Mujeres de zonas rurales afectadas por la sequía abordan el aumento del matrimonio infantil en Mozambique

Mujeres de zonas rurales afectadas por la sequía abordan el aumento del matrimonio infantil en Mozambique

Fecha:

Guelsa Chivodze went back to school at age 30 after being married off at 17 years old. Photo: UN Women/Josina Nhantumbo
Guelsa Chivodze. Foto: ONU Mujeres/Josina Nhantumbo

Más de 2 millones de personas en Mozambique, especialmente en las regiones meridional y central, se han visto afectadas por la grave sequía desde 2015. La prolongada crisis ha agotado las reservas de alimentos en los hogares y alterado vidas y medios de subsistencia. Para las mujeres y niñas de Mozambique —las principales responsables de la gestión de los alimentos y el agua en las familias—, la sequía también ha significado un aumento de la carga de trabajo y de matrimonios más precoces, provocando la pérdida de la infancia, la educación y oportunidades.

“Mi deseo es poder influir en otras niñas para que no abandonen la escuela”, afirma Guelsa Chivodze, a quien casaron a los 17 años de edad. Durante años, se encargó de los cuidados del hogar y sufrió maltrato físico y económico.

“Mi marido se negaba a que acudiese a la escuela nocturna porque creía que allí conocería a otros hombres... A raíz de mis experiencias de vida me propuse ser una activista en mi comunidad y concienciar a las niñas acerca de la necesidad de ir a la escuela y de defenderse contra el matrimonio infantil y la violencia de género”, añade Chivodze.

Chivodze tuvo la oportunidad de comenzar de nuevo después de que su marido fuese condenado por delitos penales. Actualmente, con 30 años de edad, ha regresado a la escuela. Estudia en la escuela secundaria Guiljá de la aldea de Chinhacanine, en Gaza, una provincia al sur de Mozambique donde ONU Mujeres ha prestado apoyo a los esfuerzos que movilizaron a estudiantes, docentes y asociaciones de padres y madres para poner fin a la violencia contra las mujeres y las niñas. Quiere convertirse en enfermera y ayudar a las sobrevivientes de la violencia de género.

Admira a su hermano mayor, Helónio Chivodze, que presta apoyo económico a Chivodze y a sus dos hijos, y la anima a terminar su formación y llegar a ser autosuficiente. “Mi sueño es que Guelsa llegue a ser una profesional, y que deje de considerar el matrimonio como sostén de la familia”, dice . Sin embargo, la sequía hace difícil asumir todos los gastos: “Antes solía pastorear 2.015 cabezas de ganado. Pero desde la sequía, me he quedado con sólo 37 vacas y he perdido 12 hectáreas de cultivo”, dice él.

En un contexto donde los matrimonios precoces y forzados ya eran frecuentes, la prolongada sequía y las consiguientes dificultades económicas han llevado a más padres y madres a casar a sus hijas tempranamente para que haya una boca menos que alimentar. En Mozambique, el 48 por ciento de las niñas se casan antes de los 18 años de edad y el 14 por ciento ya están casadas antes de cumplir los 15 años de edad.

Glória Mabunda ha sufrido penas similares. Sobreviviente de la violencia en la aldea de Chinhacainine, distrito de Guijá, provincia de Gaza (región sur de Mozambique), fue forzada a abandonar la escuela secundaria porque estaba embarazada.

Glória Mabunda was forced to leave school when she became pregnant. Now at age 34, after divorcing her husband, she's taking a second chance at getting an education. Photo: UN Women/Bonaventura Veja
Glória Mabunda. Foto: ONU Mujeres/Bonaventura Veja

“En mi comunidad, los hombres rara vez permiten que sus mujeres acudan a la escuela por temor a que se empoderen y al cambio en las relaciones de poder”, dijo Mabunda, quien ahora empodera a niñas y mujeres jóvenes de su comunidad.

“Una vez que se casan con una mujer joven, empieza una vida de privaciones y pobreza extrema [para la niña/mujer] desde el inicio mismo del matrimonio. La violencia física y económica es la siguiente etapa”, añadió ella.

“Es esencial que entendamos las relaciones entre los efectos del cambio climático y la persistencia de la violencia contra la mujer, incluso mediante prácticas socioculturales nocivas como el matrimonio infantil. La integración de estas cuestiones de género en nuestras respuestas humanitaria y ante los desastres consiste en hacer bien nuestro trabajo”, subrayó Ondina da Barca Vieira, especialista de programas de ONU Mujeres en Mozambique.

Mabunda y Chivodze se encuentran entre las pocas afortunadas que tienen una segunda oportunidad para formarse y tomar decisiones después de sufrir matrimonios precoces.

A la edad de 34 años, Mabunda se divorció de su marido porque no le permitía finalizar los estudios. En 2016, tomó el relevo en la granja avícola de su madre, tras asistir a una capacitación respaldada por ONU Mujeres, e impartida por el Instituto de Investigación Agraria de Mozambique, que enseña técnicas de gestión avícola a mujeres de las zonas rurales. “Quiero que mi negocio avícola crezca; quiero ser un modelo a seguir y ayudar a otras mujeres jóvenes y niñas en mi comunidad a empoderarse”, afirma.

En 2014, con el apoyo del Gobierno de Bélgica, ONU Mujeres puso en marcha el proyecto “Ampliación del papel de la mujer en la producción agrícola y la gestión de los recursos naturales” a fin de combatir el cambio climático y mejorar la seguridad alimentaria en Mozambique. El proyecto empoderó tanto a mujeres como a hombres rurales. No obstante, al proporcionar capacitación y subsidios agrícolas a las mujeres se pusieron en tela de juicio los siempre presentes estereotipos de género que niegan a la mujer la igualdad de oportunidades.

Como explica Inês Zitha —profesional comunitaria para la salud de los animales que trabaja en Djavanhane, en el distrito de Guijá, Gaza–, no se espera que las mujeres trabajen con ganado ya que esto se percibía como un trabajo de hombres. Este es un trabajo importante, en una región donde el ganado es uno de los activos más valiosos.

“Decían que las mujeres no deben entrar en los establos de ganado… que si una mujer entraba en un establo durante su ciclo menstrual, la productividad del ganado se vería afectada. Después de asistir a las capacitaciones y sesiones de concienciación respaldadas por ONU Mujeres, me di cuenta de que se trataba de un problema de relaciones de poder”, dice Zitha.

Gracias a los ingresos que percibe con su negocio, Zitha ahora puede pagar la escuela para su hija y ha comenzado a construir su propia casa para reemplazar la que fue destruida por un ciclón. Ella es una de las 200 mujeres rurales de la provincia meridional de Gaza que se ha beneficiado directamente del proyecto.

Al cabo de tres años, el proyecto se ha traducido en el aumento del número de mujeres que han asegurado sus derechos de tenencia de tierras, que se han registro en el censo y que han obtenido licencias para sus empresas. Como mujeres empoderadas y económicamente resilientes, dan ejemplo a las niñas y las mujeres de sus comunidades, y demuestran que el matrimonio precoz no es la única salida.