Alcemos la voz para defender los derechos y las libertades fundamentales

Declaración de Phumzile Mlambo-Ngcuka, Secretaria General Adjunta de las Naciones Unidas y Directora Ejecutiva de ONU Mujeres, con ocasión del Día de los Derechos Humanos, 10 de diciembre de 2018

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El 10 de diciembre de 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Declaración Universal de Derechos Humanos. Con ella se garantizaban los derechos y las libertades fundamentales para todas las personas, “sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición”.

Tras 70 años, y a pesar de las diferencias culturales, lingüísticas, religiosas y políticas, entre todas y todos hemos conseguido mantener un orden mundial basado en la solidaridad, el respeto por nuestra humanidad compartida y el compromiso con el bien público.

Sin embargo, es alarmante constatar actualmente cómo en todo el mundo aumenta y se legitima un orden mundial que hace peligrar estos derechos humanos básicos; un orden que neutraliza las opiniones contrarias y sofoca el debate, que rechaza el multilateralismo y las instituciones internacionales de cooperación y solidaridad, y que pone en riesgo las normas y los estándares universales de derechos humanos, igualdad, justicia y bienestar.

Este orden mundial se alimenta de estructuras patriarcales que subordinan a las mujeres y las minorías, que silencian voces, que menosprecian las opiniones discordantes. Es un orden que no deja lugar a aquellas personas que luchan en los márgenes de nuestra sociedad. De hecho, contempla estos grupos —las personas migrantes o refugiadas, los pueblos indígenas o cualquiera que desafíe las normas sociales tradicionales— como si fueran “el desorden”, como si fueran elementos de la sociedad menos valiosos. Se basa en la exclusión en lugar de en la inclusión. Se basa en la injusticia en lugar de la justicia.

En este Día de los Derechos Humanos y en este 70º aniversario, recordemos que todos los Estados Miembros de las Naciones Unidas están obligados a aplicar y defender los derechos humanos fundamentales, la dignidad y el valor de todas las personas y la igualdad de derechos de mujeres y hombres, y a establecer las condiciones que mantengan la justicia y el respeto de las obligaciones que emanan de tratados y otras fuentes de derecho internacional.

Todas las personas que integramos la sociedad tenemos un papel que desempeñar en la defensa de los derechos humanos universales, denunciando abusos y exigiendo responsabilidades a nuestras y nuestros dirigentes a fin de que respeten los valores con los que se han comprometido. Somos nosotras y nosotros quienes tenemos que amparar y afianzar los valores sobre los que se fundaron las Naciones Unidas. Quienes tenemos que respaldar, fortalecer e integrar el trabajo esencial de los movimientos solidarios. Quienes tenemos que dar protagonismo a las mujeres y las niñas del mundo que alzan la voz.

Hoy, reafirmemos nuestro compromiso con un mundo en el que los derechos humanos, y los derechos de las mujeres, son los cimientos para lograr la justicia, la solidaridad, la armonía y la prosperidad para todas y todos.