Movilización de las municipalidades para poner fin a la violencia contra las mujeres

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Conversación con Silvia Loli Espinoza, coordinadora del proyecto “Articulación de políticas y medidas para erradicar la violencia contra las mujeres en la Municipalidad de Lima, con el apoyo del Fondo Fiduciario de las Naciones Unidas para la eliminación de la violencia contra la mujer.

Acabar con la violencia contra la mujer, una de las violaciones más frecuentes de los derechos de las mujeres, requiere esfuerzos conjuntos a escala mundial. Las municipalidades desempeñan un papel clave en el movimiento mundial para abordar el problema, como ha quedado demostrado en la Municipalidad Metropolitana de Lima.

Desde enero de 2011, Lima cuenta con su primera alcaldesa elegida de forma democrática, Susana Villarán, quien ha llevado a cabo reformas sin precedentes para convertir a Lima en una ciudad en la que no exista la violencia contra las mujeres, en la que las mujeres se sientan seguras, una ciudad en la que los servicios a las sobrevivientes de la violencia no sean un mero proyecto sino una realidad.

El Fondo Fiduciario de las Naciones Unidas para la eliminación de la violencia contra la mujer apoya a la Municipalidad de Lima en la conformación de un nuevo modelo de gobernanza local que haga de la erradicación de la violencia contra las mujeres una prioridad. Silvia Loli Espinoza, coordinadora del proyecto «Articulación de políticas y medidas para erradicar la violencia contra las mujeres en la Municipalidad de Lima» nos habla de los esfuerzos realizados.

Warmi Wasi inauguration / courtesy of Silvia Loli Espinoza

El primer Centro Warmi Wasi se puso en marcha en noviembre de 2011 en una ceremonia de inauguración con la alcalde de Lima, Susana Villarán, y Silvia Loli Espinoza, quien es el segunda persona a la derecha. Foto cortesía de: Silvia Loli Espinoza

¿Cuáles son los problemas de violencia de género a los que se enfrentan las mujeres en la ciudad de Lima?

La violencia contra las mujeres es un grave problema en Perú, particularmente en la ciudad de Lima donde las estadísticas revelan que 4 de cada 10 mujeres han sido víctimas de violencia. Sin embargo, estas cifras sólo reflejan los niveles de violencia doméstica; éstas aumentan si se toma en consideración la violencia ejercida en lugares públicos, el acoso o el contacto físico no solicitado. Uno de los mayores problemas a los que nos enfrentamos es que los mecanismos de actuación y protección son débiles e ineficaces. En los últimos años, también han aumentado los casos de feminicidio en todo el país.

En lo que se refiere a la seguridad en los espacios públicos, las mujeres viven en sus ciudades un perpetuo estado de inseguridad debido a que las violaciones y los secuestros son comunes. En los transportes públicos, corren el riesgo de ser robadas o acosadas; en sus propios barrios existen zonas en las que no pueden caminar libremente y que evitan por miedo a ser agredidas.

En Lima, el distrito de Cercado registra el 22 por ciento del total de agresiones sexuales contra mujeres y el 17 por ciento de denuncias por violencia doméstica de toda la ciudad. Eso a pesar de que su población apenas representa el 0,4 por ciento de toda la ciudad (300.000 habitantes en una ciudad de 9 millones). De ahí que Cercado de Lima sea uno de los sietes distritos seleccionados por la municipalidad para formar parte del proyecto realizado con el apoyo del Fondo Fiduciario de las Naciones Unidas para la eliminación de la violencia contra la mujer.

Tal y como establece la Convención de Belém do Pará, la tolerancia hacia la violencia es una forma en sí misma de violencia. Éste es uno de los retos a los que se enfrenta la ciudad de Lima, en la que existe una amplia aceptación social y tolerancia ante este problema y donde se culpa a menudo a las mujeres por ser víctimas de los distintos tipos de violencia.

¿Qué papel desempeña la municipalidad en los esfuerzos mundiales por erradicar la violencia contra las mujeres?

Las municipalidades deben desempeñar un papel fundamental en la lucha mundial por eliminar la violencia contra las mujeres, debido principalmente a su proximidad con las mujeres y al hecho de que cuentan con una mayor comprensión de sus problemas, en los que se incluye la violencia de género. Esto les permite también establecer mecanismos que se ajusten mejor al problema. Las municipalidades están llamadas a liderar el cambio hacia un nuevo modelo de gobernanza local que tenga como prioridad mejorar la condición humana y los derechos de las mujeres, así como promover su participación en la toma de decisiones y permitirles expresar sus prioridades y preocupaciones.

Asimismo, pueden promover un nuevo enfoque de seguridad ciudadana que vaya más allá del despliegue de efectivos uniformados y que aborde la violencia contra las mujeres desde la perspectiva de derechos de las mujeres, no sólo en el ámbito público, sino también privado, para resaltar la relación existente entre dichas esferas. Cuando la gente habla de la responsabilidad del gobierno frente a la violencia contra las mujeres, suele olvidar que las municipalidades son parte de ese gobierno y, por lo tanto, igualmente responsables de erradicarla.

En cuanto a la prestación de servicios a las sobrevivientes de la violencia, las municipalidades están en buena posición para reforzar la coordinación entre sus departamentos y garantizar a estas mujeres los servicios globales e integrales que necesitan.

¿Cuáles son algunas de las mejores prácticas del proyecto para abordar y poner fin a la violencia contra las mujeres en la ciudad de Lima?

El proyecto promueve un nuevo modelo de gobernanza local que fomente la participación de las mujeres en las decisiones que afecten sus vidas. Hemos creado una asamblea metropolitana a través de la cual las mujeres pueden formular sus prioridades en lo que a políticas y programas municipales se refiere.

Este año, por primera vez, también han podido participar las niñas a través del Consejo Consultativo de Niñas, Niños y Adolescentes de Lima Metropolitana que asesora al alcalde sobre asuntos que les conciernen, destacando, entre ellos, el acoso sexual en la ciudad. Además, el proyecto ha puesto en marcha una campaña para la seguridad de las mujeres y niñas en los transportes públicos que consiste en sensibilizar a los conductores y personal de seguridad y capacitarlos con el fin de prevenir casos de acoso sexual. Tan sólo este año, se ha podido informar de dos casos gracias a esta campaña.

Mediante este proyecto, la municipalidad ha impuesto la violencia contra las mujeres en la agenda política para la seguridad ciudadana, situándola como una de las tres prioridades del Consejo Regional de Seguridad Ciudadana municipal; también ha creado una comisión permanente encargada de dar seguimiento a los temas de violencia contra las mujeres en espacios públicos. Estas iniciativas cubren una laguna del Plan nacional sobre la violencia contra las mujeres que hasta ahora no tomaba en cuenta los problemas de seguridad ciudadana, a la vez que han permitido promover una mayor comprensión de los vínculos entre violencia contra las mujeres y falta de seguridad en los espacios públicos.

También hemos contratado al Serenazgo (vigilantes comunitarios del distrito) y fomentado la presencia de mujeres en dicho colectivo. El año pasado, apenas contaba con 17 mujeres mientras que hoy en día cuenta con 300. Hemos creado el centro de formación del Serenazgo (CEMFOCAS[1]), donde se capacita a los serenos y serenas mediante un plan de estudios que incluye temas de violencia contra las mujeres y seguridad ciudadana.

La iniciativa ha tenido tal éxito que los serenos se han unido para formar un grupo musical, Sabor Sereno, que pretende acercarse a los ciudadanos y sensibilizarlos sobre la violencia contra las mujeres a través de sus actuaciones y de los eventos en los que participan. La formación ha servido de apoyo al Serenazgo para denunciar casos de violencia contra las mujeres ante las instituciones competentes y mejorar el acceso de las sobrevivientes a la justicia, ayudándoles con los informes y las pruebas documentales. Más recientemente, hemos impulsado la iniciativa Serenazgo sin fronteras con el fin de facilitar la coordinación entre distritos de la ciudad de Lima.

El proyecto también ha promovido la creación de servicios globales e integrales para las sobrevivientes con la inauguración de un “Warmi Wasi. Este es el nombre quechua con el que se denomina a dichos servicios, que incluyen asesoramiento legal, social y psicológico a las mujeres y que son, sobre todo, una manera de decirles que no están solas. El problema al que nos enfrentamos ahora es el de ampliar dicha asistencia, ya que hemos recibido solicitudes de mujeres procedentes de otras municipalidades del país que acuden al Warmi Wasi en busca de servicios que no están disponibles en sus distritos.

En colaboración con la organización de mujeres Flora Tristán, hemos organizado una marcha de antorchas por las mujeres en Cercado de Lima. Las mujeres caminaron por los barrios que consideran inseguros, iluminando los espacios con antorchas como para liberarlos y apoderarse simbólicamente de ellos.

¿Cómo ha involucrado el proyecto a los hombres en sus esfuerzos por prevenir y poner fin a la violencia contra las mujeres?

Hemos diseñado un programa piloto para alentar a los hombres a rechazar la violencia contra las mujeres. Nuestro enfoque es más bien preventivo, al contrario de otras iniciativas similares que se centran principalmente en los agresores. Nosotros trabajamos con todos los hombres de forma que entiendan que la violencia contra las mujeres es un delito y una violación de los derechos fundamentales de la mujer.

Procedemos en tres fases: en primer lugar, sensibilizamos a los hombres sobre el tema; luego, les animamos a rechazar públicamente la violencia contra las mujeres; y por último, nos aseguramos de que ayuden a otros hombres a unirse al movimiento y se conviertan en agentes de cambio para eliminar la violencia contra las mujeres en sus propios distritos.

A través de la Asamblea de Alcaldes, hemos entablado un diálogo con los alcaldes de 43 distritos de la ciudad de Lima (de los cuales, 40 son hombres) para enseñarles que invertir en la erradicación de la violencia contra las mujeres, en planes y programas que aborden este tema, es una inversión inteligente.

Esto incluye que de aquí a finales del año 2014, todos los distritos dispongan de al menos un centro de servicios para las sobrevivientes de la violencia. Se trata no sólo de un diálogo técnico, sino también político que pretende motivar a las autoridades municipales para resolver problemas sociales, incluidos aquellos relacionados con las mujeres, alejándose del planteamiento que los limita a cuestiones de infraestructura.

¿Cuál sería, de cara al futuro, la principal característica de las ciudades sin violencia contra las mujeres y las niñas?

Para mí, una ciudad no violenta es una ciudad en la que las mujeres pueden caminar libremente en todo momento, sin más preocupación que la de abrigarse si hace frío. Como dice mi colega Raquel Cuentas, del Departamento de Desarrollo Social Municipal, una ciudad sin violencia es aquella en la que las mujeres están debidamente informadas y saben adónde acudir en caso de necesidad, una ciudad en la que no se sientan solas sino empoderadas gracias a la información y el conocimiento.

Para terminar, citaré a nuestra alcaldesa Susana Villarán, quien declaró que “una ciudad segura para las mujeres y niñas es una ciudad segura para todos. Éste sería, sin lugar a duda, el mejor de los indicadores.


[1]http://www.seguridadciudadana.munlima.gob.pe/CEMFOCAS.html