El día a día de la defensa de sobrevivientes en el tribunal islámico: Ayah al-Wakil está decidida a que ninguna mujer quede atrás
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“Si estás en un lugar que te permite cambiar realmente la situación de las mujeres, ya no hay obstáculos que te detengan”, dice Ayah al-Wakil, una abogada que trabaja en el Centro Palestino para los Derechos Humanos de la Franja de Gaza.
Desde 2015 su rutina matutina ha consistido en acudir al tribunal islámico cada día para presentar demandas en nombre de sobrevivientes de la violencia. “Hasta ahora he presentado más de 300 casos, y el número seguirá aumentando a medida que las mujeres a las que ya he ayudado sigan recomendándome a familiares y amigas”, continuó, agregando que su trabajo le hace sentir que tiene un propósito que cumplir.
En Palestina, el tribunal islámico se ocupa de asuntos familiares tipificados en la Ley del Estatuto Personal relativos al matrimonio, el divorcio, la custodia de hijas e hijos y la herencia. “Debido a algunas limitaciones de la Ley del Estatuto Personal, las sentencias del tribunal islámico no siempre reflejan las necesidades y los mejores intereses de las mujeres, las niñas y los niños”, afirma al-Wakil, señalando una falta de igualdad sustantiva con respecto a las mujeres en dicha ley. Mientras crecía y estudiaba derecho en la Franja de Gaza, al-Wakil empezó a conocer las deficiencias del sistema. “Me decidí a mejorar las vidas de las mujeres de mi ciudad natal, y comencé a buscar oportunidades. Poco después, el programa Sawasya se cruzó en mi camino”.
En noviembre de 2015, Ayah al-Wakil fue una de las cuatro abogadas seleccionadas para participar en una capacitación en el Centro Palestino para los Derechos Humanos, respaldada por el programa conjunto de ONU Mujeres/PNUD llamado Sawasya (que significa “igual” en árabe), para defender los derechos de las mujeres en los tribunales islámicos. “La capacitación cambió mi vida, ya que aprendí todas y cada una de las habilidades esenciales de la profesión durante ese año: desde presentar casos y argumentar en los tribunales hasta defender los derechos de las mujeres, habilidades que todavía utilizo a diario”, afirma.
Una vez finalizada la capacitación, al-Wakil decidió permanecer en el centro para continuar trabajando con las sobrevivientes de la violencia. “Eso era precisamente lo que pretendía lograr el programa mediante la capacitación: preparar y equipar a abogadas para defender los derechos de las mujeres en los tribunales islámicos, y Ayah lo consiguió”, explica Areej Al-Ashhab, oficial de programas adjunta de ONU Mujeres para el programa Sawasya.
Aunque la agenda diaria de al-Wakil está completa con la preparación de documentos jurídicos y su presencia en el tribunal, siempre tiene tiempo para hablar con las mujeres que la necesitan. Faten Ashour* es una de las mujeres que visitan regularmente a al-Wakil, incluso después de haber conseguido el divorcio gracias a la ayuda de la abogada. Ya libre, tras 13 años de un matrimonio en el que sufrió maltrato, Ashour se prepara ahora para terminar la enseñanza secundaria.
“Estaba muy asustada y tensa antes de mi primera cita con Ayah”, recuerda Ashour, que tuvo que enfrentarse a diversos obstáculos en el tribunal antes de conocer a al-Wakil.
“Ayah era diferente del resto de personas que había conocido en el tribunal. Ella me escuchó y me respetó”, añadió. La mujer que se reprimía y que callaba ante las injusticias ha desaparecido. Ahora Faten Ashour habla por sí misma e intenta alentar a otras mujeres, incluyendo a sus hermanas, a buscar ayuda cuando se encuentran en situaciones de maltrato.
Cuando se le pregunta acerca de sus planes de futuro, al-Wakil dice que seguirá prestando apoyo a las sobrevivientes de la violencia para que puedan reclamar sus derechos. A través del programa Sawasya, ella y sus colegas del Centro Palestino para los Derechos Humanos han puesto en marcha recientemente talleres de sensibilización sobre los llamados “asesinatos de honor”, una tradición que aprueba el asesinato de mujeres por parte de familiares en nombre del honor de la familia y que todavía prevalece en Gaza.
Sin embargo, los talleres no han logrado cambiar de forma inmediata la opinión de la mayoría de los hombres, que siguen pensando que los asesinatos de honor son una práctica legítima. Al-Wakil cree que la solución radica en la ley. “La ley está por encima de la tradición, y por eso la ley debe ser modificada para proteger a las mujeres. Debemos trabajar intensamente y poner todos nuestros esfuerzos en común para conseguir los cambios necesarios”, concluyó con esperanza y determinación en la mirada.
Ayah al-Wakil participó en la capacitación de abogadas y abogados facilitada por el Centro Palestino para los Derechos Humanos como parte del programa “Promoción del estado de derecho en el territorio palestino ocupado”—o Sawasya, como es conocido localmente—, puesto en marcha conjuntamente por ONU Mujeres, el PNUD y el UNICEF, y generosamente financiado por el Gobierno de los Países Bajos, el Organismo Sueco de Desarrollo Internacional (OSDI), el Departamento de Desarrollo Internacional del Reino Unido (DFID) y la Unión Europea (UE).
Nota: * El nombre es ficticio para proteger la identidad de la sobreviviente