Apoyando a las trabajadoras para que su experiencia de migración sea más segura

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“No podía comer de la misma fuente la comida que había quedado de lo que había comido la familia, así que sobreviví con pan y té negro durante 15 días, cuenta Maya Gurung, una trabajadora migratoria nepalesa, describiendo su primer empleo como trabajadora doméstica en Kuwait.

Maya nunca quiso dejar su país. Trabajaba bien en un centro de cuidados diurnos en su aldea en Chundevi, Katmandú, Nepal, cuando se vio forzada a buscar un empleo con una paga superior en el extranjero para pagar las deudas de su esposo. Cuenta la angustia de tener que dejar a su hija de 17 meses, a su hijo de 5 años y a su esposo.

En el mundo se estima que hay entre 53 millones y 100 millones de trabajadores domésticos. Muchos son pobres y trabajan para enviar remesas a sus familias[i]. Según el Banco Mundial, el dinero enviado a sus países por los migrantes es tres veces superior a la cantidad de la ayuda pública al desarrollo, estimándose las remesas a los países en desarrollo en unos 372.000 millones de dólares en 2011[ii].

Según ONU Mujeres, hay aproximadamente 40.000 trabajadoras migratorias nepalíes sólo en Kuwait, 80 por ciento de las cuales son mujeres[iii].

Cuando Maya llegó a Kuwait, su empleador le confiscó su pasaporte y otros documentos. Trabajaba de 5 de la mañana hasta la medianoche la mayoría de los días y no se le permitía hacer una pausa. Se le pagaba sólo 10 o 15 dinares (fracción de los 35 dinares que se le habían prometido antes de migrar) que usaba en gran parte para llamar por teléfono a sus hijos.

“Estaba harta, desamparada y sin poder volver por no tener ni pasaporte ni documentos. Estaba realmente desesperada, dice Maya, que dejó el trabajo para encontrarse en la calle, sin dinero ni documentos.

Su situación es típica en muchas nepalíes que salen del país sin estar informadas, buscando oportunidades económicas mejores, explica Manju Gurung, miembro fundador de Pourakhi, organización gubernamental en Nepal de ayuda a las trabajadoras nepalíes. Muchos de los nepalíes migran a los países del Golfo. Gurung dice que los empleados sistemáticamente se guardan los documentos de los trabajadores, restringen sus movimientos y toman acciones aún más graves.

Fundada en 2003, Pourakhi (que quiere decir “autosuficiente en nepalés) trabaja para garantizar los derechos de las trabajadoras migratorias en todo el proceso de migración de la mano de obra al extranjero, desde el período antes del empleo a los programas de apoyo después de volver.

La organización tiene un refugio de emergencia en Katmandú donde las mujeres que acaban de volver sin recursos para vivir se pueden recuperar. Desde abril de este año, Pourakhi tiene también una pequeña oficina de información establecida en el aeropuerto internacional Tribhuvan de Nepal donde hay voluntarios durante las 24 horas del día que dan información o que llevan al refugio a los trabajadores migrantes que retornan. Tienen una línea de asistencia de emergencia y dan asesoría psicosocial a trabajadores migratorios potenciales y que vuelven.

“Según sus necesidades, a veces tenemos que dar atención médica, consejos y asesoría jurídica, dice Manju. “Tenemos igualmente programas de reintegración y, hasta ahora, hemos dado formación empresarial a más de 700 mujeres. Ella dice que, como resultado de esas formaciones, 608 de esas mujeres se han hecho empresarias y ganan entre 8.000 y 16.000 rupias nepalíes anualmente, que se considera un “ingreso aceptable en Nepal.

Pourakhi administra además un Fondo de Educación Infantil para ayudar a los hijos de trabajadores migratorios que han sido explotados. A través de una emisión nacional, la ONG crea conciencia con un programa radial dirigido a los jóvenes rurales.

ONU Mujeres dio respaldo a la creación de Pourakhi, que ahora es una voz que se deja oír en los comités gubernamentales sobre empleo en el extranjero y que está haciendo un cabildeo activo a favor de los derechos y privilegios de las trabajadoras migratorias en su país y en el extranjero. ONU Mujeres también ha iniciado una asociación con el Comité de coordinación nepalí Pravashi que dispone de una amplia red de trabajadores migrantes nepalíes en todos los países del Golfo.

Manju dice que Pourakhi ha abogado con éxito por las políticas, leyes y mecanismos para garantizar la protección de los derechos de las trabajadoras migrantes en Nepal. “Ahora tenemos otro reto: la implementación de esta ley sobre el empleo en el extranjero y de las disposiciones pertinentes.

La ley sobre el empleo en el extranjero de 2007 no sólo pone fin a la discriminación de género sino que adopta medidas especiales para garantizar la seguridad y los derechos de las mujeres a la hora de buscar trabajo en el extranjero.

A su vuelta a Nepal, hace dos años, Maya fue ayudada por Pourakhi. Después de pasar 14 meses en la cárcel en Kuwait por indocumentada, ya que sus empleadores le habían quitado el pasaporte, pudo conseguir que se le deportase a Nepal con la ayuda de la Embajada nepalí. Entonces Pourakhi le dio albergue y asistencia jurídica. Se recuperó y, desde entonces, trabaja en el centro de formación de Pourakhi.

“Ahora que soy miembro de Pourakhi tengo esperanzas, dice Maya. “Ahora sabemos que el trabajo doméstico también es un trabajo que nos ayuda a nosotras y a nuestras familias, y que ayuda a desarrollar a nuestra nación, así que exigimos firmemente nuestros derechos y privilegios.


[i] https://www.unwomen.org/publications/checklist-to-protect-and-support-domestic-workers/
[ii] http://web.worldbank.org/WBSITE/EXTERNAL/TOPICS/0,,contentMDK:21924020~pagePK:5105988~piPK:360975~theSitePK:214971,00.html
[iii] http://www.migration-unifem-apas.org/nepal/UNIFEM_in_Action.html

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