Las esposas abandonadas por los migrantes tayicos superan las dificultades gracias a los grupos de apoyo

Cuando los hombres tayicos emigran para trabajar en el extranjero en búsqueda de una nueva vida, algunos abandonan a sus esposas, hijas e hijos. Un programa de ONU Mujeres apoya capacitaciones sobre medios de vida y grupos de autoayuda para las mujeres abandonadas por los trabajadores migrantes. El proyecto también ha conducido al reconocimiento de las mujeres, hija e hijos abandonados como grupo vulnerable ante la ley, facilitando su acceso a servicios legales, económicos y psicosociales de manera gratuita.

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Sayohat Tashbekova les da la bienvenida a visitantes en su taller donde, junto con otras esposas abandonadas de los trabajadores migrantes tayikos, crea artesanías tradicionales para la venta. Foto: ONU Mujeres/Aijamal Duishebaeva.
Sayohat Tashbekova les da la bienvenida a visitantes en su taller donde, junto con otras esposas abandonadas de los trabajadores migrantes tayikos, crea artesanías tradicionales para la venta. Foto: ONU Mujeres/Aijamal Duishebaeva.

“Me casé por amor hace diez años. Mi marido me abandonó un año después de la boda”, relata Sayohat Tashbekova, de 33 años, sentada en el taller que ha creado en casa de sus padres, donde mujeres del pueblo se reúnen para aprender a coser, tricotar y elaborar telas de retazos tayiko tradicionales, entre otras cosas.

Al verla sonriente y feliz, cuesta creer que hace sólo un año apenas salía de casa y sufría una depresión grave. Tras ser abandonada por su marido, un trabajador migrante, Tashbekova perdió su casa y todas sus posesiones y tuvo que volver a vivir con sus padres. No tenía ni educación formal, ni empleo ni apoyo alguno.

“Me consumía la desesperación”, explica. “De niña, mi madre me había enseñado a coser y tricotar. Acabó convirtiéndose en mi pasión y placer, y fue mi manera de evadirme durante ese período difícil”.

En 2014, cuando ONU Mujeres puso en marcha el proyecto de empoderamiento de las familias abandonadas por migrantes trabajadores en Tayikistán (Empowering Abandoned Families of Labour Migrants in Tajikistan) en su pueblo, Tashbekova se interesó por las oportunidades que le ofrecía.

“La primera pregunta de Sayohat fue ‘¿De verdad podría ganar dinero para mí? ¿Podría aprender algo nuevo y enseñárselo a otras personas?’”, recuerda Aisulu Jenalieva, la movilizadora comunitaria que dio a conocer el proyecto a Tashbekova. “Para otras mujeres las habilidades de Sayohat resultaban muy útiles, así que creó un grupo de apoyo con algunas compañeras para hacer calcetines, ropa, manteles y otros artículos del hogar que podrían vender después”.

Debido a las altas tasas de desempleo de Tayikistán, aproximadamente un millón de ciudadanas tayicas y ciudadanos tayicos (de los que un tercio son hombres de 20 a 39 años) han migrado y viven en la Federación de Rusia [1]. Durante un estudio realizado en 2009 por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), se observó que entre 230.880 y 288.600 mujeres y familias tayicas habían sido abandonadas por trabajadores migrantes y vivían en el nivel de pobreza o por debajo de él [2].

“Todas aprendimos unas de otras”, añade Tashbekova. “Una conocía la técnica para elaborar tela de retazos, otra sabía tricotar dzhurab (calcetines largos tayicos) y otra confeccionaba vestidos. Trabajar juntas y complementar nuestros conocimientos con los de las demás nos permitió establecer nuestro taller”.

Ahora, el grupo vende diferentes productos, como prendas de ropa, mantas, juguetes y fundas de cojín tradicionales, a las vecinas y los vecinos del pueblo, y los llevan también a poblaciones cercanas para venderlos a las y los turistas.

Sayohat Tashbekova con algunos de los productos que vende. Foto: ONU Mujeres/Aijamal Duishebaeva.
Sayohat Tashbekova con algunos de los productos que vende. Foto: ONU Mujeres/Aijamal Duishebaeva.

Para Sayohat Tashbekova, el grupo representa mucho más que oportunidades económicas. Gracias a él obtuvo apoyo emocional y estableció contacto con otras mujeres abandonadas, lo que la ayudó a superar la depresión.

“Otras diez mujeres de nuestro grupo han sido abandonadas por sus maridos, igual que yo”, explica. “Nos sentimos cómodas con lo que ganamos. Ahora no sólo podemos cuidar de nuestras familias, sino que también invertimos en nuestro negocio y formamos a otras mujeres”.

El proyecto, que recibe respaldo financiero del Ministerio de Asuntos Exteriores de Noruega, ha prestado apoyo jurídico, social y económico integral a familias abandonadas de trabajadores migrantes en dos regiones de Tayikistán entre 2013 y 2016. Hasta la fecha, ha ayudado a crear 387 grupos de apoyo y 30 iniciativas económicas conjuntas, ha proporcionado capacitación sobre medios de vida a 3.000 esposas abandonadas y ha facilitado apoyo jurídico gratuito a casi 4.500 mujeres.

“Nuestro proyecto era único porque estaba destinado a las esposas de trabajadores migrantes, que en Tayikistán no se consideraban un grupo vulnerable”, explica Zarina Urakova, Coordinadora de Proyectos de ONU Mujeres. “Cuando planteamos este tema, el Gobierno de Tayikistán reconoció el hecho de que estas mujeres eran vulnerables y requerían apoyo”. El proyecto ayudó a que se incluyera a las esposas abandonadas por trabajadores migrantes y a sus hijas e hijos como una categoría nueva de grupo socialmente vulnerable, al amparo del Decreto del Gobierno núm. 448 aprobado el 2 de julio de 2015, que facilita su acceso gratuito a los servicios jurídicos, económicos y psicosociales.

Sayohat Tashbekova (derecha) con movilizadora comunitaria Aisulu Jenalieva, frente a su taller. Foto: ONU Mujeres/Aijamal Duishebaeva.
Sayohat Tashbekova (derecha) con movilizadora comunitaria Aisulu Jenalieva, frente a su taller. Foto: ONU Mujeres/Aijamal Duishebaeva.

Tashbekova trabaja ahora como formadora en la agencia de empleo del distrito de Rasht. Enseña las técnicas tradicionales de costura, retazos y tricotaje a mujeres del valle del Rasht.

“Mi objetivo en la vida es aprender más técnicas de costura y tricotaje y enseñar todo lo que he aprendido en el proyecto a todas las mujeres jóvenes que pueda”, afirma Tashbekova. Atrás quedaron sus días de depresión y soledad. Ahora es una mujer dinámica e independiente que tiene una historia nueva que contar.

Notas

[1] Banco Mundial (2015), Slowing Growth,Rising Uncertainties.

[2] Organización Internacional para las Migraciones (2009), Abandoned Wives of Tajik Labor Migrants.