Desde mi perspectiva: “Debemos luchar contra la idea de que lo que sucede en la familia se queda en la familia”

Para Ina Grădinaru, psicóloga de un centro de mujeres en Moldavia, su trabajo con sobrevivientes de la violencia es mucho más que un trabajo, es una responsabilidad social y su misión en la vida. Para la campaña #HearMeToo, habla sobre su trabajo, los desafíos y mitos persistentes que deben derribarse para acabar con la violencia.

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Ina Grădinaru. Photo: UN Women/Ramin Mazur
Ina Grădinaru. Foto: ONU Mujeres/Ramin Mazur
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Trabajo con mujeres sobrevivientes de la violencia desde hace 12 años, y cada día aprendo algo nuevo de ellas. Ellas son quienes me motivan.

Soy la primera persona con la que hablan las mujeres cuando vienen al Centro. He aprendido que la actitud que una tiene y muestra cuando se encuentra con una sobreviviente por primera vez es muy importante. Antes que cualquier otra cosa, una víctima de la violencia doméstica necesita que le crean. Si usted piensa que ella está mintiendo y le da esa impresión, ella no se comunicará abiertamente.

Mi trabajo como psicóloga no es resolver sus problemas, sino guiarlas para que encuentren sus propias soluciones.

Entre muchas mujeres existe un mito persistente de que la violencia es un asunto privado. Debemos luchar contra la idea de que lo que ocurre en la familia se queda en la familia. Este es el motivo por el cual las mujeres continúan aceptando y soportando esta violencia.

Otro mito al que me enfrento constantemente es que la violencia sólo significa heridas físicas y hematomas; muchas mujeres no se dan cuenta de que la violencia verbal, psicológica o económica cuenta como violencia contra las mujeres y, como resultado, la perciben como normal.

Las mujeres tienen que entender que la violencia no es una norma, sino un delito punible por la ley. Y los hombres en Moldavia deben entender que los conflictos familiares pueden resolverse a través de una comunicación efectiva. Cualquiera, una mujer o un hombre, tiene el derecho de expresar su opinión. Un hombre fuerte no es un hombre que golpea con el puño, sino uno que respeta la igualdad entre ambas partes”.



ODS 5: Igualdad de género

Ina Grădinaru es psicóloga y directora adjunta del Ariadna Centre, un centro de asistencia y asesoramiento para mujeres sobrevivientes de la violencia en la ciudad de Drochia, 167 kilómetros al norte de la capital de Moldavia. ONU Mujeres, con financiación del Gobierno de Suecia, apoya al centro como parte de un programa para mejorar los servicios esenciales para mujeres sobrevivientes de la violencia. La psicóloga Grădinaru ha recibido amenazas de violencia debido a su trabajo, pero eso no le ha impedido continuar su trabajo con las sobrevivientes. Su historia está relacionada con el Objetivo de Desarrollo Sostenible 5 sobre igualdad de género, que apunta a acabar con la violencia contra las mujeres y niñas.