Guatemala: las jóvenes mayas dan forma al futuro

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Elementos del cambio como Laura se han comprometido a marcar una diferencia en las vidas de las mujeres jóvenes de las comunidades indígenas de Guatemala. (Foto: ONU Mujeres/Phil Borges)

Durante sus 24 años de existencia, Laura ha pasado una vida de sufrimiento.

Creció en la comunidad indígena de Quetzaltenango, en el oeste de Guatemala, perdió a su madre cuando tenía sólo 13 años, dejó la escuela para hacer de madre de sus ocho hermanos, y su padre se dio al alcohol lo que le convirtió en un ser violento, con Laura como su principal víctima. Sin embargo, Laura no se dio nunca por vencida.

Hoy defiende a las mujeres y a las adolescentes dentro del marco de un proyecto llevado a cabo por el Consejo de Población de Guatemala, con la ayuda del Fondo Fiduciario de la ONU para poner fin a la violencia contra las mujeres. El proyecto tiene como objetivo empoderar a las jóvenes mujeres indígenas para que sean agentes del cambio en sus comunidades.

Soluciones desde dentro

Guatemala tiene una triste historia de décadas de guerra civil, donde las mujeres - especialmente las de las comunidades indígenas - corren el riesgo de diversas formas de violencia. Casi el 45 por ciento de las guatemaltecas han sido víctimas de algún tipo de violencia en sus vidas. Pasar del abuso y la opresión, como fue el caso de Laura, al respeto, la seguridad y la confianza es un enorme reto.

Sin embargo, el Consejo de Población y sus socios locales creen que el cambio es posible. La clave está en cambiar la situación de las jóvenes mujeres indígenas para inspirar a toda la comunidad a que busque soluciones para un futuro mejor. “Trabajamos con niñas y mujeres jóvenes para que logren que sus comunidades reconozcan y definan el problema de la violencia, y para que las soluciones surjan desde dentro, en vez de que les sean impuestas desde fuera, explica Alejandra Colom, Jefa de Programa del Consejo de Población de Guatemala.

Mentores para el cambio

Una parte esencial del proyecto es el modelo de mentor, en el que se contrata a las jóvenes mujeres indígenas como pasantes en las organizaciones locales que trabajan sobre una serie de actividades de prevención de la violencia. El proyecto trabaja con más de 4.000 niñas en 45 comunidades mayas en cinco estados de Guatemala.

Laura es pasante en la organización Defensoría de la Mujer Indígena (DEMI) en Quetzaltenango. Lidera los clubes de niñas en su comunidad para tratar los temas de la autoestima, los derechos humanos, la salud reproductiva y la prevención de la violencia. Laura, segura de sí misma aunque no es mucho más alta que el resto de sus alumnas, mira a los ojos a cada una de sus jóvenes alumnas y las hace participar en la discusión.

No siempre tuvo esta confianza en sí misma, pero después de una década de golpizas, tomó la decisión de alzarse en su defensa y de crearse una vida diferente, una vida de fuerza y dignidad. Cuando supo que DEMI estaba haciendo entrevistas para un programa de pasantías, encontró la excusa para salir de la casa e ir a pasar una entrevista. Al día siguiente consiguió el puesto. Fue ésa la primera vez en su vida que sintió que se le valoraba. De esto hace sólo un año, ¡y qué diferencia hace un año en la vida de una persona determinada a cambiar!

Dando visibilidad a las niñas por primera vez

Las líderes y miembros de los clubes de niñas también participan en un mapeo de comunidades. Usando la tecnología GPS, colocan en el mapa todas las casas, edificios y caminos para hacer mapas que muestren dónde se sienten seguras o en peligro las niñas y las mujeres. “Dado que se supone que las niñas tienen que quedarse en sus casas, los líderes comunitarios no saben a ciencia cierta cuántas niñas hay en sus comunidades dice Alejandra. “El mapeo de comunidades está dando visibilidad, por primera vez, a las jóvenes y a sus inquietudes en lo relativo a la seguridad. Los líderes quedan impresionados cuando ven que las niñas se sirven de la tecnología.

Los mapas comunitarios de seguridad sirven de catalizadores en los debates sobre la violencia contra las mujeres y las niñas, de manera que la comunidad se pueda unir para prevenirla. El programa de mentores no sólo ha hecho avanzar las perspectivas de carreras para las jóvenes indígenas, sino que ha servido de detección y respuesta tempranas en los casos de discriminación y de violencia.

Además de su pasantía, Laura continúa con sus estudios esperando recibirse de abogada y de quizá llegar a ser una voz legal más formal para las mujeres de Guatemala. Hoy sonríe con confianza incluso en presencia de su padre. Él ya no bebe y acepta el papel de su hija con algo de orgullo cuando la oye hablar.

El Fondo Fiduciario de la ONU para poner fin a la violencia contra las mujeres es administrado por ONU Mujeres en nombre del sistema de la ONU; es la principal fuente de apoyo para proyectos innovadores dirigidos a luchar contra uno de los problemas más apremiantes de la actualidad. El Fondo Fiduciario de la ONU depende de contribuciones voluntarias y su donación es fundamental. ¡Únase a nosotros en este importante trabajo! Haga una donación al Fondo Fiduciario de la ONU.