“No podemos permitirnos el lujo de perder el potencial de una nueva generación de mujeres” - Directora Ejecutiva

Discurso de la Directora Ejecutiva de ONU Mujeres Phumzile Mlambo-Ngcuka en el Segundo Encuentro Nacional de Mujeres Legisladoras de las Comisiones de Igualdad de Género y Jefas de los Mecanismos para el Progreso de la Mujer en 32 estados mexicanos, 4 de diciembre de 2014, Ciudad de México.

Fecha:

Excelencias:
Lorena Cruz Sánchez, Presidenta del Instituto Nacional de las Mujeres de México;
Diputada Martha Lucía Micher Camarena, Presidenta de la Comisión para la Igualdad de Género de la Cámara de Representantes;
Alejandro Alday González, Encargado de la Secretaría de Asuntos Multilaterales y Derechos Humanos del Ministerio de Relaciones Exteriores de México;
Alfonso Isaac Gamboa Lozano, Jefe de la Unidad de Política y Control Presupuestario del Ministerio de Hacienda y Crédito Público;
Honorables Miembros del Congreso mexicano;
Representantes de los mecanismos y congresos de mujeres a nivel estatal;
Representantes de las instituciones de gobierno local y federal;
Colegas del sistema de las Naciones Unidas;
Señoras y señores:

Ante todo, quiero dar las gracias a las autoridades y al pueblo de México por concederme el honor de dirigirme a ustedes hoy, en esta, mi primera visita oficial en mi calidad de Directora Ejecutiva de ONU Mujeres y Secretaria General Adjunta de las Naciones Unidas.

Asimismo, agradezco a todas y todos su maravillosa y cálida bienvenida.

Es un verdadero privilegio estar en México y constatar de primera mano sus espectaculares avances:

  • en las leyes relacionadas con la igualdad entre mujeres y hombres;
  • y en la promoción del empoderamiento de las mujeres.

Este año México ha hecho historia con la reforma política que ha otorgado carácter constitucional a la paridad de género en los nombramientos de legisladores federales y locales. ¡Eso es lo que yo llamo compromiso con la integración!

Este paso sitúa la igualdad de género en el lugar político más alto posible.

Como todas y todos sabemos muy bien, esto debe ser objeto de un seguimiento que se verá facilitado por debates como este. Nos encontramos en un momento crítico de la historia. Nos enfrentamos a la convergencia de varios procesos de definición que tienen el potencial de transformar la vida de mujeres y niñas en todo el mundo.

En 2015, las y los líderes mundiales adoptarán una nueva agenda mundial para el desarrollo para los próximos 15 años.  Estoy segura de que todas y todos somos conscientes de que estamos llegando al final de la agenda de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) que nos ha guiado durante los últimos 15 años.

Esa agenda creó una cantidad de posibilidades para que los países pudieran competir de forma positiva. Los países trataron de aumentar la matrícula en las escuelas, hicieron todo lo posible para disminuir la mortalidad infantil, y se abordaron muchos otros desafíos universales críticos.

En los próximos 15 años fijaremos nuevos objetivos para el mundo. Al mismo tiempo, 2015 es 20 años después de la fecha en que aprobamos ese acuerdo tan importante, que fue inicialmente apoyado por 189 países en Beijing. Sigue siendo el acuerdo más amplio y más audaz que las naciones del mundo hayan aprobado jamás.

La Declaración y la Plataforma de Acción de Beijing tiene 20 años. Esto significa que podrá haber una convergencia entre estos procesos y que eso nos dará una oportunidad sin precedentes para lograr cambios.

Por un lado, podemos mirar atrás y fijarnos en los logros y las dificultades, pero, por otro, tenemos que seguir adelante para eliminar los desajustes y acelerar el progreso.

Este es el principal punto de atención del examen en curso de la implementación de la Plataforma de Acción de Beijing. Hasta ahora hemos recibido 158 informes nacionales,  Incluido el de México, sobre lo que los países han hecho por las mujeres en los últimos 20 años.

Los hemos estado analizando —asistidos por las Comisiones Regionales de las Naciones Unidas que han celebrado conferencias para estudiar en profundidad lo que ha sucedido a las mujeres en los últimos 20 años— y hemos llegado a interesantes conclusiones.

En la mayoría de los países, desde los más pobres, pasando por los de ingresos medianos, y hasta en los países ricos, se han hecho grandes progresos. Aunque no se ha logrado la perfección, hay más jóvenes, más mujeres y más niñas en las escuelas. El acceso a la salud ha mejorado en la mayoría de los países, incluidos los países pobres.

Sin embargo, el estudio también muestra que en casi todos los países la implementación no ha sido todo lo  fuerte que queríamos, y la financiación de la igualdad de género no ha sido buena. Hemos creado instituciones, tenemos las leyes, pero la implementación deja mucho que desear. Y, por cierto, también podemos ofrecer presupuestos para la implementación. Por eso el día de hoy es tan importante.

Los informes y los estudios también muestran que en lo que se refiere a la participación política y la representación de las mujeres en los organismos que toman decisiones en el mundo, en general, nuestro desempeño no ha sido óptimo. Hemos progresado, pero no lo suficiente. Esto significa una demora en las áreas en las que hemos progresado. También muestra que en la participación económica, aunque más mujeres están trabajando, hemos avanzado muy lentamente y la pobreza sigue siendo el problema principal de las mujeres.

Los dos aspectos que, combinados, ponen en peligro el progreso que deberíamos estar celebrando son la representación en los organismos de toma de decisiones, incluidos los del sector privado, y la participación económica.

Ahora sabemos, tenemos los datos, comprendemos la solución que necesitamos. Los próximos 15 años de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) deben centrarse en la corrección y solución de estos desajustes.  
Ahora necesitamos:

  • medios prácticos para implementar la política, mediante la creación sostenida de instituciones nacionales y locales sólidas, para que puedan aplicar con eficacia todas estas buenas leyes que han aprobado;  
  • procesos de planificación y de elaboración de presupuestos que sean sensibles al género, desde el nivel federal superior al nivel estatal y el municipal.

Necesitamos centrarnos en lo que llamaríamos los barrios donde deben disfrutarse los derechos de las mujeres, es decir, en el nivel local.

Los lugares cotidianos son donde se vivirán y experimentarán las nuevas libertades; los lugares que, en 1958, Eleanor Roosevelt sugirió que representaban el punto de partida de los derechos humanos:

“En lugares pequeños, cerca del hogar... el entorno de cada persona; el barrio donde vive ella o él; la escuela o la universidad a la que asiste; la fábrica, la granja o la oficina donde trabaja”.

Hoy les pido que decidan aplicar una visión de género en cada decisión que afecte a los “pequeños lugares” y a las personas.
Porque sólo así podremos llegar a los “grandes lugares”.

Señoras y señores:

Invertir en las mujeres no es sólo una cuestión de derechos humanos fundamentales, también representa aprovechar una enorme fuerza para el crecimiento económico, social y cultural. En casi todos los países hay datos adecuados que así lo demuestran.

Un estudio reciente del Fondo Monetario Internacional (FMI) reveló que la igualdad de género en las tasas de participación laboral tendría un gran impacto positivo en el crecimiento del PIB.

Investigadoras e investigadores de Goldman Sachs descubrieron que si las tasas de empleo remunerado de las mujeres aumentaran al mismo nivel que las de los hombres en las 15 principales economías en desarrollo, los ingresos per cápita crecerían en un 14 por ciento de aquí a 2020, y un 20 por ciento de aquí a 2030. No debemos hacer esto en favor de la economía sino porque es lo correcto. Pero lanzo estas cifras solamente para los escépticos, porque la revolución de los datos pone fin al escepticismo.

En todas las regiones existen pruebas que demuestran que fomentar la participación de las mujeres en la economía tiene un efecto multiplicador que estimula el crecimiento y fortalece la cohesión social y el bienestar. Les da a las mujeres la posibilidad de obtener ingresos que les permitirán hacer la opción de alejarse de las relaciones abusivas. Les da a las mujeres los recursos para invertir en sus hijas e hijos, para que estos puedan tener una vida mejor, una educación mejor, y por este medio, las mujeres evitan una nueva generación de personas pobres. Si las mujeres son pobres, darán a luz a la siguiente generación de personas pobres.

También hay pruebas de que cuando invertimos en la educación y la participación económica de las mujeres, reduciremos la mortalidad infantil y materna, y es más probable que en las zonas de conflicto las mujeres tengan más resiliencia para sobrevivir.

¿Acaso no tengo razón?

Aquí en México, las decisiones de inversión a nivel local y provincial deben aprovechar plenamente este conocimiento para que las mujeres y las niñas tengan el mismo acceso a la educación y la capacitación, así como a recursos productivos como la tierra y el crédito. Por otra parte, las mujeres y las niñas deben poder vivir sin violencia.

Las decisiones de inversión a nivel local y provincial deben garantizar el acceso de las mujeres a los servicios, como los centros preescolares, los servicios de cuidado infantil y los centros de atención a las personas mayores. Esto liberará a las mujeres del trabajo no remunerado, que es el mayor obstáculo que enfrentan las mujeres y las niñas en todo el mundo.

La protección social es crucial, porque permite a las mujeres no sólo el tiempo que necesitan para ser ciudadanas productivas sino asimismo reconocer que ellas también contribuyen al bienestar de sus naciones. Porque no se las reconoce, esto no es reflejado adecuadamente, y nunca se les agradece su contribución.

Aquí, en México, hay una gran oportunidad demostrar estas posibilidades y beneficiarse de ellas.

El reciente Informe de la Brecha Global de Género del Foro Económico Mundial de 2014 muestra que la brecha de género para la participación y oportunidad económica sólo se ha reducido en 4 puntos porcentuales desde 2006 hasta 2014. Es un avance muy lento.

Al ritmo actual se tardarán otros 81 años en conseguir la igualdad.

Señoras y señores:

No podemos permitirnos el lujo de perder el potencial de una nueva generación de mujeres.

Invertir en programas y políticas que beneficien a las mujeres y las niñas es el camino a seguir.

Esto es especialmente cierto cuando se trata de mujeres que han sido marginadas históricamente: entre otras, mujeres indígenas, mujeres rurales, mujeres de edad y analfabetas o con discapacidades.

Sin datos no podremos lograr esto con eficacia. Por ese motivo estoy orgullosa del papel de México en la revolución digital. Está mostrando al mundo la importancia de los datos.

Si no contamos con datos de calidad, andaremos a ciegas.

Actualmente, un número creciente de países está replicando las buenas prácticas de ustedes para recopilar y analizar datos sobre cuestiones vitales, como el uso del tiempo y el valor del trabajo de cuidado no remunerado de las mujeres, o la violencia contra las mujeres.

En los preparativos para 2015, podemos invitar a los líderes mundiales a indicar el futuro que desean. Ese futuro debe fundarse en datos, en términos de las proyecciones que hacen y también con relación a los compromisos que significarán la participación igualitaria de tanto hombres como mujeres. La responsabilidad de lograr un cambio positivo en el mundo es una responsabilidad de todas y todos.

Quiero terminar instándolos y agradeciéndoles que den los siguientes pasos audaces, que incluyan la armonización de los buenos progresos a nivel federal y local en materia de gastos y planificación, y al hacerlo le brindarán al mundo otro modelo de cómo cambiar el mundo de forma positiva, y cómo empoderar a las mujeres.

Les deseo mucho éxito en estos importantes debates. Muchas gracias.