El futuro de ONU Mujeres

Fecha:

Discurso pronunciado por la Directora Ejecutiva de ONU Mujeres, Michelle Bachelet, en el Colegio de Abogados de la ciudad de Nueva York, el 21 de junio de 2011.

[Cotejar con el discurso pronunciado.]

Buenas tardes. Es un enorme placer estar aquí hoy y tener la oportunidad de hablarles de la visión y los objetivos de ONU Mujeres, y de cómo encaramos los desafíos y las oportunidades para hacer avanzar los derechos de las mujeres y la igualdad entre los géneros en los países de todo el mundo.

En primer lugar quiero decir que éste es un momento emocionante para las mujeres, a pesar de los muchos retos a los que se enfrentan. Creo además que la creación de la Entidad de las Naciones Unidas para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres, u ONU Mujeres, así lo refleja.

ONU Mujeres fue creada fusionando cuatro agencias más pequeñas, bajo la dirección de un Secretario General Adjunto, con la esperanza de que tuviese la posición, la autoridad y los recursos necesarios para hacer avanzar la igualdad entre los géneros en todo el sistema de la ONU. Su mandato es coordinar y liderar el trabajo de los diversos organismos y departamentos de la ONU de modo que las Naciones Unidas en pleno puedan ayudar mejor a los países a cumplir con sus compromisos en materia de igualdad de género adquiridos por una serie de acuerdos mundiales, incluyendo la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW), la Plataforma de Acción de Beijing y, más recientemente, la Declaración del Milenio y las resoluciones del Consejo de Seguridad sobre las mujeres, la paz y la seguridad.

La creación de ONU Mujeres refleja el reconocimiento de los Estados Miembros de la ONU de que la igualdad de género es ciertamente fundamental para lograr todos los objetivos nacionales de desarrollo y que, por ende, debemos poder acelerar el ritmo del cambio, de modo de hacer de la igualdad de género una realidad vivida y no sólo un mantra. Ello indica que la igualdad de género y los derechos de las mujeres están al mismo nivel de otros imperativos mundiales como la erradicación de la pobreza y el hambre, la lucha contra las enfermedades crónicas y contra el cambio climático.

Quiero destacar el hecho de que esta creación no se hubiera dado sin el trabajo de los defensores de los derechos de las mujeres, del Norte y del Sur, incluyendo a muchos de ellos en puestos gubernamentales; todos se unieron en redes y crearon alianzas para impulsar la creación de ONU Mujeres. Sus ambiciones - y expectativas - son muchas en lo relativo a lo que podremos hacer.

Ahora tenemos que dar muestras de que podemos estar a la altura de esas expectativas. No sólo tendremos que conseguir los recursos prometidos, sino que tendremos que demostrar que les daremos buen uso. Tenemos que persuadir a los gobiernos - a los presidentes y también a los ministros de finanzas - que mantener los compromisos en materia de igualdad de género beneficiará a las mujeres pero también a la sociedad en general.

Los retos que nos esperan son enormes. Las enormes brechas en la riqueza y los ingresos que han acompañado el crecimiento en el mundo se han agudizado desde la crisis económica y financiera y han llevado a millones de trabajadores a empleos informales de manera permanente. Los conflictos políticos y los desastres naturales, ambos, hacen subir los precios de los combustibles y los alimentos, lo que es una amenaza para el sustento y la seguridad alimentaria en muchos países y pone una presión adicional sobre las estrategias de supervivencia de las familias.

Esta situación no tiene por qué ser así. Se puede persuadir a los políticos y a los que hacen las políticas - de todos los partidos políticos - que se pueden administrar mejor las cosas de modo de que podamos dar seguridad a nuestros países y tener economías prósperas, invirtiendo en el futuro, creando redes de seguridad más sólidas, y garantizando la protección física y social básica para todos.

De hecho, estamos viendo progresos, incluso en lo relativo a los derechos de las mujeres. En la actualidad, 125 países tienen leyes contra la violencia doméstica, 115 garantizan los mismos derechos de las mujeres a la propiedad, y por lo menos 43 han incluido las cuotas en la ley electoral para aumentar la representación de las mujeres en los parlamentos nacionales. Las mujeres de todos los países del mundo están protestando por la falta de empleo, exigiendo libertad y dignidad, y el mismo derecho a opinar sobre cómo deben ser gobernados sus países.

Sé, pues, que el cambio es posible, pero también sé que no podemos conseguirlo solos. Ésa es la razón por la que las asociaciones son tan importantes. Si trabajamos juntos, no sólo seremos más exhaustivos, aunando conocimientos y experiencias de todo el sistema de la ONU, del gobierno, de la sociedad civil, de las profesiones y del sector privado, sino que también seremos más poderosos, trabajando con múltiples grupos para acelerar el cambio.

Por lo tanto, cuando establecimos nuestro Plan Estratégico, identificamos las áreas prioritarias en las que seremos líderes dentro del sistema de la ONU y las áreas en las que otros serán líderes y donde nosotros podemos sumar nuestro apoyo. En todas ellas y en áreas nuevas que puedan surgir, hablaremos con nuestros socios antiguos y nuevos para ver cómo podemos trabajar juntos para lograr el impulso necesario para el cambio.

Las prioridades estratégicas de ONU Mujeres incluyen: la autonomía económica de las mujeres, la participación y el liderazgo políticos de las mujeres, la erradicación de la violencia contra las mujeres y las niñas y la incorporación plena de las mujeres y de sus derechos en los procesos de paz y de post conflicto y en los planes y presupuestos nacionales de desarrollo.

Cada una de estas áreas conlleva una acción para obtener resultados, tanto en lo referente a los programas a largo plazo como en el apoyo a corto plazo, lo que muestra qué es posible conseguir cuando el poder de la mitad de la población del mundo puede contribuir plenamente al crecimiento económico, la vitalidad política y el desarrollo social. Además, como cada una de estas áreas prioritarias implica igualmente asuntos relacionados con la justicia, el lograr resultados también quiere decir mejorar y ampliar el acceso de las mujeres a la justicia.

Quiero hablar brevemente sobre cada una de estas áreas, incluyendo la relación que tienen con el acceso a la justicia, en dónde veo que hay un cierto impulso, y por qué necesitamos nuevas asociaciones para acelerar ese impulso.

En primer lugar, hay un interés creciente en la autonomía económica de las mujeres, en todo el sistema de la ONU, en el sector corporativo y empresarial y en las instituciones financieras internacionales. El Banco Mundial y otros han mostrado que una mayor participación y remuneración de las mujeres en la mano de obra generan un mayor crecimiento económico y tienen un efecto multiplicador en toda la sociedad, especialmente en lo referente a los resultados en la educación y la salud.

Las mujeres que tienen ingresos propios pueden discutir sobre el modo en que se toman las decisiones dentro de la familia, exigir el derecho a participar en la arena política y exigir su derecho a vivir libres de violencia. Las mujeres se están organizando, además, para exigir que las normas laborales y la protección social se extiendan al tipo de trabajo que ellas hacen.

Un excelente ejemplo es el de las trabajadoras domésticas que dan servicios que, hasta la semana pasada, no eran considerados “trabajo. Después de una campaña de dos años llevada a cabo por la Red de Trabajadores Domésticos y sus muchos defensores, los gobiernos, los empleadores y los trabajadores adoptaron juntos el Convenio sobre el Trabajo Decente para las Trabajadoras y los Trabajadores Domésticos, reafirmando que los trabajadores domésticos tienen los mismos derechos fundamentales en su trabajo que los demás trabajadores.

ONU Mujeres se ha comprometido a trabajar estrechamente con la Organización Internacional del Trabajo y con otros socios de la ONU, con los gobiernos y demás actores, incluyendo a los trabajadores domésticos, a las organizaciones de los derechos de las mujeres y a los abogados, para apoyar la ratificación de dicho Convenio y formular e implementar las leyes y programas para los trabajadores domésticos.

Como es el caso en otras áreas en las que trabajamos, respaldaremos los esfuerzos en la elaboración de la legislación necesaria, haremos el seguimiento de su ejecución, asesoraremos a las trabajadoras domésticas sobre sus nuevos derechos dentro del marco de la ley, y daremos asistencia jurídica para que exijan esos derechos cuando se les nieguen.

Trabajaremos con los socios del sistema de la ONU para establecer una estrategia coordinada para hacer avanzar las oportunidades y los derechos económicos de las mujeres, incluyendo el acceso al trabajo decente y a medios de vida sostenibles, a la protección social y a los derechos a la tierra y la herencia, y daremos prioridad a llegar a las más marginadas.

Hay otra prioridad que le sigue muy de cerca, que es la de garantizar que las mujeres y los conocimientos sobre la igualdad entre los géneros sean una parte integral de todas las etapas de los planes y presupuestos nacionales de desarrollo, incluyendo las asignaciones presupuestarias a los sectores, y que las mujeres puedan participar realmente en el seguimiento de la implementación y en la evaluación de su impacto.

Otra prioridad es la participación política de las mujeres, que es un requisito previo fundamental para el empoderamiento de las mujeres y para una democracia real. Ella facilita la participación directa de las mujeres en la toma de decisiones pública y ayuda a fortalecer la transparencia y responsabilidad del gobierno.

El progreso en esta área ha sido glacial; con todo, en la actualidad hay 19 mujeres que han sido elegidas como jefe de estado o de gobierno, y la representación de las mujeres en las legislaturas elegidas en 28 países ahora alcanza o sobrepasa el 30 por ciento, que es el nivel considerado como “masa crítica para lograr un cambio positivo. De estos países, por lo menos 23 han adoptado las cuotas u otras medidas positivas de acción, que han sido la manera más rápida de aumentar la representación y el liderazgo político de las mujeres.

ONU Mujeres está trabajando con los socios para lograr que se adopten ese tipo de medidas en todos los países donde trabajamos, así que es posible que, también en esta área, veamos un impulso creciente. Las mujeres están ansiosas por asumir el liderazgo político, especialmente en los países en post conflicto o en transición. Como hemos visto recientemente en los países árabes, las mujeres que solían mantenerse al margen de la vida pública han participado activamente en las demostraciones públicas para exigir cambios políticos. Ahora insisten en el derecho a compartir las reformas de sus sociedades, incluyendo el presentarse a cargos políticos y participar en los procesos de reforma constitucional. Conocí a algunas de estas mujeres en El Cairo y en Túnez: venían de diversas partes de sus países para establecer una agenda común y hablar con una sola voz. Su determinación y su valor deberían inspirarnos a todos para respaldarlas del modo que nos sea posible.

Una tercera prioridad - que es un reto urgente - es poner fin a la violencia contra las mujeres y las niñas, que es endémica en todos los países. Vivir libres de violencia o de la amenaza de violencia, tanto en los lugares públicos como privados, es fundamental para el empoderamiento de las mujeres. Los países están comenzando a valorar el costo de la violencia. En los Estados Unidos, por ejemplo, se estima que 5,8 mil millones de dólares anuales van a cubrir costos extraordinarios de salud física y mental y de pérdida de productividad. En Canadá, que tiene una población mucho menor, el total es aún así de 1,16 mil millones de dólares.

Esto es un toque de atención para los gobiernos, el sector corporativo y las sociedades en general. ONU Mujeres está trabajando con la OMS y con otros socios de la ONU para promover un módulo estándar que los países puedan incluir en las encuestas de familias, de modo que ningún país pueda decir que no sabía que el problema era tan serio porque no disponía de la información.

Estamos creando una serie de normas y servicios mínimos para que los países den respuesta a esa violencia, como por ejemplo establecer líneas telefónicas de asistencia y refugios, garantizar el acceso de las supervivientes a los cuidados de salud y la protección policial para las que están en situación de riesgo.

En la mayoría de los países, los programas de ONU Mujeres tienen un doble enfoque: concentrarse en la prevención de la violencia contra las mujeres, de modo que no haya violencia, por un lado, y fortalecer el acceso de las mujeres a la justicia, por el otro.

El acceso a la justicia es un aspecto esencial del empoderamiento económico y político, y es vital para el desarrollo, la paz y la seguridad. Las dificultades a las que se enfrentan las mujeres se originan en el hecho de que las instituciones y autoridades jurídicas y judiciales tienden a compartir las normas y los prejuicios con la sociedad en general. También se originan en el hecho de que muchas mujeres, especialmente las pobres o miembros de grupos raciales o étnicos específicos, no conocen las reglas que rigen a estas instituciones y cómo usar dichas instituciones para demandar sus derechos.

ONU Mujeres publicará el mes que viene su primer informe insignia Progreso de las mujeres del mundo 2011: en busca de la justicia, que hace notar que algunas de las barreras sociales a las que se enfrentan las mujeres a la hora de acceder a la justicia son la falta de conocimiento de sus derechos, la dependencia de los parientes hombres en lo relativo a asistencia y recursos, y la amenaza de la sanción o la estigmatización, que son particularmente severas en los casos de violencia sexual y doméstica.

La violencia sexual es el único crimen en el que la víctima sufre más estigmatización que el culpable, ya que las mujeres que denuncian esos delitos son rechazadas por sus familias y comunidades. En Canadá, la razón más común citada por las mujeres para no llamar a la policía es “el miedo a las represalias a manos del abusador, la familia o la comunidad. En Afganistán, las investigaciones en 30 de las 34 provincias indicaron que, en casi todos los casos estudiados, las víctimas de violación habían sido acusadas de tener relaciones sexuales extraconyugales.

Estos casos están a menudo marcados por altos niveles de desgaste, especialmente en los casos de violación. En una provincia de Sudáfrica, por ejemplo, sólo el 17 por ciento de las violaciones denunciadas llegaron a las cortes, y sólo el 4 por ciento resultaron en una condena por violación. Casi la mitad de los casos fueron abandonados durante la investigación policial, y una tercera parte de los casos restantes fueron abandonados durante el juicio o resueltos por la corte antes del juicio. Ello quiere decir que para que las mujeres tengan un acceso real a la justicia, debemos apoyar los esfuerzos no sólo por reformar las leyes, sino por persuadir a los jueces y los abogados de incorporar una perspectiva de género a su trabajo.

El informe también presenta casos históricos de todo el mundo en los que las mujeres han buscado no sólo compensación por las violaciones de sus propios derechos, sino que han buscado establecer un remedio más amplio para todas las mujeres.

Sé que están familiarizados con este tipo de casos en este país, en especial en lo relativo a la discriminación en el empleo, como es el caso muy conocido contra Wal-Mart, pero puede que no hayan oído hablar de otros casos. Permítaseme hablar brevemente de un caso en India.

Cuando una trabajadora social de Rajastán fue violada por una pandilla en el transcurso de su trabajo, ella interpuso una acción por delitos penales. Con el apoyo de cinco organizaciones de mujeres, incluyendo una llamada Sakshi, llevó el caso a la Corte Suprema de India, y obtuvo una decisión histórica que reconoció que hubo acoso sexual en el lugar de trabajo. Uno de los jueces principales, que había participado anteriormente en un taller de Sakshi para estudiar el impacto de las percepciones judiciales sobre las mujeres que se presentaban ante la corte, reconoció que el derecho a gozar de un entorno laboral seguro estaba garantizado por la Constitución y por las obligaciones de India dentro del marco de la CEDAW. La Corte usó este caso para crear las primeras directrices ejecutables por disposición legal en materia de acoso sexual tanto en el sector público como en el privado.

La decisión Vishaka, llamada así en honor de una de las cinco organizaciones de mujeres participantes, ha inspirado un caso similar en Bangladesh y ha producido un cambio de la ley en Pakistán, de modo que, en la actualidad, casi 500 millones de mujeres en edad de trabajar que viven en estos tres países tienen la protección legal necesaria para llevar a cabo su trabajo libres de acoso y de abuso.

El informe muestra, en primer lugar, que las leyes son importantes; cuando hay leyes sobre la violencia doméstica, la prevalencia es menor y menos personas piensan que la violencia contra las mujeres está justificada. En segundo lugar, la implementación es importante: de nada sirve tener buenas leyes si éstas no son puestas en práctica o respetadas. Es necesario tener mandatos y procedimientos claros para indicar a los servicios públicos que tienen que cumplir con la ley. La financiación para la implementación y el monitoreo es esencial. En tercer lugar, la infraestructura de la justica es importante: las cortes y el sistema judicial ofrecen un mecanismo vital de rendición de cuentas para las mujeres. Finalmente, por supuesto, el empoderamiento de las mujeres es importante.

Todas estas medidas están adquiriendo notoriedad en otra de las áreas prioritarias para ONU Mujeres: la de los conflictos, la paz y la seguridad. En situaciones de conflicto armado, las mujeres y las niñas son a menudo el blanco de la violencia sexual, incluyendo como táctica de guerra, con el fin de humillar o dominar a los miembros de una comunidad o grupo. Si bien se han hecho importantes avances en las leyes internacionales, los juicios por esos crímenes siguen siendo relativamente escasos y las condenas más escasas aún.

En la Corte de Bosnia y Herzegovina y en el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia, donde se incluyó a la violencia sexual en las acusaciones, los índices de condena fueron inferiores a los de los casos que no incluyeron esos cargos, en algunas instancias debido a la resistencia de las mujeres a testificar sobre la violación.

Una acción judicial exitosa requiere un alto nivel de compromiso y una estrategia global, incluyendo la protección de las mujeres que prestan testimonio. También puede ser útil incluir a las mujeres en los equipos de abogados y como jueces. Un estudio hecho por el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia indicó que los abogados defensores mostraron más respeto cuando interrogaban a las testigos mujeres frente a una jueza y que las mujeres hablaban con más libertad.

En el ámbito de los países, es importante fortalecer los sistemas de justicia de modo de subsanar la impunidad y fomentar una paz y seguridad a largo plazo.

ONU Mujeres y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo están trabajando con los socios para apoyar actividades tales como una oficina de género en la estación central de policía en Rwanda; crear centros de ayuda jurídica en Darfur y en otras áreas de Sudán; y establecer juzgados móviles en el Este de la República Democrática del Congo para traer la justicia a las áreas remotas.

Otro aspecto importante de la agenda de paz y de seguridad es el mantenimiento de la paz y la recuperación después de un conflicto. Aquí es fundamental que las mujeres se sientan empoderadas para que puedan participar plenamente en todos los aspectos de estos procesos. Algunos de ustedes quizá sepan que durante la primera Asamblea General de la ONU en 1946, Eleanor Roosevelt insistió que las mujeres tenían que tener la oportunidad de “participar en el trabajo por la paz y la reconstrucción, como lo hacían en la guerra y la resistencia.

La Sra. Roosevelt se sentiría decepcionada. Los estudios hechos por ONU Mujeres mostraron que en 24 procesos de paz de las últimas dos décadas, las mujeres representaron menos del 8 por ciento de los miembros de los equipos negociadores, lo que se tradujo en que las necesidades e inquietudes de las mujeres están casi totalmente ausentes de los acuerdos de paz. Un estudio de 585 acuerdos de paz indicó que entre 1990 y 2010 sólo el 16 por ciento hablaba de las mujeres, y que sólo el 3 por ciento hacía referencia a la violencia sexual o de género.

Sin embargo, también aquí hemos visto signos de progreso. El Consejo de Seguridad, por ejemplo, ahora reconoce a la violencia sexual en los conflictos no sólo como un asunto humanitario sino como un asunto de seguridad, un asunto que tenemos la responsabilidad de prevenir. La ONU ahora requiere que por lo menos el 15 por ciento de todos los gastos de la ONU en los conflictos y en las situaciones de post conflicto - incluyendo en las oportunidades económicas - estén destinados a metas de igualdad de género, lo cual es un incremento notorio del promedio total de sólo el 5 por ciento.

Les insto a que sean creativos y osados a la hora de encontrar maneras de apoyar el acceso de las mujeres a la justicia y de buscar oportunidades de trabajar con los socios de la ONU, incluyendo a ONU Mujeres, para ayudar a las mujeres a usar la ley y los instrumentos internacionales de derechos humanos, de modo de lograr tener un mundo más justo, no sólo para las mujeres, sino para todos los que buscan tener un mayor acceso a la justicia.

Muchas gracias.