Mensaje de Phumzile Mlambo-Ngcuka, Secretaria General Adjunta de las Naciones Unidas y Directora Ejecutiva de ONU Mujeres, con ocasión del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, 25 de noviembre de 2018

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Todavía desconocemos el verdadero alcance de la violencia contra las mujeres, puesto que el miedo a represalias, los efectos de que los demás no les crean y el estigma que soporta la sobreviviente —pero no el agresor— han silenciado las voces de millones de sobrevivientes de la violencia y han desvirtuado la dimensión real del horror continuo que sufren las mujeres.

Recientemente, activistas de base y sobrevivientes, además de movimientos internacionales como el de “#MeToo”, “#TimesUp”, “#BalanceTonPorc”, “#NiUnaMenos”, “HollaBack!” y “#TotalShutdown” han convertido el aislamiento en sororidad mundial. Gracias a esta acción, se exigen responsabilidades a los agresores y se expone la prevalencia de la violencia ejercida en un espectro que incluye desde la alta dirección hasta la planta de producción. Los movimientos mundiales de hoy en día impulsan peticiones colectivas de rendición de cuentas y la adopción de medidas e instan a poner fin a la impunidad para garantizar los derechos humanos de todas las mujeres y las niñas.

El tema del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer de este año es “Pinta el mundo de naranja: #EscúchameTambién”. Este lema tiene como propósito honrar y amplificar todavía más las voces de las personas, ya sea la de una ama de casa en su hogar, la de una alumna que sufre abusos de su profesor, la de una secretaria de oficina, la de una deportista o la de un muchacho que está de pasante en una empresa, uniendo sus experiencias de diferentes lugares y sectores en un movimiento mundial de solidaridad. Es un llamado a escuchar y a creer a las personas sobrevivientes, a poner fin a la cultura del silencio y a que nuestra respuesta tenga como centro de atención las personas sobrevivientes. Se debe dejar de cuestionar la credibilidad de la víctima y en su lugar hay que centrarse en la rendición de cuentas del agresor.

Aquellas personas que han alzado la voz nos han ayudado a entender mejor cómo el acoso sexual ha llegado a normalizarse e incluso a justificarse como parte inevitable de la vida de una mujer. Su generalización, inclusive dentro del sistema de las Naciones Unidas, ha contribuido a que se perciba como un inconveniente menor y cotidiano que se puede pasar por alto o tolerar. Así, únicamente los casos más atroces merecen el esfuerzo de emprender el arduo camino de la denuncia. Se trata de un círculo vicioso que debe terminar.

Por ello, #EscúchameTambién también conlleva un llamado al cumplimiento de la ley. Es absolutamente inaceptable que la gran mayoría de los autores de la violencia contra mujeres y niñas quede impune. Muy pocos casos llegan a denunciarse a la policía; un porcentaje todavía menor se sanciona con penas, de las cuales solamente algunas son de cárcel. Las instituciones policiales y judiciales se deben tomar las denuncias muy seriamente y otorgar prioridad a la seguridad y el bienestar de las sobrevivientes, por ejemplo, mediante la inclusión de más mujeres policía para atender denuncias de violencia presentadas por mujeres.

La legislación debe reconocer que el acoso sexual es una forma de discriminación contra las mujeres y una violación de los derechos humanos, expresando y regenerando el concepto de desigualdad que tiene lugar en muchos ámbitos de la vida, desde las escuelas hasta el lugar de trabajo, desde los espacios públicos hasta el Internet. Si las leyes protegen los lugares de trabajo tanto formales como no formales, las personas trabajadoras más vulnerables como, por ejemplo, aquellas que dependen de las propinas de su clientela para conseguir ingresos dignos, tendrán más oportunidades de señalar el abuso y de ser escuchadas. También quienes ofrecen empleo, en todos los países, pueden influir de manera decisiva haciendo cumplir de manera independiente normas de comportamiento que promuevan la igualdad de género y la tolerancia cero ante cualquier tipo de abuso.

ONU Mujeres lidera los esfuerzos para poner fin a todas las formas de violencia contra las mujeres y las niñas mediante la labor que realiza, desde el Fondo Fiduciario de la ONU para Eliminar la Violencia contra la Mujer que prestó asistencia a más de 6 millones de personas el año pasado, hasta la iniciativa conjunta Spotlight de la UE y las Naciones Unidas dotada de 500 millones de euros, que constituye la inversión individual más importante hasta la fecha para erradicar la violencia contra las mujeres y las niñas en todo el mundo, sin olvidar el trabajo que lleva a cabo la Entidad para garantizar ciudades seguras y espacios públicos seguros. Además, trabajamos en el seno de ONU Mujeres y el sistema de las Naciones Unidas en su conjunto para abordar el acoso sexual y los abusos de poder en nuestros propios lugares de trabajo.

Este año, con su colaboración, nos proponemos respaldar a todas las personas cuyas voces todavía no están siendo escuchadas.

En la mira: Pinta el mundo de naranja, #EscúchameTambién