Editorial: ¡Devuelvan a nuestras hijas!

Artículo de opinión conjunto de Phumzile Mlambo-Ngcuka, Directora Ejecutiva de ONU Mujeres y Babatunde Osotimehin, Director Ejecutivo del Fondo de Población de las Naciones Unidas.

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Hoy, más de 200 niñas en edad escolar se despiertan un día más en una pesadilla inimaginable. Hace tres semanas, fueron secuestradas durante la noche por hombres armados vestidos de soldados, que dijeron estar allí para protegerlas. En realidad, los hombres eran militantes extremistas que las retuvieron y prendieron fuego a su internado. El paradero de las niñas sigue siendo desconocido.

Esto sucedió en Chibok, una ciudad en el noreste de Nigeria. Imagine si tuviera lugar en su comunidad.

Este aterrador acto ofende nuestra humanidad y exige la indignación y acción global. Tenemos la responsabilidad de solidarizarnos en apoyo a los padres de estas niñas, así como del pueblo y el Gobierno de Nigeria y traerlas a salvo de vuelta a casa.

La violación de los derechos de mujeres y niñas a esta escala, sin importar quienes son ni dónde están, requiere que todo el mundo se levante y tome medidas. Estamos en una carrera contra reloj y cada momento cuenta. Necesitamos que el Gobierno de Nigeria actúe rápido y necesitamos el apoyo del mundo.

Debemos enviar el mensaje fuerte y claro de que ninguna niña puede ser secuestrada.

Los derechos humanos son universales e indivisibles. Sin embargo, las mujeres y niñas continúan siendo en gran medida blancos de ataques, agresiones, trata y esclavitud. A nivel mundial, una de cada tres mujeres será víctima de violencia durante su vida.

Para las mujeres y las niñas en todos los países, la violencia y el miedo a la violencia es una realidad cotidiana. En las zonas de conflicto y en presencia de los extremistas armados, la violencia es una amenaza aún más grande.

El secuestro de niñas en edad escolar en Nigeria es un hecho impactante y merece una respuesta mundial urgente. Mientras que algunas de las niñas lograron escapar, saltando de los jeeps, y se dirigieron a casa para contar la historia, la mayoría permanecen desaparecidas.

Sus padres, maestros y amigos continúan exigiendo su liberación. Mientras tanto, circulan informes de que las niñas han sido vendidas como esposas y traficadas como esclavas sexuales, más allá de las fronteras de Nigeria.

En Nigeria y el mundo, padres de familia y manifestantes salieron a las calles vistiendo de rojo, para exigir respuestas y acciones. Ha habido una avalancha de mensajes en las redes sociales para exigir la liberación urgente e incondicional y el regreso a casa de las niñas. Los hashtags, #BringBackOurGirls y #BringBackOurDaugthers [#DevuelvanNuestrasHijas], se extienden por todos lados.

Las menores fueron objetivo por el simple hecho de acudir a la escuela. Ejercían su derecho a la educación cuando fueron secuestradas por el grupo islamista Boko Haram.

El lugar de las niñas y jóvenes es en la escuela y deben de poder asistir sin miedo a la violencia para que puedan desempeñar el papel que les corresponde como ciudadanas/os con igualdad en el mundo. Las escuelas son y deben ser lugares seguros donde las y los niños puedan aprender y crecer en paz.

Los ataques contra las y los niños y la selección de escuelas como blancos no pueden justificarse bajo ninguna circunstancia y deben ser condenados.

Las mujeres y las niñas tienen derecho a vivir libres de intimidación, persecución y todas las demás formas de discriminación y de participar plena y equitativamente en la vida pública y cívica.

No podemos permitir a los extremistas pisotear estos derechos y hacernos a nosotros y a nuestras sociedades retroceder.

Nos sumamos a la gente que en todo el mundo cree que cada persona es igual en valor, dignidad y derechos humanos. Nos solidarizamos con los padres y familiares de las niñas secuestradas. Si no respondemos de manera efectiva, alentaremos a quienes abusan de las mujeres y las niñas para continuar con sus crímenes.

El mundo debe unirse y hacer todo esfuerzo posible para liberar a estas niñas, llevar a los captores ante la justicia y, más importante, hacer todo para impedir que esto vuelva a ocurrir.