presente en 75 países y trabajamos con nuestros socios, incluyendo a Australia, sobre varias áreas prioritarias. Trabajamos juntos para hacer avanzar el liderazgo político de las mujeres y su participación económica sobre un pie de igualdad. Ya no podemos permitirnos excluir a las mujeres. Si liberamos el potencial de las mujeres en la economía y la política, lograremos tener sociedades más saludables y un crecimiento y recuperación económica más inclusivos.

Trabajamos juntos para poner fin a la violencia contra las mujeres y las niñas. Esta violencia no es inevitable. Todos tenemos que decir NO para erradicar la impunidad y defender la tolerancia cero.

Trabajamos juntos para hacer participar plenamente a las mujeres en las conversaciones y la consolidación de la paz. No puede haber paz o seguridad cuando se niega a las mujeres un lugar en las discusiones de paz y cuando son víctimas de violencia sexual. Las voces de las mujeres tienen que ser oídas para lograr una paz duradera y sostenible.

Trabajamos juntos para promover los planes y presupuestos que favorezcan la igualdad de género. Lo hacemos porque las políticas y los programas tienen que beneficiar a los hombres y las mujeres por igual, y los presupuestos tienen que respaldarlos. Amigos, trabajamos juntos para cumplir una promesa, una promesa escrita por los fundadores de las Naciones Unidas en la Carta de la ONU, la promesa de los mismos derechos para los hombres y las mujeres.

Tengo el honor de ser la primera directora de ONU Mujeres, y aplaudo a cada persona, cada gobierno y cada organización que trabaja a favor del empoderamiento de las mujeres y de la igualdad de género. Creo firmemente que la igualdad es fundamental para la libertad, la justicia, la paz y la democracia. Parte de esta creencia tiene sus raíces en mi propia experiencia. He vivido a través de una dictadura y del abuso del poder en mi propio país, Chile. Fueron tiempos difíciles para muchas familias chilenas como nosotros, que perdieron a un ser querido o que fueron perseguidos o enviados al exilio. En 1975 vine a Australia, donde se me acogió con los brazos abiertos, cosa que les agradezco. Luego fui con mi madre a Alemania.

Cuando volví del exilio terminé mi carrera de médico y trabajé como pediatra durante años. Les puedo asegurar que el principio de No infligir daño se aplica tanto en el área del liderazgo político como de la medicina. Los principios de inclusión, justicia e igualdad están a la base de una sociedad saludable. En el último siglo vimos la expansión de los derechos jurídicos y de otros derechos de las mujeres. Hace cien años sólo dos países permitían votar a las mujeres, siendo Australia uno de ellos. Hoy ese derecho es prácticamente universal.

Muchas mujeres vinieron antes de nosotros y marcaron el camino, y quiero rendir homenaje a una de ellas. Su nombre es Henrietta Dugdale; en 1852 se estableció aquí en Australia. Henrietta cosía toda su ropa, plantaba sus vegetales y le gustaba la carpintería. También era una excelente jugadora de ajedrez. Henrietta creía en el control de la natalidad, luchó por la condición social y jurídica equitativa de las mujeres y por el derecho de las mujeres a participar plenamente en la política.

Gracias a Henrietta y a sus amigas, las mujeres del Sur de Australia fueron las primeras del mundo a quienes se les otorgó el derecho de presentarse a un escaño parlamentario en 1895. En todas las regiones se sigue luchando por la igualdad. De Australia a Afganistán, de Malasia a México, de Túnez a Tanzania, en todos los países las mujeres, los hombres y los jóvenes siguen defendiendo la libertad, la igualdad y la democracia. Todos podemos enorgullecernos de que se hayan roto barreras en las Olimpiadas de Londres. Por primera vez en la historia de los Juegos, todos los equipos de todos los países presentes contaron con la presencia de mujeres que participaron en todos los deportes. Las 204 naciones que compitieron incluyeron a mujeres en sus equipos. Esto de por sí es un nuevo récord mundial.

Quiero destacar igualmente que la mayoría de las medallas ganadas por Australia -20 de las 35- fueron ganadas por mujeres. El mundo de los deportes es un área importante y alentadora. Me enorgullece anunciar que ONU Mujeres se está asociando con el Comité Olímpico Internacional para promover la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres. Las mujeres de todo el mundo merecen la igualdad de condiciones.

Quiero decir además que la igualdad no es algo que ONU Mujeres o que ninguna otra institución pueda lograr por sí sola. La igualdad depende de todos y de cada uno de nosotros: desde el gobierno que cambia las leyes hasta la compañía que fomenta los mismos salarios y las mismas oportunidades, la madre y el padre que enseñan a su hija y a su hijo que todos los seres humanos tienen que ser tratados iguales, y los estudiantes que se manifiestan y exigen el cambio. Todos somos parte de la solución.

Hoy hablaré de tres prioridades que he establecido para este año: ampliar la participación y el liderazgo políticos de las mujeres, hacer avanzar el empoderamiento económico de las mujeres y erradicar la violencia contra las mujeres y las niñas. Todos merecemos tener las mismas posibilidades de contribuir a nuestras sociedades y de desarrollar nuestro potencial. Cuando todos pueden contribuir sobre un pie de igualdad, nuestras comunidades y naciones son más saludables y fuertes.

Sin embargo, el Banco Mundial indica que más de 100 países continúan imponiendo diferencias legales entre los hombres y las mujeres en áreas como la facultad de las mujeres de firmar un contrato o de viajar al extranjero, de administrar propiedades y de interactuar con las autoridades públicas o con el sector privado. En muchos países las mujeres siguen teniendo derechos desiguales a la tierra y a la herencia. Dos de cada tres de los 700 millones de adultos analfabetos que hay en el mundo son mujeres. En el mundo las mujeres siguen ganando menos que los hombres por el mismo trabajo y hacen la mayor parte de las tareas no remuneradas como la cocina, la limpieza y el cuidado de los hijos.

Cada 90 segundos una mujer muere durante el embarazo o por complicaciones en el parto, aunque disponemos de los conocimientos y las posibilidades para que los partos sean seguros. Una de cada tres mujeres será víctima de violencia doméstica o sexual en su vida aquí en Australia y en todo el mundo, y las encuestas muestran que esa violencia afecta hasta dos de cada tres mujeres en algunos Estados Insulares del Pacífico.

En Australia, el Consejo nacional para reducir la violencia contra las mujeres y sus hijos estima que la violencia cuesta al país alrededor de $13.600 millones por año. Éste es un precio muy alto, aunque la verdad es que no se puede poner un precio al sufrimiento de las mujeres y de los niños ni al impacto que esa violencia tendrá sobre las generaciones futuras.

En el mundo, ya se ha dado el primer paso. El silencio que durante tantos años permitió que continuasen esos crímenes se ha roto. En la actualidad más de 125 países tienen leyes específicas que penalizan la violencia doméstica, lo que es un adelanto asombroso en comparación a hace tan sólo una década. Los estudios muestran que los países que tienen leyes firmes tienen índices inferiores de violencia contra las mujeres. El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas ahora reconoce a la violencia sexual como una táctica deliberada de guerra. Además, los adelantos en las leyes internacionales han hecho posible, por primera vez, juzgar los crímenes de violencia sexual cometidos durante y después de un conflicto.

Hoy las mujeres, los hombres y los jóvenes del mundo y de Australia se han unido para promover la “tolerancia cero para la violencia contra las mujeres y las niñas. En Fiji, los comités de las aldeas denuncian a los violadores ante la policía, lo cual deja saber a todos que no se tolerará ninguna forma de violencia o abuso. Entiendo que el comportamiento de los hombres está cambiando, y no sorprende que las mujeres lo festejen. El año pasado 15 comunidades de Fiji se unieron a la campaña tolerancia cero, y 15 más lo harán este año. En el Pacífico y en todo el mundo, ONU Mujeres se enorgullece de apoyar los esfuerzos por poner fin a la impunidad, brindar justicia y servicios vitales a las sobrevivientes y erradicar la violencia contra las mujeres y las niñas.

Las medidas para garantizar la igualdad de género y los derechos de las mujeres presentan un desafío en todos los países, ricos y pobres, del Norte y del Sur. Es algo por lo que he luchado toda mi vida. Como joven madre y como pediatra, he pasado por las dificultades de conciliar la vida familiar con la profesional, y he visto cómo la ausencia de servicios infantiles no permitía a las mujeres tener empleos remunerados. La oportunidad de ayudar a eliminar esas barreras fue una de las razones por las que entré en la política, para apoyar políticas que ponían la salud y los servicios infantiles a disposición de las familias y que daban prioridad al gasto público en protección social, como las pensiones a la vejez.

Como Presidenta de Chile, trabajé mucho para crear las mismas oportunidades para los hombres y las mujeres de modo que pudiesen poner su talento y su experiencia al servicio del país para resolver los problemas a los que se enfrentaba. Es la razón por la que propuse que el Gabinete contase con la misma cantidad de hombres y mujeres. Los gobiernos tienen que dar el ejemplo. Soy una decidida defensora de las medidas temporales especiales como las cuotas, con el fin de aumentar la presencia de las mujeres en los parlamentos y en las juntas directivas de las empresas.

Aplaudo el compromiso de Australia para contar con un mínimo de un 40 por ciento de representación femenina en las direcciones gubernamentales del país. En estos tiempos de crisis económica, convulsión social y transformación política, ya no nos podemos permitir excluir a las mujeres.

En septiembre del año pasado, ONU Mujeres reunió a las mujeres líderes en las Naciones Unidas para pedir una mayor participación política y responsabilidad en la toma de decisiones por parte de las mujeres. En diciembre de 2011, las naciones del mundo acordaron adoptar medidas concretas y proactivas para hacer avanzar la participación y el liderazgo de las mujeres en la política. Cuando hay más mujeres líderes, las decisiones reflejan y responden mejor a las diversas necesidades de la sociedad. Por experiencia propia sé que cuando una mujer es líder, ella cambia. Cuando más mujeres son líderes, cambia la política y las políticas.

De Sri Lanka a Costa Rica, de Rwanda a España, allí donde se ha usado las cuotas para aumentar la cantidad de legisladoras, se ha votado leyes progresistas que garantizan los derechos a la tierra, atienden la violencia contra las mujeres y mejoran los servicios de salud, los derechos reproductivos y el empleo. Cuando las mujeres se han organizado, muchas veces más allá de los partidos políticos, para garantizar que los intereses de las mujeres estén reflejados, se ha operado un cambio.

La conclusión es que las voces de las mujeres tienen que ser oídas. Necesitamos más mujeres en puestos de responsabilidad de toma de decisiones. Esto es particularmente importante para aquellas decisiones que tienen un gran impacto sobre la vida de las mujeres, como la salud sexual y reproductiva y los derechos reproductivos, que son fundamentales para la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres.

Cuando se haya logrado una representación equitativa de las mujeres y los hombres en los parlamentos, ya no tendremos que explicar que el espíritu y el cuerpo de las mujeres no se puede dividir, y que si las mujeres pueden votar o ser elegidas a los puestos más altos, tienen que poder decidir si, cuándo y cuántos hijos quieren tener. Las mujeres saben mejor que nadie lo que necesitan y merecen.

Al día de hoy las mujeres representan menos del 10 por ciento de los líderes mundiales y menos de uno de cada cinco miembros de los parlamentos. La masa crítica del 30 por ciento de representación femenina en los parlamentos se ha alcanzado o superado en tan sólo 33 países. Sabemos que en la región del Pacífico, a excepción de Australia y Nueva Zelanda, la representación parlamentaria de las mujeres tiene la dudosa distinción de ser la más baja del mundo, con sólo un 3,5 por ciento comparado al 20 por ciento mundial.

Además, la mayoría de los parlamentos del mundo que no tienen ninguna mujer o que sólo tienen una son de la región del Pacífico. La buena noticia es que las cosas están empezando a cambiar. Tres mujeres candidatas fueron recientemente electas para el noveno parlamento en Papúa Nueva Guinea. La última mujer elegida, Julie Soso, es la primera mujer de las Tierras Altas del país, un región conocida por su política machista, elegida para el parlamento.

Ella es sólo la séptima mujer a ser elegida al parlamento de Papúa Nueva Guinea. Las mujeres contaron con el apoyo de una campaña denominada “Conozca a su candidata que fue lanzada en el país para las elecciones nacionales de este año; es la primera de este tipo en el país y fue dirigida por el Consejo Nacional de Mujeres con el respaldo de ONU Mujeres. Esto generó mucho interés y se dio más apoyo político a las candidatas que nunca antes. La ley para reservar 22 escaños a las mujeres en el parlamento de Papúa Nueva Guinea está pendiente de ser votada, y esperamos fervientemente que no pierda su impulso.

También se está viendo progresos en Samoa, donde el Primer Ministro propuso el año pasado una cuota del 10 por ciento a ser introducida en las próximas elecciones, y se está adoptando medidas en Vanuatu para incluir una representación de mujeres del 30 por ciento en los consejos municipales y provinciales y en el parlamento nacional para 2015.

El tema de reservar escaños se está debatiendo mucho en el Pacífico. ONU Mujeres está brindando apoyo a los países, las candidatas, los partidos políticos, los votantes, las comisiones electorales y las medidas legislativas para garantizar que más mujeres voten y sean electas. Tener a más mujeres líderes acelerará los progresos en materia de paz, igualdad y democracia.

Otra prioridad es hacer avanzar la condición económica de las mujeres. Al día de hoy más de la mitad de las mujeres que trabajan en el mundo lo hacen en empleos vulnerables, las brechas salariales debidas al género son importantes y conciliar la vida profesional con la familiar sigue siendo una lucha diaria. Si se fortalece la condición económica de las mujeres, la recuperación económica puede ser más rápida, más justa y más sostenible. Los estudios muestran que las mujeres son más propensas que los hombres a invertir sus ingresos dentro de sus comunidades, haciendo disminuir los niveles de hambre, analfabetismo y mortalidad, y propiciando el crecimiento económico.

Hay pruebas económicas sólidas a favor de la igualdad de género. Se estima que si se cierra la brecha entre la participación laboral de las mujeres y de los hombres, se podría impulsar el producto interno bruto de Australia hasta en un 13 por ciento. El Foro Económico Mundial indica que una mayor igualdad de género está relacionada con un mayor producto interno bruto per cápita. Los países que tienen mayor igualdad entre las mujeres y los hombres tienen economías que son más competitivas y que crecen más rápido.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura indica que si se otorga a las campesinas el mismo acceso que a los hombres a las semillas, los fertilizantes y otros insumos, se puede hacer aumentar las cosechas hasta en un 4 por ciento y reducir la cantidad de personas con hambre entre 100 y 150 millones. Un estudio de la ONU ha concluido igualmente que si se elimina las barreras a la plena participación económica de las mujeres en esta región, la economía de Asia y el Pacífico puede crecer hasta en $89.000 millones por año.

Por estas y muchas otras razones, ONU Mujeres está ayudando a los países a eliminar las barreras que limitan la participación económica de las mujeres, facilitando formación y asistencia técnica y fomentando leyes, políticas y condiciones más justas para las mujeres. Trabajamos con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura y con el Programa Mundial de Alimentos para asistir a las mujeres rurales. Ellas son las que producen casi la mitad de los alimentos en los países en desarrollo y su empoderamiento es necesario por sí mismo y también para la seguridad alimentaria del mundo.

Estamos trabajando con el sector privado. De hecho, iré de Canberra a Syndey para asistir a una reunión especial de los Principios de Empoderamiento de las Mujeres. Hasta ahora, más de 400 compañías de todo el mundo, incluyendo decenas de compañías australianas, han adoptado estos principios para hacer avanzar las mismas oportunidades, la misma paga y el liderazgo de las mujeres. Espero que aún más compañías australianas se unan a nosotros.

Quisiera felicitar a Australia por sus logros a la hora de promover oportunidades equitativas para que las mujeres y los hombres puedan elegir realmente el tipo de participación que quieren tener en la economía, la sociedad y la familia. Desde los esquemas de licencias de paternidad pagasy las transferencias a los padres y las parejas con el fin de que el trabajo remunerado y las tareas domésticas se compartan, hasta transferencias a las familias que más lo necesitan, servicios infantiles de calidad que sean económicos y accesibles, la decisión de equidad salarial de este año, la reforma de las pensiones y el Plan nacional de acción sobre mujeres, paz y seguridad también de este año, Australia está tomando medidas concretas a favor de la igualdad entre las mujeres y los hombres.

El mes pasado tuve el placer de asistir a la presentación de un nuevo documental “Hombro a hombro: las mujeres, la paz y la seguridad, producido por el Centro Civil y Militar del Gobierno de Australia conjuntamente con ONU Mujeres, que pone el énfasis en proteger los derechos de las mujeres en las zonas en conflicto y en promover su participación en los procesos de paz. El film y los materiales educativos ayudan a instruir a los militares, la policía y los civiles sobre las complejas situaciones a las que se enfrentan cuando van a una misión de paz en la región de Asia y el Pacífico y de todo el mundo.

La mayoría de las víctimas de los conflictos armados -alrededor del 90 por ciento- son mujeres y niños y, sin embargo, el porcentaje de mujeres en las conversaciones de paz o en los componentes de policía y militares de las misiones de paz sigue siendo extremadamente bajo. Históricamente, más de la mitad de los acuerdos de paz fracasan antes de cinco años. Este récord se puede mejorar si se incorporan a más mujeres en las conversaciones y la consolidación de la paz.

ONU Mujeres se enorgullece de su asociación con Australia y con otros países del mundo para garantizar que se oigan las voces de las mujeres y para velar por la justicia para las mujeres y los hombres durante y después de un conflicto. Hoy se comprende mejor que nunca antes que el empoderamiento de las mujeres y la igualdad de género no son únicamente objetivos por sí mismos, sino que son medios fundamentales para un fin: la paz y el progreso que es justo y sostenible.

Esto es muy importante en el Pacífico, donde la visión de sostenibilidad se ve amenazada por el cambio climático, las sequías y el creciente nivel del mar. Es por ello que ONU Mujeres apoya aquí los esfuerzos a favor de las mujeres, de adaptación al cambio climático y de reducción de riesgos por desastres.

Ya sea que hablemos de cambio climático, de paz y seguridad, de crecimiento económico o de justicia y democracia, hay un hecho que es indiscutible: tenemos más probabilidades de encontrar soluciones si aprovechamos plenamente la sabiduría, los conocimientos y el liderazgo de toda la población. Ahora es el momento para los mismos derechos, oportunidades y liderazgo de las mujeres. Es éste el momento de alcanzar una igualdad real entre las mujeres y los hombres.

Les agradezco por el apoyo que dan a ONU Mujeres. Agradezco al Gobierno y al pueblo de Australia.