Declaración de la Directora Ejecutiva de ONU Mujeres, Phumzile Mlambo-Ngcuka, en ocasión del 25º aniversario de la apertura de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer
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Exactamente 25 años después de este hito, la importancia de la apertura de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer en Beijing (China) sigue siendo incuestionable. En este cuarto de siglo, hemos sido testigos de la creciente fuerza y el efecto del activismo colectivo, y también hemos recordado el valor del multilateralismo y de las alianzas para encontrar soluciones comunes a los problemas que compartimos.
Tras las deliberaciones de la Conferencia en 1995, se delineó la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing: una agenda audaz cuyo objetivo es materializar los derechos humanos de las mujeres y las niñas, que se encuentran plasmados en 12 esferas de especial preocupación. La Plataforma de Acción brindó un marco para el avance de la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres y las niñas; fue adoptado por 189 Estados Miembros de las Naciones Unidas y es una referencia universal.
La perene vigencia de la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing no puede sobrestimarse hoy en día. Las amplias consecuencias sociales y económicas mundiales de la pandemia de COVID-19, incluidos los considerables aumentos en los índices de violencia contra las mujeres, amenazan con revertir muchos de los avances que tanto nos costaron conseguir en los últimos 25 años en pos del empoderamiento de las mujeres y las niñas. Al mismo tiempo, es notable el sobresaliente valor del liderazgo de las mujeres en la pandemia de COVID-19, y cabe reconocer en qué medida el trabajo de las mujeres y de los movimientos de mujeres brinda sostén al mundo y a las economías nacionales: desde el trabajo doméstico hasta la lucha por los derechos humanos.
También sabemos que es probable que, para 2021, 435 millones de mujeres y niñas hayan caído en la extrema pobreza. Los Gobiernos nacionales, las administraciones locales, los comercios y las empresas de todo tipo no deben dejar que esto ocurra. Para poder hacer frente a las barreras sistémicas contra la igualdad, debemos aplicar enfoques transformadores y nuevas alianzas que incluyan al sector privado así como a los Gobiernos y la sociedad civil. Es momento de repensarnos. Los botes salvavidas económicos y políticos para nuestro mundo en dificultades deben priorizar a las mujeres, a las niñas y a los niños.
La voluntad política de las y los líderes puede marcar la diferencia. En la Asamblea General de las Naciones Unidas de este año, las y los líderes mundiales tienen la oportunidad de traducir su poder en acción para acelerar la igualdad de género y el empoderamiento de todas las mujeres y las niñas, y para apoyar el trabajo de las organizaciones de la sociedad civil y de la juventud. Nuestras respuestas humanitarias frente a la COVID-19, nuestros paquetes de estímulo económico, nuestras reinvenciones en torno a la vida laboral y nuestras iniciativas para generar acciones solidarias que trasciendan la distancia física y social, todas ellas son oportunidades de reconstruir una mejor realidad para las mujeres y las niñas.
Para alcanzar el éxito, necesitamos trabajar en conjunto en estas acciones transformadoras. En 2019, lanzamos una campaña mundial llamada Generación Igualdad: Por los derechos de las mujeres y un futuro igualitario, que se proponía renovar el compromiso de los Gobiernos en alianzas con la sociedad civil, la academia y el sector privado. Esta campaña incluía calendarios, responsabilidades y recursos claros para la realización de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, un ambicioso marco de largo plazo con objetivos para alcanzar la igualdad de género en todo el mundo.
El 1º de octubre de 2020, se celebrará la Reunión de Alto Nivel convocada por el Presidente de la Asamblea General en coincidencia con el 25º aniversario de la Plataforma de Acción de Beijing. En dicha reunión, los Estados Miembros podrán poner en marcha sus compromisos hacia un mundo con igualdad de género. En ocasión de este importante aniversario, reafirmemos las promesas que en 1995 hicimos a mujeres y niñas. Recuperemos el espíritu activista de la Conferencia de Beijing y comprometámonos a forjar nuevas alianzas que trasciendan todas las generaciones y los sectores para aprovechar así la oportunidad de lograr un cambio profundo y sistémico para las mujeres y el mundo.