En Malí, la energía renovable impulsa la producción agrícola

ONU Mujeres presta apoyo a centenares de mujeres en 13 zonas rurales, transformando el panorama económico y social para respaldar su resiliencia frente al cambio climático.

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Una mujer demuestra la eficiencia de los fogones Nafama frente a los tradicionales, en Ntombougou. Foto: ONU Mujeres/F. Kanakomo

Más del 77 por ciento de las mujeres de Malí viven en zonas rurales, según refleja el cuarto censo general de población y vivienda (RGPH 2009). Pese a que tienen muy poco control sobre los recursos, incluida la tierra y el crédito, representan el 49 por ciento de la población agrícola activa y son las responsables del 70 por ciento de la producción de alimentos.

Para abordar factores que obstaculizan el desarrollo económico y social de las mujeres, ONU Mujeres y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) presentaron una iniciativa titulada “Apoyo a favor de la independencia económica de las mujeres en el Malí rural frente a la inseguridad alimentaria y el cambio climático”. En 13 unidades piloto de tres regiones distintas de Malí (Koulikoro, Ségou y Mopti) y en los alrededores de Bamako, las mujeres recibieron capacitación y equipamiento a base de energía solar y gas que les permitieron producir y comercializar productos locales.

Instalación de equipamiento en la unidad de Simidji. Foto: AMADER

El proyecto proporcionó material — molinos, congeladores y secadoras— que funcionan con energía solar, así como licuadoras y lámparas de gas para iluminar el edificio donde el grupo produce sus artículos. En Malí, sólo el 18 por ciento de la población rural tiene electricidad, según indica la Agencia de Malí para el desarrollo de energía en los hogares y electrificación rural (AMADER, por sus siglas en francés). Por ello, para la mayoría de mujeres que participaron en el proyecto, esta energía renovable es la única fuente de la aldea.

Después de la capacitación, las mujeres utilizan el material proporcionado para extraer, secar, moler o procesar frutas y productos locales como mangos, jengibre, tamarindo y flores de hibisco, convirtiéndolos en jarabe, zumos, mermelada y galletas secas. De algunos granos como el mijo y el fonio obtienen harina, cuscús y otros alimentos locales.

Después de la adquisición de habilidades y experiencia en el procesamiento de productos agrícolas, mujeres de diferentes regiones de Malí se reunieron para aprender habilidades básicas de contabilidad y técnicas de comercialización. Foto: ONU Mujeres Malí/Lamine Sanogo

Para la Sra. Kadidia Diawara, alcaldesa del municipio rural de Dandougou Fagala, este proyecto es beneficioso no sólo para las mujeres, sino para toda la comunidad. “Antes de que se instalaran las unidades, la temporada baja (el periodo entre dos cosechas) era un momento de gran endeudamiento para la ciudad”, afirmó. Pero ya no es así.

Por otro lado, se tenía que asegurar que las mujeres estuvieran disponibles para este trabajo, ya que son responsables de llevar a cabo muchas tareas, especialmente recoger leña para calentarse, una carga que no sólo afecta a las mujeres sino también al medio ambiente. Una de las principales causas de la desforestación en Malí es la tala de árboles para conseguir combustible, lo que representa el 75 por ciento del consumo energético, según AMADER.

Este es el motivo, aparte de la tecnología innovadora facilitada a estos equipos de procesamiento, por el que otro objetivo del programa fue ofrecer a las mujeres mejores fogones para reducir la cantidad de madera que quemaban y la cantidad de tiempo que empleaban recogiendo leña. Se contactó a 5.000 hogares a los que se equipó con mejores fogones en 13 municipios.

“Los nuevos fogones eran mejores y cambiaron mucho las cosas; ahora sólo necesito tres troncos para cocinar”, afirmó la Sra. Bouaré Djénéba Traoré, una de las beneficiarias de Monimpébougou, en la parte occidental de la región de Koulikoro. “Esto significa que mi reserva dura más y dispongo de más tiempo para invertirlo en trabajos productivos”.

Mujeres de Simidji y Ntombougou venden sus mercancías en un mercado en Bamako. Foto: ONU Mujeres Malí/Coumba Bah

Ahora que las mujeres tienen un poco más de libertad y han adquirido experiencia procesando productos agrícolas, ONU Mujeres ha pasado a la segunda fase del proyecto, que tiene como propósito promover competencias de gestión empresarial, incluida la contabilidad, así como técnicas de comercialización y reclamo.

Además de las ventajas económicas, el proyecto ha aportado otros beneficios incalculables, como, por ejemplo, el fomento de la cooperación, la solidaridad y el trabajo en equipo entre las mujeres.

Así lo constata la Sra. Samaké Kadiatou Traoré, una de las beneficiarias de la unidad de Massakoni, de la región de Koulikoro: “Antes sólo nos ocupábamos de nuestros asuntos pero ahora nos conocemos mucho mejor, gracias al proyecto. Cuando no estamos trabajando, nos reunimos y nos ayudamos las unas a las otras con los problemas que podamos tener; eso antes no pasaba”.

Esta solidaridad no la sienten únicamente las mujeres. El Sr. Traoré, el marido de una de las beneficiarias de Monimpédougou, opina que: “No hay muchas peleas entre los hombres de las aldeas cuando las mujeres trabajan juntas”.

Mujeres utilizan el equipamento proporcionado para convertir frutas y productos locales como mango, jengibre, tamarindo y flores de hibisco en jarabe, jugo, mermelada y galletas secas. Foto: ONU Mujeres Malí/Coumba Bah

Puesto en marcha en el año 2013, el proyecto recibe el apoyo del Reino de Suecia (aproximadamente 3 millones de dólares estadounidenses) y una activa participación por parte de AMADER. Las unidades piloto se instalaron con la ayuda de organizaciones locales como: ACTION MOPTI, la Asociación para la promoción de mujeres, niñas y niños (APROFEM) y la Asociación para la acción a favor de reducir la pobreza en Malí (CARP MALI), además de cooperar con grupos y cooperativas de mujeres locales.

ONU Mujeres, sus socias y sus socios, tienen como objetivo garantizar que las inversiones sean sostenibles, y asegurar la independencia económica a largo plazo de las mujeres en un entorno difícil, donde una serie de crisis han afectado el abastecimiento de materias primas y existe una desconexión creciente entre la producción rural y el consumo de alimentos en las ciudades.

Para el Sr. Maxime Houinato, representante de ONU Mujeres en Malí, es importante preservar los logros y mantener vivo el impulso del proyecto. “Ahora es cuando estas mujeres rurales están empezando a participar en los órganos de toma de decisiones. Por eso es el momento oportuno para brindarles nuestro apoyo a la hora de establecer estos órganos”.

El programa se ampliará a otras regiones de Malí como parte de un esfuerzo más amplio de fortalecimiento de las comunidades locales y como iniciativa del apoyo de ONU Mujeres a los programas de descentralización y resiliencia en el Sahel.

Este artículo es parte de un paquete editorial “En la mira” de ONU Mujeres que analiza cómo las mujeres se ven afectadas por cada uno de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) propuestos.