En Tayikistán, mujeres rurales adquieren habilidades empresariales y autonomía gracias a grupos de apoyo

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“Gano dinero y eso me hace feliz”, afirma Anjira Ashurova, una mujer de 46 años de edad que vive en la pequeña aldea de Shahraki Somoniyon, provincia de Sughd, en el norte de Tayikistán. “Lo utilizo para satisfacer mis necesidades básicas y las de mis hijos e hija. Me siento llena de fuerza. He aprendido nuevas habilidades y las pongo en práctica en mi vida cotidiana. Me gusta mi trabajo y lo más importante es que me lo paso bien trabajando en equipo. Nos ayudamos unas a otras”.

Anjira Ashurova en el patio exterior de su casa. Foto: Asociación de Mujeres y Sociedad
Anjira Ashurova en el patio exterior de su casa. Foto: Asociación de Mujeres y Sociedad

Anjira tenía 38 años cuando se divorció de un marido abusivo y se marchó con sus dos hijos y su hija. Sólo tenía educación secundaria y después de terminar la escuela, se casó. En seguida su vida se centró en las tareas domésticas y el cuidado de sus hijos pequeños.

“Quiero que mi hija reciba una educación en el futuro. Quiere ser médico, así que sus hermanos y yo misma haremos todo lo que podamos para contribuir a que su sueño se haga realidad”, afirma.

Ahora Anjira tiene una casa, donde vive con su hija. Sus dos hijos trabajan en Rusia como trabajadores migrantes y ganan dinero para mantener a la familia, lo que le ha permitido emprender un negocio.

En noviembre de 2010, en una reunión entre mujeres de la aldea y activistas de la jamoat (autoridad de la comunidad local), Anjira y otras cinco mujeres se unieron en torno a un interés común: la artesanía. Decidieron formar un grupo al que llamaron “Umed” (que significa “Esperanza”). Empezaron a juntarse para tejer bufandas, suéteres y calcetines, coser kurpa y kurpacha tradicionales (mantas y colchones de cama) y bordar pañuelos de cabeza para mujeres y líderes varones. Muy pronto empezaron a explorar nuevas vías para ampliar su trabajo.

Anjira Ashurova (en el centro) y otras dos mujeres de los grupos de apoyo de su comunidad trabajan en equipo en el distrito de Isfara, provincia de Sughd, Tayikistán. Crédito de la foto: Asociación de Mujeres y Sociedad
Anjira Ashurova (en el centro) y otras dos mujeres de los grupos de apoyo de su comunidad trabajan en equipo en el distrito de Isfara, provincia de Sughd, Tayikistán. Foto: Asociación de Mujeres y Sociedad

Hoy, Anjira es una de las beneficiarias del Programa de Migración Regional de Asia Central (CARMP) en Tayikistán, que está siendo implementado por ONU Mujeres conjuntamente con la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y el Banco Mundial. Su objetivo es empoderar y movilizar a las familias de trabajadoras/es migrantes para mejorar sus oportunidades económicas y sus medios de vida.

El proyecto respalda a grupos de apoyo rurales a la hora de conseguir acceso a microcréditos, capacita a sus participantes para que pongan en marcha sus propias empresas y presta ayuda a iniciativas económicas conjuntas.

Anjira nos cuenta que antes de formar parte del proyecto no sabía cómo dirigir una empresa. Prácticamente desconocía sus derechos y no sabía a quién recurrir en busca de ayuda. Como miembro del grupo de apoyo, asistió a talleres especializados que le orientaron sobre cómo dirigir su propia empresa. Allí aprendió a planificar un negocio, utilizar las remesas de manera eficaz y cómo gestionar el presupuesto familiar y utilizar bien el dinero disponible.

Gracias a la ayuda del Programa de Migración, Anjira y su grupo pudieron acceder a un préstamo sin intereses que les concedió la Agencia de Protección Social, Empleo y Migración. Con él pudieron comprar materia prima para coser y tejer y posteriormente vender sus artículos a la comunidad en el mercado local.

El Programa de Migración ha ayudado hasta la fecha a 1.966 familias en la provincia de Sughd, mediante asociaciones con los grupos de apoyo que llevan a cabo diversas actividades como la producción agrícola, la cría de ganado, el procesamiento de leche, la cría de conejos, el procesamiento de frutos secos, el tejido de alfombras y otros artículos, la confección de ropa, el comercio y la rotura de semillas, entre otras.

Estas actividades han aumentado los ingresos familiares y la independencia económica, además de promover el intercambio social entre las familias de las/os migrantes. Las mujeres se unen en grupos según sus intereses comunes, se ayudan entre ellas, adquieren nuevas habilidades y conocimientos, participan activamente en la vida social y toman sus propias decisiones.

“Este proyecto ha mejorado la vida de muchas familias migrantes y ha contribuido a ofrecer trabajo a un gran número de mujeres rurales”, destaca Yodgorova Rahbar, Directora del Departamento de Mujeres y Asuntos Familiares, un organismo ejecutivo local de la provincia de Sughd Oblast, donde se lleva a cabo el Programa Regional. “Creemos que la creación de pequeñas empresas es un paso fundamental para el desarrollo de las zonas rurales de Tayikistán”.

Miembros del grupo de apoyo aprenden sobre tecnologías de ahorro de energía. Asociación de Mujeres y Sociedad
Miembros del grupo de apoyo aprenden sobre tecnologías de ahorro de energía. Foto: Asociación de Mujeres y Sociedad

Anjira y su grupo también aprendieron sobre tecnologías de ahorro de energía, métodos de secado de frutos y cómo utilizar placas solares en sus casas.

Actualmente, Anjira dirige su pequeña empresa y quiere ir más allá. Quiere habilitar un pequeño taller con equipamiento moderno a fin de ampliar el negocio y que participen en él más mujeres para que también ellas puedan ganarse la vida de forma autónoma y conseguir que sus futuros sean más sostenibles.

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