Declaración de Phumzile Mlambo-Ngcuka, Directora Ejecutiva de ONU Mujeres, en el Día Internacional de las Viudas, 23 de junio de 2018

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En muchos países del mundo, cuando una mujer ha perdido a su marido, sabe que en los años venideros tendrá que lidiar en dos frentes: además de superar el dolor de la pérdida, tendrá que encontrar la manera de proporcionar el sustento para ella y su familia y vencer enormes dificultades sociales y económicas. Rama Shahi de Dharmasthali, Nepal, lo sabe de primera mano. En 2015, Rama perdió a su marido en el terremoto acontecido en Nepal. Tras la muerte de su marido, la familia de él insistió en heredar todas las propiedades que poseía, negando a Rama su derecho legal a permanecer en la casa. Al no tener acceso a asesoramiento jurídico, Rama tuvo que empezar desde cero a la edad de 46 años.

Con ocasión del Día Internacional de las Viudas, debemos valorar tanto el papel vital que desempeñan las viudas en nuestra sociedad y las maneras en las que la desigualdad de género repercute en su capacidad de prosperar por sí mismas, como en la atención y el reconocimiento específicos que necesitan recibir de todas y todos nosotros. De los 258 millones de viudas que hay en todo el mundo, cerca de una de cada 10 vive en hogares afectados por la pobreza extrema[1]. En lugares donde los sistemas de protección social y jurídica discriminan a las mujeres, los ingresos y los ahorros que las mujeres viudas han conseguido reunir durante toda una vida se ven limitados. En comparación con los hombres, las mujeres tienen menos posibilidades de recibir una pensión en su edad avanzada; de hecho, incluso en países donde existe un buen programa de pensiones, las mujeres tienen bastantes más posibilidades de sufrir la pobreza en la vejez en comparación con los hombres.

En uno de cada cinco países de los que se disponen datos, las esposas que sobreviven como Rama Shahi no disfrutan de los mismos derechos de herencia en comparación con los hombres viudos. Es más, en lugares donde las leyes sí tienen en cuenta los derechos de las mujeres, normalmente son necesarios mayores esfuerzos para garantizar que las mujeres conozcan sus derechos y tengan ocasión de ejercerlos.

Cuando las viudas con niñas y niños pequeños pierden sus propiedades, sus ingresos y otros bienes —especialmente si no existen ayudas para el trabajo de cuidado no remunerado—, éstas se pueden ver forzadas a sacar a sus hijas de la escuela para que se pongan a trabajar o colaboren en el cuidado de sus hermanas y hermanos y en las tareas domésticas. De esta manera la desigualdad de género se perpetúa, reiterando el ciclo de desventaja para las niñas y las mujeres durante décadas.

No son sólo las mujeres de mediana edad o de edad avanzada las que se enfrentan a dificultades. Hay mujeres viudas en todo el espectro etario, por ejemplo, como resultado de los altos índices de mortalidad masculina en países que sufren conflictos, o en los que hay altas tasas de matrimonio infantil. Sin embargo, la ausencia de datos sobre las experiencias concretas de los diferentes grupos de viudas es preocupante. Por ejemplo, las encuestas sobre la prevalencia de la violencia contra las mujeres a menudo hacen referencia únicamente a las mujeres que se encuentran en su etapa reproductiva (15-49 años de edad). Esto implica que los datos obtenidos no reflejan la violencia y el maltrato que sufren las viudas más mayores. Sin los datos pertinentes, las personas encargadas de formular políticas no pueden diseñar intervenciones realmente efectivas, y las mujeres que se encuentran en un momento de sus vidas en el que más ayuda necesitan quedan atrás, marginadas.

Para proteger y empoderar a mujeres como Rama, es importante que los gobiernos pongan fin a los obstáculos que impiden el acceso a la información y a la justicia. Además de hacer frente a leyes discriminatorias contra ellas, en muchos países las mujeres viudas luchan contra la marginación que conlleva el estigma social, lo que significa que los cambios en el ámbito jurídico deben ir acompañados de planes para abordar las normas que desde hace demasiado tiempo justifican prácticas discriminatorias. Las mujeres deben tener acceso a asistencia y asesoramiento jurídicos; además, las y los líderes políticos, comunitarios y religiosos deben participar en los procesos de reforma.

En este Día Internacional de las Viudas, recordemos que las viudas son heroínas que trabajan con todas sus fuerzas para mantener a familias, comunidades y sociedades unidas tras la pérdida de sus esposos. Como sociedades, tenemos que ofrecer a las mujeres viudas de todo el mundo nuestro respeto, así como la visibilidad y el apoyo concreto que necesitan. Se los debemos.

Notas

[1] Análisis realizado por la Fundación Loomba, The Global Widows Report 2015. Londres. Según una recopilación de datos de población de la División de las Naciones Unidas de Estadística y censos de países individuales y datos de encuestas de población adicionales.