La paz y la estabilidad se tienen que construir con las y los jóvenes

Declaración de la Directora Ejecutiva de ONU Mujeres, Phumzile Mlambo-Ngcuka, con ocasión del Día Internacional de la Juventud de 2017

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En el Día Internacional de la Juventud, 12 de agosto, celebramos el papel fundamental de las y los jóvenes como personas impulsoras y también beneficiarias de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Este año, con el tema de “La juventud que construye la paz”, nos centramos especialmente en la influencia de las y los jóvenes a la hora de prevenir el conflicto y mantener la paz.

A pesar del creciente reconocimiento del papel de la juventud desde la aprobación de la resolución 2250 del Consejo de Seguridad en 2015, las intervenciones de paz y seguridad suelen priorizar a los hombres jóvenes, y estar influidas por estereotipos de género; es decir, se percibe a los hombres jóvenes como potenciales “perturbadores” de los procesos de paz, mientras que se considera a las mujeres jóvenes como “víctimas”. Las personas que trabajan en el ámbito de mujeres, paz y seguridad se han esforzado por desafiar y derribar estos estereotipos y promover el reconocimiento de las mujeres como importantes agentes de paz en la prevención y resolución de conflictos y en los procesos de consolidación de la paz.

En Kirguistán, Diana Ruslan Kyzy, de 15 años de edad, forma parte de un grupo de jóvenes asociado con organizaciones de la sociedad civil para liderar iniciativas locales de consolidación de la paz. María Alejandra Martínez, hija de combatientes de las FARC-EP de Colombia, ayudó a fundar Aliarte, una red de jóvenes que utilizan el arte y la participación para evitar la implicación de la población joven en el conflicto armado de Colombia. En Haití, Sophia Pierre-Antoine, de 25 años de edad, miembro de la Asociación Cristiana de Mujeres Jóvenes, participó recientemente en la primera consulta regional para Jóvenes, Paz y Seguridad en la ciudad de Panamá, que reunió a 63 líderes juveniles a fin de debatir cuestiones que afectan a la juventud y promover su papel en la creación de un mundo pacífico. Estos son tan sólo unos pocos de los muchos casos de mujeres jóvenes y niñas de todo el mundo que trabajan para crear y mantener la paz en sus comunidades.

Sus historias ilustran la compleja realidad del papel que desempeñan las adolescentes y las jóvenes en los contextos de conflicto y posteriores al conflicto. Tal y como subraya la resolución 1325 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y sus resoluciones subsiguientes, las mujeres –incluidas las mujeres jóvenes– desempeñan funciones diversas en los contextos de paz y seguridad. Asimismo, lidian con múltiples tipos de impedimentos y violencia como resultado de normas patriarcales y hábitos tradicionales y culturales rígidos.

Las adolescentes y las jóvenes se enfrentan a una doble discriminación como consecuencia, por una parte, de su género, y, por otra, de su edad. Como resultado, es posible que no sean tenidas en cuenta en los esfuerzos de paz y seguridad; no encajan en muchos programas de prevención y de consolidación de la paz centrados en la población joven pero dominados por los hombres, y son demasiado jóvenes para muchas de las intervenciones de consolidación de la paz destinadas a las mujeres.

De todos modos, esto no significa que no sean agentes de paz importantes y activas.

En los últimos años, hemos trabajado para fortalecer la participación de las mujeres jóvenes en los debates sobre políticas, las consultas y los programas a nivel regional o nacional. Observamos la necesidad de un análisis sensible al género y sensible a la edad que se pueda traducir en políticas y programas pertinentes para poder abordar de manera apropiada las experiencias diferenciadas y los distintos papeles que desempeñan las mujeres jóvenes y los hombres jóvenes, escuchar su opinión y garantizar que se satisfagan sus necesidades.

El Estudio mundial sobre mujeres, paz y seguridad (2015) destaca que los procesos de paz que incluyen a la sociedad civil tienen más posibilidades de éxito, y que se ha demostrado que las sociedades con indicadores más altos de igualdad de género son más estables y tienen menos riesgo de sufrir conflictos. La misma lógica de los procesos y las intervenciones de carácter inclusivo se aplica a la agenda de jóvenes, paz y seguridad.

La paz y la estabilidad no se pueden construir sin las mujeres y los hombres jóvenes, y no se puede construir para ellas y ellos, sino con ellas y ellos.

 

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