En El Salvador, las mujeres rurales plantan las semillas de la independencia

En El Salvador, donde la propiedad de las tierras sigue representando una barrera para las mujeres, una cooperativa de mujeres rurales prepara el camino para que puedan conseguir ingresos, acceso a servicios públicos y apoyo jurídico. Un centro de cuidado infantil administrado por las mujeres les permite trabajar fuera de sus hogares.

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Mercedes Sanchez de Garcia in the greenhouse in Las Piedritas, El Salvador. Photo: UN Women/Monika Remé
Mercedes Sánchez de García en el invernadero de Las Piedritas, en El Salvador. Fotografía: ONU Mujeres/Monika Remé

Mercedes Sánchez de García se pone tensa cuando recuerda cómo su marido le impedía participar en la asociación de mujeres de Las Piedritas, en un distrito rural de la parte este de El Salvador: “‘No va a ir’, me decía. ‘Usted tiene que cuidar a los niños. Para eso está aquí’”.

La asociación contaba con seis mujeres, ella incluida, que se organizaban como cooperativa para producir y vender verduras. Pero el esposo de la señora García no quería que ella trabajase fuera de casa o fuese económicamente independiente.

La señora García y sus amigas perseveraron en sus esfuerzos por encontrar un modo de escapar de la pobreza. Las Piedritas es una aldea de unas 70 familias, que se extiende por las fértiles laderas del volcán Chaparrastique. “Antes de la reforma agraria, todas estas tierras pertenecían a una de las 14 familias más ricas del país”, explica Beraliz Argueta, una trabajadora social de Ciudad Mujer, una iniciativa del gobierno salvadoreño en favor del empoderamiento de las mujeres.

La propiedad de tierras sigue constituyendo un problema clave para el desarrollo rural en El Salvador, especialmente para las mujeres rurales. En los últimos 40 años, se ha intentado revertir la distribución históricamente desigual de las tierras mediante varias reformas agrarias, pero los avances han sido lentos y las reformas se dirigieron principalmente a los hombres cabeza de familia. Según el censo de 2007, las mujeres (el 52 por ciento de la población) sólo representaban el 11 por ciento de titulares de explotaciones agrícolas en El Salvador [1]. En 2014, el 38 por ciento de la población rural seguía viviendo en condiciones de pobreza según las estadísticas nacionales [2].

Mercedes Sanchez de Garcia with her youngest son. Photo: UN Women/Monika Remé
Mercedes Sánchez de García con el más joven de sus hijos. Fotografía: ONU Mujeres/Monika Remé

La señora García tenía 28 años y una hija de otro hombre cuando se casó con su marido, un jornalero, con el que tuvo dos hijos. Cocinaba tortillas en casa y las vendía para contribuir a los escasos ingresos familiares. Su vida dio un giro cuando, en una reunión sobre desarrollo de la aldea, Ciudad Mujer le ofreció la oportunidad de participar en la fundación de la asociación de mujeres. La señora García estaba entusiasmada. Viajó a San Miguel una vez por semana durante cuatro meses con las demás integrantes de la asociación para participar en un curso sobre agricultura de Ciudad Mujer.

Iris Griselda Gómez, leader of Mujeres en Acción, on the plot. Photo: UN Women/Elisa Cassoni
Iris Griselda Gómez, presidenta de Mujeres en Acción, en la parcela. Fotografía: ONU Mujeres/Elisa Cassoni

La cooperativa creada, denominada Mujeres en Acción, es uno de los 26 grupos de mujeres rurales de El Salvador que han recibido apoyo de ONU Mujeres, el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) y Ciudad Mujer con el fin de impulsar el espíritu empresarial de las mujeres.

Ciudad Mujer, la iniciativa gubernamental que impulsó la asociación de mujeres, ofrece un modelo único que reúne a 17 entidades gubernamentales en un solo lugar. Dichas entidades trabajan en pro del empoderamiento económico, la prevención de la violencia y el apoyo a sobrevivientes, además de proporcionar servicios de salud sexual y reproductiva y de cuidado infantil.

En San Miguel, en medio de arbustos floridos y árboles frutales, los grupos de mujeres se sientan y conversan en la sombra de los pasillos abiertos que conectan los distintos edificios de Ciudad Mujer. En un país con elevados niveles de delincuencia e inseguridad (5,7 feminicidios por cada 100.000 mujeres, por ejemplo [3]), Ciudad Mujer representa un refugio para las mujeres, donde pueden recibir servicios de calidad gratuitos. Los hombres tienen prohibida la entrada a las instalaciones.

“Para nosotras, el empoderamiento económico no es de dar dinero a las mujeres, sino herramientas para que puedan tomar sus propias decisiones”, aclara Miriam Bandes, Especialista de Programas de ONU Mujeres en El Salvador. Y añade: “En el programa financiado por FIDA, muchas de las mujeres se acercaron a un centro de atención integral por primera vez”.

Iris Griselda Gómez, leader of Mujeres en Acción, on the plot. Photo: UN Women/Elisa Cassoni
Milagros del Carmen Moreira, presidenta de la cooperativa UDP Hortalizas Casa Mota El Progreso, otra cooperativa beneficiaria del programa de empoderamiento económico, en su invernadero financiado por ONU Mujeres y el FIDA. Fotografía: ONU Mujeres/Monika Remé

Iris Griselda Gómez, miembro de la asociación de mujeres, resume su experiencia con Ciudad Mujer con estas palabras: “Nos hemos elevado”.

Con la ayuda de abogados de Ciudad Mujer, Mujeres en Acción obtuvieron un comodato, un arrendamiento gratuito de varios años, para poder trabajar una parcela. Encontrar el terreno fue un logro importante ya que ninguna de las mujeres poseía tierras.

Mercedes Sanchez de Garcia and Doris Gomez from Mujeres en Acción pruning tomato plants. Photo: UN Women/Monika Remé
Mercedes Sánchez de García y Doris Gómez de Mujeres en Acción desmochando los brotes de tomate. Fotografía: ONU Mujeres/Monika Remé

Mujeres en Acción también organizó el cuidado infantil para las integrantes de la cooperativa. “Les dije a las compañeras: Yo no puedo venir a trabajar porque tengo a mis hijos”, recuerda Mercedes García. Las integrantes acordaron construir un pequeño local, con el apoyo de ONU Mujeres y el FIDA, donde pudieran jugar las niñas y los niños. Una de las mujeres se queda siempre cuidando mientras las demás trabajan.

Sin embargo, la señora García tenía pendiente resolver la situación difícil con su esposo. Seguía amenazándola. “En Ciudad Mujer, me enseñaron a defender mis derechos”, afirma. El día que su marido pasó de la amenaza a la acción y la golpeó, Mercedes lo denunció en Ciudad Mujer y lo dejó para irse a vivir con su madre y su padre.

“Es más difícil que un agresor siga cometiendo actos agresivos contra una mujer que ha logrado ese nivel de desarrollo personal y colectivo que una mujer que sigue en el ámbito privado”, afirma Ana Ella Gómez, supervisora del Módulo de Autonomía Económica de la Secretaría de Inclusión Social.

La señora García volvió con su esposo sólo cuando este le demostró que estaba dispuesto a cambiar. “Ahora usted me va a dejar a asistir a las reuniones”, le dijo. “Si no, lo dejo definitivamente”.

Hoy en día, a veces su marido incluso ayuda en la parcela. “Estamos bastante bien”, dice contenta.

En la parcela y en el invernadero, las mujeres cultivan tomates, pimientos y berenjenas en cantidades suficientes para su propio consumo y la venta. Tienen muchas esperanzas puestas en la próxima cosecha y grandes sueños en cuanto a lo que harán con el dinero que consigan recaudar. “Ahorraré para que mi hija pueda acabar la escuela secundaria e ir a la universidad, algo que yo no pude hacer”, dice la señora García.

Notas

[1] FAO (2007). Gender and Land Rights Database. Available from http://www.fao.org/gender-landrights-database/country-profiles/countries-list/general-introduction/en/?country_iso3=SLV

[2] Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (2016). Icefi presenta propuesta fiscal para potenciar el desarrollo rural en El Salvador. Available from http://icefi.org/comunicados/icefi-presenta-propuesta-fiscal-para-potenciar-el-desarrollo-rural-en-el-salvador

[3] Economic Commission for Latin America and the Caribbean (2014). Available from http://oig.cepal.org/es/indicadores/feminicidio