Quiero ayudar a otras mujeres". Las rohinyá reivindican una vida digna

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"Un día en la vida de…", una serie editorial, ofrece una mirada a la labor cotidiana y los desafíos que enfrenta el personal de ONU Mujeres sobre el terreno. 
Adolescent girls in the safe space for women and girls in Bhalukhali Rohingya refugee camp, Cox’s Bazar. Photo: UN Women/Theresia Thylin
Adolescentes en el espacio seguro para mujeres y niñas del campamento de personas refugiadas rohinyá de Bhalukhali en Cox's Bazar, Bangladesh. Foto: ONU Mujeres/Theresia Thylin

Acerca de la autora

Marie Sophie Pettersson es especialista del Programa de Acción Humanitaria y Aumento de la Resiliencia de ONU Mujeres, y actualmente trabaja en Myanmar. Estuvo en Cox's Bazar, Bangladesh, de octubre a diciembre de 2017, ofreciendo apoyo en el marco del compromiso de ONU Mujeres de Respuesta a la Crisis de Personas Refugiadas Rohinyá. Marie Sophie ha trabajado con ONU Mujeres desde 2014 en las esferas de respuesta a crisis y desastres, recuperación, preparación y aumento de la resiliencia. Antes de unirse a ONU Mujeres, trabajó en Bangladesh en programas e innovaciones de empoderamiento económico para enfrentar la pobreza.

La ausencia de mujeres fue lo primero que noté cuando entré en los campamentos de personas refugiadas rohinyá en Cox's Bazar, Bangladesh. Era una mañana de finales de octubre, pero el calor era insoportable. Había 10 campamentos, con más de 800.000.[1] personas. Podía ver a hombres y niños por todas partes recibiendo artículos de socorro de los actores humanitarios, vendiendo refrigerios y productos diversos, acarreando agua y leña…hombres orando en las mezquitas y niños tomando clases en los centros temporales de aprendizaje, pero ¿dónde estaban las mujeres?

Bangladesh ha acogido peronas refugiadas rohinyá de Myanmar durante casi tres décadas. En los últimos tiempos, la escalada de la violencia en el estado de Rakhine, en Myanmar, ha provocado el desplazamiento de unas 688.000[2] rohinyás desde agosto de 2017. La población de personas refugiadas en asentamientos de Bangladesh se ha más que duplicado; los campamentos están superpoblados, las necesidades son inmediatas y enormes, y los recursos son limitados.

Las personas refugiadas rohinyá llegaban por barco diariamente huyendo de las matanzas, torturas, violaciones y otras formas de violencia sexual. Llegaban con muy pocas posesiones, empobrecidas y traumatizadas. Las mujeres y niñas suman la mayoría, algo más de la mitad, del número estimado de 688.000 nuevas personas refugiadas.

Las situaciones de crisis a menudo afectan a las mujeres y a las niñas más, y de forma distinta, que a los hombres y los niños, porque se agravan las desigualdades de género. La crisis de los rohinyá no es diferente. De hecho, al llegar a los campamentos por primera vez, yo sabía que la crisis tenía un componente de género particular, debido a los altos niveles de violencia sexual y marcada segregación sexista que han sufrido las mujeres y niñas rohinyá. Así que, ¿dónde estaban las mujeres?

Women are facing challenges both in mobility and access to sanitary facilities in Bhalukhali Rohingya refugee camp, Cox’s Bazar. Photo: UN Women/Theresia Thylin
Las mujeres enfrentan retos tanto en la movilidad como en el acceso a las instalaciones sanitarias en los campamentos de personas refugiadas rohinyá de Bhalukhali, en Cox's Bazar. Foto: ONU Mujeres/Theresia Thylin

Tras una mirada más detenida, finalmente divisé las siluetas en el interior de las tiendas, y unos cuantos rostros que se asomaban cuando pasábamos caminando. Las mujeres y niñas rohinyá a menudo viven bajo estrictas normas socioculturales. Los actos de violencia que han sufrido y presenciado en Myanmar han restringido aún más sus movimientos. También corren riesgo de padecer violencia basada en género y explotación y abusos sexuales en los campamentos de personas refugiadas en Cox's Bazar, Bangladesh. Cuando los hombres se presentaron a las reuniones y a la distribución de artículos de socorro, se les consultó acerca de sus necesidades, y se les dio voz en las decisiones adoptadas dentro de los campamentos, pero las mujeres por lo común fueron marginadas. Tenían acceso limitado a la información, las opciones de subsistencia, las actividades comunitarias y la toma de decisiones. Incluso carecían de instalaciones de saneamiento adecuadas.

Sin la voz y la participación de las mujeres, la acción humanitaria que se está diseñando y prestando carece de información esencial: ¿cuáles son las necesidades y prioridades de las mujeres y niñas rohinyá? ¿Cómo se las arreglan?

Mi trabajo era hablar con mujeres rohinyá en los campamentos de personas refugiadas, y asegurarme de que la acción humanitaria en Cox's Bazar se moldeara a partir de sus voces, protegiera sus derechos y cubriera sus necesidades particulares.

Amina, una niña rohinyá de 12 años vendía tortas de arroz en una calle polvorienta en el campamento de refugiados Bhalukhali. "Llegamos a este campamento hace un mes", me dijo, "mi madre se queda en casa y cocina estos refrigerios en nuestro cobertizo diariamente, yo los vendo aquí en la calle…así ganamos un poco de dinero adicional para comprar verduras y otros artículos que necesitamos para nuestra familia, pues la ayuda que recibimos de las Naciones Unidas y el dinero que conseguimos con la venta de joyas de mi madre no es suficiente".

"Mi mamá no puede salir del cobertizo por pudor, pues no tiene su burka y hay muchas personas que no conocemos en el campamento, explica Amina; "el cobertizo se pone muy caliente y húmedo, y no hay mucho espacio. Se llena de humo de la leña que usamos para cocinar, y eso afecta los ojos y la garganta de mi madre".

Entré a su cobertizo (unos 4 metros cuadrados de ancho) y noté que Amina y su madre, Fatema Khatun*, habían improvisado un inodoro y un baño, divididos del espacio habitable con piezas de lona, algo poco adecuado o higiénico, pero al igual que la mayoría de las mujeres y niñas, les permiten no tener que usar los baños comunes del campamento. Incluso cuando hay inodoros o baños exclusivos para mujeres, los hombres merodean tratando de mirar hacia dentro. Para evitar el baño y la defecación al aire libre, muchas mujeres y niñas usan inodoros improvisados en sus cobertizos, reducen el consumo de alimentos y agua, y restringen sus movimientos durante la menstruación.

Las mujeres rohinyá que están acostumbradas a llevar burka dijeron sentirse inseguras al salir de sus refugios sin una. Las mujeres han comenzado a compartir burkas para poder visitar espacios públicos. Como las mujeres y las niñas permanecen principalmente dentro de refugios no ventilados durante todo el día, también están expuestas al humo y las emanaciones tóxicas de la leña que utilizan para cocinar. Muchas informaron problemas respiratorios e infecciones oculares.

Marie Sophie Pettersson (centre) co-chairing the Gender in Humanitarian Action Working Group in Cox’s Bazar. Photo: UN Women/Theresia Thylin
Marie Sophie Pettersson (centro) copreside el Grupo de Trabajo de Género en la Acción Humanitaria en Cox's Bazar. Foto: ONU Mujeres/Theresia Thylin

Todas las mañanas, los siete días de la semana, visité el campamento y las aldeas circundantes recogiendo las necesidades y opiniones de las mujeres. Por las tardes regresaba al centro para compartir lo que había aprendido en el campamento en las reuniones de coordinación humanitaria, donde los representantes del Gobierno, las Naciones Unidas y las organizaciones humanitarias no gubernamentales se reunían para planificar y tomar decisiones acerca de la respuesta a la crisis. A partir de lo que me habían dicho las mujeres dirigí, por ejemplo, la redacción del informe de Perfil de género, que dio forma a las medidas en respuesta a la crisis general. Hasta ahora no se permitía a las comadronas y ginecólogas entrar en los campamentos de peronas refugiadas entre las 5 p.m. y las 7 a.m., lo cual dejaba a muchas rohinyá sin ayuda médica calificada durante el parto y para cubrir sus necesidades en materia de salud reproductiva durante esas horas. Partiendo de nuestra recomendación, el Perfil de género incluyó la disposición de conceder permiso a trabajadoras de la salud para entrar a los campamentos después de las 5 p.m., un ajuste aparentemente sencillo que establece una gran diferencia para las mujeres en los campamentos de personas refugiadas. 

Dada la magnitud de las necesidades, por momentos la tarea parecía casi imposible, pero ¿cómo podíamos no perseverar, sabiendo la violencia inhumana que han sufrido los rohinyá, y conociendo su impresionante voluntad de sobrevivir. Hicimos todo lo posible y aún más para asegurarnos de que el Gobierno, las Naciones Unidas, las organizaciones sin fines de lucro, los donantes y el ejército prestaran atención a las voces de las mujeres. Lo que aprendimos de las mujeres también dio forma al Programa de Acción Humanitaria y Aumento de la Resiliencia de ONU Mujeres en Cox's Bazar, en colaboración con el Ministerio de Asuntos de las Mujeres y de los Niños de Bangladesh.

UN Women staff members and front line workers from UN Women’s implementing partner Action Aid in Bhalukhali Rohingya refugee camp, Cox’s Bazar. Photo: UN Women/Theresia Thylin
Integrantes del personal y trabajadoras y trabajadores de primera línea de Action Aid, socio de ONU Mujeres en la ejecución, en el campamento de personas refugiadas rohinyá de Bhalukhali, en Cox's Bazar. Foto: ONU Mujeres/Theresia Thylin

A modo de ejemplo, como parte de nuestra primera respuesta, ONU-Mujeres, en colaboración con Action Aid, distribuyó kits a casi 8.000 refugiadas rohinyá, con jabón, ropa, bufandas, productos para la higiene menstrual y linternas para mujeres, además de mantas para el frío invernal y de combustible alternativo (briquetas de cascarilla de arroz comprimida) para reducir su exposición al humo.

Tras visitar los campamentos, me dirigí a la cercana aldea de Teknaf, donde me reuní con mujeres bangladesíes líderes de la comunidad. Habían sido elegidas integrantes del Foro para el Desarrollo de las Mujeres, además de líderes de los foros de sus aldeas, y habían formado parte de otro programa de ONU Mujeres ejecutado en asociación con el BRAC y financiado por el Gobierno de Japón, para mejorar la cohesión social y el empoderamiento económico de las mujeres. Es de suma importancia hablar con las comunidades de acogida que rodean el campamento y generar cohesión entre las refugiadas recién llegadas y las mujeres bangladesíes. Aunque los bangladesíes han sido muy comprensivos en lo relativo a la evolución de la crisis durante décadas, la reciente oleada de personas refugiadas de Myanmar ejerce presión sobre los recursos existentes.

Ese día, las bangladesíes expresaron una visión optimista: "Desde que los rohinyá llegaron a nuestra aldea desde la frontera con Myanmar, hemos querido ayudarlos. Acogimos a las mujeres y niños rohinyá en nuestros hogares y ayudamos a las embarazadas a dar a luz. Les dimos alimentos y ropa, y tratamos de ayudar lo mejor que pudimos, a pesar de que somos pobres, queremos ayudar a más mujeres rohinyá de los campamentos. Podemos apoyarnos mutuamente e iniciar una red de mujeres bangladesíes y rohinyá y una iniciativa empresarial por la paz", aseveró Sharmin Alam*, integrante del foro de mujeres líderes.

Eran las 7:00 p.m. cuando regresaba a casa en un "tom tom" (taxi eléctrico local). El conductor comentó que le estaba yendo muy bien con el transporte de tantos trabajadores internacionales en el pueblo. La música Bangla sonaba con fuerza en la radio local mientras cruzábamos un tramo con verdes colinas a un lado de la carretera y la playa del otro. Había gente en las calles y bullicio en los mercados. Mi mente viajó de vuelta a las historias que había oído ese día.

UN Women and UNHCR have been working together to provide cash for work opportunities for Rohingya refugee women since 2014. Here in Kutupalong refugee camp in Cox’s Bazar through soap making that is used for dignity kits for the new arrivals. Photo: UN Women/Theresia Thylin
ONU Mujeres y el ACNUR han estado colaborando para proporcionar oportunidades de efectivo por trabajo a las refugiadas rohinyá desde 2014. En el campamento de personas refugiadas de Kutupalong, en Cox's Bazar, mujeres trabajan en la fabricación de jabón que se utiliza en los kits de dignidad que se entregan a las recién llegadas. Foto: ONU Mujeres/Theresia Thylin

Las mujeres y las niñas rohinyá que conocí no son víctimas vulnerables que esperan limosnas. Han visto mucho y sufrido inmensamente, han perdido sus casas, sus medios de subsistencia han sido destruidos, sus familias han sido destrozadas, a veces literalmente, pero tienen la fuerza necesaria para sobreponerse, las habilidades que se requieren para contribuir, la experiencia y el conocimiento para aumentar la resiliencia de las familias y las comunidades, y sueños de una vida en dignidad y libre de violencia, que es su derecho.

En una de mis consultas con un grupo de adolescentes rohinyá ese día, les pregunté acerca de sus sueños y lo que deseaban para su futuro. Skina, de apenas trece años, respondió: "Quiero ser como las hermanas bangladesíes que nos ayudan y enseñan aquí en el espacio seguro. Quiero aprender de ellas y también enseñar y ayudar a otras mujeres y niñas cuando crezca".

Importante: para proteger su identidad y evitar su estigmatización, hemos cambiado los nombres de las mujeres rohinyá y bangladesíes en este relato.


A partir de enero de 2018, ONU Mujeres ha creado el primer Centro Multiuso para Mujeres en el campamento de personas refugiadas de Bhalukhali, en Cox's Bazar, en colaboración con Action Aid y con el apoyo del Comité Nacional de ONU Mujeres de Australia. El Centro ofrece un espacio seguro para mujeres y adolescentes rohinyá donde pueden crear una red social, tener acceso a información y servicios de remisión para la violencia basada en género, y procurar asesoramiento psicosocial. El Centro ofrece también cursos de capacitación en alfabetización, opciones de subsistencia, liderazgo y preparación para casos de desastre, así como sensibilización sobre cuestiones y riesgos de género. Hay planes de construir nuevos Centros Multiuso para Mujeres e involucrar a las dirigentes refugiadas rohinyá de los antiguos campamentos inscritos y a mujeres bangladesíes de las comunidades de acogida para proporcionar servicios de formación y asesoramiento a las refugiadas rohinyá recién llegadas y formar grupos de apoyo mutuo para el fomento de la paz y la cohesión.

Notas

[1] Al 21 de enero de 2018 había 821,436 personas refugiadas en el campamento, según el Informe de situación del ISCG.

[2] Al 21 de enero de 2018, según el Informe de situación del ISCG.