“Debemos aprovechar todas las oportunidades para garantizar que las mujeres rurales no se queden atrás sino que, al contrario, asuman el liderazgo” — Directora Ejecutiva
Mensaje de la Directora Ejecutiva de ONU Mujeres Phumzile Mlambo-Ngcuka con ocasión del Día Internacional de las Mujeres Rurales, 15 de octubre de 2015Fecha:
En el Día Internacional de las Mujeres Rurales, ONU Mujeres rinde homenaje a las mujeres rurales, y se une a las jefas y los jefes de Estado al reconocer el papel fundamental que ellas desempeñan en la seguridad alimentaria, los medios de vida y los ingresos de los hogares y las comunidades, como pilar del desarrollo sostenible.
El examen mundial de este año sobre la implementación de la Plataforma de Acción de Beijing ha proporcionado perspectivas exactas de 167 países con respecto a sus desafíos y logros nacionales, incluidos los de las mujeres rurales.
En septiembre, cuando las jefas y los jefes de Estado se reunieron en Nueva York para aprobar la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, también celebraron el 20º aniversario de la Plataforma de Acción de Beijing y las conclusiones de su examen, formulando compromisos firmes para superar las deficiencias. A raíz de la Reunión de Líderes Mundiales sobre igualdad de género y empoderamiento de las mujeres: un compromiso para la acción, las y los principales líderes políticos de Angola, Colombia, Jordania, Paraguay, Senegal y Viet Nam, entre otros, destacaron las formas interrelacionadas de discriminación que sufren las mujeres y las niñas que viven en situación de pobreza en zonas rurales. Esta discriminación influye significativamente en su posibilidad de asistir a la escuela, planificar sus familias y sobrevivir al parto, y se suma a la carga que representa el cuidado de la familia y la búsqueda de agua y combustible, entre otras tareas, así como a un menor acceso a los servicios básicos.
Son bien conocidas las barreras que deben superarse, y así lo reflejan claramente los exámenes de cada uno de los países respecto al progreso conseguido y la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. A fin de vencer los obstáculos económicos y financieros que dificultan la educación de las niñas, se deben reforzar las iniciativas dirigidas a eliminar el pago de matrículas escolares y conceder subsidios, becas y apoyo no financiero, sobre todo en las zonas rurales y remotas. Asimismo, se precisan reformas jurídicas para garantizar el derecho igualitario de las mujeres a la propiedad y para que éstas disfruten de servicios de salud sexual y reproductiva y los derechos relacionados con este ámbito. Es importante facilitar mayor acceso a la atención sanitaria, además de capacitar y formar al personal de esta disciplina; también hay que mejorar la accesibilidad a medicamentos y productos esenciales que estén subvencionados o sean gratuitos. Existen muchas necesidades no cubiertas en cuanto a planificación familiar para las mujeres rurales, y sin un acceso suficiente a profesionales que asistan en el parto, su tasa de mortalidad es elevada. Para afrontar de la mejor manera la escasez o la evolución de los recursos, las mujeres deben estar en posibilidad de mejorar sus habilidades mediante el acceso a los servicios de extensión agrícola, la tecnología, la capacitación y los créditos financieros.
Cuando es necesario encontrar fuentes alternativas de alimentos e ingresos, a menudo son las mujeres las que realizan este trabajo adicional. Esta “carga de trabajo asistencial no remunerado” conlleva riesgos de salud relacionados con el clima y la escasez de agua y combustible, que se ven agravados en contextos de crisis económicas, degradación medioambiental, desastres naturales, y una red de infraestructuras y servicios inadecuada.
Es fundamental que las mujeres participen en las instituciones locales que administran los recursos naturales, a fin de garantizar una gestión sostenible de la tierra, el bosque y el agua, así como para generar resiliencia y planificación ante el cambio climático y formular estrategias de adaptación. Como ejemplo, Bangladesh está adoptando pasos concretos de preparación, teniendo en cuenta su conocida vulnerabilidad ante el cambio climático, y para ello cuenta con más de 19.000 mujeres involucradas. Cada año aumenta rápidamente la cantidad de personas desplazadas de sus tierras como consecuencia de la erosión de las orillas de los ríos, las inundaciones permanentes y el aumento del nivel del mar. Se debe contar con más opciones para garantizar el sustento, entre ellas, la capacitación para ganarse la vida en el procesamiento del arroz, la cría de moluscos y el tejido de redes de pesca, junto con la realización de talleres sobre las medidas que deben llevarse a cabo cuando ocurre un desastre.
Con la vista puesta en la próxima Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático que se celebrará en diciembre en París, esperemos presenciar cómo la comunidad internacional negocia la respuesta mundial a uno de los mayores desafíos para el desarrollo, el cambio climático.
Las mujeres rurales constituyen aproximadamente el 43 por ciento de la mano de obra agrícola en los países en desarrollo. Sin embargo, al no ser propietarias de la tierra que trabajan ni poder expresarse con autoridad ante el gobierno local, el cambio climático les afecta gravemente. El cambio climático también exacerba los obstáculos y los riesgos existentes a los que se enfrentan las mujeres agricultoras —como la falta de acceso a la tierra y los recursos— y genera otros nuevos. La variabilidad del clima y unos patrones meteorológicos inciertos aumentan el riesgo del daño en las cosechas, mermando la productividad agrícola y aumentando la inseguridad alimentaria.
Un informe publicado esta semana por ONU Mujeres, sus socias y sus socios, demuestra que la brecha de género en la agricultura está aumentando en los países. Cada vez cobra más importancia abordar los efectos adversos del cambio climático mediante estrategias para la agricultura y una gestión de los recursos naturales que sean resistentes al clima, a fin de asegurar los derechos, el empoderamiento y el bienestar de las mujeres.
La Agenda 2030 reconoce el papel de las mujeres rurales y se compromete a “dedicar recursos a desarrollar las zonas rurales y la agricultura y la pesca sostenibles, apoyar a los pequeños agricultores, especialmente las agricultoras, y a las personas dedicadas a la ganadería y la pesca en los países en desarrollo, en particular los países menos adelantados”.
En este momento en el que presentamos la Agenda 2030 a nivel mundial y local, debemos aprender de las lecciones obtenidas al implementar la Plataforma de Acción de Beijing y los ODM. Tenemos una oportunidad única y el compromiso de poner fin a la pobreza y el hambre, alcanzar la seguridad alimentaria y nutricional, y garantizar medios de vida sostenibles invirtiendo en las mujeres rurales y en una agricultura resistente al clima.
La Agenda 2030 contempla un “mundo en el que todas las mujeres y niñas gocen de la plena igualdad de género, y donde se hayan eliminado todos los obstáculos jurídicos, sociales y económicos que impiden su empoderamiento”.
Debemos aprovechar todas las oportunidades para garantizar que las mujeres rurales no se queden atrás sino que, al contrario, asuman el liderazgo.
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