Declaración de apertura de Michelle Bachelet en CSW57: “Es hora de actuar: Prevenir y poner fin a la violencia contra las mujeres y las niñas”
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“ES HORA DE ACTUAR: Prevenir y poner fin a la violencia contra mujeres y niñas”, Declaración de apertura del 57º periodo de sesiones de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer, de Michelle Bachelet, Secretaria General Adjunta de las Naciones Unidas y Directora Ejecutiva de ONU Mujeres, 4 de marzo de 2013, Nueva York
[As delivered]
Señora presidenta,
Sr. Secretario General Adjunto,
Excelencias,
Distinguidas delegadas, distinguidos delegados,
Representantes de la sociedad civil,
Colegas, amigas y amigos:
Es un placer para mí estar aquí hoy con todas y todos ustedes en este 57º periodo de sesiones de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer. No se trata de un periodo de sesiones cualquiera. No se trata de un año más. Han ocurrido muchas cosas desde la última vez que nos reunimos. El mundo nos observa mientras nos reunimos para prevenir y poner fin a la violencia contra mujeres y niñas.
Los recientes acontecimientos y protestas reflejan una mayor conciencia e impulso. Durante los últimos meses, mujeres, hombres y jóvenes han tomado las calles con carteles en los que se preguntaba, “¿Dónde está la justicia?”, y un clamor se alzaba gritando “¡Despierten!”.
Han mostrado su solidaridad con una niña pakistaní tiroteada por defender el derecho a la educación. Han pedido justicia por una joven india y otra sudafricana víctimas de horribles violaciones que acabaron con sus vidas. Han exigido poner fin a los interminables casos de violación y violencia que amenazan las vidas de un sinfín de mujeres y niñas en todos los países pero que nunca ocupan los titulares.
Nos quedaríamos cortos si afirmáramos que el tema prioritario de este 57º periodo de sesiones, la eliminación y prevención de todas las formas de violencia contra mujeres y niñas, es oportuno.
Doy las gracias a la Presidenta, la Embajadora Kamara, el Vicepresidente del Consejo Económico y Social, el Embajador Hoxha, el Secretario General Adjunto Eliasson, la Relatora Especial Manjoo, la Presidenta Ameline, de la Comisión, a todas y todos ustedes. Les agradezco su presencia aquí hoy, ministras y ministros, embajadoras y embajadores, representantes de la sociedad civil, también a todas las personas del mundo que creen y actúan a favor de los derechos humanos de las mujeres.
Nos reunimos en esta Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer porque todas las personas tienen el derecho a vivir sin violencia ni discriminación. El mundo no puede seguir permitiéndose el costo de la violencia contra las mujeres y niñas, el costo social y económico, y el costo del profundo dolor y sufrimiento humano.
Me gustaría compartir con ustedes las voces y las historias de mujeres de todo el mundo:
Una chica de 20 años llamada Kristin, de los Estados Unidos, fue violada por un amigo cercano en quien pensaba que podía confiar, y escribió lo siguiente en su diario: “El dolor. El hedor. La mirada de odio en sus ojos. ¿Está él todavía ahí? ¿Qué queda de mi alma?”. Poco menos de cinco meses después, Kristin se quitó la vida, incapaz de seguir viviendo con ese dolor.
Una joven del norte de Malí contaba lo siguiente: “Los rebeldes estaban en la esquina, mirándome. Cuando salí, me forzaron a entrar en su vehículo y me encadenaron los brazos. Eran cuatro, me llevaron a una zona oscura. Allí había otras tres chicas. Nos violaron durante dos noches y cada vez venían en grupos de tres, cuatro, a veces cinco”.
En Viet Nam, una mujer de 44 años contó lo siguiente: “Me sacó cada dong que ganaba. Solía decirme, “¿Cuánto has ganado hoy? Dámelo todo o te pegaré hasta matarte”.
Y una joven de Moldova, a quien secuestraron y con la que traficaron, afirmó lo siguiente ante un tribunal: “Me llevaron a un bosque y allí me pegaron y me violaron… realmente pensé que iba a morir. Después, me condujeron a una casa donde había muchos hombres. Todos estaban muy borrachos y se alternaban para violarme”.
Amigas, amigos:
La violencia tiene que terminar. Necesitamos adoptar un compromiso y medidas firmes para poner fin a la violencia contra mujeres y niñas.
Durante más de seis décadas, esta Comisión nos ha dado impulso, ha documentado la realidad de las vidas de las mujeres de todo el mundo, ha formulado políticas mundiales sobre la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres.
Esta Comisión ha fomentado el progreso de las mujeres y el cumplimiento de los derechos de las mujeres como derechos humanos, y ha redactado la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer.
Desde que abrió sus puertas, esta Comisión ha acogido como participantes a grupos de mujeres y ONG. Este año hemos superado récords anteriores con la preinscripción de 6.000 representantes de la sociedad civil.
Excelencias,
Señoras y señores,
Queridas amigas, queridos amigos:
Llamo su atención sobre las voces de las mujeres y la historia y los logros de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer porque este 57º periodo de sesiones reviste una importancia histórica. Se trata de la reunión internacional más importante sobre poner fin a la violencia contra las mujeres.
Durante las últimas décadas, hemos progresado en la articulación de normas y estándares internacionales, además de leyes, políticas y programas nacionales.
Pero la violencia contra mujeres y niñas sigue siendo un hecho generalizado, y la impunidad sigue siendo la norma más que la excepción.
Ha llegado el momento de asumir el reto de la implementación y la rendición de cuentas.
Este es mi mensaje: es hora de actuar.
Es hora de actuar cuando hasta el 70 por ciento de las mujeres en algunos países se enfrentan a violencia física y/o sexual a lo largo de sus vidas. Cuando en Australia, Canadá, Israel, Sudáfrica y Estados Unidos, entre el 40 y el 70 por ciento de los asesinatos de mujeres corresponde a violencia en que el agresor es la pareja de la víctima.
Cuando una de cada tres niñas de países en desarrollo probablemente se convertirá en una niña casada; cuando aproximadamente 140 millones de niñas y mujeres han sufrido la mutilación genital femenina; cuando millones de mujeres y niñas son víctimas de la trata, la esclavitud moderna; cuando los cuerpos de las mujeres son un campo de batalla, y cuando la violación se utiliza como táctica de guerra: es hora de actuar.
Excelencias,
Distinguidas delegadas, distinguidos delegados:
Este 57º periodo de sesiones de la Comisión nos brinda una oportunidad histórica de ejercer nuestra responsabilidad para prevenir y poner fin a la violencia contra mujeres y niñas.
La violencia contra las mujeres ocurre en todas partes. Sabemos que poner fin a esta violencia requiere un sistema judicial férreo y el estado de derecho.
Actualmente, 160 países tienen leyes que abordan la violencia contra las mujeres. Sin embargo, con demasiada frecuencia se culpa a las mujeres y las niñas que se ven sometidas a esta violencia y se les hace sentir vergüenza justamente por la violencia que se comete contra ellas. Buscan justicia en vano. En el peor de los casos, se castiga a las mujeres cuyos derechos han sido violados mientras los agresores permanecen impunes.
Durante los últimos seis meses, hemos presenciado el aumento de la indignación pública mundial ante la violencia cometida contra mujeres y niñas, algunas de las cuales defienden los derechos humanos.
Una de ellas es una niña de 15 años cuyo valor, determinación y defensa a favor de la educación de las niñas nos inspira a todas y todos. Ha demostrado su increíble fuerza después de sufrir un ataque brutal y dos operaciones para restaurar su cráneo y su capacidad auditiva. Se llama Malala Yousafzai y es una valiente defensora de los derechos humanos.
Recientemente, Malala habló delante de una cámara por primera vez, y atribuyó su supervivencia a “las oraciones de la gente”. “Gracias a estas oraciones”, afirmó, “Dios me ha dado esta nueva vida y quiero ser útil, quiero que todas las niñas, todos los niños, reciban educación”.
Amigas, amigos:
Por Malala, por todas las niñas y mujeres, por todos los seres humanos, debemos conseguir un acuerdo firme orientado a la acción para prevenir y poner fin a la violencia contra mujeres y niñas.
Es una cuestión de derechos humanos universales y dignidad humana inherente que nos afecta a todas y todos, nos implica a todas y todos, y requiere medidas urgentes y convenidas de parte de todas y todos.
Cuando fundamos ONU Mujeres hace más de dos años, poner fin a la violencia contra las mujeres se convirtió en una de nuestras principales prioridades. Estamos plenamente conscientes de que para ello es necesario respaldar el cambio de actitudes y comportamientos, así como progresar hacia la igualdad de derechos, la igualdad de oportunidades y la igualdad en la participación, especialmente a la hora de tomar decisiones.
Trabajamos en 85 países para, en primer lugar, apoyar los esfuerzos nacionales para prevenir la violencia, para poner fin a la impunidad de estos delitos y ampliar los servicios esenciales a las sobrevivientes. El Fondo Fiduciario de la ONU para poner fin a la violencia contra las mujeres ha asignado más de 86 millones de dólares estadounidenses a 351 iniciativas en 128 países y territorios. Pueden obtener información adicional sobre estos esfuerzos en los dos informes elaborados previamente a esta Comisión, uno sobre los aspectos normativos del trabajo de ONU Mujeres y otro sobre el Fondo Fiduciario de la ONU para poner fin a la violencia contra las mujeres.
La campaña “ÚNETE para poner fin a la violencia contra las mujeres”, promovida por el Secretario General de las Naciones Unidas, está fomentando que se genere conciencia y se tomen medidas en todo el mundo. Por nombrar sólo un ejemplo, en Kirguistán, ONG, artistas, futbolistas, medios de comunicación y el sector privado se han unido para que el Gobierno adopte una nueva ley con penas más severas para el secuestro de novias.
Asimismo, en noviembre del año pasado presentamos la iniciativa NOS COMPROMETEMOS. Hasta la fecha, 41 países de todas las regiones han formulado compromisos nacionales notorios, desde aquí mi reconocimiento a todos ellos. Cada vez son más los países que se comprometen, y esperamos que este número aumente en los próximos días.
Señora Presidenta:
La participación plena e igualitaria de las mujeres refuerza la democracia, la economía y la paz.
En calidad de organismo normativo, las Naciones Unidas tienen la responsabilidad de dar el ejemplo. El Secretario General de las Naciones Unidas ha dado un paso histórico, nombrando a muchas mujeres para ocupar puestos de alto nivel, como los de la Secretaría General Adjunta y la Subsecretaría General. Sin embargo, el porcentaje global de representación de las mujeres en el sistema de las Naciones Unidas sólo ha aumentado de forma marginal, pasando de un 39,9 por ciento en 2009 a un 40,7 por ciento en 2011, a un ritmo menor que en los dos años precedentes. La paridad de género sólo se ha logrado en los niveles profesionales inferiores.
Es necesario hacer hincapié en la creación de medidas especiales para lograr la paridad en los niveles profesionales superiores. El Plan de acción para todo el sistema en materia de igualdad de género indica el camino a seguir con estándares para la rendición de cuentas en lo que respecta al logro de la paridad de género y a la aplicación de políticas que, por ejemplo, faciliten el equilibrio entre el trabajo y la vida personal y aceleren una cultura organizacional propicia.
Durante las próximas dos semanas, esta Comisión debatirá muchas cuestiones importantes, desde la distribución equitativa de responsabilidades entre mujeres y hombres o los Objetivos de Desarrollo del Milenio hasta la agenda para el desarrollo posterior a 2015. Y permítanme decirles esto: la erradicación de la violencia contra las mujeres sigue siendo el ODM ausente y, por ello, debe incluirse en todo nuevo marco de desarrollo. Es preciso definir un objetivo independiente sobre la igualdad de género que incorpore una perspectiva de género en el resto de los objetivos.
En este periodo de sesiones, tenemos dos informes del Secretario General: uno sobre la situación y la ayuda a las mujeres palestinas y otro sobre propuestas de temas prioritarios para futuros periodos de sesiones de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer. Por último, dos informes que señalan el camino a seguir para abordar nuestro tema prioritario: uno sobre servicios y respuestas multisectoriales para mujeres y niñas víctimas de la violencia, y otro sobre la prevención de la violencia contra mujeres y niñas.
A continuación me gustaría destacar cinco áreas principales de acción.
En primer lugar, debemos reforzar la aplicación de leyes, políticas y programas para prevenir y responder ante la violencia contra las mujeres y las niñas.
Es necesario acelerar la aplicación, y los Gobiernos deben rendir cuentas respecto a sus compromisos y obligaciones. Si bien se ha observado cierto progreso, en especial en los servicios y las respuestas, la implementación ha sido lenta y desigual entre los países. Muchos sistemas judiciales son débiles y no dan respuesta a las necesidades de las mujeres; asimismo, hay un déficit de policías, personal jurídico y forense debidamente capacitado. Es preciso contar con una acción más decidida y fondos suficientes para que las leyes, las políticas y los programas puedan ofrecer justicia y servicios a las mujeres.
En segundo lugar, debemos prestar especial atención a la prevención de la violencia contra mujeres y niñas.
La violencia se puede prevenir abordando las causas que originan la desigualdad de género y la discriminación, y protegiendo los derechos humanos de las mujeres y las niñas, incluyendo sus derechos reproductivos y el derecho a la salud sexual y reproductiva. Cuando las mujeres y las niñas pueden reclamar sus derechos y disfrutar de la igualdad de oportunidades y de un nivel de vida adecuado, son menos propensas a sufrir violencia de género.
También es fundamental promover el cambio de actitudes, creencias y comportamientos que condonan o perpetúan la violencia, y esto puede lograrse mediante la sensibilización, la movilización de las comunidades, programas educativos y el apoyo a niñas y niños y jóvenes que están expuestos a la violencia.
De algo estoy segura: la prevención de la violencia contra las mujeres exige la participación de todos los segmentos de la sociedad, en particular de los hombres y los niños varones como socios y compañeros en la igualdad de género y las relaciones respetuosas.
En tercer lugar, debemos considerar la prevención y la respuesta en conjunto como parte de una estrategia integral y coordinada para que sean eficaces.
Nuestro mensaje debe ser claro: la violencia no se puede aceptar, no se va a tolerar y los agresores recibirán su castigo. Las palabras deben ir acompañadas de hechos. En todas nuestras acciones debemos involucrar a las sobrevivientes, puesto que, por experiencia, saben lo que es necesario hacer. Por ejemplo, existe la posibilidad de que, cuando se devuelve a una víctima de trata al lugar donde fue secuestrada, ésta sea nuevamente objetivo de los mismos secuestradores, dando como resultado una nueva explotación y violación de sus derechos. Casos como este podrían evitarse tratando la prevención y la respuesta conjuntamente, con el acento puesto en los derechos de las mujeres.
La participación de las mujeres en la toma general de decisiones y en la creación de instituciones puede prevenir la violencia contra mujeres y niñas. La prevención de la violencia contra las mujeres y las niñas es importante, puesto que dicha violencia socava los elementos clave para la buena consolidación de la paz después de un conflicto, elementos como la estabilidad social, la recuperación económica, la autoridad estatal efectiva y el desarrollo en general.
En cuarto lugar, es esencial establecer servicios y respuestas multisectoriales integrales y accesibles.
Esto significa proporcionar la gama completa de servicios y respuestas.
Aquí me gustaría señalar un ejemplo excelente de El Salvador. Su programa, Ciudad Mujer, no sólo se centra en la respuesta ante la violencia contra las mujeres, sino también en la oferta de servicios que puedan empoderar a las mujeres en todos los aspectos de sus vidas, incluyendo el cuidado de las hijas y los hijos, el apoyo financiero, el acceso a los servicios de salud —incluida la salud sexual y reproductiva— refugios, asesoramiento jurídico y apoyo a largo plazo, entre otros. Este es precisamente el enfoque y la visión que se necesita para responder a la violencia contra las mujeres, y permítanme felicitar a El Salvador por impulsar este modelo.
El acceso a los servicios tiene una importancia especial en contextos de conflicto y posteriores al conflicto, donde las mujeres y las niñas son más vulnerables, tanto a la violencia sexual o al desplazamiento forzoso, o donde se producen ataques dirigidos a las defensoras y los defensores de los derechos humanos de las mujeres y los servicios son más escasos. Todos los países y la comunidad internacional en su conjunto deben aumentar sus esfuerzos para otorgar a esta crisis la más alta prioridad.
Una cosa es segura: es necesario que haya más mujeres en la policía, en el personal encargado del mantenimiento de la paz y en la judicatura. Diversos estudios demuestran que las mujeres denuncian más casos de violaciones cuando hay más agentes de policía mujeres. Es muy sencillo, debemos ofrecer a las mujeres la confianza y la seguridad de que recibirán un trato decente y justo. Las mujeres que prestan servicio en la primera línea del sistema judicial refuerzan la justicia de las mujeres.
En quinto y último lugar, es fundamental que haya datos, análisis y estudios fiables para aportar información a la elaboración de leyes, políticas y programas sobre la violencia contra mujeres y niñas.
Es necesario hacer un seguimiento y evaluar su eficacia. Para ilustrarlo, me gustaría destacar una emocionante iniciativa que se fundamenta en datos y pruebas: el programa Ciudades Seguras, mediante el cual los municipios realizan, como primer paso, un estudio cuantitativo para determinar el alcance del problema y determinar áreas problemáticas. Ya se está trabajando en más de 20 ciudades y esta cifra sigue aumentando, lo cual redundará en una mayor seguridad para las mujeres y las niñas.
En todo el mundo, el cambio es posible, y el cambio está ocurriendo.
Hace sólo unos meses, África asumió el liderazgo en la Asamblea General de las Naciones Unidas con una resolución que obtuvo un apoyo unánime para prohibir la práctica de la mutilación genital femenina en todos los países del mundo.
De esta Comisión depende ahora plasmar su apoyo unánime en un acuerdo que refuerce las normas y los estándares internacionales y proporcione un plan de acción para poner fin a todas las formas de violencia contra las mujeres y las niñas.
Hace 10 años, esta Comisión adoptó el tema de los derechos humanos de las mujeres y la erradicación de la violencia contra las mujeres. En ese momento, los Estados Miembros no fueron capaces de llegar a un acuerdo. Hoy, 10 años después, sencillamente no podemos permitir que el desacuerdo y la falta de decisión bloqueen el progreso de las mujeres del mundo.
Les animo a no dejar pasar esta oportunidad histórica para poner fin a este ciclo de violencia que nos degrada a todas y todos.
Del mismo modo que las personas de todo el mundo alzan su voz, alcemos también la voz en esta ocasión. Unámonos a favor de las mujeres y las niñas y demostremos que las Naciones Unidas están a la altura de nuestros ideales de igualdad de derechos de mujeres y hombres, de los derechos humanos y de la dignidad humana para todas y todos.
Muchas gracias.