Cómo seis organizaciones de base de mujeres se aseguran de que nadie queda atrás en la respuesta a la COVID-19

Reconstruir mejor después de la COVID-19 exige inversión en el liderazgo feminista y de base. Sin embargo, la financiación directa a las organizaciones de mujeres representa menos del 1 % de la asistencia oficial para el desarrollo que se presta a nivel mundial a la igualdad de género. Infórmese con seis historias sobre el apoyo crítico que las líderes de base y sus organizaciones aportan a sus comunidades.

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Manjola Veizi, Executive Director of the National Network of Roma and Egyptian Women. Photo:  UN Albania/ Bevis Fusha
Manjola Veizi. Foto: UN Albania/ Bevis Fusha

Cuando se notificaron los primeros casos de COVID-19 en Albania, en marzo de 2020, Manjola Veizi alzó su voz en favor de los romaníes, una de las comunidades más marginadas del país.

"La pandemia afectó fuertemente a la comunidad romaní", narra la Directora Ejecutiva de la Red Nacional de Mujeres Romaníes y Egipcias, de 43 años. "Las personas más pobres, que tenían ingresos informales o recolectaban chatarra, fueron las más afectadas. Su supervivencia estaba en riesgo".

La Sra. Veizi movilizó al gobierno y a organizaciones nacionales e internacionales para desviar fondos y asignarlos en apoyo a su comunidad.

“Entregamos paquetes de alimentos y equipo de protección a unas 500 familias en cinco municipios”, asegura; "si no hubiéramos intervenido, no sé qué les habría ocurrido".

Hasta la fecha, más de 116 millones de personas han sido infectadas con la COVID-19 en todo el mundo, y las muertes superan los 2,5 millones. Si bien todas las personas enfrentan desafíos sin precedentes, las mujeres y las niñas se han visto afectadas de forma desproporcionada. En todo el mundo, las mujeres ganan menos, ahorran menos, tienen empleos menos seguros y tienen más probabilidades de encontrar empleo en el sector informal. Tienen menos acceso a la protección social y son la mayoría de los hogares monoparentales. Por todo lo anterior, tienen menos capacidad para absorber las perturbaciones económicas, como la provocada por la pandemia de COVID-19.

A medida que la pandemia se avivaba en todo el mundo, también se producía un marcado aumento de la violencia contra las mujeres. Las llamadas a las líneas de ayuda se multiplicaron por cinco en algunos países; en otros países, el acceso de las mujeres a la ayuda se vio comprometido durante los bloqueos.

"La prevalencia de la violencia aumentó porque las mujeres estaban atrapadas en casa con sus abusadores, y no sabían que los servicios de apoyo seguían funcionando", explica la Sra. Veizi, y agrega que "ONU Mujeres nos apoyó en la sensibilización de las comunidades".

En Albania, ONU Mujeres ha estado prestando apoyo económico a un consorcio de organizaciones, entre ellas la Fundación Albanesa para los Derechos de las Personas con Discapacidad, el Centro de los Derechos de las Mujeres Romaníes y Aleanca LGBT, para garantizar que las mujeres de las comunidades marginadas tengan acceso de calidad a servicios e información para denunciar la violencia y recuperarse de esta.

“Organizaciones como la de la Sra. Veizi están profundamente arraigadas en sus comunidades”, afirma Megi Llubani, Analista de proyectos del Programa Regional de ONU Mujeres para Poner Fin a la Violencia contra las Mujeres, pues "conocen de primera mano el contexto local y las necesidades de la comunidad, además de que son profundamente confiables y respetadas".

Si bien las organizaciones de base de mujeres conocen íntimamente las necesidades y los desafíos de sus comunidades, y pueden llegar rápidamente a las personas más difíciles de alcanzar, la financiación directa de las organizaciones de mujeres representa menos del 1 % de la asistencia oficial para el desarrollo que se presta a nivel mundial orientada a la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres (USD 198 millones). Para ampliar sustancialmente el liderazgo de las mujeres, en el reciente Informe del Secretario General se recomienda aumentar el porcentaje de fondos de asistencia oficial para el desarrollo destinados a objetivos independientes de igualdad de género y a organizaciones de mujeres, así como aumentar el acceso a financiación directa, flexible y plurianual de organizaciones de mujeres y movimientos feministas.

Reconstruir mejor después de la COVID-19 requiere invertir en el liderazgo de las mujeres en todos los niveles, en todas partes. He aquí otros cinco ejemplos de iniciativas comunitarias apoyadas por ONU Mujeres que han tenido tremendo impacto durante la pandemia.

Abogar por los derechos de las trabajadoras y los trabajadores domésticos migrantes en Líbano

Meserat Hailu. Ilustración: ONU Mujeres/Brady Black.
Meserat Hailu. Credit: ONU Mujeres/Brady Black

"Solía trabajar sin sueldo. Cuando pedía el salario que me correspondía, madame decía que no o me golpeaba. Me pegaba muy a menudo", dice Meserat Hailu. "Era una pesadilla".

La Sra. Hailu tenía 29 años cuando viajó a Beirut, Líbano, como trabajadora doméstica migrante etíope. Durante más de ocho años, sufrió abusos por parte de su empleadora. "Trabajaba 15 horas al día, todos los días, sin vacaciones ni fines de semana. No se me permitía ver a nadie. Quería irme, pero no podía”, afirma.

Entre otras organizaciones, Legal Action Worldwide recibió noticias de su situación, tomó su caso y exigió su liberación junto con otras organizaciones. Después de que la Sra. Hailu regresó a su aldea, cerca de Addis Abeba, profesionales del derecho la apoyaron para que iniciara un proceso judicial contra su kafeel (patrocinadora).

El 8 de octubre de 2020, con el apoyo de ONU Mujeres, Legal Action Worldwide presentó un caso pionero en nombre de la Sra. Hailu, argumentando que su tratamiento "constituía crímenes de esclavitud, trata de esclavos, trata de personas, trabajo forzoso, privación de libertad y retención de documentos personales, discriminación racial, discriminación de género y tortura".

El caso de Maserat Hailu, que se desarrolla en el contexto de los desafíos sin precedentes que plantean las sucesivas crisis económicas, la pandemia de COVID-19 y las recientes explosiones en Beirut, tiene el potencial de establecer un revolucionario precedente para la reparación legal de miles de trabajadoras domésticas y trabajadores domésticos migrantes en Líbano. El trabajo de ONU Mujeres con trabajadoras y trabajadores migrantes en Líbano cuenta con el apoyo del Gobierno de los Países Bajos.

 

Formación de mujeres en la gobernanza sensible al género e inclusiva en Nepal

 
Laxmi Badi, center in pink shawl, participating in a group work during Feminist Leadership training. Photo: Nepal National Dalit Social Welfare Organization/Shanker Biswokarma
Laxmi Badi, centro con mantón rosa, participando en un trabajo grupal durante la capacitación de Liderazgo Feminista. Foto: Organización Nacional de Bienestar Social Dalit de Nepal / Shanker Biswokarma

En Asia Meridional, las personas de la comunidad dalit ocupan el escalón más bajo del arcaico sistema de castas: una forma de estratificación social en la que las personas han enfrentado múltiples generaciones de discriminación y segregación debido a su ascendencia. Laxmi Badi, una líder dalit nepalesa se mantiene firme en exigir la igualdad de derechos, incluso en medio de la pandemia de COVID-19.

Hace años, la Sra. Badi se unió a la Organización Feminista Dalit y apoyó a las mujeres dalit para que criaran ganado y se hicieran económicamente independientes. Como próximo paso en su carrera, en 2017, ganó las elecciones locales como representante de su barrio en su municipio. En 2020, la Sra. Badi pasó a formar parte de un programa de ONU Mujeres, financiado por el Gobierno de Finlandia, que proporcionó capacitación en liderazgo y gobernanza a las líderes locales.

Durante el bloqueo provocado por la COVID-19 del año pasado, el municipio de la Sra. Badi vio una aumentada afluencia de trabajadores migrantes nepaleses que regresaban de la India. La gente de las castas "superiores" en el centro de cuarentena se negaban a permitir que las trabajadoras y los trabajadores migrantes dalit que regresaban ingresaran a las instalaciones, y cerraron las puertas arguyendo que podrían propagar la COVID-19.

Cuando la Sra. Badi se enteró, acudió al centro y les explicó a todos que cualquiera, incluidas las personas de castas "superiores", podría salir positiva en la prueba de la COVID-19. Aconsejó a todos que mantuvieran la distancia física y les advirtió que si alguien discriminaba a los dalit, los denunciaría a la policía. También prestó apoyo a las sobrevivientes de la violencia de género en el centro de cuarentena, y se aseguró de que las personas necesitadas recibieran paquetes de ayuda con alimentos y productos sanitarios.

"Sin el sistema de cuotas, no estaría donde estoy hoy", reflexiona la Sra. Badi, y cree que las cuotas de género obligatorias para cargos electivos, junto con la formación de apoyo, han multiplicado su impacto en la vida pública.

Amplificar las voces y la participación de las niñas y los niños con discapacidad en Paraguay

Young people with disabilities participate in a CDIA training on the topics of violence, inclusion, rights and protection systems held in August 2019 in Coronel Oviedo, Paraguay. Photo: CDIA/Alana Cano
Jóvenes con discapacidad participan en una capacitación CDIA sobre temas de violencia, inclusión, derechos y sistemas de protección realizada en agosto de 2019 en Coronel Oviedo, Paraguay.Foto: CDIA / Alana Cano

“Quiero vivir en un mundo con justicia social y paz, con igualdad de oportunidades y derechos”, declara Alana Cano Cameroni, de 35 años, al explicar por qué trabaja en la Coordinadora por los Derechos de la Niñez y la Adolescencia (CDIA) de Paraguay. La CDIA promueve los derechos de niñas, niños y adolescentes, sensibiliza sobre las brechas de protección social, mejora el acceso y la calidad de los servicios y contribuye a dar forma a las políticas públicas.

A medida que la crisis de COVID-19 profundizaba las desigualdades existentes en Paraguay, el CDIA intervino para asegurarse de que el liderazgo y las necesidades de las niñas y adolescentes que vivían con discapacidades no fueran echadas a un lado. "Las niñas, los niños y las y los adolescentes deben ser colocados en el centro de nuestra acción colectiva, tomando decisiones y medidas en todo lo que les afecta", dice la Sra. Cameroni.

La organización programó el intercambio de experiencias, aprendizaje y estrategias para hacer frente a la COVID-19, que dio lugar a una serie de talleres en línea sobre los derechos de las niñas y los niños. En los talleres participaron unos 17 departamentos regionales de 83 localidades de la capital, Asunción. La CDIA también creó un portal digital y llevó a cabo una campaña en las redes sociales para aumentar la visibilidad de los temas pertinentes desde la perspectiva de las niñas y adolescentes que viven con discapacidades.

El Fondo Fiduciario de las Naciones Unidas, administrado por ONU Mujeres en nombre del sistema de las Naciones Unidas, apoya a la CDIA con financiación, capacitación y promoción plurianuales.

Empoderar a las mujeres rurales para que lideren en Etiopía

Kebele Burie, 35, leads the local a women-owned livestock compound, serves as secretary at the local savings and credit cooperative, and is appointed by her community to the role of haadha siinqee.- peace builder and advocate for women’s rights. Photo: UN Women/Fikerte Abebe
Kebele Burie, 35. Foto: ONU Mujeres/Fikerte Abebe

Para Kebele Burie, madre de cinco hijas e hijos de 35 años del distrito de Adamitulu en la región de Oromia en Etiopía, la lucha por el empoderamiento económico y los derechos de las mujeres comenzó en su adolescencia. Tuvo que abandonar la escuela en el octavo grado para trabajar y apoyar a su madre y a sus hermanos menores después de que su padre los abandonara.

Hoy, la Sra. Burie y su comunidad se benefician de lo que ella identifica como "el desencadenamiento de mi potencial de liderazgo" a través del programa conjunto de las Naciones Unidas, "Acelerar el progreso con miras al empoderamiento económico de las mujeres rurales".

El programa aumenta el potencial productivo de las agricultoras en pequeña escala, ayuda a las mujeres a ampliar sus oportunidades de ingresos recurriendo a mercados de alto valor, y fomenta el liderazgo y la participación de las mujeres en las instituciones rurales y en la elaboración de leyes.

"Como resultado de la capacitación en creación de capacidades y de mi éxito en la agricultura y gestión de la cooperativa, mi comunidad me nombró como la haadha siinqee", relata la Sra. Burie, lo que significa que ahora forma parte de la institución indígena de resolución de conflictos. Desde que asumió el cargo hace dos años, han disminuido los informes de violencia contra mujeres y niñas en el ámbito privado, asegura, porque los maridos son más conscientes de los derechos de las mujeres.

Durante la pandemia de COVID-19, las reuniones en persona han sido limitadas y la cooperativa de la Sra. Burie pasó de la ganadería y el comercio a la provisión de pequeños préstamos para apoyar las actividades individuales de generación de ingresos.

Iniciado en las regiones de Oromia y Afar en 2014, el programa de empoderamiento económico cuenta con el apoyo del Gobierno de Etiopía, el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola, el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, y los Gobiernos de España, Suecia y Noruega. Trabaja con más de 10 cooperativas de negocios y 15 cooperativas de ahorro y crédito. Más de 3.000 personas se han beneficiado directamente del programa. 

Conectar a las mujeres indígenas y defender sus derechos en Brasil

Maria Leonice Tupari, 45, Coordinator of the Association of Indigenous Warriors of Rondônia (AGIR) NGO in Cacoal, Brazil. Pictured in Brasilia in 2018. Photo: ONU Brasil/Tiago Zenero
Maria Leonice Tupari, 45. Foto: ONU Brasil/Tiago Zenero

Uno de los mayores impactos de la pandemia de COVID-19 en las comunidades indígenas de Brasil es su cultura, manifiesta María Leonice Tupari, de 45 años, Coordinadora de la Asociación de Guerreros Indígenas de Rondônia (AGIR) en la ciudad de Cacoal, Brasil. La AGIR, que fue fundada en 2015, representa los derechos de 56 pueblos indígenas en el estado de Rondônia, promueve el empoderamiento de las mujeres y denuncia las violaciones de los derechos humanos.

“Nuestra costumbre es visitarnos mutuamente, pero tuvimos que aprender a vivir de manera distinta”, lamenta la Sra. Tupari. "Al principio mucha gente no entendía lo que era el coronavirus, ni por qué debían cambiar las relaciones comunitarias, y no podían hacerse celebraciones ni funerales tradicionales". La Sra. Tupari trabaja en el sector de las ONG desde 2000 y ha visto un aumento constante de la violencia contra las mujeres indígenas en los territorios.

A través del proyecto financiado por la Unión Europea, “Conectar a las mujeres indígenas y defender sus derechos”, ONU Mujeres llevó a cabo una serie de consultas con socios y defensoras de los derechos humanos entre marzo y abril de 2020. Las consultas allanaron el camino para otorgar pequeñas subvenciones a fin de fortalecer la capacidad institucional de las defensoras de los derechos humanos en la promoción de los derechos y la prevención de la violencia contra las mujeres durante la pandemia de COVID-19. La AGIR fue una de las siete organizaciones que recibieron la subvención; la convocatoria de solicitudes de financiación recibió 629 propuestas.

La Sra. Tupari explica que el proyecto ha ayudado a fortalecer la capacidad de comunicación de las mujeres líderes indígenas en todo el estado, su uso de herramientas de comunicación digital y su comprensión del impacto de la pandemia para permitirles adaptarse mejor y contrarrestar la información errónea sobre el virus y la vacuna.