Discurso de Michelle Bachelet en el simposio de economía “Perspectivas críticas sobre las crisis financieras y económicas: por qué importan los asuntos de género”
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Discurso de Michelle Bachelet, Secretaria General Adjunta de las Naciones Unidas y Directora Ejecutiva de ONU Mujeres, en el simposio de economía “Perspectivas críticas sobre las crisis financieras y económicas: por qué importan los asuntos de género”, celebrado en Nueva York los días 21 y 22 de enero de 2013.
[Cotejar con el texto pronunciado.]
Buenos días.
Es un placer estar aquí con todas y todos ustedes. ONU Mujeres tiene el placer de copatrocinar este simposio junto a la Asociación Internacional para la Economía Feminista. Deseo agradecer a las editoras de Economía Feminista, Diana Strassmann y la Profesora Guenseli Berik. También quiero agradecer a los editores invitados, los Profesores Sakiko Fukuda-Parr, James Heintz y la editora invitada Stephanie Seguino. Agradezco a todas y todos por estar aquí hoy en este importante simposio en compañía de economistas y expertas/os de políticas con el fin de discutir los impactos de la crisis actual y por qué importan los asuntos de género.
Es momento de estudiar no sólo los efectos de la crisis sino también los efectos de las medidas tomadas por los Estados para darle respuesta en los últimos cinco años. Desde el comienzo de la recesión mundial en 2007, se estima que unas 30 millones de personas perdieron sus empleos. La Organización Internacional del Trabajo advierte que es posible que se pierdan aún más puestos de trabajo. La semana pasada el Banco Mundial expresó que la economía mundial continúa siendo frágil ya que los países de altos ingresos siguen padeciendo de volatilidad y crecimiento lento y las economías de los países en desarrollo, aunque sólidas, todavía tienen un camino difícil por recorrer.
Al comenzar 2013, no hay una perspectiva clara de una rápida recuperación mundial. Si bien todavía se está debatiendo el impacto de las herramientas macroeconómicas que tienen como objetivo estimular la recuperación económica mundial, se ha notado algunas pruebas de sus efectos. En muchos países desarrollados y en algunos en desarrollo, la respuesta prevalente en materia de políticas es la austeridad fiscal, y sabemos que esas medidas y recortes en los gastos afectan a las mujeres y a los hombres de manera diferente. Sabemos, por ejemplo, que la austeridad fiscal afecta negativamente los empleos en el sector público y el suministro de bienes y servicios, lo que a su vez tiene un impacto negativo desproporcionado sobre las mujeres y sus familias.
Por otra parte, la política monetaria o “alivio cuantitativo” ha demostrado ser menos eficaz de lo que se esperaba para generar los empleos que tanto se necesitan. Las liberalizaciones del mercado laboral que siguieron a las crisis llevaron a un empeoramiento general de las condiciones laborales y a un debilitamiento del poder de negociación en materia de salarios, lo que ha llevado a aún más mujeres a trabajar en empleos vulnerables.
Sabemos que las crisis financieras y económicas empeoraron las brechas de género con relación al empleo en todas las regiones y en los países desarrollados y en desarrollo por igual. En 2012, la brecha se amplió aún más y las mujeres perdieron alrededor de 13 millones de empleos. Las mujeres pierden los empleos porque trabajan en sectores orientados a la exportación, agrícolas y otros que se han visto muy afectados; pierden empleos porque la mitad de las trabajadoras del mundo todavía trabajan en empleos vulnerables, informales o mal remunerados que son susceptibles a los cambios en el mercado; pierden empleos a causa de la discriminación de género y porque, a menudo, son las primeras en ser despedidas y las últimas en ser elegidas para los empleos estables que pagan bien y ofrecen beneficios.
Efectivamente, las mujeres son víctimas de la pérdida de empleos y del desempleo, y también se ven afectadas por la pérdida de ingresos del gobierno. En su afán por equilibrar sus presupuestos, los gobiernos disminuyen los gastos; estos cortes presupuestarios en los sectores sociales como la educación y la salud a menudo recaen sobre las mujeres, quienes ya tienen que llevar la carga de la gran parte del trabajo de cuidados no remunerados y que dependen de los empleos y de las pensiones del sector público para sobrevivir y cuidar a sus familias.
La desaceleración económica ha causado igualmente un importante revés en el logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio. La crisis ha hecho que los progresos para alcanzar la educación primaria universal, reducir la mortalidad infantil y materna, y mejorar las condiciones sanitarias sean más lentos. Aunque la meta de reducir a la mitad la pobreza en el mundo para 2015 todavía puede ser alcanzada por la mayor parte de los países, ésta no será alcanzada ni en África subsahariana ni, quizá, en algunas partes de Asia meridional.
La conclusión es cada vez más clara: la austeridad fiscal puede obstaculizar el propio crecimiento y la reestructuración que son necesarios y, al mismo tiempo, erosionar lo que se ha logrado con mucho esfuerzo para las mujeres. También queda claro que las políticas de promoción de la igualdad de género y de la participación justa y equitativa de las mujeres en el mercado laboral pueden impulsar la recuperación y el crecimiento económicos.
Hemos aprendido que si mantenemos las inversiones públicas y los gastos sociales podemos ayudar a contrarrestar los peores efectos de la recesión y fomentar la recuperación económica. Hay muchísimas pruebas que apoyan esto y sobre las que nos podemos apoyar para lograr una mejor respuesta en materia de políticas.
El Estado tiene un rol crucial a la hora de crear, de manera proactiva, las condiciones idóneas para el crecimiento inclusivo del empleo y la recuperación económica. Los Estados pueden contribuir al empoderamiento económico de las mujeres estableciendo estándares laborales básicos, creando leyes para que se pague lo mismo por el trabajo de igual valor, y dando apoyo a la licencia de maternidad y a los cuidados infantiles, beneficios que disminuyen el peso financiero sobre los empleadores privados.
La adopción de una postura fiscal de expansión puede permitir a los Estados ampliar las políticas y los programas, como por ejemplo la protección social. Los programas públicos y las protecciones sociales no son sólo prestaciones sociales, sino importantes políticas que reducen o impiden las recesiones y permiten lograr una recuperación económica más rápida.
En 2011, colaboré en la elaboración de un informe transcendental sobre el “Piso de protección social para una globalización equitativa e inclusiva”, informe redactado por un grupo asesor que presidí y que fue presentado dentro del marco de la Iniciativa del Piso de Protección Social. Ésta es una coalición que incluye a los organismos de la ONU, al FMI, a los bancos multilaterales de desarrollo y socios del desarrollo, y a las organizaciones no gubernamentales.
La protección social ha ayudado a aumentar la resistencia a los impactos económicos, ha contribuido a una recuperación acelerada y ha aliviado la pobreza y las carencias de más personas, respetando las promesas de la Declaración de los Derechos Humanos y los compromisos de los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Las políticas deben reflejar el reconocimiento de que todas las personas tienen el derecho a gozar de una seguridad básica de los ingresos y del acceso universal a los servicios sociales esenciales como la salud, el agua y el saneamiento, la educación o la seguridad alimentaria.
Es preciso que conversemos acerca del rol del gobierno en la intervención económica y el establecimiento de las políticas, y de cuáles son las políticas fiscales y monetarias correctas para fomentar el crecimiento económico, crear empleos e impulsar el desarrollo sostenible. También tenemos que estudiar hasta qué punto las desigualdades estructurales arraigadas, en especial la desigualdad entre los géneros, afectan la recuperación y el crecimiento económicos.
De cara al futuro, esta conferencia ahonda en muchos de los temas que no constan en muchos de los estudios económicos actuales. Con el propósito de ganar en claridad, tenemos que examinar los efectos de la crisis económica y de las medidas de la respuesta a la crisis sobre las mujeres y sobre los hombres. Tenemos que ampliar nuestra perspectiva analizando cabalmente el papel económico que juegan las mujeres con el fin de mejorar nuestras respuestas de políticas y de promover el crecimiento económico inclusivo.
Comprender la desigualdad de género es tan importante como comprender cómo la desigualdad con base en las capacidades o en los ingresos en las familias influencia el crecimiento económico y el desarrollo. Debemos reconocer las relaciones de poder en las familias y en las comunidades que afectan la capacidad de las mujeres de ganar un salario decente, de controlar sus propias finanzas y de participar plenamente en la economía. No podemos permitirnos sacrificar los progresos logrados en materia de igualdad de género por medidas de austeridad que sólo traerán más dificultades para las mujeres y sus familias.
Estamos aquí hoy para abrir y ampliar este importante y descuidado debate. ONU Mujeres contribuye a él con nuevas publicaciones de políticas sobre el empoderamiento económico de las mujeres, las cuales fueron presentadas hoy. El taller nos brinda a todas y todos la oportunidad de afinar nuestras posturas y recomendaciones de políticas y de impulsar el debate mundial sobre las respuestas de políticas a la crisis.
Veo este simposio como una oportunidad de tomar en cuenta los siguientes pasos:
• Tenemos que saber qué políticas pueden marcar una diferencia positiva en lo inmediato y a más largo plazo, y tenemos que hacer avanzar la idea de que promover la igualdad de género es parte de la solución: no es ni un “extra,” ni un apéndice, ni una nota al pie de página.
• Tenemos que aclarar lo que hemos aprendido hasta ahora sobre la política macroeconómica y cuáles son las brechas en nuestros conocimientos.
• Tenemos que planificar los estudios y el trabajo necesarios para cerrar esas brechas y aumentar nuestros conocimientos.
Todas y todos aquí presentes sabemos que los asuntos de género importan, y que la igualdad de género tiene que marcar el camino a seguir con el fin de ayudar a los países a recuperarse mejor de la crisis, de un modo más rápido y duradero.
Tenemos que eliminar los obstáculos a la plena participación de las mujeres en el mercado laboral, fortalecer las instituciones y llevar a cabo las reformas necesarias para lograr condiciones de trabajo decentes y derechos humanos para todos, hombres y mujeres. Necesitamos una respuesta de políticas centrada en la generación de empleo, en la protección social y en los derechos humanos básicos de modo de estimular un crecimiento económico equitativo e inclusivo.
Los argumentos que aporten nos ayudarán a encajar todos los elementos de modo de actuar con base en los conocimientos y en las pruebas de que disponemos ahora, y de confrontar las desigualdades que entorpecen el crecimiento económico y la recuperación en tantos países.
Les agradezco y les deseo a todas y todos éxito en el simposio. Espero ansiosa los resultados y poder seguir cooperando con la Asociación Internacional para la Economía Feminista. Está en nuestras manos llevar este debate mundial al centro mismo de las tomas de decisiones de modo de lograr un cambio real en las políticas.
Muchas gracias.