Acelerando el liderazgo de las mujeres en la economía verde

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Tomando la palabra en una mesa redonda sobre liderazgo organizada por la Red Tierra y la Fundación de la ONU, la Directora Ejecutiva Adjunta de ONU Mujeres, Lakshmi Puri, destacó que el empoderamiento de las mujeres, en cuanto que productoras y consumidoras, propulsará dramáticamente el crecimiento de una economía verde.

Señoras y señores:

Buenos días a todos. Es un placer estar con ustedes en este desayuno en ocasión de Río+20. Quiero agradecer a la Red Tierra y a la Fundación de las Naciones Unidas por invitarme a hablar en representación de ONU Mujeres sobre el importante tema del liderazgo de las mujeres en la economía verde. Como saben, la economía verde es un tema esencial que se está discutiendo, en este mismo momento; las delegaciones todavía están tratando de establecer la definición y el alcance del concepto.

¿Qué es entonces una economía verde?

Se puede definir como una economía que resulta en un mejor bienestar humano y en menos desigualdades, al tiempo que no expone a las generaciones futuras a importantes riesgos medioambientales o precariedad ecológica. Una economía verde trata de aportar beneficios sociales a largo plazo a las actividades de corto plazo, con el fin de mitigar los riesgos medioambientales.

Una economía verde, entendida como un objetivo o como un proceso de ajuste estructural para una industrialización, una agricultura, un sector de servicios y un desarrollo científico y tecnológico más verdes, no debe ser considerada como un fin en sí, sino como un camino para alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible y de erradicación de la pobreza.

En este contexto, queda claro que la participación de las mujeres en un crecimiento inclusivo, sostenible y verde puede impulsar el crecimiento de una economía verde. Las mujeres son consumidoras, pero también son trabajadoras y productoras y, en este sentido, tienen un rol crucial a la hora de alentar el crecimiento de una economía verde y de cosechar sus beneficios.

El Harvard Business Review estimó que, en 2009, las mujeres controlaban aproximadamente 20.000 billones de dólares de los gastos de consumo mundiales, y que se espera que esa cifra aumente a 28.000 billones para 2014.

Los estudios han mostrado también que las mujeres económicamente empoderadas tienen más probabilidades de comprar bienes para sus hogares, específicamente para sus hijos, incluyendo alimentos, cuidados de salud, educación, vestimenta y productos de higiene personal, y que simultáneamente tienen más probabilidades de comprar productos reciclables, ecológicos y energéticamente eficientes. Por lo tanto, el empoderamiento económico de las mujeres afecta las modalidades de gasto del hogar y es probable que aumente la demanda de servicios y de productos sostenibles. Esta tendencia podría tener un impacto considerable sobre el crecimiento verde.

Los estudios también muestran que si los índices de trabajo remunerado de las mujeres estuviesen al mismo nivel que el de los hombres en los EE.UU, la zona del Euro y Japón, el Producto Interno Bruto aumentaría entre 9 y 16 por ciento. Por lo tanto, las mujeres empoderadas económicamente pueden dar un impulso a las economías verdes. Las mujeres son también trabajadoras y productoras, y el potencial de su participación en una “fuerza laboral verde no debe ser subestimado.

En la actualidad, se espera que por lo menos el 80 por ciento de los empleos verdes del mundo sean en los sectores secundarios como la construcción, la industria manufacturera y la producción de energía, que son industrias donde las mujeres no tienen mucha participación. Por ejemplo, las mujeres representan el 9 por ciento de la mano de obra en la construcción, el 12 por ciento en la ingeniería, el 15 por ciento en los servicios financieros y comerciales, y el 24 por ciento en las manufacturas, que son todos sectores esenciales para crear una economía verde.

Para compensar esta escasez, hace falta capacitación. Esto a su vez tiene un costo, pero los beneficios son muchos. Desde el punto de vista de la producción, las mujeres capacitadas en la investigación y el desarrollo de productos respetuosos del medio ambiente pueden contribuir a diseños que tengan presentes a las mujeres y a los hombres, lo que mejora la capacidad de venta y el uso de dichos productos.

En última instancia, esto tendrá una influencia sobre las pautas de consumo sostenible. Un informe de 2008 realizado por Goldman Sachs en 15 países indicó que “una mayor inversión en la educación de las mujeres podría significar un incremento adicional del PIB en un 0,2 por ciento al año.

La capacitación de las mujeres en los sectores no tradicionales que son muy importantes para un futuro sostenible incluyen la agricultura, el agua, la energía y las TIC.

La educación y la formación públicas tradicionales, los cursos intensivos empresariales, los centros de conocimientos y tecnología, los programas de formación empresarial y de desarrollo entre mujeres que se han hecho en el sector privado son modelos interesantes a tomar en consideración a la hora de juntar y ampliar los esfuerzos de capacitación.

Con una mayor demanda de profesionales formados en los sectores verdes y en las prácticas comerciales sostenibles, las mujeres son una fuente sin explotar para el crecimiento verde. Por lo tanto, un apoyo público específico que garantice que las niñas y las mujeres tengan las mismas oportunidades en la educación y la formación llevará a un rol más destacado en la investigación y en el desarrollo de tecnologías respetuosas del medio ambiente.

Las empresas desempeñan un papel fundamental para hacer avanzar esos objetivos complementarios: igualdad de género en el trabajo, en los mercados y en las comunidades, y buenas prácticas que tengan en cuenta el clima y el medio ambiente.

Los Principios para el Empoderamiento de las Mujeres, que es una iniciativa conjunta de ONU Mujeres y del Pacto Mundial de la ONU, son siete principios que ofrecen una visión clara, coherente y asequible de la contribución que pueden hacer las empresas para hacer avanzar la igualdad de género en estrecha relación con el crecimiento económico sostenible. El resultado puede ser un buen negocio para las mujeres, para el medio ambiente y para el mercado.

Si se quiere capitalizar el potencial de las mujeres en una economía verde, es preciso cerrar las brechas salariales, aumentar el trabajo remunerado de las mujeres y tener a más mujeres en puestos de liderazgo corporativo.

El principal objetivo de los Principios 1 a 5 es la implementación de políticas laborales sensibles a los asuntos de género que permitan que las mujeres tengan las mismas oportunidades de progresar en los negocios. El Principio 6 va más allá y alienta a las empresas a promover la igualdad a través de iniciativas y promoción en las comunidades. El Principio 7 insta a medir y dar cuentas públicamente de los progresos. En conjunto, las empresas pueden hacer notar su influencia, liderar con el ejemplo y empoderar económicamente a las mujeres para impulsar una economía verde.

El Principio 4 pide a las empresas que tomen una posición proactiva para ayudar a las mujeres a remediar esta escasez de conocimientos, ofreciendo a las mujeres formación, educación y desarrollo profesional. Además de ayudar a las mujeres a ocupar empleos verdes, el desarrollo profesional puede ayudar a las mujeres a atravesar el techo de cristal.

Las mujeres siguen estando mal representadas en los puestos corporativos de alto nivel -hay un 37 por ciento de directoras de nivel bajo o medio y sólo 26 por ciento de vicepresidentas y directoras superiores- y se arguye la falta de desarrollo profesional como una de las barreras que enfrentan las mujeres.

Si las empresas dan activamente oportunidades a las mujeres en los ámbitos no tradicionales, pueden fomentar en las mujeres el talento necesario para impulsar y mantener un crecimiento verde a largo plazo para sus empresas y para la economía en general.

El Principio 5 promueve el empoderamiento de las mujeres a través de la creación de empresas, la cadena de suministros y las prácticas de marketing. En especial, su fin es eliminar los obstáculos como las barreras al crédito para las mujeres, y fomentar el crecimiento de las empresas propiedad de mujeres, incluyendo las pequeñas empresas, tratando de establecer lazos comerciales con ellas.

Si las empresas propiedad de mujeres son empoderadas en toda la cadena de suministros sostenible, los grandes compradores de materias primas y de productos pueden contribuir a la igualdad de las mujeres en el medio empresarial y a un crecimiento económico sostenible.

Es necesario también invertir en las empresas propiedad de mujeres que usan prácticas sostenibles en la cadena de suministros, para capitalizar en las oportunidades de ayudar a las mujeres a hacer crecer sus empresas y, simultáneamente, hacer avanzar el crecimiento económico verde. Las prácticas de adquisiciones que destinan una proporción mínima de los presupuestos a empresas sostenibles propiedad de mujeres son un modo concreto y sistemático de colmar esos objetivos.

Apoyar las soluciones sensibles a los asuntos de género para remediar las barreras al crédito y a los préstamos puede también empoderar a las empresarias. Los micropréstamos para las mujeres y otros métodos de crédito similares se estiman que son de bajo riesgo, a nivel mundial, con porcentajes altísimos de cumplimiento. Sin ese apoyo, las empresas propiedades de mujeres de todo el mundo que buscan mejorar la sostenibilidad de su gestión en la cadena de valores pueden estar perdiendo la oportunidad de que sus empresas crezcan; por su parte, las empresas mundiales pierden la oportunidad de ampliar la red de su cadena mundial de suministros sostenible.

Es obvio que las políticas públicas son fundamentales para esta transición. El desarrollo y el acceso a las tecnologías verdes tienen que buscar cerrar las brechas de igualdad entre los géneros, hacer participar a las mujeres usuarias finales en el proceso de diseño, y garantizar que haya las mismas oportunidades para las mujeres científicas, innovadoras y responsables de la toma de decisiones en su diseño y operaciones.

Al mismo tiempo, es necesario garantizar que las políticas públicas promuevan la protección social para las mujeres sensible a los asuntos de género, especialmente para las mujeres que trabajan en el sector informal, en la transición hacia una economía verde.

Lograr que las economías sean más verdes también puede exigir la introducción de marcos de políticas que promuevan modalidades sostenibles de consumo, producción, finanzas públicas y desarrollo de las capacidades de las comunidades locales.

Los instrumentos verdes de políticas para avanzar por un camino de crecimiento sostenible pueden exigir establecer medidas de incentivos específicos para los productores y para los consumidores. Lo anterior puede requerir el subsidiar métodos sostenibles de producción y poner impuestos sobre las prácticas dañinas, lo que a su vez requerirá reformas impositivas ecológicas que promuevan una transferencia de los impuestos de los “factores buenos de producción (como la mano de obra) a los “factores malos (como la contaminación), impulsando así el empleo de las mujeres y de los hombres simultáneamente, al tiempo que se corrigen los parámetros medioambientales.

De manera más general, hay que crear un entorno propicio. Hay que adoptar medidas legales que protejan los derechos plenos e iguales de las mujeres a la tierra, a la propiedad y a la herencia.

Los presupuestos sensibles al género de los Ministerios encargados del agua, la energía y la agricultura es otra herramienta para eliminar las desigualdades en el acceso a los servicios básicos que maximiza simultáneamente la eficacia de las políticas de desarrollo y contribuye al logro de resultados más equitativos en materia de desarrollo. El concepto se promovió en 1994, poco después de la adopción de la Agenda 21, con más de 40 iniciativas en todo el mundo en diversos grados de implementación al día de hoy.

Otra medida que ha tenido éxito ha sido la creación de los centros de servicios de sostenibilidad. Los centros comunitarios que tienen los objetivos de sostenibilidad entre sus principales preocupaciones pueden ofrecer un medio fácil de poner a las personas en contacto con los servicios gubernamentales y privados necesarios, especialmente a las mujeres marginadas y pobres.

Hasta la fecha, los modelos han combinado con enorme éxito varios servicios en una única fuente para responder a las necesidades de las mujeres: servicios de salud, apoyo jurídico, educación y formación para adultos, movilización política, etc. Algunas variaciones de este procedimiento han dado resultados en Aceh, Ghana, India, Nicaragua, Perú, Rwanda y Tayikistán, entre otros.

Sin embargo, son pocos los que integran la sostenibilidad en su apoyo o en sus servicios. Un centro de servicios de sostenibilidad puede incluir: (1) educación básica acerca de la salud, la contaminación y el cambio climático del ecosistema; (2) asesoría jurídica para el título sobre la tierra o la propiedad; (3) alfabetización y educación cívica; (4) servicios de salud, incluyendo educación sobre salud sexual y reproductiva; (5) apoyo fisiológico y jurídico para saber utilizar los canales de justicia y buscar ayuda en casos de violencia, trata de personas y otros delitos; (6) educación acerca de los derechos de las mujeres y de las oportunidades de movilización social.

En conclusión, se ha dicho a menudo que una economía verde reúne los pilares económico y medioambiental del desarrollo sostenible. La participación de las mujeres en la economía verde establece una relación importante con el pilar social.

Sus contribuciones son, por lo tanto, no sólo fundamentales para el desarrollo sostenible en sus tres dimensiones, sino que son también un aspecto esencial de la integración de los tres pilares: el medioambiental, el económico y el social. Ahora es el momento de asegurarnos que existan las políticas y las medidas correctas para hacer esto una realidad.

Muchas gracias.