En palabras de Françoise Gbeko: “Ahora puedo mantener a mi familia… y mis hijas van a la escuela”

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Jewelry and crafts made by Françoise Gbeko.  Photo: UN Women/Novella Nikwigize
Françoise Gbeko. Photo: ONU Mujeres/Novella Nikwigize

Françoise Gbeko[1], de 36 años de edad, es una de las muchas mujeres cristianas casadas con un hombre musulmán que vivían en armonía en la República Centroafricana, hasta que estalló la última crisis en diciembre de 2012. Pese a la breve tregua que siguió al acuerdo de paz de febrero de 2019, se estima que 2,6 millones de personas (el 63 por ciento de la población) siguen necesitando asistencia humanitaria. La mitad de ellas son mujeres y niñas. Con la financiación del Fondo Fiduciario de las Naciones Unidas para la Seguridad Humana, ONU Mujeres trabaja con entidades locales asociadas para lograr el empoderamiento económico de las sobrevivientes de violencia de género, lo que incluye uno de los lugares clave de Bangui, el distrito PK5, donde vive Gbeko.

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Pasó en 2013. Vivía con mi marido y mis dos hijas, que en aquel momento tenían 8 y 15 años de edad. Éramos felices en el vecindario. Con la llegada de los antibalakas[2] al distrito PK5, empezaron las habladurías… la gente me preguntaba por qué me había casado con un musulmán.

Un día, un grupo de cinco antibalakas armados vinieron a casa. Me violaron, y violaron a mis dos hijas delante de mí. Después asesinaron a mi marido delante de mí, de mis hijas y de mi padre. Mi padre, que lo presenció todo, se suicidó. Seis años después, nuestra hija mayor todavía vive con el trauma y la lesión física de la violación. Además, la comunidad estigmatiza a las sobrevivientes de una violación, y llama a las mujeres más mayores ‘brujas’.

Después de aquello, no sabíamos adónde ir, ya no podía cuidar de mis hijas. Las niñas estaban muy afectadas y no podían superar el asesinato de su padre. Era un hombre de negocios que trabajaba en la carretera de Douala a Bangui. Les traía todo lo que querían. Ahora era yo la que tenía que satisfacer todas sus necesidades. En los peores momentos, decía a mis hijas que todo aquello formaba parte de la vida, que teníamos que sobrevivir al hambre y a las dificultades.

Finalmente, un día, yo y otras 40 mujeres de este distrito decidimos crear nuestra asociación ‘Les Femmes Unies de Catin’ (Mujeres Unidas de Catin) para ayudarnos entre nosotras. En 2017, la presidenta de nuestra asociación fue a pedir ayuda a ONU Mujeres. Es fantástico tener a ONU Mujeres a nuestro lado. Nos prestan apoyo económico para poner en marcha negocios y nos han capacitado en gestión empresarial.

Como puede ver, yo misma he abierto un pequeño negocio para vender joyas y ropa. Envío a alguien a Garoua-Mboulaï, en la carretera hacia Douala, donde solía comerciar mi marido, y consigo los productos que vendo en la ciudad. Yo misma los ofrezco. Cuando invierto 30.000 CFA (50 USD), obtengo un beneficio de 20.000 CFA (33 USD). Ahora puedo mantener a mi familia. Pago el alquiler y tengo ahorros para que mis hijas vayan a la escuela”.

Notas

[1] Nombre ficticio para proteger la identidad de la sobreviviente.

[2] Los antibalakas son una alianza de milicias de la República Centroafricana compuesta principalmente por cristianos. En diciembre de 2013, los enfrentamientos entre los antibalakas y antiguos seleka, otra milicia principalmente compuesta de musulmanes, dio como resultado ataques de represalia en los que fueron asesinadas unas 1.000 personas tan sólo en Bangui.